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Los hermanos Badía vivían en el número 52 de la calle Muntaner de Barcelona. Era un 28 de abril de 1936. A las 15.20 horas salían de su casa. Enfrente un hombre leía un periódico. Al ver que los hermanos salían del portal lo dobló y los siguió por la otra acera. En la misma calle un vehículo Ford, con matrícula B-39763, de color rojo, también se puso en marcha lentamente. El testigo de todo lo que pasó fue el propietario del bar Bremen, que hacía esquina con la calle Consell de Cent. Segundos después pudo oír cinco disparos. Los hermanos Badía cayeron muertos en el número 38 de la calle Muntaner. Los asesinos huyeron en el Ford de color rojo. Después del atentado sus cuerpos fueron trasladados al dispensario de la calle Sepúlveda. La noticia corrió como la pólvora. Al dispensario fueron Ventura Gassol y Carlos Pi i Sunyer. El partido de los hermanos Badía, Estat Català, acusó a la Generalitat de aquellas muertes. Según este partido todo el mundo sabía que estaban amenazados de muerte, por lo cual los tenía que haber protegido. Conocemos cuando murieron pero, ¿quiénes fueron los hermanos Badía?

Miquel Badía i Capell nació en Torregrossa (Lérida) el 10 de marzo del 1906. Estudió bachillerato en Lérida, y en el año 1922 se traslada a Barcelona para ser piloto de la marina mercante. Se afilió a Estado Catalán inmediatamente después de su fundación. Se incorpora a Bandera Negra. Está implicado en el intento de asesinar a Alfonso XIII durante su visita a Barcelona, del cual ya hemos hablado. Proclamada la II República es nombrado jefe de las Juventudes de Estado Catalán (JEREC) y Macià le ordenó fundar los ‘escamots’ para defender las instituciones catalanas. Se le conocía como el ‘capità collons’. En el 1932 se nombrado secretario de Josep Dencàs, consejero de sanidad y de asistencia social. El 24 de noviembre del 1933 moviliza una parte de los 7.000 escamots y los destina a los servicios Públicos. Esto sucedía durante el transcurso de una huelga. En diciembre del 1933 es designado secretario general de Orden Público, y el marzo del 1934 pasa a ser jefe superior de la policía de Catalunya. Intentó mantener el orden público ante de la difícil situación provocada por los pistoleros de la FAI. En septiembre del 1934 dimite de su cargo en la policía. Fue uno de los organizadores de la jornada revolucionaria del 6 de octubre del 1934. Se traslada a Francia, a América, a Alemania y a Andorra Vuelve a Cataluña en el año 1936 y se dedica a la reorganización de las Juventudes de Estat Català.

Josep Badía i Capell nació como su hermano en Torregrossa en el año 1903. Se trasladó a estudiar a Barcelona y se afilió a las Juventudes de Estat Català en 1922. En el año 1931 era vocal de ‘Avenç Democràtic Republicà’ de Sant Andreu de Palomar, presidido por Josep Dencàs i Puigdollers. Con su hermano participó en los hechos del 6 de octubre de 1934 y organizó guerrillas armadas para defenderse de los pistoleros de la FAI.

Hemos hablado anteriormente de los ‘escamots’ que le mandó constituir Macià. ¿Qué eran?

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Los ‘escamots’ eran un ejército paramilitar que pertenecían a Estat Català. Los ‘escamots’ vivieron su momento más álgido entre los años 1932 a 1933. Iban uniformados con una camisa militar verde, unos pantalones oscuros, unos correajes de cuero y unos zapatos metálicos. Los ‘escamots’ tenían una estructura jerárquica militarizada. Su estructura interna se parecía a las camisas negras de Hilter y a las camisas pardas de Mussolini. Badía utilizó los ‘escamots’ para romper huelgas y enfrentarse a los pistoleros de la CNT-FAI. El 22 de marzo de 1933 se celebró un desfile en el estadio de Montjuïch. Fue presidido por Francesc Macià. Desfilaron 8.000 escamots uniformados y con insignias en el pecho. El Parlamento de Cataluña protestó ante Dencàs y Badia de haber creado una organización de tipo fascista. Además los acusó de haber creado una organización de aprendices del nazismo.

Los ‘escamots’ se dedicaban a perseguir a los hombres de la FAI, de la CNT, de las Juventudes Libertarias. Su misión era perseguir a los fascistas, pero no lo hacían. A estos primeros los conducían a la comisaría de la Vía Layetana de Barcelona. Les sacaban la camisa y, cara a la pared, simulaban que les iban a fusilar. Les disparaban un tiro por encima de la cabeza. El rehén desconocía dónde había ido a parar la bala. Uno de los cómplices de Badía lanzaba una pequeña piedra a la espalda del detenido, simulando que el impacto fallido los había tocado en ese lugar. Más de uno cayó desmayado e incluso alguno perdió la cabeza ante tal macabra actitud. Por eso no es de extrañar que, cuando pudieron, asesinaran a Miquel Badía.

