21/11/2024 14:50
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Quizás muchos no recuerden el discurso que Pablo Casado, el hasta ahora Presidente del PP, pronunció el día de la Moción de Censura de VOX contra el Gobierno de Coalición de socialistas-comunistas-independentistas-nacionalistas-bilduetarras y demás ralea, y por ello me complace recordarlo. Porque aquellas palabras, aquel discurso contra Santiago Abascal, fue una verdadera declaración de guerra y las guerras son guerras: destrucción y muerte, sangre, hambre y miserias.

Pues, por eso, por lo que provocó, torpe, insensata y miserablemente, aquel día sucedió lo que ya se sabe: quién siembra vientos recoge tempestades.

Y una verdadera tempestad, un tsunami, es lo que se le ha venido encima en 24 horas al señorito Casado, al cobardica de Génova 13. Casado no levantó cabeza desde que se ensañó y echó por su boca los odios, las envidias y los celos que ya tenía contra su viejo compañero Santiago Abascal e incluso contra su amiga de las Juventudes Isabel Díaz Ayuso.

Discurso ciego de la ruptura

(21 octubre 2020)

 “Querían cortar dos orejas del PP y ha acabado de monosabio de Iglesias”

“Y he descubierto hoy que esta moción no la dispara contra el Gobierno, sino contra el Partido que le ha dado trabajo durante 15 años”

“Ya es hora de poner las cartas sobre la mesa. Hasta aquí hemos llegado”

 

Gracias señora presidenta,

 

Sr Abascal, “en política, lo que no es posible es falso”. Antonio Cánovas, seguro que le suena.

Hoy quiero recordarlo porque lo que nos convoca aquí es una “moción de impostura” que nada tiene que ver con el debate sobre el interés general que exige la política con mayúscula.

Nos hace venir a perder el tiempo en plena 2ª oleada de una pandemia que ha contagiado a 1 millón y se ha cobrado la vida de otros 60.000, ayer en plena jornada negra con más de 200 fallecidos. Nuestro corazón hoy está con todos ellos.

Y todo ello mientras el Gobierno aprovecha esta moción para ocultar su fracaso de gestión, su arbitrariedad con las administraciones gobernadas por su oposición y la amenaza de imponer la excepcionalidad constitucional de nuevo.

Pero Vox, para estas cosas tan prosaicas, ni está ni se le espera.

Mientras nosotros llevamos 6 meses pidiendo una reforma legal y un pacto sanitario para luchar contra el coronavirus con eficacia, su única aportación ha sido Vista Alegre y un autobús descapotable.

Para este viaje no hacía falta alforjas. Tres meses creando expectación y atacando al Partido Popular para nada. Mucho ruido y pocas nueces. Como todo lo que hacen ustedes.

Planteó esta sesión como un acto de la precampaña catalana, y emprendió una huida hacia delante cuando el retraso electoral le dejó colgado de la brocha.

Se ha pasado todo el verano arrastrando los pies y después de no encontrar un candidato de postín, no le ha quedado más remedio que registrar la moción, eso sí, con un pasillo de aplausos estilo Sánchez.

Ya por fin han lanzado esta bengala para iluminar fugazmente a su candidato autonómico, pero sabiendo que no solucionaría la tiniebla en la que este Gobierno nos ha sumido, y que además señalaría su posición para que sus socios acudan al rescate, como ha ocurrido

En 43 años de democracia ha habido cinco mociones de censura y tres de ellas han sido en los últimos tres años, esa es la inestabilidad que ha traído la nueva política.

Históricamente, las únicas mociones con sentido han sido las presentadas por el partido que lidera la oposición. Y le recuerdo que eso no es una atribución subjetiva, sino aritmética, o mejor dicho democrática: el PP duplica en diputados a Vox y multiplica por 30 sus senadores.

