18/05/2024 04:29
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Marcos López Herrador (Úbeda, Jaén). Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada, donde cursó estudios de Ciencias Sociales y del Trabajo. Diplomado en Empresariales por el CUNEF. Diplomado en Marketing Financiero por la Universidad de Alcalá de Henares, y Agente de la Propiedad Inmobiliaria, Agente y Corredor de Seguros y Administrador de Fincas. Autor de publicaciones de historia como: “El test más divertido de la Historia” (Sekotia, 2015); «Mary Bell, la niña asesina» (Sekotia, 2016); “La rebelión de los amos” (Sekotia, 2017); “Imperio Español sin complejos” (Sekotia, 2020), «Roma eterna» (Sekotia, 2021), «La caída de Roma I», «Jaque al Imperio», «La Caída de Roma II», (Sekotia, 2021), «El final de los días», «La Caída de Roma III, (Sekotia, 2022) e “Historia de las Ideas Contemporáneas” (Sekotia, 2021).

También tiene poesía, ripios, ensayos, aforismos, relatos, novela, tales como: “Al cruzar tu estela”, “Hijos del abismo”, “Poesías de amor”, “Entre amigos”, “Poesía en el tiempo y otros versos”, “El amor y sus aristas”, “Ripios para mis amigos”, “Compañeros de fatigas”, “La vida frase a frase”, “Lecturas breves”, “El oficio de escribir”; “Crímenes de Cine” y “Las élites y el arte de la impostura”; También es autor de numerosos artículos y colaborador en periódicos como “El Telegrama de Melilla” o “Granada Económica” y otros digitales, como “Proverso” y colaborador del programa en Ivox, “El Día de Autos”. Ha sido colaborador en tertulias y programas radiofónicos, así como del programa “Poesía y más” de Onda Úbeda.

¿Por qué un libro titulado Los poderosos?

En realidad, el título completo es LOS PODEROSOS. LA REBELIÓN DE LAS ÉLITES MUNDIALES, y se titula de esta forma porque una de las tesis que sostengo es que, por primera vez en la historia de las revoluciones, se está produciendo lo que llamo una revolución inversa. Hasta ahora, en todas las revoluciones, que se han producido, se ha dado el hecho de que una clase inferior se ha rebelado para desplazar del poder a la clase superior, que lo ostenta, para arrebatárselo. Así ocurrió con la Revolución Francesa o la Revolución bolchevique. Sin embargo en esta ocasión es la élite dominante mundial, que ya tiene todo el poder, la que lleva a cabo un proceso revolucionario para desplazar al conjunto de los ciudadanos del disfrute de la prosperidad y los beneficios obtenidos a través del Estado del Bienestar, al que se destinan ingentes recursos económicos de los que ven pueden apropiarse, pues, desaparecido el bloque soviético, ya no es necesario mantener a los trabajadores occidentales alejados de la tentación de inclinarse hacia el comunismo.

Es muy significativa la frase para el que todo lo tiene, nada es suficiente…¿Por qué la ambición del ser humano es insaciable?

Forma parte de la naturaleza humana. El ser humano se ha desarrollado durante cientos de miles de años en un ambiente hostil en el que acaparar recursos extraordinariamente escasos era la única forma de sobrevivir. Esto nos ha hecho ser como somos y no estamos dispuestos a dejar pasar la oportunidad de hacer nuestro aquello de lo que podamos apropiarnos y, en ese sentido, no hay límite.

¿Qué factores se dieron después de la Segunda Guerra Mundial para que hubiera un cambio de paradigma tan importante en la política mundial?

El factor más relevante es el cambio del ejercicio de la hegemonía mundial, que pasa a ejercerlo los Estados Unidos, sucediendo en el mismo a la Gran Bretaña, que pierde su imperio acto seguido. El planteamiento geoestratégico anglosajón se fundamentó primero en destruir el Imperio español, y, una vez logrado esto, en no permitir, desde principios del siglo XIX, que surgiera una potencia dominante en el continente. Si tenemos en consideración esta clave, se pueden explicar todas las guerras habidas en Europa desde las napoleónicas.

