21/09/2024 04:01
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Lo mío es de locos, o de tontos, o de aurora boreal. Pues resulta que en tiempos de Franco (bajo su Régimen viví 35 años) yo fui un ANTIFRANQUISTA empedernido y radical, pero tanto que cuando oía gritar !Viva Franco! me ponía enfermo y enfermo me puse el día que acudí (porque no me lo creía) a la Plaza de Oriente y vi a un millón de personas gritando como posesos y muchos llorando ¡¡¡ Franco, Franco, Franco !!!… y por mi ANTIFRANQUISMO declarado y público casi me echaron, primero de la Escuela Normal de Magisterio de Córdoba y luego de la Escuela Oficial de Periodismo… Llegó un momento que sólo oír el nombre de Franco me producía nauseas y más cuando le veía entrar bajo Palio en las Iglesias o en las Catedrales y a los obispos y cardenales saludando brazo en alto.

       

Aunque, tonto de mí, se me olvidó sacarme el carnet de antifranquista…  claro que tampoco tuve la previsión de sacarles fotos a muchos de los enfervorecidos compañeros vestidos con su Camisa azul o su Chaquetilla blanca… porque me hubiese hecho rico después vendiéndolas (para romperlas, por supuesto) cuando llegó el «gran cambio de chaqueta».

        

Y resulta que ahora, cuando Franco es el Demonio, el Dictador que se pasó 40 años torturando y fusilando a todo bicho viviente, cuando sólo mencionar su nombre puede ganarte el sambenito de «fascista», «facha», «criminal» y lo más grave «franquista», cuando la Prensa, los políticos, los Gobiernos, los Sindicatos, los banqueros, los empresarios y hasta los curas, los obispos, los cardenales y los Papas  han borrado su nombre del mapa y persiguen a los osados que se les ocurre, aunque sea en voz bajita, mencionar su nombre… y cuando hasta sus huesos han sido arrastrados y sus restos escondidos…

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Ahora resulta que me levanto gritando ¡Viva Franco! y me acuesto gritando ¡Arriba España, Una, Grande y Libre!! … ¡Viva Franco!

              

Y por eso digo que lo mío es de aurora boreal, cosa de locos… aunque ya lo decía mi madre: «Este hijo mío, es un bicho raro, no sé a quién de la familia le habrá salido».

         

Y yo me pregunto ¿y por qué en vida de Franco cuando era Dios, Caudillo de España, Generalísimo de los Ejércitos, Jefe del Estado y dueño absoluto del Cortijo…y cuando los españolitos le adoraban, los políticos le besaban los pies, los militares se le cuadran, los banqueros le hacían la rosca y los obispos, con los cardenales y los periodistas rezaban por él… yo era ANTIFRANQUISTA y ahora que todos le odian y lo han crucificado a mí me place gritar a los cuatro vientos ¡Viva Franco!… ¿porque me he vuelto loco?… ¿o soy tonto, o me quiero suicidar, o quiero ir a la cárcel?

            

No, No, ni estoy loco, ni me quiero suicidar ni quiero ir a la cárcel (aunque a este paso, tal vez)… lo hago por asco, el asco que siento al ver a muchos de mis compañeros de ayer (vestidos con su camisita azul o su chaquetita blanca… Suárez, el más guapo) inventándose grises, cárceles, torturas… el asco que me producen desde el Rey (el primero que no quiere ni oír su nombre, a pesar de deberle la Corona) hasta el último alcalde, ese que ha tirado la última estatua que quedaba en pie, pasando por el Gobierno y la actual casta política y ¡cómo no! los actuales Cardenales y el actual Papa.

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¡¡El asco que me produce ver a un pueblo que ayer abarrotaba la Plaza de Oriente y se pasaba los días gritando ¡Franco, Franco, Franco! borrando hasta su nombre para que sus hijos y sus nietos olviden que existió!!

           

¿Dónde? ¿Dónde se esconde tanto cobarde?

          

Y ese asco es el que hoy me incita a gritar a pecho descubierto: ¡¡ Viva Franco !!

 

PD:Esto se llama ir contra corriente…o como decía mi madre: ser un bicho raro. Suerte.

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.