Sabe que la moción de censura es un mecanismo constructivo, así que lo que aquí se vota es si usted está capacitado para ser presidente de la cuarta economía del euro, y si su partido tiene la experiencia y la solvencia para liderar la Nación más vieja de Europa. La respuesta ya era evidente y ha quedado aún más clara: No.

Y por eso hoy le hablaré a usted como candidato. A Sánchez llevo hablándole a diario desde hace dos años, y en este hemiciclo lo hago todas las semanas.

Se lo digo porque usted solo viene aquí una vez al mes cuando tiene pregunta, sobre todo este trimestre que se ha enclaustrado velando armas para esta justa medieval a la que nos ha retado.

No engañe a los españoles. Las mociones censura no son para censurar a un gobierno sino para nombrar uno nuevo. Ni siquiera son para convocar elecciones. Este señuelo ya lo usaron aquí hace dos años y todavía siguen en el banco azul.

La diferencia es que ellos tenían una mayoría alternativa y usted no. Por eso, no la hemos presentado nosotros, porque necesitaríamos los votos de independentistas y batasunos, y no los queremos.

Hoy Sánchez saldrá de este coso a hombros de los diputados de Vox y con su tendido ovacionándole. ¡Vaya capote le ha echado y vaya bajonazo con el que remata la faena, Sr. Abascal!

Querían cortar dos orejas del PP y ha acabado de monosabio de Iglesias.

El dislate que hemos presenciado no es una moción de censura contra Sánchez, sino contra China, Soros, Botín, la Unión Europea, las autonomías y hasta la vestimenta de los políticos. Si hasta ha citado a Hitler y a la Unión Soviética.

Y no será por falta de tiempo. Mientras usted preparaba concienzudamente su particular puesta de largo, apareciendo solo siete veces en público en tres meses, la política adulta ha seguido trabajando.

Un humilde servidor ha hecho solo 50 actos, pero desde el PP hemos liderado la rebelión de los alcaldes, hemos derrotado al Gobierno en los Tribunales por su indolencia con la pandemia y hemos doblado el pulso a Sánchez en Europa por el golpe a la independencia judicial, como ayer se vio en la carta del Consejo.

También hemos presentado una alternativa a la contrarreforma educativa, una ley contra la ocupación, un plan de choque económico, un pacto de Estado sanitario y la renovación del de pensiones.

Y, sobre todo, nuestros compañeros al frente de seis autonomías, 2.860 municipios y 13 diputaciones, cabildos y conseils, han estado gobernando para todos sus vecinos, justo lo que usted no sabe hacer, ni su partido ha hecho nunca.

Así se debe liderar la oposición y una alternativa creíble, no recitando hazañas bélicas y cabalgando un ejército de trolls en las redes.

 

Sr. Abascal,

Le voy a confesar algo: en estos dos años como presidente del PP no he contestado a sus provocaciones, sobre todo por respeto a sus votantes, que en su mayoría han confiado siempre en nosotros, y también porque me resistía a creer su estrategia irresponsable y corrosiva para España.

Pero hoy por fin ha quedado al descubierto: esta moción no la dispara contra el Gobierno, sino contra el partido que le ha dado trabajo 15 años. Y lamento decirle que el tiro le ha salido por la culata.

Pero acepto el órdago: es hora de poner las cartas sobre la mesa. Hasta aquí hemos llegado.

Usted ha ejercido de Víctor Frankenstein para suturar las cicatrices que se estaban abriendo en el gobierno de Sánchez en los últimos meses.

Ha llegado en auxilio de la criatura en su peor momento para revivirla una temporada más.

Debería plantearse por qué Sánchez acoge esta “función” de censura con tanto entusiasmo. Solo por eso, no debería haberla presentado.

Pero lo que ocultan los dos es que se necesitan para sobrevivir: cuando se trata de polarizar, el acuerdo tácito es muy fácil entre los que sacan rédito.