 

Como hemos visto los ‘escamots’ fueron el aparato represivo de Estat Català, el cual le sirvió a Macià para mantener la paz social. No ocurrió lo mismo con Companys. Este y Badía tenían una relación distante. El primero lo acusaba de no haber enviado los ‘escamots’ al Palacio de la Generalitat cuando este era cañoneado por el ejército guante el 6 de octubre de 1934. Companys tampoco estaba de acuerdo en su manera de actuar con los detenidos. Tengamos en cuenta que muchos de ellos, anarcosindicalistas, era amigos personales de Companys. Como jefe de los servicios de Orden Público Badía ejercía la violencia física y el maltrato. Ya hemos puesto un buen ejemplo sobre su manera de actuar. Companys lo destituyó ocho meses después de su nombramiento. No es que dimitiera, lo obligaron a irse. El 24 de septiembre de 1934 se le rindió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes. Todos sus seguidores quisieron apoyarlo y darle ánimos después de su destitución. Al acto acudió Companys. A pesar de ir del bazo de Badía los asistentes lo abuchearon. Todo el mundo sabía que Companys le había pedido la dimisión. Cuentan que Companys murmuró: “esta noche se ha liquidado Miquel Badía”.

Durante los ocho meses que dirigió los servicios de Orden Público persiguió el juego. Los propietarios de estos lugares no lo podían ni ver y eran sus enemigos acérrimos. Eran lugares de vicios y cocaína, donde a nadie se le preguntaba su edad. Las prostitutas también ejercían en estos locales. De ahí la persecución llevada a cabo por Miquel Badía.

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Como vemos, a pesar de su popularidad, tenía muchos enemigos. Es por eso que debemos preguntarnos, ¿quién los mató? Muchas fueron las conjeturas que se plantearon en su momento. Unos atribuyeron el origen del asesinato a una mujer: Rosa Ballester, conocida como Roseta. Era la ex mujer del político Joan Duran. En 1934 inició una relación sentimental con Companys. Badía quiso los favores de Roseta. Companys habría eliminado a su rival. Lo cierto es que a los hermanos Badía los asesinaron miembros de la FAI. Sus nombres eran: Justo Bueno Pérez, el cual le pegó tres tiros a Miquel Badía; Luciano Ruano Segúndez, que le pegó dos tiros a Josep Badía; Vicente Torné Martín, que conducía el Ford rojo; y José Martínez Ripoll, el que leí el periódico. Según parece un pariente lejano de Justo Bueno fue torturado por Miquel Badía y este juró que se vengaría.

 

El entierro de los hermanos Badía fue una impresionante manifestación de dolor. Los féretros fueron a hombros de miembros de Estat Català y recorrieron media Barcelona. Toda la ciudad se movilizó. La conmoción era debida al hecho que hasta ese momento los pistoleros de la CNT-FAI sólo habían asesinado a personas de los Sindicatos Libres o a miembros de la derecha. Los Badía eran de izquierdas. Con lo cual ya nadie podía vivir tranquilo.

Los periodistas Tísner y Josep Maria Planes publicaron artículos donde se pedía saber la verdad sobre el asesinato de los Badía. Tisner tuvo mejor suerte que Planes. Este último apareció asesinado en la carretera de la Rabassada con siete tiros en el cuerpo. Así silenciaron a este periodista los pistoleros de la FAI.

Según declaró Justo Bueno asesinó a Miquel Badía por ser enemigo de España. Esto es, por ser independentista catalán. Si bien es cierto que los hermanos Badía fueron asesinados en 1936, a Bueno no se le juzgo, en consejo de guerra, hasta el 14 de julio de 1943. Una vez terminada la guerra vivió en Barcelona y se salvó de cualquier represalia al haber ido en contra de la República. Su buena suerte acabó ese año. Alguien le delató y explicó lo que había hecho durante la guerra. Fue detenido y, como hemos dicho, juzgado. Fue condenado a muerte y el enterado no llegó hasta el 24 de enero de 1944. El 10 de febrero de 1944 fue fusilado en el Campo de la Bota de Barcelona. Con su muerte se cerraba un periodo oscuro protagonizado por Miquel Badía, los ‘escamots’, y Estat Català.

Autor

César Alcalá