Recordando los años de lucha y dignidad, en mi IV Tercio sahariano Alejandro Farnesio.
Ayer 20 de Septiembre, se cumplió el 104 aniversario de nuestra Legión española y por tanto como Caballero Legionario es un orgullo para mí celebrarlo.
Mi paso por el Sahara Occidental Español…
Tuve la satisfacción de llegar a esa tierra tan nuestra, como era el Sahara Español en el año de 1969, tenía 21 años, ya no era un niño.
Me tocó ir al Sahara, para hacer el Servicio Militar “Mili”, es decir; Como “Quinto”. En la lista que en su día se expuso, según Decreto gubernamental, sobre los destinos de los “Quintos”, creo recordar que estaba clasificado el primero para ir al Sahara y curiosamente el anterior a mí tenía la suerte de ir a las afortunadas Islas Canarias.
Salimos del Aeropuerto de Getafe, en varios aviones militares con destino al Aaiún
Pues bien, una vez en el Sahara Occidental español, concretamente en el Aaiún, nos trasladaron en Land Rover 109 largo pickup y camiones militares al Campamento BIR Nº 1. Un Campamento militar de barracones, donde los soldados españoles de reemplazo eran destinados al Sahara Español. Para desempeñar su Servicio Militar obligatorio, con la instrucción correspondiente.
Mili en el Sahara año 1975
Situado a 25 km de El Aaiún, en Cabeza Playa de El Aaiun (El Marsa) fue construido en la década de 1960 y se mantuvo operativo hasta la invasión marroquí del territorio en 1975.
En este Campamento los servicios diarios eran muy variados y te podía tocar un trabajo de cualquier cometido. Hubo un día que me pasé horas pelando patatas, kilos y kilos. Y en verdad que no me gustaba nada. ¡Menudo coñazo!
Empezamos las Instrucción teórica y práctica Todas las tardes acudía un grupo de legionarios, para captar reclutas. Y eran mandados por un Sargento legionario, que llegaba junto a unos 10 Caballeros legionarios, incluido algún Cabo y Cabo I, perteneciente al III Tercio sahariano D. Juan de Austria.
La idea que traían era la de captar reclutas para que se apuntaran a La Legión, haciendo el Servicio Militar obligatorio con una misma duración que como “Pistolo”. Es decir; 15 meses y medio.
El caso es que a mí me llamaba la atención, así que durante varios días acudía con varios amigos a las charlas del Sargento legionario por las que nos decía que La Legión era un cuerpo absolutamente profesional y que en ella desempeñarías el mismo trabajo que tuvieras en la vida civil. Es decir, si eras cocinero, irías a cocina, si eras administrativo, a las oficinas, si tenias carnet, conducirías vehículos todo terreno o camiones. Incluso, si solo tenias permiso para turismos o no tenías, ellos se encargaban de sacarte el carnet correspondiente.
A todos nosotros los legionarios nos llamaban con menosprecio “Pistolos” y conocedores en la vida civil de aquella época que La Legión era lo peor del mundo y solo la formaban delincuentes, drogadictos y hasta asesinos, la verdad que a todos nos imponía mucho el dar ese paso. Así que empezamos todos picándonos para ver quién tenía reaños para alistarse en tan emblemático cuerpo.
El Sargento ya estaba harto de nosotros y tenía solo un objetivo y era “cazarme” a mí, para con ello arrastrar a varios de mis compañeros. Dicho y hecho. Se dirigió a mí, en estas palabras:
“Está claro que ni tu ni tus compañeros tenéis cojones para alistaros en la mejor infantería del mundo”
¡Joder, con el Sargento! Y eso me llegó al alma. Así que le dije:
“Mi sargento yo tengo cojones para eso y mucho más”, aunque en la realidad estaba tan acojonado como el resto.
Pues miré hacia a ellos y empezaron a decir; Y yo, y yo, … Total que de una sola tacada, cayeron 3 más mis huesos, firmando a continuación un compromiso de alistamiento a La Legión.
Cogimos nuestros pocos enseres, con nuestro petate, nos montaron en Land Rover largo y nos despedimos del Campamento. Ya en ese momento dejamos de ser “Pistolos”
En verdad que durante el trayecto íbamos asustados, sin hablar y por dentro diciéndonos cómo habíamos tomado una decisión tan drástica, con un cuerpo con tan malísima reputación.
Llegamos a El Aaiún, que es la adaptación fonética al español del nombre árabe al-‘Ayyūn, que significa las fuentes o los manantiales, que ya daba nombre a la zona antes de la fundación de la ciudad por los españoles
Tercio Don Juan de Austria, 3º de la Legión.
Dentro del acuartelamiento del III Tercio sahariano Juan de Austria bajamos a la explanada y nos asignaron una compañía. Se trataba de un enorme barracón, con gran altura, en el que había literas de 6 pisos. Y mira por dónde a mi me tocó la más alta. Es decir, que con el movimiento de cualquier compañero, aquella se movía de lado a lado que parecía que te estaban acunando.
Estando en el centro de ese enorme barracón y hablando con mis compañeros de viaje, había un cabo legionario que iba deprisa recorriendo longitudinalmente el barracón. Y al chocar casi con nosotros, soltó un exabrupto, con muy mala leche:
“Quítate de en medio maricón”, con puñetazo incluido.
