21/02/2025 15:48

Con la llegada al poder de Trump y similares, andan intranquilos aquellos que creían ganadas todas las batallas; por el contrario, se muestran confiados y aun eufóricos quienes echaban en falta el gobierno de la razón en la sociedad. Ni tanto, ni tan calvo. Si repasamos la Historia comprobaremos que la Fortuna no tiene ideología. Y que no acepta, sin más ni más, a quienes con ligereza o perversión se presentan a ella vomitando saña o rezando padrenuestros con mansedumbre culpable. La Humanidad es hija de sus actos, y sus componentes piedras que ruedan y que por los caminos de la vida se encuentran. El ser humano tiene lo que es: honra el honrado y vituperio el canalla.

La Fortuna no se volvió española durante el Imperio y el Siglo de Oro. A la Fortuna la ayudaron los españoles de entonces con su inteligencia, su valor, su abnegación, su religiosidad y su convicción de estar inmersos en una empresa gloriosa. Hasta el más pobre y mísero, hasta el habitante más apartado de las Españas se sentía integrado en esa obra indeterminada que, rozando lo místico, buscaba lo trascendente aun sin sospecharlo.

Unos y otros, nuestros enemigos históricos -también los interiores-, han querido desde entonces chuparnos, además de la plata y del oro, sin especiales gastos en armadas, sin labrar campos ni excavar minas, sin penetrar intrincados abismos ni descubrir océanos amenazadores, y sin despoblar sus reinos, han querido, como digo, quitarnos también la honra de aquella épica misión. En eso llevan empeñados cinco siglos, sin cejar un instante, porque saben -o intuyen- que la semilla española, cuando es genuina, roza lo sobrenatural, tanto en el esfuerzo como en la espiritualidad.

Nuestros enemigos históricos quieren y han querido siempre el provecho derivado de la epopeya española, pero no conformes con ello, anhelan también el honor. ¿Para qué? Para ocultar con él la vileza con la que se han llevado a sus casas los despojos obtenidos por los hombres gloriosos, descubridores y conquistadores de nuevos mundos. Y eso explica el uso abyecto de legendarias insidias. Pero es el suyo un objeto inútil, porque honra y doblones, como dijo Gracián, no caben en el mismo saco. El problema es que, en la actualidad, los españoles han perdido su idiosincrasia, inficionados o adormecidos como se hallan por los cuentos de sirena hedonistas, por el materialismo reformista, por la desfachatez de los piratas que a la rapiña y a la perversión quieren añadir gloria y prestigio. Un pueblo español, como digo, embrutecido y confundido por esta satánica e hipócrita alianza contemporánea entre el calvinismo y el socialcomunismo, que es en síntesis el mal de nuestra época.

Porque, no lo olvidemos, todo acaba reduciéndose al negocio impulsado por la codicia. Y lo que ha cambiado es que los barcos negreros de antaño, llevan hogaño en sus bodegas carne blanca y occidental, con sus símbolos, culturas y tradiciones degradándose en las correspondientes sentinas. El caso es que, ahora, estos recientes negreros convencidos como estaban de transformar el mundo mediante el nuevo orden democrático compendiado en sus agendas, tratando mientras tanto de perpetuarse en los despachos institucionales, para desde ellos manipular la realidad con el apoyo de los medios desinformativos y repartiéndose el pastel en los asuntos judiciales, educativos, culturales, policiales, militares e intelectuales, se han visto obligados a dar un paso atrás por mor de las doctrinas emergentes que, en parte, parecen oponerse a sus delirios.

Y ahora, sus torres de Babel se tambalean mientras contemplan el coronamiento de los ayer postergados, esos a los que se habían molestado en tildar de ultraderechistas o insignificantes. Pero como tienen muchísimo poder y no lo van a abandonar por las buenas, el incipiente y llamativo conflicto, promete ser vistoso, aunque no creo que, en general, cruento, salvo en personas y regiones geoestratégicas concretas, que serán las que paguen el pato. Los discursos a lo Vance, les harán emprender nuevas estrategias, y habrá que estar atentos a si es la filosofía liderada por éste la triunfadora o si son las doctrinas globalistas las que se mantengan vigentes. Lo cierto en que, al menos en Uropa, lo tienen todo bien controlado, de momento.

