20/09/2024 00:37
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Miquel Giménez, periodista y escritor, Barcelona 1959. Trabaja desde hace treinta y cinco años en los medios. Actualmente escribe para Voz Pópuli y es tertuliano en e programa Herrera en COPE, así como analista en Al Rojo Vivo. Autor de numerosos libros, el último es “PSC: Historia de una traición”, publicado por Deusto. Está casado y tiene un hijo. Nos habla de la actualidad política catalana así como de la pandemia y sus consecuencias económicas.

¿Qué es lo que ha frenado realmente el proceso independentista, el encarcelamiento de los políticos, la pandemia u otros motivos más profundos?

Lo ha frenado la división interna de los separatistas, porque ni el Estado ni los partidos han sido capaces de frenar la deriva totalitaria del nacionalismo catalán. Esa intención racista que demuestra el profesor Francisco Caja en su imprescindible libro sobre la raza catalana ha sido el hilo conductor que no podía llevarlos más que al intento de golpe de estado del 1-O. Lo pragmático, y también lo cobarde, de sus dirigentes han reconducido, aparentemente, la virulencia del proceso. Pero el supremacismo lazi se ha instalado como una herida permanente en la sociedad catalana y es de muy difícil extirpación.

La destitución de Torra, sin apenas protestas, ha sido un gran gesto de debilidad del separatismo.

Torra era simplemente un parche para disimular la ruptura provocada entre JxC y Esquerra con la fuga de Puigdemont, por un lado, y el ingreso en la cárcel de Junqueras por el otro. Ese matrimonio de conveniencia tenía los días contados. La ex Convergencia sabía que estaba destinada a ser un movimiento amortizado y precisaba parasitar a Esquerra en aras de una unidad que jamás se creyeron ni unos ni otros. Precisamente en esa inacción ante la inhabilitación de Torra se percibe nítidamente lo instrumentalizado que ha sido todo este proceso.

Muchos piensan que el proceso secesionista realmente está muerto y solo es mantenido artificialmente por la prensa separatista.

La gente se movilizaba porque los partidos separatistas le hacían salir a la calle. De ahí que los números fuesen siempre los mismos. Eran los votantes separatistas de siempre, que votaban Pujol en su día y ahora creyeron que había llegado su momento. Con JxC y Esquerra de brazos cruzados, las calles se han visto ayunas de macro manifestaciones dando paso a otra cosa más inquietante, la violencia de Tsunami, de los CDR, de las CUP. El proceso, como tal, ha terminado por quedar reducido a una ideología claramente racista y a un problema de orden público.

En las próximas elecciones continuaría habiendo mayoría de fuerzas independentistas, si bien muy divididas.

Cierto, pero me remito a la anterior respuesta. Ahora que la hegemonía separatista parece recaer en Esquerra, el mercadeo pujolista volverá a ser la estrategia más común. Pelearán por una reforma constitucional que consagre una singularidad especial a Cataluña y más dinero. Pero no les interesa la algarada puesto que ellos son ahora los nuevos encargados de esa razón social llamada Cataluña.

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Se desploma Ciudadanos, crecería algo el PP y aparece en escena Vox, pero el llamado bloque constitucionalista está muy lejos de sumar.

Serán unas elecciones en las que lo único notable será ver cómo queda la hegemonía en el campo lazi, en el que Esquerra será probablemente la vencedora frente a una neo convergencia dividida y sin un líder claro. Por su parte, el llamado bloque constitucionalista tiene poco que hacer. La desastrosa administración que ha hecho Ciudadanos de su apabullante triunfo en las pasadas autonómicas lo lleva, forzosamente, a hundirse, porque su electorado está dolido, y con razón, y porque Carrizosa no es carismático.

El PP puede crecer, porque Alejandro Fernández es inteligente, pero jamás alcanzará y menos ahora un número de escaños lo suficientemente importante como para ser una carta decisiva en la política catalana. En cuanto a VOX está bastante claro que entrará en el Parlament, pero nadie espera que tenga el número de votos que le permita alcanzar más de un pequeño número de diputados. Sumados los tres partidos, no representan una amenaza ante el separatismo o un posible tripartito entre PSC, podemitas y, o bien Esquerra, o bien JxC. No es improbable, habida cuenta que los socialistas están jugando a las dos barajas tanto en Madrid como en Cataluña.

Las consecuencias económicas de la pandemia que sufre toda España, afectan duramente a Cataluña con la ruina de un verano sin turismo y el cierre de bares, que puso la puntilla a muchos de ellos…Usted en un artículo titulado Cerrado por defunción habla del drama de aquellos que se quitan la vida por perder su negocio de tantos años…

La ruina económica es, en realidad, la auténtica pandemia a la que deberemos hacer frente en los próximos años todos los españoles. En parte hija de la pandemia, pero también por la incapacidad del gobierno de la nación así como del autonómico de implementar medidas para ayudar a las empresas. No se ha condonado ni una sola de las cargas impositivas, al contrario, se han aumentado como en el caso de los autónomos. El sesgo anticapitalista suicida de los responsables ha sido inédito en la historia europea contemporánea. Desde las empresas que se marcharon por culpa del proceso a las que Junqueras despreciaba con un “Ya volverán” a la quiebra de los pequeños y medianos negocios por no poder afrontar las cargas de unos negocios que no facturan, el tejido económico español y, singularmente, el catalán está condenado a declararse en quiebra.

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Eso conlleva la pérdida de cientos de miles de millones en impuestos, así como millones de desempleados. Todos los cálculos oficiales pecan de un buenismo terrible. De ahí que aumentar el gasto público y los subsidios a cambio de nada sea una locura. Sin nadie que contribuya al fisco por carecer de empresa, ¿de dónde sacará dinero el gobierno para hacer todo lo que se propone? Se fía todo a esa mágica Europa que se supone ha de venir a sacarnos las castañas del fuego vía unos viáticos que, en primer lugar, si llegan tendrán que ser devueltos con intereses en su mayor parte, y por otra son a todas luces insuficientes para el terrible agujero que tiene a día de hoy la economía nacional.

Con el desplome del sector del turismo y con un país que optó por un modelo productivo de servicios basados en la hostelería y la restauración, habrá que replantearse muchas cosas.

Pero con este gobierno es imposible cambiar nada de manera seria y rigurosa. La única alternativa es la contención del gasto público, las quitas y condonaciones de impuestos a autónomos y empresas, el fomento vía exenciones tributarias de nuevas empresas, la incentivación de estas en terrenos como la informática, la industria aeroespacial, la industria militar o la investigación médica. No son cosas en modo alguno novedosas, se trata de aplicar el sentido común. Que siempre es el menos común de los sentidos, especialmente entre los gobernantes demagogos.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.