Pues en verdad, entre el acojonamiento que llevábamos y esa actitud, nada bueno se avecinaba.
Luego llegó un Sargento adscrito a la Compañía, que con muy mala leche, nos mandó formar firmes y nos dijo:
“Alguien ha robado una cartera a un legionario, doy un minuto, para que de un paso adelante, de lo contrario me cabrearé muchísimo. Porque en La Legión no quiero ladrones y aquí el que roba, sabrá lo que es ser legionario”
Pasaron varios minutos, cada vez más cabreado, pero nadie salió de la fila, por lo que el sargento tomó la decisión siguiente:
“Cómo veo que el ladrón no sale, todos los que estáis aquí vais a sufrir las consecuencias. Así que toda la noche os la vais a pasar haciendo instrucción y flexiones”
Dicho y hecho. Toda la noche jodidos, con algún golpe o patada incluidos, porque en el momento que dejabas de hacer flexiones te caía un bonito trofeo.
ELDERONDA LEGION TERCIOS SAHARIANOS
https://www.youtube.com/watch?v=TWZKLyCM_z0&list=PLo0mfAK2_orNgV7Ce-TH1V5im2hqk1Adq&index=5
Así transcurrieron los días, con unas instrucciones que no terminaban nunca y recibiendo palos por todos lados, cuando algo lo hacías mal. Al fin, caímos que estábamos en La Legión, en la que un Cabo tenía más mando que un oficial en el campamento de “Pistolos”.
Todos empezamos a ver lo dura que era La Legión, ya no solo en los ejercicios de instrucción, en la enseñanzas teóricas, sino el comportamiento desde los cabos a los suboficiales, que continuamente nos golpeaban por todos lados. Las advertencias eran: primero una buena hostia, culatazo o patada y luego la frasecita, para que no lo volvieras hacer.
¡ Con lo bien tratado que estábamos de “pistolos”, no había día que no cobrábamos!
Hasta que me enteré que una vez jurada Bandera, habría un destino indeterminado, pudiendo dar con mis huesos en el interior del territorio, allá por las fronteras con Mauritania, en dónde el calor llegaba hasta los 60º. Y yo que odiaba el calor, tomé una determinación, pues el IV Tercio Alejandro Farnesio necesitaba soldados y propusieron quiénes estaban dispuestos a trasladarse a Villa Cisneros. Y sin pensarlo dije: YO.
Aaiún 1970 TERCIO SAHARIANO Juan de Austria III de la Legión
Autor
-
Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún. Aficionado a la escritura y a la historia de España.
Caballero Legionario que fue del IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.
Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas
Luchador nato por el Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.
Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.
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Los que han servido en la Legión tienen una virtud que vale más que todos los diamantes y que todas las riquezas del mundo: su HUMILDAD y mansedumbre. Esa santísima virtud sin la cual no hay comunión posible con Dios.
Que a uno le insulten con todo tipo de apelativos es algo común a la preparación en todo servicio militar serio al que cualquiera acaba acostumbrándose sin más tras unas pocas semanas, pero que a uno le peguen culatazos de fusil o patadas en las espinillas, es decir, que le apalicen los sargentos y demás mandos, sin liarse a puñetazos con esos mandos como si fueran rojos anticristos aunque midan dos metros de alto y uno de ancho o, incluso, rompiéndole el fusil en la cabeza de esos mandos o disparando contra ellos sin contemplaciones, y aguantarlo firmes y sin rechistar, obedeciendo cristianamente, tiene un valor de entereza y autodominio descomunal. De veras, enhorabuena. Quién fuera así. Quién pudiera aguantar sin rechistar a ese tipo de disciplina militar con esa mansedumbre ejemplar, como el Señor aguantó los golpes y escupitajos en el Sanedrín.
Con la malísima leche que tenemos algunos, vamos, hubiésemos desatado otra mini sublevación individual del 36 acabando en un ataúd con toda seguridad, porque eso se aguantará a duras penas uno, dos y tres días, pero luego se lía uno a tiros a puñetazos, pedradas o lo que sea con quien sea, por muy alto mando que sea y por muy armado que esté y por muy español legionario que sea.
En la mili decían que si agredías a un mando te podían caer 20 años de cárcel según las Reales Ordenanzas militares o te podían «licenciar con deshonor» y uno tenía que aguantar mordiéndose la lengua con el fusil cargado en las maniobras cuando ya tenía localizado algún anticristo o algún rojo, mando o «compañero», pero lo de la Legión que ud. cuenta, ya se sale de lo aguantable, salvo para los santos o mártires.
Lo que no me explico es, ¿cómo es posible que esos mandos no tuvieran el mismo coraje para apalear y tratar así a rojos, etarras, vascos de odio a España y los españoles, catalanes idem, demócratas de nuevo cuño, socialistas, alianzapopuleros, ucedés, masones, herejes, etc., allá por 1976, y si precisamente a los más patriotas que acudieron a la Legión voluntarios, pobres muchachos que solo querían defender su amada patria? El mundo al revés. Es como si los papas excomulgasen solo a los santos. No entiendo ni entenderé jamás esa «valentía» de moler a palos a reclutas y voluntarios legionarios patriotas, dejando en paz a los que odian a España y han traído tanto mal. Eso de matar al hijo para alimentar al odiado enemigo es algo verdaderamente odioso.