Getting your Trinity Audio player ready...
|
«Bajaba el Rey diariamente al tiro de pichón, y habían convenido con mi hermano que nos recibiría, a las dos y media de la tarde, unos momentos en sus habitaciones particulares, mientras se cambiaba de ropa para ir a la Casa de Campo. Así se hizo. Un día de mediados de febrero pasamos a su habitación tocador, donde terminaba de vestirse. Estaba, claro es, Don Alfonso advertido por mi hermano del motivo de mi visita, que era oficialmente, el de despedirme de él antes de dar el paso al campo republicano.
Sin la menor ceremonia, nos recibió afectuoso. Y, después de saludar a mi hermano, se dirigió a mí diciéndome:
-¿Qué te trae por aquí?
-Vengo, Señor -le dije-, a despedirme de Vuestra Majestad.
Hizo como si no comprendiera, y preguntó:
-¿A dónde te marchas?
– Al campo republicano, Señor -le constesté, un tanto molesto ante su actitud de no darse por enterado de algo que ya sabía.
-¡Estás loco! -exclamó-. A ver, explícame eso.
Con el menor número de palabras posibles, le dije que consideraba, tras la solución de la crisis a la caída de la Dictadura, perdida a la Monarquía; que mi deber era seguir el camino que había anunciado durante mis actuaciones públicas como inevitable, si acontecía lo que acababa de suceder; que no era prudente dejar solas a las izquierdas en el campo republicano, y que mi propósito era defender, dentro de él y desde ahora, los principios conservadores legítimos.
Me oyó atentamente y, al terminar, me dijo textualmente:
-Todo eso estaría muy bien si fuese cierta la primera premisa. Pero no lo es. Mientras yo viva, la Monarquía no corre ningún peligro -y, volviéndose hacia mi hermano y sonriendo, añadió: Après moi, le déluge…!
Traté de demostrarle que no era ésa la realidad captada en mis viajes por España, y en el contacto que llevaba establecido desde hacía más de dos años con las gentes de todas las clases sociales en mis conferencias.
-El ambiente que en todas partes he encontrado -le dije- es hostil, y, en el mejor caso, indiferente a la Monarquía. Mucho me temo, Señor, que antes de dos años se haya acabado la Monarquía en España.
El rey se echó a reír y, tendiéndome la mano, me dijo:
-Nada de eso. Bueno, no tardarás en convencerte de que estás equivocado y volverás arrepentido.
Y con esas palabras dio por terminada la audiencia.
Me retiré solo, porque mi hermano le acompañaba a la Casa de Campo.
Trece meses más tarde se cumplió mi vaticinio, y Don Alfonso, siempre beau joueur, desde su destierro de Fontainebleau escribió una carta a mi hermano Honorio en la que le encargaba dijera al ministro de la Gobernación de la República que había acertado y que le enviaba un abrazo».
Autor
-
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
Últimas entradas
- Actualidad21/11/2024«El otro Franco»: Serie sobre Francisco Franco en el 49 aniversario de su muerte (II). Por Julio Merino
- Actualidad20/11/2024«El otro Franco»: Serie sobre Francisco Franco en el 49 aniversario de su muerte (I). Por Julio Merino
- Actualidad20/11/202420 de Noviembre. Fecha aniversario de la muerte de Franco y José Antonio Primo de Rivera
- Actualidad20/11/2024Felipe González y Alfonso Guerra declaran la guerra al oscuro Sánchez. Por Julio Merino