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Cuentan las malas lenguas que Pedro Sánchez anda buscando una Isabel Díaz Ayuso para sus filas, pero todas las pruebas están resultando fallidas.
El Gobierno tiene muchos frentes abiertos. Conoce la teoría, pero desconoce la didáctica y las soluciones. Al no tener un presidente y sí un ‘semipresidente’ pasan estas cosas. Digo “semi” (mitad) porque ha quedado patente que no domina al sector de la extrema izquierda. Ahí tienen los resultados de la última crisis de Gobierno donde a los ministros más desgastados e innecesarios ni siquiera se ha atrevido a cambiarlos. Por eso y por muchas otras cuestiones, Sánchez sabe que es el hazmerreír en Europa. Cinco comunistas sacan la cheira al presidente y éste se va por la pernera abajo. ¡Pobre España de patinete!
Cuentan las malas lenguas que Pedro Sánchez anda buscando una Isabel Díaz Ayuso para sus filas, pero todas las pruebas están resultando fallidas. Cada vez que él o alguna de sus ‘chicas’ cruza ideas y reflexiones con la presidenta madrileña salen trasquilados; no hay más que preguntar a la fallida y ‘follonera’ delegada del Gobierno de Madrid. A la impulsiva señora se le suelen cruzar los cables y tensa la voz cada vez que vislumbra a Díaz Ayuso en la lejanía. Algo así como la soga en casa del ahorcado.
La ultraizquierda comunista, defensora de la tiranía populista de Miguel Díaz-Canel, conserva todas las carteras iniciales, pero pierde perspectiva y fuelle con Belarra y Cía. Aquellos días de jolgorio y parabienes que disfrutaban el “exmarqués” de Galapagar y el dron (Iván Redondo) de Pedro Sánchez han pasado a mejor vida. Dudo mucho que lo mantengan en adelante los comunistas de temporada con el nuevo fichaje que traicionó a Sánchez; me refiero a Óscar López.
Y en ese panorama que dibujamos, Pablo Casado no se cansa de divulgar que “Sánchez nos va a dejar un país destrozado”. Nadie duda de que actualmente tenemos “el Gobierno más radicalizado de Europa” y posiblemente el presidente más engreído y gafe que se puede tener en un momento como el actual: la pandemia lo ha trastocado todo y ha condicionado la política en muchos aspectos, incluso ha facilitado la corrupción a ministros que han salido por la puerta falsa. Alguno se va a empachar en los Juzgados con tanta mascarilla, tanto tráfico de influencias, tanta maleta venezolana, negros manejos en “Plus Ultra” y tanta manipulación aeroportuaria.
Casado ya trabaja para montar un Gobierno en la sombra, algo que debió hacer nada más implantarse el fallido Estado de alarma. Es el momento ideal para que el líder de la oposición coja al toro por los cuernos, una vez que ha visto las esquelas de los ministros salientes. Todos dejan temas pendientes y aplazados, hasta Pedro Duque, de quien se empieza a dudar que fuera ministro. Pablo Casado se la juega en esta nueva legislatura; sabe que no es el líder que precisa la derecha, como sabe que su ascenso en votos y en prestigio se lo debe a la ‘joya’, Díaz Ayuso, y de rebote al buen hacer de Miguel Ángel Rodríguez.
Si quiere trabajar el líder de la “derechita cobarde” tiene campo y asuntos para aburrir. Ahí está la paralizada renovación del CGPJ; la crisis de Cuba y la venta de armamento policial a Díaz-Canel por el Gobierno del ‘Doctor Fraude’; el varapalo del TC por cercenar derechos fundamentales; la estropeada imagen de la Justicia con su añadido desprestigio; la ley de Memoria histórica y ahora la sectaria de Memoria democrática; el intento de destrozo intencionado de las instituciones; las fracasadas política sociales; ruptura del escudo social; las galopantes dudas de Europa sobre España; la necesidad de crear una agencia para el justo reparto de los fondos europeos; irreconciliables enemistades exteriores mientras gobierne el ‘Doctor Fraude’; el agudo problema de Cataluña con el mal llamado ‘procés II’ que ha incentivado el presidente y la torpe e inesperada radicalización de Unidas Podemos.
Tampoco deben olvidar Casado y demás formaciones de la oposición esa mayoría ‘Frankenstein’ existente en el Congreso; la propia pandemia y su abandono en manos de las CC.AA.; la descomposición de Cs; la malversación y ocultación de fondos públicos por parte de los gobiernos catalanes; el ocultamiento de intenciones sobre las futuras jubilaciones; las reformas laboral y fiscal exigidas por Europa; la sombra alargada de Díaz Ayuso; la traición de Garamendi; los intentos de invasión del Ejecutivo en el Tribunal de Cuentas; los procesos judiciales en que está inmerso el PP…
¿Alguien piensa que la España política no es un polvorín tras esa corta enumeración de problemas? Sí, he dicho corta. ¡Ojo, que no es todo! Sin duda hay muchos más temas en cartera a los que Casado deberá hacer frente si quiere demostrar que puede liderar un cambio que es necesario.
Y si empujan Cs y Vox desde los tribunales, miel sobre hojuelas. Nunca es tarde para cortar la mecha del polvorín.
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