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En el artículo anterior señalábamos que Lenin mostraba que Marx y Engels, sin dejar lugar a duda alguna, estaban a favor de la violencia revolucionaria y de la dictadura del proletariado. Añadía Lenin también que Engels fue muy claro en su libro «Anti-Dühring» (1878) en el que afirmaba: «El señor Dühring no sabe que la violencia desempeña en la historia, un papel revolucionario; que, en palabras de Marx, es la comadrona de la vieja sociedad preñada de otra nueva, es el instrumento con el cual el movimiento social se impone y rompe formas políticas rígidas y muertas».

En ese mismo periodo, en septiembre de 1879, casualmente en mismo año en que Pablo Iglesias fundó, en mayo, el PSOE en España, Marx y Engels hicieron llegar una Carta Circular al Partido Socialdemócrata alemán, que entonces de socialdemócrata solo tenía el nombre, denunciando a Eduard Bernstein, porque éste propugnaba actuar dentro del respeto a la legalidad, optar por vías pacíficas y posponer los objetivos globales del partido —abolir la propiedad privada, entre ellos— a una fase futura.

Marx y Engels fueron rotundos en esa carta: “El secreto del fantasma rojo está precisamente en el miedo de la burguesía a la inevitable lucha a vida o muerte que tiene que librarse entre ella y el proletariado, está en el temor al inevitable desenlace de la actual lucha de clases” “Durante cerca de cuarenta años hemos venido destacando la lucha de clases como fuerza directamente propulsora de la historia, y particularmente la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, como la gran palanca de la revolución social moderna. Esta es la razón de que no podamos marchar con unos hombres que pretenden extirpar del movimiento esta lucha de clases”.

Como consecuencia de esa carta circular, el partido expurgó a Bernstein de sus filas. Sin embargo, ochenta años más tarde, en noviembre de 1959, en su famoso congreso de Bad Godesberg, el Partido Socialdemócrata alemán, reconoció de facto su error, renunció al marxismo y adoptó las tesis de Bernstein al cual se le considera hoy el padre de la verdadera socialdemocracia europea.

Lenin cita también en su libro “El Estado y la Revolución” al Manifiesto Comunista, que contiene la esencia del marxismo, “esta guerra civil desencadena una revolución abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, echa las bases de su poder”.

El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción… Claro está que, al principio, esto solo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción”

En suma, Lenin deja claro que el uso de la violencia y la dictadura del proletariado son elementos que ha tomado del pensamiento de Marx y Engels y que sus actuaciones al frente de la creación de la URSS, estaban plenamente basadas en frases literales de los escritos de Marx y Engels.

Por ello, las conclusiones a que llega Lenin en su libro «El Estado y la Revolución» son plenamente coherentes con los escritos de Marx y Engels.

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Veamos las palabras de Lenin:

El desarrollo hacia el comunismo pasa a través de la dictadura del proletariado, y no puede ser de otro modo, porque el proletariado es el único que puede, y solo por este camino, romper la resistencia de los explotadores capitalistas”.

En la transición del capitalismo al comunismo, la represión es todavía necesaria, pero ya es la represión de una minoría de explotadores por la mayoría de los explotados”.

La represión de una minoría de explotadores por la mayoría de los esclavos asalariados de ayer es algo tan relativamente fácil, sencillo y natural, que costará muchísima menos sangre que la represión de las sublevaciones de los esclavos, de los siervos y de los obreros asalariados”.

Nosotros no somos utopistas y no negamos, en modo alguno, que es posible e inevitable que algunos individuos cometan excesos”.

Lenin asume, sin evasivas, la violencia y la dictadura del proletariado como ideas claves del pensamiento marxista, el cual no es una mera filosofía para la reflexión sino ante todo una filosofía para la acción. ¿Para qué esa violencia? ¿Para qué la dictadura del proletariado? “La dictadura del proletariado —dice Lenin— implica una serie de restricciones puestas a la libertad de los opresores, de los explotadores, de los capitalistas”.

¿Para qué? Pues sencillamente para hacer lo que propugna El Manifiesto Comunista: “despojar a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de producción”, es decir para lograr “la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción” por una razón muy sencilla: Marx y Engels creían que en esa propiedad privada radicaba el origen y permanencia del bien y del mal y que por tanto suprimirla era imprescindible.

