20/05/2024 22:58
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España tiene la desgracia de sufrir un presidente del gobierno que es un auténtico paranoico, con un grave trastorno bipolar, que se cree Dios, el presidente de la república, el rey, el más guapo y joven del Reino, inyectándose botox a todas horas, y tiñéndose esas canas que ya empiezan a aparecer en su cabeza…

Un auténtico botarate, que no tiene conocimiento jurídico alguno, ni económico, pese a su doctorado regalado en economía, en una universidad privada de dudosa reputación, y que piensa que el mundo y la historia han empezado con su llegada al poder.

Un imbécil con chorreras, y balcones a la calle, que se mea en la política exterior de Estado de España, y firma una claudicación ante el sátrapa marroquí, más listo que el hambre, y que es consciente de la debilidad y estupidez de Sánchez.

¡A los moros a listos y retorcidos, no les gana nadie!

¿Y el Jefe del Estado…, dónde está?

¿Pero tenemos Rey, o “el preparado” está escondido debajo de la mesa de su despacho, pasando de todo?

Debe de pensar: dame pan y dime tonto.

Le aconsejo que hable con su padre, y negocie con los árabes a ver si le hacen buen precio –dos por uno-, cuándo se exilie de España, dentro de poco, no sé si con su todavía esposa, la republicana, o sólo.

Por sus hijas que no se preocupe, que siempre pueden pedir plazas de dependientes en El Corte Inglés…

La Constitución establece en su artículo 56 que “El Rey es el Jefe del Estado…, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales…”, etc.

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Asimismo, el artículo 63 regula que “Al Rey corresponde manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de tratados, de conformidad con la Constitución y las leyes”.

Juan Carlos I, “el demérito”, ya traicionó a los saharauis, siendo jefe del estado en funciones, mientras Franco estaba agonizando, prometiendo defenderles, vestido de capitán general, y visitando a nuestras tropas en el Sáhara.

Fue su primera traición a los saharauis en particular, y a los españoles en general, a las que siguieron otras muchas, entre puta y puta, y entre comisión y comisión…

¡Un ejemplo de Borbón, entendiendo Borbón como degeneración!

Ahora, y como muy bien dice Argelia, España ha traicionado por segunda vez a los saharauis, de la mano de Pedro Sánchez, el mentiroso impostor, y con el rey Felipe VI poniéndose de perfil, y mirando hacia otro lado, para no ver nada.

Decididamente, estos Borbones sobran.

Ítem más, ¿para qué estamos manteniendo a 350 diputados, a cuerpo de virreyes, cuándo realmente no controlan al gobierno, ni pintan  nada…?

El artículo 94 de la Constitución establece que: “La prestación del consentimiento del Estado para obligarse por medio de tratados o convenios requerirá la previa autorización de las Cortes Generales en los siguientes casos:

Tratados de carácter político.

Cuyo es el caso que nos ocupa y preocupa.

¿O es que alguien duda del carácter político de esta bajada de pantalones, que cambia totalmente la política exterior del Estado español, en relación con el Sáhara Occidental?

Pedro Sánchez, el rey duplicado, o el presidente de una república que no existe más que en su calenturienta imaginación, hace y deshace lo que le da la gana, estilo Felipe II.

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Solo que Felipe II fue un gran Emperador, un gobernante, y un hombre de Estado, y este no es más que ganado de tienta, y material de desecho.

Estoy apesadumbrado, abochornado, avergonzado, de ver como “gobierna” España, como si fuera una finca particular, o esa empresa de sus padres a la que no para de inyectarle subvenciones.

Decididamente, este hombre tiene que pasar por el banquillo de los acusados, para explicar a la Justicia, y a todos los españoles, sus continuas traiciones a la Patria.