Poco a poco nos hemos ido quedando sin suerte ni alegría, sin patria ni derechos. Mientras que España se debate entre el existir o no existir, los espíritus libres pugnan por oponerse y resistir al hampa política y al populacho cainita. Convivir en medio del rebaño y estar dirigidos por hienas y traidores, resulta amargo y aburrido, además de tóxico. Y en un ambiente así no puede el alma librarse de ultrajes y dolencias, aunque, como las raíces del almendro, se nutra de una esperanza indestructible.
Cuando Pedro Sánchez, lo mismo que Pablo Iglesias y similares, eran invitados a las tertulias de derechas, ya se les veía asomar la patita por debajo de la puerta, pues nunca han ocultado su ambición ni su desprecio a todo rasgo de nobleza, de solidaridad y de diálogo. Por sus uñas se conocía a los tigres y los más avisados se sorprendían de que quienes aparentaban quejarse de las catástrofes rojas, ofrecieran sus micrófonos a los despiadados forajidos que las propugnaban y ejecutaban, disparando jactanciosos sus miserias ideológicas y morales en los mismísimos salones del enemigo.
Siempre ha sido un misterio para los más lúcidos las intenciones de algunos optimates de pedigrí derechista, que han abierto sus puertas o se han conchabado directamente con granujas variopintos, rojos de salón, progres visa-oro, socialdemócratas a la violeta, comunistas pijos y sociatas de indudable condición burguesa, todos ellos canallas y cantaores de la Internacional a media jornada y según conveniencia y condición.
Tal vez la lucidez de estos prudentes, teñida de cierta cortesía, no acababa de asimilar esa tradición de las derechas españolas consistente en carecer, como las izquierdas, de principios, de honor y de amor patrio, impulsados todos ellos por la oscura codicia y con la mirada sólo atenta al interés personal, esto es, al negocio. «Ni Dios, ni España, ni Honra». Esa es la divisa que brilla o debiera brillar en sus blasones.
Lo peor para ellos y lo más vejatorio, es que, si vienen torcidas, acaban siendo bardajes del rojerío, que les maneja a su antojo, no dejando de cultivar en el corazón las malas semillas del miedo y de la súplica. Da lo mismo quién sea el ofensor y el bandolero, si ellos o sus codelincuentes, o ambos, porque la cuadrilla socialcomunista siempre se las apaña para hacerles pagar todas las culpas, las propias y las ajenas y, encima, perdonarles la vida; y en las pendencias que provocan, bien caras y sangrientas les vende las paces.
Los pérfidos artificios de las izquierdas resentidas sitúan a éstas siempre en el poder, salvo que surja un líder salvador, algo que no suele facilitar el destino, por desgracia para la patria y por justicia para la chusma. Por eso no se explica que estos derechistas cándidos acepten convivir con un marxismo que no deja de humillarlos y derrumbarlos, pues les ubica siempre en una pendiente resbaladiza, la de ejercer de prostitutas y pagar además la cama.
Ahora, las hienas rojas, disfrazándose una vez más de corderos, siguen apretando las tuercas de la esclavitud ciudadana con otra decisión restrictiva de derechos y libertades. Por el bien del rebaño, claro, decretan una amputación más a la autonomía expresiva, ignorando a sabiendas que sólo el déspota necesita muchos decretos y leyes, que los buenos pueden juzgar y gobernar con pocas, si éstas son rectas. Ni el pueblo se entera, ni quiere enterarse del penúltimo atropello; por su parte, en sus escandalizadas tertulias, las elites derechistas vuelven a echarse las manos a la cabeza. ¡Qué malos son los rojos! Pero, ¿ cómo es posible? Y persisten en caminar en círculo para no llegar a ninguna parte.