Por esa razón, puede estar tranquilo: la izquierda le cuidará como hasta ahora, le dará toda la proyección que pueda, le usará para que siga su ofensiva contra el PP. Porque saben que somos el único proyecto que amenaza la posición del Gobierno y representa una alternativa real para España.

Vox es el seguro de vida de Sánchez para seguir de inquilino en Moncloa. Ya se sabe que la política hace extraños compañeros… de colchón, en este caso.

Sin embargo, Señor Abascal, aunque dirija contra mí esta moción de censura, en realidad va contra usted mismo y las consecuencias de sus actos. Es una cortina de humo para encubrir su responsabilidad en la dramática situación que vive España.

Lo que queda retratado hoy aquí es la destrucción que produce la política de división de Vox, jaleada por la política de enfrentamiento de Sánchez y patrocinada por sus respectivas terminales propagandísticas.

Y si no, ¿diga qué festejaba usted con fuegos artificiales la noche de la victoria electoral de Sánchez, si menos de un año después, está presentando una moción contra lo que celebraba?

¿Por qué prefirió conceder escaños a Sánchez en circunscripciones donde Vox no tenía ninguna opción, pero el Partido Popular sí?

¿Por qué me pide hoy a mí un España Suma parlamentario imposible, después de haber rechazado hace apenas unos meses un España Suma electoral generoso, necesario y ganador?

Usted eligió dar a Sánchez diputados para que pudiera ser presidente, y ahora viene a pedirme a mí los que no quiso que yo tuviera.

Señor Abascal, igual que S. Agustín antes de ser santo, usted quiere la virtud, pero no ahora. Mejor otro día.

Ahora lo que quiere no es cambiar el Gobierno, que bien sabe que no lo va a conseguir, sino suplantar al PP. Pero abandone toda esperanza. No es el primero que lo intenta, pero sí le aseguro que será el último.

Permítame que rebaje un poco sus expectativas y le ponga los pies en el suelo: usted acaba de tener cero diputados en Galicia y un solo diputado en el País Vasco, por cierto, al coste de hacer perder tres al constitucionalismo, como pasó en las elecciones generales en las que los amigos de los asesinos de Miguel Ángel Blanco consiguieron el escaño de su hermana porque los restos de votos de Vox no sirvieron para nada.

Vox es lo que es, pero respeto mucho a sus votantes y por eso voy a aprovechar la oportunidad para dirigirme a ellos. Primero, porque no merecen pasar por radicales o extremistas, porque no lo son. Segundo, porque no merecen ser utilizados para una agenda que aleja la gran alternativa centrada y ganadora que España necesita. Estoy seguro que no era eso lo que querían.

Conozco muy bien el desencanto que llevó a muchos de ellos a alejarse del Partido Popular. Les entiendo. Tanto que esa fue la razón por la que me presenté a liderar mi partido. Lo que querían expresar con su voto era un mensaje que no ignoramos. Yo, personalmente, lo tengo muy presente.

Pero también les quiero decir a quienes le votaron lo que usted les ocultó. Ha llegado el momento de pasar del enfado a algo que pueda ser más constructivo y que no regale nunca más una victoria a Sánchez, con menos votos, debido a la división de sus adversarios.

Porque los españoles de hoy y de mañana nos van a juzgar por la capacidad que demostremos de reunir fuerzas para ganar, para detener y revertir este verdadero trienio negro en el que el gobierno ha sumido a España, desperdiciando los sacrificios que los españoles han hecho y usando otra crisis para dilapidar nuestra trayectoria de reconciliación, libertad y progreso.

En democracia, reunir fuerzas es reunir votos, recuperar voluntades, renovar esfuerzos y buscar los grandes objetivos nacionales que queremos para España y sus ciudadanos. Lo demás es perder. Y perder significa que gobiernan otros. Los peores. Así de simple.

Usted, Señor Abascal, solo ofrece a España fracturas, derrotas y enfados. Pero lo que es aún peor: usted ofrece a la izquierda una garantía de victoria perpetua.

