21/11/2024 20:39
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Desde el inicio, fuisteis peligrosísimo virus por creeros semejante estafa. Por no cuestionar nada. Por preferir la descomunal y confortadora farsa covidicia a la desnuda verdad: nada hay. Cervantinamente, fuese y no hubo nada. Ni falta les hizo calar el chapeo, requerir la espada, mirar al soslayo. Te estafaron, sin más. Y te dejaste engañar. Jamás cuestionaste a las terroristas y liberticidas, a fuer de genocidas, autoridades. Y, desde luego, impresionante poro abierto: nunca quisiste pasar por patito feo. Calladito, si brotaban dudas razonable en ti, más silente aún: el reconfortante calorcito del establo grupal. Bala, ovejita, antes del matadero. Tú te lo buscaste.

Criminal tomadura de pelo, a fuer de brutal conspiración

El SARS-CoV-2 nunca existió. La covid 19, nada que ver con virus alguno, cuya capacidad infectiva es altamente dudosa, como todo virus. Si el virus existiese, no habría forma de contenerlo. Dado que no existe, no hay nada que detener.

Todo fue, es y será un puto y criminal pitorreo.  Conspiración criminal salpimentada con tomadura de pelo global. Echa un vistazo a las fronteras abiertas. Echa un ojo a las gradas de fútbol abarrotadas todos los fines de semana.  Eche una miradita a Israel, donde los bloqueos y las altas tasas de timovacunación no han logrado detener la progresión de los “casos”. Por supuesto, esos casos no son más que pruebas positivas falsas obtenidos con fraudulentas pruebas diagnósticas. Casi dos años después, ¿continúas sin coscarte?

La guerra contra el virus, esa retórica militar. Nunca existió esa guerra. Siempre fue una guerra contra el pueblo y contra la libertad. Operación psicológica militar (de castigo) de falsa bandera, pues. Los diseñadores de la PLANdemia sospecharon, acertada sospecha, que la libertad se había mermada tanto (autoatentado del 11-S, gozne) que nada impediría cercanar del todo poco que nos quedaba de ella.  Tiranía tecno-sanitaria universal.

La guerra contra el virus, falsa. La auténtica, guerra contra la libertad de expresión, vulgo brutal censura. Los ilegítimos y títeres gobiernos nunca podrán detener, aunque pongan todo el empeño y la pasta del mundo, el flujo de ideas libres, libérrimas e independientes  El sello jamás es del todo hermético. Que se jodan y revienten.

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Fantasía, espectro, ficción

Por supuesto, como he estado mostrando y demostrando durante casi dos años, el bichito 19 no existe. Es una fantasía. Un espectro. Una cruel ficción, otra vez Cervantes: Retablo de las maravillas, pues. Es el fantasma sito en un oscuro armario: el niño está acostado en la cama cavilando que los nocherniegos y noctívagos y noctámbulos rumores arbitrarios y azarosos y fortuitos representan una amenaza para su seguridad.

La noción – ética, vírica, militar – de que se puede ganar una guerra contra un virus se halla a un nivel intelectual subterráneo: lo mismo que afirmar que se puede ganar una guerra contra el natural fluir del aire en el planeta. Reitero, covidiota, una guerra contra los últimos ápices de libertad que aún nos quedaban. Sin más. Y algo más.

El estilo de lo sucedido refleja milimétricamente las maquinaciones de la CIA, ese monstruo liberticida, durante decenios: inventar enemigos infinitos y luego atacarlos. Todo con el propósito de implementar masivo control planetario. Y China, de momento, colaborando. Tu mente, siendo recordártelo, es un reflejo condicionado del Pentágono.

La guerra contra la libertad, el gran asunto

Hay millones de seres humanos, cual infames cobayas tras aceptar el tecno-matarratas transgénico y esterilizador, que han perdido su propia y estimulante libertad creativa, y han elegido, como exclusivo sucedáneo, la senda de la destrucción de la libertad de los otros dondequiera que la hallen. Ellos son el virus. Indudablemente. En mi caso, antes muerte que deshonor. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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