18/05/2024 06:21
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La moción de censura ante Sánchez, propuesta por VOX, y la convocatoria para el 21 de enero, propuesta por Rosa Díez, de una manifestación conjunta de los constitucionalistas son, en estos momentos, dos importantes gestos para hacer algo constructivo y de impacto. Para que todo ello fructifique es necesario tener una estrategia finalista y una estrategia instrumental.

La estrategia finalista consiste en establecer el objetivo común fundamental que se desea alcanzar. Ese objetivo no puede ser llegar al poder, lo principal es explicar para qué. Afortunadamente, los tres primeros artículos de la Constitución, soberanía del pueblo español y Estado de derecho, unidad de España y el castellano como lengua común de todos los españoles, indican el objetivo a conseguir por los constitucionalistas.

Es evidente que Pedro Sánchez no está respetando ninguno de ellos. Está violentando el Estado de derecho con sus actitudes ante el tema de la sedición y de la elección de los magistrados del constitucional. También está disminuyendo la soberanía del pueblo español en su conjunto y abriendo la puerta a que los “distintos pueblos” de España sean soberanos en sus respectivos territorios. No pone el menor énfasis en la unidad de España, ya que no frena los intentos rupturistas. Tampoco parece que atribuya la menor importancia a que el castellano o español siga siendo la lengua común de toda España. En resumen, está tirando por tierra aspectos clave de la Constitución de 1978

En respuesta a ello la estrategia finalista constitucionalista debe tener un objetivo muy claro: afirmar y aplicar con rotundidad los tres primeros artículos de la Constitución. Asimismo, deberían reconocer que la Constitución se basó en el espíritu de reconciliación y de superación del guerracivilismo, lo cual debería también ser tenido en cuenta si se quiere formar un bloque constitucionalista sólido.

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Convendría además que se reflexione sobre las causas que nos han llevado a la situación actual a la que, no cabe negarlo, se ha llegado dentro del marco constitucional. La de más impacto, técnica y políticamente, han sido las transferencias excesivas de competencias a las autonomías, en particular las de educación y sanidad, pero también seguridad, prisiones y otras. Se ha ido mucho más allá de la descentralización de la gestión y se ha dado lugar a que prolifere en España un reino de taifas insolidario y descoordinado con el resto de la Nación y, en varios casos, desleal y contrario al propio sentimiento de pertenencia a la Nación española, que es el fundamento de la Constitucion, como explícitamente señala su artículo segundo. Parece obvio que si no se frena y revierte esa deriva insolidaria, descoordinada y rupturista estamos caminando hacia la desaparición de España como nación.

A continuación, cabe plantearse el diseño de una estrategia instrumental, es decir qué medios utilizar para alcanzar esos fines si una coalición constitucionalista llegara al poder tras las próximas elecciones generales. No obstante, no es imprescindible ahora buscar un consenso sobre este punto. Son los diferentes partidos constitucionalistas quienes en su día a día político y, sobre todo, en la campaña electoral podrán proponer las acciones que realizarán, si llegan al poder, para defender e implementar la esencia de la Constitución. No obstante, instrumentalmente, resulta necesario un cambio de actitudes entre los constitucionalistas. No cabe que VOX utilice los términos “derechita cobarde» o «veleta naranja» pero igualmente debe desaparecer el «cordón sanitario» que PP y Cs han utilizado contra VOX, a la vez que lo descalifican como «extrema derecha», lo cual carece de fundamento, siendo como es un partido absolutamente respetuoso del marco constitucional.

En cuanto a los socialistas, los constitucionalistas deben diferenciar entre los socialdemócratas de estilo europeo, como es el caso de Rosa Díez y Joaquín Leguina, y los socialistas marxistas que lideran el PSOE actual y que a estas alturas aún se muestran incapaces de reconocer el carácter criminal del marxismo de Marx y Engels. Los primeros pueden formar, sin reparo alguno, parte del grupo constitucionalista pero los segundos no caben en él pues mantienen una actitud comprensiva ante Cuba, Venezuela, Nicaragua y la historia del comunismo, absolutamente incompatible con la democracia parlamentaria.

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En cuanto a las formas, es necesario que los constitucionalistas opten por un clima de diálogo inclusivo, centrado en términos moderados y prudentes, lo cual no es incompatible con evitar ambigüedades ni con presentar la verdad de los hechos.

En suma, en el momento actual de España, ante la deriva de Sánchez y su gobierno Frankenstein, es muy necesario y oportuno realizar gestos firmes de unidad constitucionalista que dejen claro sus fines y que ayuden a la sociedad española a comprender la urgencia de optar por políticas que reafirmen la solidaridad entre todos sus ciudadanos y todos sus territorios, Comunidades, provincias e islas. España tiene una gran historia, con un saldo muy positivo de aportaciones a la Humanidad y puede y debe contribuir con fuerza a que nuestro planeta llegue a ser una gran familia mundial.

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José Luis Fernández

El Partido Popular (PP) está muy cómodo con la configuración territorial del Estado de las Autonomías porque le permite tener contentos a un puñado de caciques territoriales, algo similar a lo que pasaba con la Confederación Española de Derechas Autónomas (es decir, la CEDA). El PP no tiene un modelo para la organización territorial de España, ni para su forma de estado; aunque el Sr. Feijóo diga una y otra vez que su partido va a defender el orden constitucional en realidad le da igual que España sea un estado unitario o un estado autonómico, una monarquía o una república. Lo que verdaderamente le interesa a la derecha burguesa es seguir con sus negocios.

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