En fin, en una sociedad que no desea escuchar el estruendo, poco a poco la tiranía acopia más y la prudencia menos. Ni izquierdas, ni derechas, ni democracia, ni pueblo. Esos significantes se han visto desprendidos de su tradicional significado por quienes se han empeñado en imponer un Nuevo Orden. Su concepto social y político ha quedado obsoleto. Todo, en nuestra triste actualidad, es engaño. «En nuestros días, más que nunca -dijo San Pío X-, la fuerza de los malos es la cobardía y debilidad de los buenos, y todo el nervio del reino de Satán reside en la blandura de los cristianos».
No esperéis, pues, paz o progreso, sino abusos y matanzas dilatadas en el tiempo. Izquierdas, derechas, democracia y pueblo representan cuatro ideas que han quedado reducidas a dos: honradez y morralla. ¿Partidos de izquierdas y derechas? Mentira. Malhechores y honrados, eso es todo. Y mientras nos habituamos a ver la nueva realidad, todos los protagonistas de la Farsa seguirán a lo suyo: unos a defender sus corrompidos negocios y otros a gozar de sus migajas. La morralla a destruir o a contemporizar con la destrucción; los honrados a construir y luchar por un mundo mejor.
El problema es que, hoy, los honrados son tan escasos que podemos contarlos con los dedos de una oreja. El obstáculo es que, hoy, a la muchedumbre indiferente nada le afecta si tiene unos euros para la gasolina del carro y para la cañita de las doce. La cuestión, pues, es que, contra las hordas rojas y contra sus amos no se puede contar con los derechistas apátridas ni con la plebe inerte, a quienes ni la verdad ni el futuro de España les importan. Todos ellos están tan ocupados en sus problemas y gustos personales, en resolver sus contratiempos y licencias domésticas, que nada les concierne la justicia, la razón, la verdad ni la excelencia.
Pero la vida -o el cosmos, que en griego quiere decir «orden»-, sigue sus propias leyes, aunque nosotros las desconozcamos, no sepamos qué hacer con ellas o tratemos de desnaturalizarlas, que es lo que en la actualidad persiguen los Señores Oscuros y sus sicarios. Y los pájaros seguirán volando e ignorando el porqué de su vuelo. Y también para los diablos se bajará el telón y concluirá su hablar, su respirar y su vivir. Quédense los débiles, temerosos de su particular infierno -la verdad, la libertad, el mundo-, refugiados en sus sectas, congregaciones y fratrías, pero aquellos que han experimentado el poder de la Providencia no cultivarán nunca en su ánimo el temor ni el deshonor, y se esforzarán por combatir al Mal y por aceptar, sin júbilo ni ira, lo que la vida ofrece.
Autor
- Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Es curioso. Los católicos que profesan su fe con el error herético y anatema de la doctrina social suelen decir que:
a) los «impuestos deberían ser para el bien común»
b) los «políticos deberían ser honrados, honestos y trabajar por el bien común sirviendo a los demás»
c) el derecho «debería hacer honor a la justicia (social)»
d) la seguridad social es «fruto de la doctrina social de la «iglesia»»
e) el católico «tiene que involucrarse y comprometerse en la política, ha de ir a votar y ha de tomar parte activa en la política»
f) «con la política se puede cambiar el mundo para «bien»»
g) «hay políticos que son buenos, honrados y trabajan para el bien común»
h) el principio de «solidaridad es muy cristiano»
i) el principio de subsidiariedad es «cristiano»
j) la «política es caridad social», la «forma más sublime de caridad»
…
Luego se llevan las manos a la cabeza con tantos templos vacíos, tan pocas vocaciones sacerdotales, tanto vaciado de monasterios, conventos, abadías, con tanta herejía (la mayoría no cree en la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía ni cree en la existencia del infierno o condenación eterna, ni reza nunca, ni va a misa, ni frecuenta ningún sacramento, ni lee las Sagradas Escrituras, se toma a chufla a todos los santos de todas las épocas diciendo que en ellos no es necesario creer, que eso son revelaciones particulares y que no hay porqué creer en ellas, como si hubiesen sido llevados a los altares como meros especuladores o cuenta cuentos,… en fin, la lista de ultrajes, sacrilegios e indiferencias en la Santa Iglesia Católica no para de acumularse, incluso entre los prelados engañados por el demonio de la política, eso sí, afirman que lo principal de la Iglesia es ser solidario como Caritas y Manos Unidas, que con eso basta, la «sola solidaridad» diríamos en términos luteranos). Luego vendrá el llanto y el rechinar de dientes.
