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Lo siento, pero me tengo que reproducir a mí mismo, ya que lo que está sucediendo estos días es la repetición de lo que pasó el 3 de agosto cuando Don Juan Carlos tuvo que marcharse por presiones del Gobierno y Don Felipe, el Rey, tuvo que elegir: o dejarle caer por salvar la Corona o apoyar a su Padre (y lo pudo hacer con un argumento válido para todos: la presunción de inocencia y no haber de por medio ni imputación ni sentencia alguna)… Entonces eligió la Corona (a sabiendas que los comunistas  del podemita Iglesias no se iban a conformar con la cabeza del padre y quieren la suya, como no se oculta de decirlo) ¿y ahora qué? ¿Qué va a decir o no decir mañana en su Discurso de Nochebuena?  Sólo tiene dos salidas: echar a su padre a los lobos para salvarse él  y por tanto a la Monarquía o tratar de salvar a su padre arriesgando la Corona… pero la cosa está clara, diga lo que diga, elija el camino que elija, la NOCHEBUENA de este 2020 marcará su vida y su Reinado para los restos.

           

 Ahora lean el artículo que escribí en agosto y que titulé «De padre a hijo y de hijo a padre»:

            

3-agosto-2020

Pues sí, parece que la Historia se repite…y de qué forma más ingrata, al menos para Don Juan Carlos, que si ayer tuvo que enfrentarse para salvar la Monarquía con su padre hoy tiene que enfrentarse con su hijo por lo mismo, por la Monarquía (o lo que va a quedar de ella se resuelva bien o no lo del «exilio» y las batallas judiciales que asoman por el horizonte).  Recuerdo que el año 1.969, cuando Franco decidió nombrar heredero a título de Rey al entonces Príncipe de España ( ojo, que no de Asturias) se habló mucho del problema que esa decisión había planteado a nivel familiar entre el padre (Don Juan) y el hijo (Don Juan Carlos) en Estoril. ¿Cómo había aceptado el Príncipe ser Rey (aunque fuese cuando fuese) si la Corona le correspondía al padre por derecho hereditario (fundamental en las Monarquías)? ¿Era eso una traición del hijo al padre?… Entonces se especuló mucho con el «cabreo» (decían) que se había cogido Don Juan con su hijo por haberse saltado un derecho histórico…y lenguas viperinas escribieron sobre una trifulca que, al parecer, habían tenido el padre y el hijo, incluso con palabras mayores:

        

 — ¿Cómo has podido aceptar que se rían de tu padre y que pisoteen sus derechos? Te has cargado la Monarquía…

           

— ¿Qué Monarquía? –dicen que preguntó el hijo, Don Juan Carlos– Papá, que yo sepa la Monarquía se fue de España con el abuelo.

          

— Sí, pero el heredero legítimo soy yo, no tú…y yo llevo muchos años trabajando por la Monarquía de mi padre.

    

—  Mira, papá, no voy a discutir contigo, porque seguramente tienes toda la razón…y es más, estoy dispuesto a hacer lo que tú digas…como si quieres que abandone España y me venga  a Estoril.

         

—  ¡Eso es una tontería!… Para eso no te envié yo a Madrid hace tantos años.  

 — Pues, tú dirás. Porque aquí hay una cosa clara, Franco no te va a hacer a ti Rey mientras viva…ni, diría yo, después de muerto.     

 

 — Eso también es verdad, ese cabrón me la tiene jurada desde hace tiempo.      

— Pues, ya sabes: o yo soy Rey o no hay Monarquía… así que tú decides.

  Y, claro está, Don Juan, aunque fue tragando quina, aceptó la decisión de Franco y se sacrificó por la Monarquía.

             

Y esa, ante la insostenible situación que se ha planteado en la Zarzuela por los escándalos del Rey padre, es mi duda de hoy.  Porque, sobre todo después de la maquinita de contar billetes y de los «tejemanejes» millonarios del padre (Rey jubilado pero Rey) al hijo (Rey en activo) se le abre una disyuntiva difícil: o entrega la cabeza del padre (y lo expulsa de la Zarzuela, lo rebaja de Rey y lo manda al exilio, pues en el interior no va a poder ser) para salvar la Monarquía o renuncia a la Monarquía para salvar al padre. O sea, y así están las cosas gusten o no gusten: o Padre o Monarquía… (como ven, la Historia se repite). Por tanto, pienso que en este caso el sacrificado va a ser el padre de hoy y el hijo de ayer. Ya que Don Felipe sabe muy bien, como Borbón que es (por formación histórica, política, militar, social, y deportiva no será) que París bien vale una misa.   

    

 ¡Cuánto, cuánto, se estará acordando Don Juan Carlos de su padre y cuánto se estará riendo el conde de Barcelona de su hijo:       

  — Juanito, ya sabes aquello del abuelo cuando se iba para Cartagena: donde las dan las toman, hoy por mi mañana por tí.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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