¿Dónde está la diferencia entre el leninismo y el marxismo? No existe. Lenin utilizó el camino que Marx había marcado. Lenin fue un auténtico marxista. Su libro, «El Estado y la Revolución», no tiene desperdicio. Reitero, como dije al principio, que Lenin fue un intérprete magistral del pensamiento marxista.

Añado por ello que cuando nos encontramos con pretendidas revisiones del marxismo, llámense la Escuela de Frankfurt o el actual “marxismo cultural” conviene enfrentarse a ellas pues no hacen otra cosa que pretender mostrarnos una cara amable, pacífica, que el marxismo nunca tuvo en ningún país donde se implantó (tampoco en el Frente Popular de la República española)

Por ejemplo, casi cincuenta años después de la Carta circular de Marx y de la expulsión de Bernstein, nació en Frankfurt (Alemania) en 1923, el Instituto para la Investigación Social, o simplemente, la Escuela de Frankfurt, dirigida por el comunista húngaro Georg Lukács y financiada por el argentino Félix Weil. Su objetivo era diseminar y llevar a la práctica la estrategia, concebida por el italiano Antonio Gramsci, sobre la utilización de la penetración cultural, en lugar de la vía revolucionaria, apoyándose en la superestructura y no solo en la infraestructura (relaciones de propiedad y de producción) para llegar así al poder e implantar después el comunismo.

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Lo mismo ocurrió, más tarde, en la década de 1960, periodo en el que la Escuela de Frankfurt, de marxistas revisionistas, se hizo famosa por adoptar fundamentalmente esas propuestas de Gramsci. Formaron parte de esa Escuela pensadores muy conocidos (Horkheimer, Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Jürgen Habermas) y estuvieron próximos a ellos otros tales como, Ernst Bloch, Hannah Arendt, Bertrand Russell, Michel Foucault. Una de las características principales de la Escuela era que se distanciaba de la ortodoxia del «socialismo realmente existente» (URSS). Pero por otra parte asumían el marxismo como su fuente de influencia fundamental. La Escuela se tildaba a sí misma de «neomarxista», no neobernsteniana. ¿Por qué?

¿Era eso auténtico marxismo? ¿Habían la Escuela, o sus miembros, renunciado explícitamente a Marx o al menos al Manifiesto Comunista?

A la luz del contenido, que hemos expuesto antes, de la Carta Circular de Marx y Engels, resulta obvio que Marx no hubiese aceptado que los de la Escuela de Frankfurt se calificaran de marxistas, si no compartían los principios esenciales, violencia y dictadura del proletariado, formulados por Marx y Engels.

Por ello, a cualquiera que hoy se autocalifique de neomarxista cabe preguntarle si realmente ha asumido la esencia del pensamiento de Marx y Engels. Si responde que sí, o si no sabe responder, hay que explicarle lo que es el marxismo y sus errores, a efectos de conseguir que vea la luz y se aparte de esas teorías, que llevan al crimen, al terror y a la represión totalitaria. No se puede aceptar hoy, en un tema tan grave como el marxismo, que siga persistiendo en la ambigüedad o en la ignorancia.

El conocimiento de la verdad histórica del marxismo, tomando como referencia los escritos y los hechos de sus fundadores, así como la realidad de su implantación práctica en la treintena de países que se han declarado marxistas hasta hoy, es imprescindible para poder decir con autoridad moral e intelectual “señores socialistas, deben repudiar a Marx y al marxismo. Para ser creíbles deben ensalzar a personalidades como Eduard Bernstein. Mientras que Uds. no lo hagan no serán socios ideológicamente fiables, y menos aún si no son capaces de condenar a las dictaduras marxistas de Cuba, Venezuela o Nicaragua. No pretendan decirnos que apoyan la libertad y los derechos humanos. Eso es contradictorio con el pensamiento marxista. Decidan de qué lado están”.

Enrique Miguel Sánchez Motos

Administrador Civil del Estado

Autor del libro “Historia del Comunismo, de Marx a Gorbachov, el camino rojo del Marxismo”

14 de octubre de 2024

¿Hay diferencia entre Marxismo y Leninismo? (1/2). Por Enrique Miguel Sánchez Motos

Autor

Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado.
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