Lo que no se les pasa por la cabeza, hay que ver:
a) Que Dios no impone la salvación a nadie. Que la Hacienda, nacional, internacional, local, regional, provincial, etc., así como la seguridad social serán para el hombre, y no el hombre para la Hacienda y la Seguridad Social. Que si la fe no se impone, como Cristo no impuso su seguimiento y amarle por encima de todos y todo, ¿por qué hay impuestos? Además, si con impuestos se recauda 100, ¿qué impide que se recaude 100 también con donaciones? La donación (caridad o amor) es cristiana, el robo es satánico. Y los impuestos son un robo.
b) los políticos son falsos profetas, sin más, como los ladrones roban y los asesinos matan.
c) el derecho es precepto de hombres, por tanto siempre interesado. Fuera de la Ley de Dios no hay ley.
d) Nada hay seguro en esta vida.
(Sigo con el permiso amable de este valiente medio y el autor del artículo)
d) la Seguridad Social es fruto de un engaño demoníaco de masas. Su origen populista se ubica en la Alemania del anticristo de la Kulturkampf, Bismarck, que engañó a sus compatriotas para evitar que Alemania cayese bajo poder marxista en pleno siglo XIX y la efervescencia del pensamiento económico falaz del «welfare state», un error criminal para todas las generaciones sucesivas desde entonces (que ha quitado el pan al hijo para dar de comer al jubilado padre). La Seguridad Social, que ni es segura, ni social, sino socialista, constituye una estafa piramidal, una hipoteca sangrienta para el futuro de las naciones y las generaciones venideras, un chantaje terrorista sobre los hijos y los nietos, que sufren las horrorosas consecuencias de haber espoliado al padre o al abuelo sin su consentimiento, una irresponsabilidad máxima de falsos profetas (políticos) a cambio de apoyo debido a su sed insaciable de poder (concupiscencia del árbol del bien y del mal del que el hombre no para de abusar desde Adán y Eva, desgraciadamente también prelados sedientos de poder y falsos creyentes como los de la teología de la liberación y la dsi), un lastre cada vez más pesado para el crecimiento económico a largo plazo (probado por la moderna teoría del crecimiento económico y los datos empíricos, que han mostrado una importante merma de la tasa de crecimiento a largo plazo como consecuencia de la pesadísima carga de las cotizaciones. Por cierto, una tasa de crecimiento menor en medio punto porcentual durante unos pocos años supone la diferencia entre dar o no dar de comer al hambriento, dar o no dar de beber al sediento, vestir o no vestir al desnudo, acoger o no acoger al sin hogar, etc. Luego vendrán el llanto y el rechinar de dientes por haber votado a esos falsos profetas culpables de la desgracia), un acto de egoísmo desorejado de los que no miran otro tipo de consideración que cotizar para luego tener una pensión aunque se hunda el mundo o sea un sistema de pecado mortal de corrupción sin fondo, un corban (en términos teológicos), pues ha fomentado el desentendimiento de los hijos respecto a los padres, abandonados a su suerte en pensiones o dejados solos en su vejez buscando «autojustificación» en que ya se cotiza para que vivan tras la jubilación, una fuente de injusticias creciente (se concede pensiones de la manera más salvajemente arbitraria para comprar voluntades electorales o votos e incluso inmoral y soez, pues se concede pensión a concubinos, concubinas, pervertidos, etc., que exigen el mismo trato que los casados. ¿Quién sería el subnormal o pervertido malvado que creó privilegios sin darse cuenta que todo el mundo exigiría lo imposible, el igual trato para todos, el camino a la autodestrucción?), etc. La Seguridad Social es un ROBO infernal. El deber inexcusable de toda persona mínimamente responsable (y la democracia no es más que una multinacional de la irresponsabilidad y del crimen contra las almas) es el santo ahorro cristiano para cuando no se pueda trabajar por diversas circunstancias. ¿Acaso se pretende que hasta el Estado ahorre en nuestro lugar?¿A tal grado de irreverencia idólatra se ha llegado?
