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El periódico Bilderberg en España, el masónico Pis, está desatado. Ya todo es cambio climático: calor en verano, frío en invierno, incendios (ignorando la geoingeniería de su satánica y pedófila e “iluminada” muchachada OTAN), accidentes laborales, la inmigración masiva y descontrolada (los «refugiados climáticos» devienen ahora «migrante ambientales»)…Pero ya se lo adelanto, lo habrán imaginado: como SIEMPRE, MIENTEN. No sabéis mentir, coño. Crucifixión de la verdad. A través del inconsciente (las iglesias lo hacen igual; la masonería sionista, ídem), su embustera – y “construida”, docente y mediáticamente – realidad supera la ficción: roznar que la temperatura media ha subido 1 ºC en 100 años y aterrorizando al populacho como si se hubiese incrementado en veinte grados de medio. Utilizan las imágenes (en ocasiones, subliminales) para acobardar a la población planetaria, preferentemente occidental: el cambio cromático toma el relevo a la kakuna. Anaranjados soles de bermejísimas tonalidades virando a negro. Ser subnormal, covidicio o climatico, eso sí, eso sí que tiene que tener un coste.
Pero cómo puede haber negacionistas del «cambio cromático»
Lo que están sucediendo es CAMBIO CROMÁTICO. En la caja tonta le pintan de rojo al color verde o al amarillo…y listo. Y la gente, tal en la PLANDEMIA, igual de sofronizada. Hipnotizada, se traga lo que le echen: tragacionista, pues. Y el brasas Brasero, de traca. El color rojo acojona, parece ser. Cromático Tavistock de baratillo…
…En el cine de terror, clave, el rojo. El rojo en una peli de terror constantemente nos dice “¡cuidado! Ahí hay peligro”, y por supuesto como espectador también lo vinculamos con sangre, destrucción, preferentemente cruel, e inevitable muerte. Técnicas de ingeniería social y manipulación emocional, tan propias de militarescos servicios de inteligencia, brutales lavados de cerebro, manejando las mentes, «tapando el ojo a la serpiente».
Y un rojo que se aproxima a un negro intimidante. Un color negro que representa la muerte, la oscuridad, el misterio, el mal, el pecado y lo indeseable. También el vacío, la soledad, la tristeza, el derrumbe. El luto, pues. El duelo ante la pérdida. Negro oscuridad, negro nocturnidad…
…Yo les propongo, también, otros indomeñables rojos y negros, éstos más veraces, “enamorados de la verdadera revolución”: falangista y, sobre todo, anarquista. En fin.
Autor

- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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