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Fue el precio que me ofreció el enviado de Moncloa para que cortase la publicación de la serie sobre el «escándalo en las alturas de los 63 millones de pts.»… y el inicio de la guerra total y abierta.
Porque a no tardar mucho se las ingeniaron para implicarme en la «Operación Galaxia» (de la que también otro día tendré que contar toda la verdad, ahora que ya me reclaman «allá» arriba).
EL MALETÍN VERDE
Lo de TVE fue digno de «El Padrino». Un día me llamó el Director, un gran periodista, mejor escritor y un buen amigo (ojo, cuando publiqué por primera vez esta historia mantuve su nombre en secreto de acuerdo con él por no perjudicarle, aunque lo hizo tapándose la nariz, y como desgraciadamente falleció hace unos años no creo que deba hacerlo ahora) y me invitó a comer a Prado del Rey. Yo acudí al día siguiente, creyendo, eso sí, que me quería hablar de la crítica feroz que le venía haciendo el crítico de mi periódico («El Imparcial», como he dicho) a la programación y más al «desastre» de gestión económica… pero cuál no sería mi sorpresa cuando nada más sentarnos en el comedor de Prado del Rey y salir el camarero que nos atendía de entrada sacó de debajo un ejemplar del diario en el que venía en grande, grande, lo de ESCÁNDALO EN LAS ALTURAS y al ver mi cara de asombro dijo:
-No, no te sorprendas de esto es de lo que te tengo que hablar -y así comenzó, muy serio, él que era un cachondo mental- y que conste que no me gusta el encargo, pero a quien me lo ha pedido, y casi de rodillas, no se lo he podido negar. Ya te puedes imaginar quién es, porque creo que también es amigo tuyo, y hasta me ha dicho que estaría al otro lado del teléfono para saber qué decides.
-Joder, macho -le respondí yo hasta con humor, porque ya intuía a quién se refería – pues, yo creí que me ibas a pedir la cabeza de mi critico de televisión.
-Eso también, porque el tal Román es un cabroncete, pero no, el que me ha pedido que hable contigo es Adolfo y ay sabes que «Don Adolfo» es el gran jefe, a quién tienes más cabreado que a la mona «Chita».
-Ja ja ja … Ya lo sabía. ¿Y qué quiere nuestro amigo don Adolfo?
-¡Qué coño va a querer, Merinito!… que dejes ya de llamarle ladrón… y menos al «Lito».
-Oye, querido, que yo no le estoy llamando ladrón, que yo, bueno «El Imparcial», se está limitando a contar el escandalo ese de los sesenta y tantos millones que han desaparecido de la Moncloa.
-Vamos, que tú sabes muy bien, y eso es lo que a él le duele, que tú sepas la verdad y publiques lo que estás publicando. Según él nadie se ha llevado ningún millón de la Moncloa.
-Hombre, llevárselos, llevárselos, no, pero cambiarlos de bolsillo, sí. Dejémonos de hostias, Miguel, los 63 millones no los ha robado nadie, eso ya lo sé, pero los 63.000.000 se pasaron del presupuesto de Presidencia a una cuenta personal del Banco Cantábrico y que para más inri se había abierto a nombre de Adolfo Delgado «Lito», sí, el cuñado de Adolfo, y Alberto Aza, su Jefe de Gabinete… ¿Y si estos caballeros hubieran dispuesto de ellos y para ellos? ¿qué hubiera sido eso?
-Sí, Merino, sí, pero no lo hicieron y los millones volvieron a presidencia.
-Pues claro, es que lo contrario hubiese sido la cárcel… Pero ¿qué quiere nuestro amigo?
-Ya te lo he dicho, que dejes de publicar eso… ¡coño! Y además lo estás dando por capítulos y con una foto de toda la familia Suárez. ¡Joder, esto lo tiene al borde de quemarte el periódico!
-Mira, Miguel, eso no lo voy a hacer, está de por medio el prestigio del periódico, pero sí te ofrezco una solución, que ellos me envíen su versión y yo se la publico justo al lado de la nuestra y con el mismo espacio y los mismos tipos de letras… ¡Ah, y si le molesta la foto, que es la única que hemos encontrado de su cuñado, que nos envíen otra!
-Merino, no, no es eso lo que me ha pedido.
-Pues, tú dirás… yo hago lo que vosotros digáis.
Y entonces mi amigo, el Director de TVE, con cierta pasividad se levantó y se acercó al sofá que había en un lateral del salón-comedor y cogió un maletín amplio y de color verde oscuro y con él en las manos volvió a la mesa apartó algunos platos y vasos, lo abrió de par en par y dejó al descubierto numerosos fajos de billetes y dijo:
-Pues, esto es lo que me han dicho que te diga.
-¿Y eso qué es?
-Pues ¿no lo ves?… fajos de billetes de 5.000 pesetas.
-Eso ya lo veo, lo que no veo es su significado.
-Ja ja ja… – y entonces sí que se echó a reír muy pícaro.
-Macho, aquí tienes -según me han dicho – 30 millones de pesetas y que son para ti a cambio, claro está de lo que estamos hablando.
Naturalmente, a mí me entró un «telele» de rabia y asco que me hizo ponerme de pie como si me hubiesen metido un cohete en el culo y con desdén le dije:
-Mira, Miguel, porque eres mi amigo y nos conocemos desde la EOP te voy a contestar sin aspavientos… Solo te digo una cosa, que llames ahora mismo a ese que tú dices que está esperando «al otro lado del teléfono» y le digas que afortunadamente para el periodismo todavía quedamos algunos que somos gilipollas y rechazamos estos métodos… y que si esta es la democracia que quieren vaya ya dándome por exiliado – y sin más me dirigí hacia la puerta y sin despedirme si quiera de mi amigo salí como gato escaldado de Prado del Rey.
¡30 millones de pesetas que no sirvieron para nada!
Eso sí, pasados unos años, cuando ya no éramos ni él Director de TVE ni yo Director de «El Imparcial» coincidimos pidiendo trabajo en el despacho del Director del ABC.
Naturalmente, la respuesta fue rápida, no se hizo esperar, ya que a los pocos días de mi «rechazo» del maletín verde, una madrugada, ya casi amaneciendo, se presentó en la sede-imprenta de «El Imparcial» (c/ San Romualdo s/n. Ciudad Lineal) todo un ejército de furgonetas de la policía con la orden terminante de secuestrar el periódico y recoger todos los ejemplares que se hubiesen editado antes de salir a la calle.
«EL IMPARCIAL» SECUESTRADO POR LA POLICÍA
Y secuestrado estuvo, varias horas, hasta que nuestros abogados, Ruiz Gallardón y López Montero, se presentaron en los Juzgados en busca del juez que hubiese ordenado el secuestro y comprobaron que no había tal orden y que era un verdadero «atropello» de la policía… y con la misma rapidez que llegaron se fueron pidiendo perdón por orden imperativa del Ministro, a la sazón, don Rodolfo Martín Villa.
Fue otro pinchazo en falso del Presidente Suárez…
Pero no acabaría ahí la cosa, ya que la guerra duraría unos meses más y de por medio tendré que contar la verdadera historia de la «Operación Galaxia», y la que ya he adelantado del escándalo en las alturas.
Por tanto aquí me quedo hoy.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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