Pues aquí los señoritos, señoritas y señorites de la DSI que han acaudillado, amordazado, engañado, manipulado y «sinodalizado» la «iglesia» (cuando se es viejo son otros los que a uno le ciñen y le llevan a donde no quiere ir) se quedan tan campantes pregonando a plena voz que la Seguridad Social se debe a ellos, que hay que llenarles la solapa de medallas. Veremos qué medallas les cuelga el Señor el Día del Juicio, tan fanfarrones que son. Jactarse del robo. Manda hue*, como diría el otro.
e) el católico puede apostatar de varias maneras. Una de las más fáciles es votar, hacerse afiliado de cualquier partido, confiar no en Dios, que es el Camino, la Verdad y la Vida, sino en los programas de los partidos políticos (es lo que han recomendado a la hora de ir a votar los de la DSI. No cumplen los políticos con nada, son capaces de entregar a sus propios parientes y van a cumplir con sus programas. Pero eso sí, los obispos políticos, como los de Alemania, bien que someten a terror a los fieles con aquello de que es una «obligación» condenarse por apoyar a embusteros en las urnas. Que Dios nos libre de tanta cizaña. Lo de Garabandal empieza a ser algo serio). El católico que se involucra en política pone en riesgo extremo su salvación al contribuir con la mentira, el engaño, la manipulación y la hipocresía, aparte de todos los crímenes que son atribuibles a la política, sea del signo que sea, para empezar, el aborto o genocidio de los no nacidos.
Si quemar incienso en señal de adoración al Emperador romano era apostasía, ¿cómo puede ser que los cristianos de hoy se queden tan tranquilos en conciencia participando libremente, sin imposición (salvo chantaje espiritual) en la satánica democracia votando, con activismo e incluso metiéndose en partidos políticos?
¿Alguien en su sano juicio podría creer que Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, incitaría a sus fieles a crear un partido político, hacer campaña política con mítines y combatir mentira con otras mentiras?
¿Dónde está la política en los Evangelios y en el NT, si hoy son lo más políticamente incorrectos?
¿Alguien en su sano juicio cree que ante los millones de políticos barrabases de todas las ideologías puede haber un «santo político» que los bata en unas elecciones democráticas a diferencia de Cristo, que perdió la elección pública con Barrabás ante los que habían contemplado tantos milagros que ni todos los libros del mundo podrían contenerlos? El Bien no puede ganar elecciones jamás, señores engañados, porque el mundo odia a Cristo. Está en el Evangelio de san Juan, léanlo y medítenlo antes de engañar a los fieles con su embustera DSI. Los caminos del Señor no son nuestros caminos. El Camino de salvación lo recorren pocos, el amplio y espacioso de la perdición muchos. ¿Cuándo se van a tomar en serio las advertencias del Señor, cuándo?
¿Alguien podría creer que hay un político que es mejor que Jesucristo Nuestro Señor, que no fue político y sí víctima de los políticos de su tiempo?
Pues oigan bien, que el que tenga oídos oiga y el que tenga ojos vea: los de la herética y anatema «doctrina social de la «iglesia»» (nadie salvo Dios y sus santos deberían atribuirse la voz de la Iglesia) sostienen que sí y animan a los católicos a condenarse al infierno por entrar en esa vorágine de mentiras y engaños que es la política. Dios, que por medio del Verbo Encarnado encargó a los católicos: «Id y predicad el Evangelio a toda criatura» (el Evangelio, que no la política de la DSI), separe el trigo de la cizaña empezando por su Santa Iglesia Católica Apostólica o no se salvará nadie.
f) Por sus frutos los conoceréis. ¿Ha cambiado algún político «para bien» el mundo? Algunos todavía esperamos que nos citen tan siquiera uno.