Su moción habla de fraude al electorado por parte de Sánchez. Lo hay, por supuesto. Pero esa es su coartada para no reconocer su propio fraude a su electorado.

Usted sabía muy bien lo que ocurriría si Sánchez ganaba y formaba la mayoría radical e independentista otra vez. Sánchez mentía a todos, pero no engañaba a nadie. Y pese a eso, usted le dio una vez más la oportunidad de ganar y gobernar. Y él la aprovechó, como usted deseaba.

Usted no dijo la verdad de los efectos de la división del voto, sobre sus planes y sobre sus propósitos reales. La ocultó. Confundió deliberadamente al electorado. Lo engañó.

Se sirvió de la buena fe de muchos españoles preocupados sinceramente por su país, utilizó su voto para debilitar a España y subastársela a Sánchez diciéndoles que no había riesgo de que eso ocurriera.

Aun sabiendo que era falso el 1+1+1, las encuestas supuestamente clandestinas, las vallas anónimas en carreteras, los piquetes en nuestros mítines, los bulos en WhatsApp al grito del pásalo. En eso también se parecen al Partido Socialista.

Señor Abascal, usted juega al mismo juego que Sánchez, aunque lo juegue al otro lado del campo. Los dos quieren vaciar la España centrada para convertirla en su campo de batalla particular, y para eso el obstáculo es el Partido Popular.

Son ustedes la derecha que más le gusta a la izquierda, y eso es ya todo lo que ya son.

Hoy se censura usted a sí mismo y me parece que, en esa censura, y no en la de Sánchez, va a tener más éxito del que le gustaría.

Ha hecho la misma trampa que él. Ha cometido el mismo fraude que él. Usted ha puesto a los españoles en manos de Sánchez porque piensa que será desde esas manos desde las que se van a arrojar a las suyas.

Y eso lo convierte a usted en colaborador necesario de todo ese catálogo de acusaciones que le han hecho estos dos días.

¿Qué ha hecho usted para evitar lo que hace Sánchez? Sí, es el peor presidente de los últimos 40 años, 40.

Sí, su Gobierno es el más negligente del mundo en la pandemia, con el récord de contagios y muertes por población relativa. Por eso, no parece sensato que ustedes pidan que las autonomías den sus competencias sanitarias a Simón, Illa y Sánchez.

Sí, es el que peor está gestionando la economía con 5millones de desempleados y 100000 empresas quebradas. Por eso, no entiendo que ustedes se opongan a bajar impuestos en Madrid, que pidan subir el salario mínimo ahora y que monten un sindicato.

Sí, la coalición ha atacado la separación de poderes y la independencia judicial, hasta que nosotros hemos movilizado a nuestros compañeros del PPE para frenarles. Por eso, no es responsable que ustedes pidan el Spexit para salir de la Unión Europea y tirar por la borda los fondos de reconstrucción y la PAC.

Sí, ellos pactan con independentistas que hemos tenido que echar de la Generalitat y del Parlamento Europeo acudiendo a la Junta Electoral Central. Por eso, es inexplicable que ustedes compartan grupo parlamentario en Bruselas con cinco partidos que apoyan la sedición de Puigdemont.

Sí, tienen al partido del vicepresidente imputado por financiación irregular atacando al Rey y ocupando las instituciones del estado. Por eso, no parece muy oportuno que ustedes pidan la supresión del Tribunal Constitucional y digan que comprenden el republicanismo confederal.

Sí, señor Abascal, todo esto es cierto y también lo es que usted no ha hecho nada para evitarlo.

Una de dos, o usted no se enteraba de nada cuando toda España sabía lo que nos esperaba si Sánchez ganaba las elecciones, o usted se enteraba como todos, pero le dio igual. O por ignorancia o embuste, debería dar explicaciones.