La hegemonía norteamericana introduce un interés específico que consiste en no permitir de ninguna manera que surja un bloque que integre las tierras que van desde Lisboa hasta Vladivostok, porque esa sería la gran potencia mundial. No hay más que coger un globo terráqueo y mirarlo desde el Polo Norte para entender lo que digo. Estados Unidos ha impuesto una permanente división en ese bloque al que me refiero, lo que explica la división de Europa de la forma en la que se llevó a cabo con el Telón de Acero.

La Guerra Fría vino a consolidar esa radical división.

¿Por qué los dos grandes bloques actualmente son China y Occidente?

En realidad, lo que se pretende es que sean China y los Estados Unidos. Se ha decidido que Europa deje de tener ningún protagonismo a nivel mundial. Con la caída del Muro de Berlín, dejó de tener sentido mantener la prosperidad alcanzada y el Estado del Bienestar en la Europa occidental. Ya no hacía falta mantener a los trabajadores europeos alejados de cualquier inclinación de hacer una revolución comunista, porque el comunismo parecía haber desaparecido. Tampoco era necesario que los norteamericanos tuviesen que seguir soportando ver sus mercados inundados de productos europeos, especialmente coches, más baratos y de mejor calidad. Así que se decidió terminar con todo eso.

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La desindustrialización de Europa, las agobiantes normativas sobre cómo producir y el encarecimiento de la energía por el desarrollo de políticas ecológicas contrarias a toda lógica, están consiguiendo el objetivo de empobrecernos progresivamente y hacer nuestros productos nada competitivos.

La corrupción y los sobornos a cuanta autoridad europea tiene capacidad para decidir son los instrumentos que nos llevan a una ruina que es buscada por la potencia dominante, demostrando que Europa occidental es, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, un mero protectorado de la potencia americana. Por otra parte, la desaparición del comunismo significó también la desaparición del elemento esencial que había mantenido dividido el bloque Lisboa-Vladivostok al que antes me he referido. De hecho, el comercio con Rusia no hizo sino incrementarse, especialmente con Alemania, siendo el símbolo de una incipiente integración económica el gasoducto Nord Stream 2. No se podía consentir, así que llegó la guerra de Ucrania. Sólo queda ahora que el lector, a la luz de estas claves, se responda sobre quién ha volado el gaseoducto.

Otra de las decisiones tomadas para mantener dividida a Europa es la de islamizar la parte occidental. Repito que, si se utilizan las claves correctas, todo cobra sentido. Europa occidental labrando su propia ruina y Rusia atrapada estúpidamente en la guerra de Ucrania, dejan las manos libres a los Estados Unidos para enfrentarse a China por la hegemonía mundial.

¿Qué es la batalla cultural y cuando se empieza a hablar de ella?

La llamada batalla cultural se inicia en los años veinte del pasado siglo, desde que Gramsci sostuvo que, en contra de lo que predicaba el materialismo dialectico marxista, había que actuar sobre la superestructura cultural para lograr modificar la infraestructura, y conseguir así la transformación de las condiciones materiales de producción. Se trataba de dar la batalla en el ámbito de las ideas para, una vez cambiada la forma de pensar de la gente, transformar la estructura económica, política y social. Para lograrlo, había que infiltrarse en el mundo del conocimiento y de la cultura para dominar el relato y sentar las bases ideológicas de una nueva realidad. Era necesario controlar las universidades, la enseñanza en general, el mundo del arte y del espectáculo, la prensa y otros medios de comunicación. Era indispensable encontrar un nuevo sujeto político que no fuese el obrero, que en una sociedad capitalista tendía a acomodarse y a aburguesarse.

Se hacía imprescindible articular a una serie de minorías que pudieran considerarse víctimas de la opresión de una mentalidad o de una cultura capitalista y opresora, para provocar su enfrentamiento con el opresor. Así pondrán atención sobre las mujeres, víctimas de la opresión de los hombres, homosexuales, víctimas de los heterosexuales, negros, víctimas de los blancos, pobres contra ricos, etc. Este conjunto será el nuevo sujeto político. Al desarrollo de estas ideologías contribuyeron, Lukács en principio, Korsch, Della Volpe, Sartre, Althusser, la Escuela de Frankfurt, con pensadores como Benjamín, Adorno, Marcuse, Horkheimer, Erik Fromm, etc. Más adelante, Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, o Jacques Derrida completarán el marco ideológico en el que se mueve la actual cultura dominante.