Por cierto, canonizar políticos para atraer fieles de su signo a la Iglesia de Cristo es ultrajar a Jesucristo Nuestro Señor en sus santos y santas de todas las épocas, desvalorizar la santidad y la obra de los santos y santas impagable.
Haber creado la Comunidad Económica del Carbón y el Acero y el EURATOM no es un MILAGRO, por mucho que quieran los de la DSI hacerlo creer a toda la Iglesia Católica. Ningún hombre va a poner «paz» entre la estirpe de la mujer y la de la serpiente, entre el trigo o Hijos de la Luz y la cizaña o hijos del Maligno. Nadie va a traer paz, porque la vida es milicia y el demonio no va a volverse bueno porque un papa, cardenal, obispo o sacerdote lo diga. Las organizaciones económicas internacionales no son milagros. Serán «bien común» o prosperidad de los poderosos y empresarios, y mal cada vez más intenso para los excluidos, aunque se les engañe con otro tipo de embustes. Que mientan como quieran, pero la Verdad es como el sol, no puede ocultarse.
Por cierto, de haber un «bien común» (no aparece la palabra común tras el bien en los Evangelios ni en el NT), ese no es otro que la Salvación de las almas, pues Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad. Ese y no otro es el BIEN, la salvación de las almas. Métasenlo en los corazones. LA SALVACIÓN ETERNA DE LAS ALMAS. DIOS QUIERE LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS, no la falacia del «bien común» del que tanto se hartan los políticos de invocar para engañar y atraer el beneficio a sus lobbies o partidos y grupos de presión.
Recuerden que santo Tomás Moro es tan santo como el ladrón arrepentido crucificado con Cristo (que fuera ladrón antes de su crucifixión no quiere decir que lo terminase siendo tras su contrición y sincero arrepentimiento). Que fue político hasta que se arrepintió de serlo tomando parte por el Señor ante el rebelde hereje zampapollos Enrique VIII, dando un ejemplo que deberían seguir todos, políticos y votantes si tuviesen valentía de hacerlo y no tantos prejuicios y complejos, siempre tan pendientes de su reputación personal y nada celosos del Nombre de Cristo en público. Los que sirven al Señor, no son políticos en ningún caso. No ha habido ni habrá santos políticos engañando para alcanzar el poder, que solo corresponde a Dios Nuestro Señor, aunque no pocos traten de usurparlo.
g) Todos los «políticos buenos» son los que se arrepintieron ante Cristo de haber sido políticos, los que han reconocido en la política un engaño de satanás para arrastrar almas al infierno en el que, debido a la DSI, la mayoría creciente de católicos ya no creen (véase estadísticas sobre valores y creencias, p. ej. The European Values Group de Lovaina). Buena faena nos ha hecho la teología de la liberación y la DSI como arietes del demonio en la Iglesia de Cristo, la Católica Apostólica. Buena faena. Que Dios nos libre de su perniciosa influencia que no tiene nada de amor a Cristo y sí de mundanidad.
Ojo con la política, pues Lucifer, Eva y Adán, Caifás y los sumos sacerdotes, Judas Iscariote, etc., sí que eran políticos, y la seducción y la soberbia son pilares de toda acción política, como lo es la concupiscencia de poder que solo debería detentar los que son santos, elegidos de Dios, y no los que no lo somos.
h) La solidaridad no la cita Nuestro Señor ni tan siquiera. El Señor no engaña, los políticos sí con su solidaridad. De hecho, la caridad ni la citan, pues odian la humildad y la humillación. Por eso han sustituido la solidaridad por la caridad engañando a innumerables fieles. El acomplejado por el demonio cree que la caridad es una humillación del pobre, por eso usa la solidaridad, como si no fuéramos todos beneficiarios de la Caridad de Cristo en la Cruz, como si fuéramos autosuficientes y nos diese vergüenza de recibir ayuda. Hay que ser necio. Es necesario humillarse y humildad para ser de Cristo. El que rechaza la humildad no es merecedor de la salvación obrada por el Señor. Ya pueden manipular la Bíblia en sus 27 libros del NT, que la solidaridad no es citada como virtud en absoluto. Es más, la única acepción a la solidaridad que se hacen en el NT es en la segunda carta católica del Apóstol amado san Juan, en la que advierte que quien acepta doctrinas que no son de Cristo, se hacen solidarios con los que tales doctrinas propagan. Que cada cual examine su conciencia.
