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El anuncio de la Solemnidad de la Natividad del Señor del Martirologio Romano se toma de la Sagrada Escritura para declarar de manera solemne el nacimiento de Cristo. Comienza con la creación y relaciona el nacimiento del Señor con los acontecimientos y personajes importantes de la historia sagrada y secular. Los acontecimientos concretos que se contienen en el anuncio, ayudan a situar pastoralmente el nacimiento de Jesús en el contexto de la historia de la salvación.
Cuyo texto dice así:
“El día veinticinco de diciembre, pasados innumerables siglos desde la creación del mundo, cuando en el principio Dios creó el cielo y la tierra
y formó al hombre a su imagen; después también de muchos siglos, desde que el Altísimo pusiera su arco en las nubes tras el diluvio como signo de alianza y de paz; veintiún siglos después de la emigración de Abrahán, nuestro padre en la fe, de Ur de Caldea; trece siglos después de la salida del pueblo de Israel de Egipto bajo la guía de Moisés; cerca de mil años después de que David fuera ungido como rey; en la semana sesenta y cinco según la profecía de Daniel; en la Olimpiada ciento noventa y cuatro, En el año 652 de la fundación del Urbe, el año 42 del imperio de César Octavio Augusto; estando todo el orbe en paz. Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, queriendo consagrar el mundo con su piadosísima venida, concebido del Espíritu Santo, nueve meses después de su concepción, nace en Belén de Judea, hecho hombre, de María Virgen: la Natividad de nuestro señor Jesucristo según la carne”.
Y es que de tal modo nos ama el misericordiosísimo Dios, que nos dió a su Hijo Unigénito; y el Verbo del Padre Eterno, con aquel mismo único amor divino, asumió de la descendencia de Adán la naturaleza humana, pero inocente y exenta de toda mancha, para que del nuevo y celestial Adán se derivase la gracia del Espíritu Santo a todos los hijos del primer padre.
Así nos lo afirma en capítulo primero en sus versículos 1 al 14 del Evangelio de San Juan:
“En el principio el Verbo era, y el Verbo era junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él era, en el principio, junto a Dios, Por Él, todo fué hecho, y sin Él nada se hizo de lo que ha sido hecho. En Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz luce en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. Apareció un hombre, enviado de Dios, que se llamaba Juan. Él vino como testigo, para dar testimonio acerca de la luz, a fin de que todos creyesen por Él. Él no era la luz, sino para dar testimonio acerca de la luz. La verdadera luz, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Él estaba en el mundo; por Él, el mundo había sido hecho, y el mundo no lo conoció. Él vino a lo suyo, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, les dió el poder de llegar a ser hijos de Dios: a los que creen en su nombre. Los cuales no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y EL VERBO SE HIZO CARNE, Y PUSO SU MORADA ENTRE NOSOTROS, -y nosotros vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre- lleno de gracia y de verdad”.
Con este enlace https://vimeo.com/659726768 y mis oraciones le deseo una Feliz Navidad llena del amor del Niño Jesús en familia y un feliz 2022 lleno de bendiciones, y principalmente que el nacimiento de Cristo sea una realidad en su vida.
Unidos en la oración, reciba un fuerte abrazo, José Luis Díez
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