
Dicen que son cuatro los caballos del Apocalipsis, pero no es verdad, son cinco; además, y en realidad, el quinto es la yegua madre que pare a los otros cuatro; y precisamente es quien galopa a rienda suelta en la actualidad sobre España y, para más inri, desde hace décadas.
¿Su nombre? Corrupción.
La Corrupción es la madre de los cuatro jinetes del Apocalipsis. De ella nacen, y ella los pare y cría, el Hambre, la Peste, la Guerra y la Muerte, es decir, la pobreza y la miseria; toda clase de males físicos y morales; las discordias, divisiones y enfrentamientos; y la muerte de la Patria, de la nación.
La Corrupción cabalga sobre cuatro patas, sobre cuatro corrupciones: espiritual, intelectual, moral y material. Cada una tiene su propio ser, que a su vez adopta múltiples formas. Cada una su propia seña de identidad. Son independientes, pero al tiempo están íntimamente entrelazadas. La primera y fundamental es la espiritual, germen de las demás. Conforme va cogiendo nivel impulsa a las otras tres, primero a la intelectual, después a la moral y finalmente la material.
España decae, agoniza y morirá por los cinco jinetes del Apocalipsis. Pero no se engañen, no tanto por los reconocidos corruptos que vemos que van saliendo a la luz cada día más y mayores de forma que nuestra Patria es ya un inmundo y maloliente lodazal de corrupción espiritual, intelectual, moral y material, no, sino sobre todo porque ese jinete se ha enseñoreado de toda la estructura funcionarial, institucional, y ciudadana. Porque los corruptos que vemos, que se nos presentan –los que no vemos son muchos más– nada podrían, ni mucho menos habrían llegado a tanto, si sus subordinados, de los cuales además dependen, les hubieran dicho en cada momento un no rotundo y los hubieran denunciado nada más mostrar sus primeras corruptas intenciones, si hubieran puesto por encima de sus filias ideológicas, intereses personales, miedos y comodidades a España, al tiempo que a su propia dignidad, honor y tranquilidad de conciencia.
El gran problema de España no son, aún con todo, los corruptos que vemos, sino los que por ideología, interés personal, miedo o comodidad obedecen, callan, gestionan y llevan a efecto las corruptelas de aquéllos.
El quinto jinete del Apocalipsis, madre de los otros cuatro, no parará hasta que cada uno de nosotros, en lo poco o en lo mucho, a la menor o mayor oportunidad no tire de la rienda que por circunstancias esté en su mano; y además sin titubear, sin pararse a valorar ni por un segundo las consecuencias de toda clase. Mientras eso no ocurra, tanto en los institucional, sea cual sea la institución, pues toda sin que falte ni una están igual de mal, como en lo cívico, sea cual sea el colectivo, todos también afectados gravemente, en lo público como en lo privado, el quinto jinete no sólo no parará, sino que se desbocará ya sin remedio, si no lo ha hecho ya, y con él lo harán los otros cuatro, si no lo han hecho también ya. El final de tal desenfreno será la muerte de España y con ella la de todos nosotros, también la de los que pudiendo, en lo poco o en lo mucho, no quisieron, por filia ideológica, interés personal, miedo o comodidad, tirar de la rienda y ponerle freno.
PD.- Por ahí están mal, sin duda, pero por aquí estamos peor, mucho peor, tampoco lo duden, pues no en balde somos pueblo y nación de extremos y por ello en lo bueno como en lo malo nos llevamos siempre la palma; y a nuestra historia me remito como prueba incuestionable de lo que digo.
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España sin la Virgen María, sin Santiago, sin la religión cristiana no es nada. Así nos va.
Algunos colectivos malvivían históricamente a contrapelo en una Europa que gravitaba en torno a Jesucristo, sin embargo ahora están muy bien financiando todas las herejías, todas las abominaciones, todas las mentiras, todos los crímenes y todos los vicios. Están mejor que bien, ricos, poderosos e intentando dar la puntilla a su enemigo, osea nosotros.
Esta situación no se arregla desde un planteamiento pelagiano, es decir, que sin la gracia de Dios no vamos a salir de ésta.