La solidaridad es la compartida consecuencia de un mal:
a) son solidarios los votantes respecto a todos los políticos, pues cuando se vota, aunque se haga en blanco o nulo, se da consentimiento a la voluntad no de Dios, sino de una mayoría.
b) son solidarios los tenedores de una póliza de seguro, de modo interesado (la caridad no es interesada, la solidaridad sí, aunque los obispos mientan con otra milonga), de forma que ante el acaecimiento de la contingencia cubierta, los daños se cubren con las aportaciones de las primas de todos los asegurados. Ese es el principio de los seguros, la solidaridad ante el riesgo.
c) son solidarios por interés los afiliados a un sindicato. El «proletarios del mundo, uníos» es una llamada a la solidaridad de trabajadores, pues un trabajador individual no puede exigir mayor retribución y beneficios laborales sin sufrir las consecuencias, sino de la maldad del empresario, si su desconfianza (si reclama, no está agusto en la empresa, puede deducir el empresario. Esa es la desgracia del mundo del trabajo).
(sigo con permiso del autor y del medio si lo permiten)
d) la solidaridad es el vínculo que une, por interés no deseado, a los socios colectivos de una sociedad de capital, pues deben responder solidariamente de las pérdidas de la compañía ante los acreedores, incluso en una cuantía que excede el patrimonio resultante de la liquidación. Así, la solidaridad puede llevar a un hombre a dejar de financiar una operación de su hijo por tener que afrontar una deuda solidariamente, incluso incrementada con la insolvencia de su anterior socio o socios. Así es la solidaridad. ¿Debe un obispo predicar la solidaridad en lugar de la caridad? Si lo hace tendrá que responder ante Jesucristo Nuestro Señor en su Juicio. Y ojo, que ya nos advirtió muy severamente la Santísima Virgen María por medio de los pastorcillos beatos de Fátima: «Que no ofendan más al Señor, que ya está muy ofendido» (1917).
¿No se ha tenido suficiente con la Segunda Guerra Mundial y el triunfo de Rusia y sus cómplices extendiendo las puertas del infierno por toda la tierra que se quiere aún muchas más desgracias?
Hay que meditar bien las Sagradas Escrituras. Fíjese todo el mundo en la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios, concretamente los primeros versículos del capítulo 13, en el que el Espíritu Santo se sirve de su puño y letra para describirnos magistralmente el Amor o Caridad. Trátese de sustituir la política o la solidaridad y verán el engaño diabólico que implica confundir o sembrar engaño o confusión con esta virtud teologal sin la cual no hay salvación eterna posible. No se deje engañar nadie: CARIDAD, caridad y más caridad. Fuera complejos y prejuicios. TODOS NECESITAMOS CARIDAD. Necesitamos la gracia de Dios, que es don o caridad divina para nuestra salvación. ¿No hemos, pues, de ser nosotros caritativos, cuando no somos más que simples sarmientos de la Vid, que es Cristo?
Si uno quiere ir al infierno directo y rápido, niegue la caridad. Si uno es prudente, que no desafíe a Dios, que no abuse de su Misericordia con falsas doctrinas interesadas.