Creo que han tejido una simbiosis perfecta. Sánchez le regaló la campaña electoral con la exhumación televisada de Franco, que hizo que duplicaran en una semana su expectativa de voto, y usted le regaló a Sánchez la fragmentación electoral porque lo quería a él de presidente, y no a mí.

Y hoy viene a hacerle otro regalo más: su victoria en su particular cuestión de confianza. Viene a fortalecer el bloque de investidura justo cuando más débil estaba, a rellenar con argamasa sus grietas cada vez más profundas ¿Por qué lo hace?

Pues porque en esta coalición que dice querer censurar está también Vox, en una pinza que ya han visto todos. Como los mangos de una tenaza, están unidos para apretar por ambos extremos a la España moderada, y ahí es donde les estorba el PP, en el centro.

Usted piensa que la pervivencia de este gobierno radical es su camino para sobrevivir, y piensa que ese camino tiene que pasar por el paisaje de ruina económica y tensión social que otros le dictan y usted ejecuta.

Puro populismo: cuanto peor para España, mejor para usted. Es decir, prefiere sepultar el interés nacional bajo su propio interés.

Todo esto lleva a una reflexión: si este Gobierno amenaza a España y si Vox garantiza la continuidad de este Gobierno, entonces la conclusión es clara: o Vox o España.

Desde el PP hemos pasado dos años intentando reagrupar el espacio electoral con propuestas concretas para que Sánchez no fuera presidente, usted lo sabe muy bien, como lo saben otros partidos.

Advertí con lealtad y transparencia de lo que pasaría. Su patriotismo terminó cuando se reclamaban sacrificios.

Y usted acabó debilitando a España solo para aparentar que ahora lamenta esa debilidad.

Sr. Abascal, le diré claramente lo que es esta moción: una mentira más de Vox para que Sánchez siga en Moncloa.

El problema de España no es sólo que la izquierda y los nacionalistas pretendan destruir la convivencia. El problema completo es que usted contribuye a ello. A la estrategia de ruptura horizontal de ellos, se suma la estrategia de ruptura vertical de Vox.

Lo preocupante es que el proyecto reformista que ha hecho posible los mejores años de nuestra historia y que sigue siendo mayoritario en la sociedad española, lo encarna ya en solitario el Partido Popular.

La verdadera disputa que hay en España hoy no es entre la izquierda y la derecha, es entre rupturistas y reformistas, entre populistas y demócratas, entre radicales y centristas. Y usted y yo estamos en los lados opuestos de esa disputa. Vox es parte del bloque de la ruptura con Sánchez e Iglesias.

No somos equiparables, son muchas nuestras diferencias. Tantas como la distancia que media entre el liberalismo reformista y el populismo antiliberal. Entre el patriotismo integrador y el antipluralismo. Entre la economía abierta y el proteccionismo autárquico. Entre la vocación europea y atlantista y el aislacionismo. Entre el interés general y el oportunismo demagógico.

Por todo ello, Sr. Abascal, votaremos no a su candidatura a la presidencia del gobierno de España.

Y votaremos no porque decimos no a la ruptura que usted busca; no a la polarización que usted necesita, como Sánchez; no a esa España a garrotazos en blanco y negro, de trincheras, ira y miedo; no a ese engendro antiespañol que también patrocinan ustedes, esa antipolítica cainita, de izquierda o de derecha destinada a hacer que los españoles se odien y se teman.

Decimos no a su moción porque decimos no a Sánchez y a sus socios, los visibles y el que está en la sombra, que es usted.

Pero ese no, es más que nunca un sí.

Sí a la España de convivencia y tolerancia. Sí a la globalización y al libre mercado.

Sí a la Unión Europea de derechos y libertades.

Sí a la unidad nacional y a la Constitución entera, no por fascículos como pretenden ustedes.

Sí al Estado de derecho, a la ley, a la seguridad, pero sin atajos ni demagogias.

Sí al Estado autonómico, a la libertad de elección educativa, sanitaria y de servicios sociales.