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Y si alguien tiene duda de esto, que mire a España y que manifieste alto y claro con quién se puede contar en nuestra patria para la urgente y razonable regeneración. ¿Con la Partidocracia al Uso? No; corrompida. ¿Con la Justicia? No; venalizada. ¿Con los Ejércitos? No; domesticados. ¿Con la Educación? No; pervertida. ¿Con la Intelectualidad? No; degradada. ¿Con los Medios Informativos o Cuarto Poder? No; sobornados. ¿Con la Corona o Jefatura del Estado? No; vacante. ¿Con nuevas elecciones? No; trucadas y fraudulentas. ¿Con el Pueblo Soberano? No; abúlico, hedonista e ignorante. ¿Con quién, pues? Con nadie, pues aquí todo está amañado o es fingido.

Dicho lo cual, es cierto que, si se dieran en nuestra tierra dirigentes rectos y firmes, esta tropa de bravucones a la violeta se disolvería como azucarillo en agua hirviendo. La historia muestra cómo, sin impunidad que los respalde, los fanfarrones rojos advierten el fracaso cuando tienen enfrente la verdad y el rigor, acoquinándose; porque los miserables son siempre de ánimo corto, y todo aquello que tiende a menoscabar su exención e indemnidad son incapaces de encajarlo. Se dicen a sí mismos incombustibles, pero sólo lo son en el mal; mas oponiéndoles la inflexible justicia de forma permanente, acaban sobreviviendo a sombra de tejado. Porque cuando las ven duras se salen de la batalla por cobardes, llevándose, eso sí, todo el oro ajeno que pueden. Pues ésta es su naturaleza, y jamás se oponen a la victoria de los adversarios con valor y nobleza, sino con la insidia, la trampa y la fuga, y salvan su vida utilizando mil habilidades despreciables antes de exponerla al peligro de la muerte. Por eso son indignos de participar de la gloria del triunfo. Y por eso sus triunfos, cuando los obtienen, no son tales, sino saqueos y pillajes; sangrientos, además, en su abrumadora mayoría.

Pero como, de momento, esos líderes ilustres no entran en escena, España, hoy, es un reino tan vacío de sentido y tan ausente de valores que acepta la comparación con cualquier imagen envilecida o desacreditada. Lo mismo podría equipararse a un albañal que a una casa de lenocinio. Y mientras la nación se encamina al templo de su escarmiento, para colgar en sus paredes los restos del naufragio y las cadenas de su cautiverio, su Rey, que no gobierna porque, según nos cuentan, carece de sabiduría, de voluntad y de poder, ha dejado la dirección de la patria en manos de un valido: el Engaño. Y esta torva figura ha trascendido de tal modo que se ha vuelto omnipresente, acompañada de toda su parentela: la Mentira, el Embuste, el Enredo, el Bulo, la Insidia, el Conchabe, la Tramoya, la Intriga, la Traición… Y todo ello -junto, revuelto e impune- nos dicen que es Democracia. Y lo más pasmoso de todo es que muchos se lo creen, o fingen creérselo.

 Porque lo asombroso es que, en España, hoy, la demagogia de los políticos sigue gozando de buena salud, a pesar de la experiencia. Mientras los socialcomunistas venden como realizadas las diligencias que no hacen y las promesa que no cumplen, los peperos expenden como ciertas las que no pueden hacer y que, aunque pudieran, no las harían. El caso es que, en la actualidad, saber uno vender sus cosas, aunque sean miserias, delitos y perversiones vale mucho, ya que no se estima por lo que son, sino por lo que parecen ser. Los hombres y mujeres de hoy, en su mayoría, ven y oyen con ojos y oídos prestados, que son los que les fían los propagandistas del globalismo; es decir, viven de unas informaciones, de unos gustos y de unos intereses que no sólo les son ajenos, sino sobre todo enemigos.

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Con todo ello, también la estimación personal se va perdiendo, porque los hechos tan humillantes que la ciudadanía ha de soportar diariamente no ayudan a su defensa. Aunque se oculten las cabezas bajo el ala, existe una consciencia de deterioro y de deshonra más o menos larvada entre la gente. De ahí que las familiaridades y las conversaciones acaben envileciendo la propia estima. De ahí también que no haya profetas en la patria, y que si las mismas estrellas descendieran del cielo para vivir en esta sociedad cautiva perderían su lucimiento. La cuestión es que, gracias a la democrática Farsa del 78, aquí hoy son muchos los que no se fían ni aun del mejor amigo, porque mañana puede ser o será otro enemigo.

