El fango de Sánchez, fabricado por su maquinaria de corrupción, amenaza con tragárselo cuando ha perdido toda credibilidad como gobernante no sólo en España sino también en el mundo que observa con indignación las trapisondas criminales que pretenden exterminar el Estado de derecho, para encubrir la mafia que ha favorecido no sólo a su familia sino a cuantos se han dejado comprar por la dilapidación de los recursos públicos usados sectariamente para mantenerse en el poder.
Con la certeza de un cariz delictivo donde se dirige con totalitarismo contra toda España para tapar sus fechorías en connivencia con todos y cada uno de los diputados del PSOE, nos preguntábamos que quién iba a poner el cascabel al gato cuando ejerce el poder el mismo delincuente que intenta esquivar la acción de la Justicia cercenando las libertades. Y ha sido el Tribunal Supremo el que en el ejercicio ecuánime de su deber imparcial ha recibido la denuncia de Hazte Oír pasando el primer filtro cuando el Alto Tribunal ha designado un magistrado ponente, Vicente Magro Servet, para conocer la causa.
Después de los ataques repetidos contra los tribunales que no han sido prostituidos como el que comanda Conde-Pumpido, lo cierto es que el pulso contra las fechorías del cada vez más sospechoso Pedro Sánchez ha tomado solidez en la apertura de múltiples frentes judiciales que se presumen en próximas semanas de mayor número, proporcional al cariz criminal de las múltiples tramas que apuntan directamente hacia la responsabilidad penal de Pedro Sánchez. Un mafioso político que se parapeta tras el intervencionismo gregario que ha intoxicado la imparcialidad de los entes, instituciones y tribunales, ahora al servicio de un grupúsculo político que ha perdido toda dignidad y que sólo se sostiene por el modo torticero, estafador y amoral de mantenerse en poder secuestrado desde el 2018.
Con el estrecho embudo de las evidencias vislumbrado desde Europa y fortalecido por las numerosas denuncias que van calando en los responsables jurídicos, Pedro Sánchez maniobra con su acostumbrada fullería para intentar frenar la engrasada máquina de la limpieza a la que se ha sumado el Tribunal Supremo. Contemplamos con expectativa este equilibrio del poder judicial frente al mezquino poder que ejerce el presimiente desde La Moncloa, ora atrincherado para evitar el aborrecimiento del pueblo, ora manifestándose con su incondicional y nauseabundo séquito de seguidores carente de decoro y conciencia, tal y como sucede con los medios de desinformación vendidos en el putiferio del ventajismo más repugnante.
El mismo día que Begoña Gómez no ha declarado, cuando VOX había manifestado la intención de que Pedro Sánchez declarara como testigo en la causa de su pareja, el Tribunal Supremo irrumpe para cumplir con una labor de imparcialidad contra la que, es previsible, arremeterán los rameros, rameras y rameres de turno intentando defender como perros de su amo las miguitas que les caen del banquete de la indecencia.
La Justicia sigue su cauce y no es culpa de los jueces las abrumadoras pruebas de que Sánchez es un criminal al frente de un país donde urge su desaparición política, para que no siga usando torticeramente los estamentos que despiertan cuanto más se sabe del juego sucio esgrimido de La Moncloa. Pedro Sánchez está acabado pero sigue siendo difícil poner el cascabel al gato, aunque todo llega.
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HAZTE OIR, MANOS LIMPIAS, EXTRAORDINARIAS ORGANIZACIONES DEMOCRATICAS DE JUSTICIA, PAZ ORDEN Y CONCORDIA, DEBEN ESTAR PONIENDO EN LOS TRIBUNALES LAS QUERELLAS Y DENUNCIAS A ESTE CABRON Y SUS CORRELIGIONARIOS, DE FORMA CONTINUA Y ASFIXIANTE, HASTA QUE CAIGA.