…..
i) El principio de subsidiariedad es mundano, no cristiano. Lo cristiano es el abandono en la divina providencia. Recomiendo la lectura y reflexión del libro «Historia de un alma» de santa Teresita de Lisieux para comprenderlo. Dios nos quiere como niños en brazos de su padre o de su madre, totalmente confiados a su Misericordia pase lo que pase. Hemos de ser de corazón puro como niños si queremos entrar en el Reino de Dios. No hay excusa. Los niños viven abandonados a la providencia de sus padres. El cristiano vive abandonado a la Divina Providencia sin preocuparse por el mañana, porque nadie puede añadir un minuto al tiempo de su vida, ni un latido a su corazón, ni un pelo a su cabeza, ni un día más al tiempo de su vida terrenal.
No vivir el abandono en la Divina Providencia es no confiar en Dios, tal cual. Y Dios se queja de que ya ni sus almas consagradas confían en su Misericordia. Por eso pasan tantas desgracias. Se confía en políticos y no en Jesucristo. No se dice todos los días con todo el alma y el corazón: «Jesús, en Tí confío» o «Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confío». No. Ahora se pide confiar en políticos «para cambiar el mundo».
Predicar y promover la intervención del Estado en la vida de las personas bajo la denominación de «principio de subsidiariedad» es una insensatez que por desgracia ya llevamos pagando varias décadas. Se confía, como Eva, en el demonio seductor, y luego viene lo que viene. El Estado no puede transgredir ni una sola tilde de la Ley de Dios. Si el Estado transgrede los mandatos del Señor, el Estado es ilegítimo defienda quien lo defienda. Ni una sola ley o derecho (preceptos de hombres) puede transgredir los mandatos de Dios. El poder debería estar en manos de los que tienen autoridad, los elegidos de Dios, los santos y santas, los únicos que obedecen el principio de ser primeros por ser esclavos de los otros, como nos mandó el mismo Señor.
j) ¿No tuvo pretensión de poder (política) Lucifer y los ángeles rebeldes?(véase santa Brígida de Suecia en la carta que el Señor le dicta para el papa de Aviñón de su época en pleno siglo XIV. La santa sueca fue elevada a Patrona de Europa por san Juan Pablo II. Esa es su autoridad).
¿No tuvo pretensión de poder Eva y Adán atribuyéndose lo que está bien o mal, como hacen los políticos?
¿No tuvo pretensión de poder el sanedrín, los sumos sacerdotes, los escribas y fariseos, Caifás, Anás, etc., cuando vieron en el Señor un peligro para su posición de poder en Judea ante los romanos cuando Lázaro fue resucitado?
¿No tuvo pretensión de poder la madre de los hermanos Zebedeo, Santiago y Juan, cuando le pidió sentar a sus dos hijos a cada lado del Señor, y los propios apóstoles discutiendo quién era el mayor?
¿No tuvo pretensión de poder Judas Iscariote cuando entregó al Señor por treinta monedas de plata al ver frustrados sus planes políticos?
¿Seguro que no ha habido pretensión de poder detrás de todos los cismas habidos en los dos últimos milenios y en los que amenazan con producirse?
¿Es «noble», pues, la política o, por el contrario, es satánica?
Eliminen la teología de la liberación, la mal llamada doctrina social «de la Iglesia», la teología feminista y lgtbi y todo lo que atenta contra el Sacratísimo Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María. Elimínenlo o respondan por ella ante el Señor el Día del Juicio. Los prelados deben ser pastores, no asalariados, deben ser santos varones, no políticos, deben salvar almas, no llevarlas a la jauría de lobos a que las degüellen (perdición eterna). Han de apaciguar al rebaño y mantenerlo unido y no dispersarlo con política. Cuidado con desafiar a Dios dentro de su Santa Iglesia Católica Apostólica. Cuidado con la Furiosa Cólera de Dios Todopoderoso. Ya hemos tenido bastante con la desobediencia a la petición de Fátima. No compliquen aún más las cosas, no conduzcan las almas al infierno, que ese no es su cometido. La Verdad por encima de todos y de todo. El católico da testimonio de su fe, de la Verdad, no de la política. No insistan. No sean cerriles. Abandonen las falsas doctrinas inmediatamente, que el Señor puede venir cuando menos lo pensemos.