Y, en tanto la rivalidad Vance-Uropa se dilucida, no está de más rememorar que lo más peligroso de este tumultuario piélago social en que se ha convertido España radica en sus instituciones -centrales y autonómicas-, tan prolijas e infectas, más todavía con sus cuotas feministas del 50 por ciento. Es en ellas donde la coexistencia y el entendimiento se vuelven aún más arduos y nocivos, con los engaños de Escila y las mentiras de Caribdis ocupándolo todo. Berceras que pasean su repugnante vulgaridad, tan prendidas de feminismo como de hipocresía e impudicia. Y tantos Cíclopes, tan necios como arrogantes y disolutos, con sólo un ojo, que pisan moqueta y doblan la cerviz con la mira puesta en su codicia y en su arrogancia. Pues esas y esos son las verdaderas sirenas y falsas hembras, y los verdaderos gigantes de nuestras instituciones y de nuestra política.

 Y han llegado a tanto con sus desórdenes, escándalos y abominaciones que no basta con que el casto Ulises se tape los oídos; menester es que se ate al firme mástil de la virtud y encamine la proa del saber al puerto de la seguridad y del futuro, huyendo de sus engaños y demagogias. Porque, a muchos, que al entrar parecían hombres, las hechiceras Circes los han convertido en bardajes. Y hay genios que sólo a repique de decretos, sin necesidad de lámparas maravillosas, han acopiado las riquezas nacionales en sus particulares cuevas del tesoro.

Esta enésima evocación de la realidad debiera finalmente extenderse a la multitud para motivarla a postrarse ante el altar del noble arrepentimiento con el fin de reconocer en él sus errores, y para encaminar rectamente sus pasos; de manera que, tras el desengaño, puesta la mirada en el porvenir, pudiera, como Ulises, escapar de tanto escollo como le espera y de tanto monstruo como le amenaza. A pesar de las «brisas Vance» que los renovados pronosticadores meteorológicos nos vaticinan.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Miguel Sánchez Asenjo

Mi querido compañero articulista Don Jesús:

Sobre tu artículo: ¡AMÉN!

Nada tengo que decir, nada tengo que añadir, nada tengo que contradecir, porque hablas de una realidad insoportable, una verdad, que sufrimos y padecemos desde la muerte de El Caudillo

Solo una cosa, tan solo una, respecto a la monarquía que padecemos:
Con el gravísimo error de nuestro Caudillo, al escoger al peor rey de casi toda esa maldita Dinastía, llevamos sufriéndola desde la enfermedad del General Invicto, hasta nuestros días.

Yo diría, que ha habido 3 tipos de monarquía:

1ª).- ABSOLUTISTA: Desde la muerte del Generalísimo, hasta el Panfleto del 78. Durante estos 2 años, el monarca Juan Carlos I, fue un rey absolutista y ello se desprende, que con todo su poder emanado de la pésima decisión de El Caudillo, actúo, exclusivamente con odio, rencor y puesta en escena, para derrocar el “Régimen anterior” y criminalizarle. Lo hizo con delirio, con venganza y con todo su poder. Siempre con la inestimable ayuda de su botones, muy bien escogido, un tal Adolfo Súarez, que cuando ya no le sirvió (23F), le dio una solemne patada en sus posaderas.

2º).- PARLAMENTARIA: Desde el comienzo del Folletín, mal llamado “Carta Magna”, hasta la inclinación hacia la izquierda vocera y poderosa, a la que sirvió, pues ese emérito, es decir; sin mérito alguno (un emérito desposeído de todo mérito), sabía quién mandaba en España y sabía que hiciera lo que hiciera, siempre a la derechona indecente, la tendría a su lado, tal y como el tiempo nos lo ha demostrado.

3º).- REPUBLICANA: Desde la época de Zapa-Maduro “Risitas-Lucifer” y con más intensidad desde esta época que padecemos, una más, con el SánchETA, la monarquía está muerta o mejor dicho encamada con la extrema izquierda, pues ahora vivimos en la III República comunista, envuelta con una sutil capa negra y roja, de una Monarquía inexistente, que solo les vale para firmar Decretos y Leyes, contra España y su inmenso rebaño lanar de españolitos adoctrinados, incautos, pasotas, faltos de virilidad y menos dignidad.

¡Qué más les da a estos ROJOS, encamados con ETA y el separatismo, que a efectos internacionales España figure cono “Un Reino”! Lo importante es, que la izquierda manda, ordena y legisla, como lo hizo en los cruentos años 30. Tan solo faltan los crímenes por las calles, pero ya los hubo entre los inocentes valencianos y los 1.300 asesinados (nunca 850), por su amada y querida Banda de ETA, que ahora tiene en su gobierno, pagando así sus servicios.

Gracias, mi querido amigo.

Un fuerte abrazo,

Miguel Sánchez

Caballero Legionario

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