Sí a la familia, al futuro de los jóvenes, a la igualdad real entre hombres y mujeres.

Sí a la bajada de impuestos, a la flexibilidad laboral, al apoyo a autónomos y pymes para crear empleo y garantizar las pensiones.

Sí al medioambiente y a la digitalización que son banderas del PP desde hace 25 años y no las vamos a arriar aunque otros las copien y otros las critiquen.

Sr. Abascal, usted no da ninguna batalla por las ideas, usted tiene como única idea la de arrastrar a los españoles a una batalla. Igual que Sánchez e igual que sus socios. Forma parte de ese desgarro nacional, actúa y vive para eso: para enfrentar a la sociedad, para hacer imposible la convivencia.

Usted expresa mejor que nadie el éxito que la izquierda está teniendo en su colonización cultural de una parte de la derecha.

Su “consenso progre” de verdad consiste en que Sánchez siga en la Moncloa gracias a su imprescindible aportación.

Nosotros no apelamos a la identidad como vacuna contra la falsa superioridad moral de la izquierda. Porque es parte del mismo virus.

Política sin complejos, sí, pero con cabeza.

El colectivismo y el intervencionismo no se combaten con demagogia y populismo sino con libertad y tolerancia con cada persona, tenga el color de piel que tenga, rece al dios que rece, ame a la persona que ame, sueñe en la lengua que sueñe.

A mí ustedes no me dan lecciones de principios y valores. Yo siempre he defendido la vida, también en las situaciones límite y en mi propia casa.

Como he defendido la reconciliación y la concordia también con mis antecedentes familiares represaliados.

Y la regeneración en mi propio partido, presentándome a unas primarias imposibles en vez de abandonar el barco.

 

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Y así ha sido el entierro

(23 de febrero 2022)

«Gracias señora presidenta, señor presidente,

Los españoles hemos construido con coraje una de las grandes democracias del mundo, frente a muchas amenazas, como la que vivió esta Cámara hace hoy justo 41 años en un golpe de Estado.

Fuimos capaces de superar las enemistades y fracturas con un pacto constitucional ejemplar, con lealtad y gratitud a los que nos han precedido.

La concordia y la reconciliación han guiado desde entonces la vida de todos los españoles frente al rencor y la ira.

España se encontró a sí misma y encontró su lugar en el mundo, conquistando la libertad y la prosperidad.

Hoy le reitero lo que le dije en su debate de investidura: que nuestra responsabilidad era ensanchar el espacio de la centralidad para que tanto el Partido Popular como el Partido Socialista pudiéramos ganar en él.

Sin necesidad de pactos con los que no creen en España, ni de alianzas con los que atentaron contra ella.

Esa ha sido siempre la trayectoria de mi partido, en el que militaron 4 de los 7 padres de la Constitución, la familia política que fundó la Unión Europea, la casa de tantas víctimas del terrorismo que dieron su vida por la libertad, y el motor que ha creado millones de empleos para sostener el bienestar.

En esta época tan difícil, al final de una terrible pandemia y al inicio de una crisis internacional, nuestro deber es devolver la tranquilidad a nuestros mayores, la esperanza a nuestras familias, y la ilusión a nuestros jóvenes.

Espero que el Gobierno se ponga al servicio del interés general con respeto a las instituciones, a la unidad nacional y a la igualdad de todos los españoles. Porque es a ellos a quienes nos debemos. A nadie más.

Entiendo la política desde la defensa de los más nobles principios y valores, desde el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros.

Todo para servir a España y a la causa de la libertad.

Porque ese es el futuro que merecen nuestros hijos y que debemos construir todos juntos»

 

Señores, esto es la guerra, y en las guerras siempre habrá Vencedores o Vencidos. En este caso, ya está claro: Casado ha perdido en el campo de batalla y ahora a llorar como mujer lo que no supo defender como hombre.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.