¿Cómo podríamos definir el gran reseteo y por qué las élites buscan ese objetivo?

Desaparecido el bloque comunista, las élites mundiales hipercapitalistas financieras, encuentran que ya no es necesario destinar la ingente cantidad de recursos que se aplican a mantener el Estado del Bienestar y sostener la prosperidad que disfrutan las clases medias y trabajadoras. Deciden entonces que ha llegado el momento de apropiarse de toda la riqueza disponible en beneficio propio, para lo que utilizan los instrumentos del Neoliberalismo y la Globalización. En eso están. Pero desde que comenzó el siglo XXI se han producido con velocidad vertiginosa una serie de revoluciones que van a cambiar radicalmente el mundo tal y como lo conocemos, siendo esta una realidad que por estar produciéndose a la velocidad que menciono, somos incapaces de asimilar o comprender en toda su extensión.

Las revoluciones a las que me refiero son: El desarrollo de la robótica, la nanotecnología, los ordenadores cuánticos, la inteligencia artificial, los big data, la realidad virtual, el transhumanismo, etc. En un futuro inmediato, no serán necesarios los trabajadores para producir ni un número elevado de personas para mantener la estructura económica con su demanda y, por tanto, sobra la gente. Ya no es necesaria y, por mucho que se la reduzca a la miseria, miles de millones, por poco que consuman, supone una devastación de los recursos naturales de forma inútil. La solución, por consiguiente, según estas élites mundiales es «El Gran Reseteo», o lo que es lo mismo, reducir drásticamente la población mundial a aproximadamente quinientos millones de personas en todo el planeta.

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¿Qué es el llamado comunismo estatal y qué relación tiene con la Agenda 2030?

La agenda 2030 es un programa para legitimar sus actos y encubrir sus fines, por parte de las élites mundiales a las que me vengo a referir. Si se analiza con cuidado, sus fundamentos no tienen más valor que el de un discurso de Miss Universo. Resulta que recoge todos los problemas con los que se enfrenta la humanidad desde hace miles de años y todos se van a resolver en los próximos diez años. Si de la propia lectura de la agenda no se deduce el fraude que es, es que no se ha entendido nada.

Su aplicación en realidad es el camino para destruir el sistema tal y como lo conocemos para posibilitar el Gran Reseteo. Y, en este sentido, no debe sorprendernos la coincidencia, aparentemente inexplicable que existe entre las propuestas que salen de Davos y el discurso del neocomunismo que procede del Grupo de Puebla. La explicación es bien sencilla: Unos y otros pretenden la destrucción del sistema, pues bien, las élites financieras están utilizando al comunismo y a la extrema izquierda para que realice ese trabajo sucio de destrucción. No lo saben o no quieren saberlo, pero los comunistas hoy trabajan para las élites que los tienen comprados a través de la financiación a ONGs, fundaciones, organismos internacionales, etc. Por eso coincide el discurso de unos y otros, predicando un globalismo insensato.

Quieren a la gente pobre y sometida, pero esto no es fácil de conseguir, pues el ser humano siempre anhela superarse y sobre todo la libertad.

El anhelo de superación y de libertad es propio de personas con capacidad de pensar, con sentido crítico y capacidad de decidir. Es por eso por lo que desde hace años se está haciendo todo lo posible por aborregar a la población, degradando hasta el extremo la formación de la juventud y banalizando los mensajes transmitidos por los medios de comunicación, meros transmisores de la hegemonía ideológica dominante. Se busca crear el hombre que forme parte de una masa fácilmente manipulable desde el poder. Sólo anhela la libertad quien tiene la capacidad de ser libre.

Vuelve a estar presente el eterno debate entre la libertad y la seguridad…

Está y estará siempre porque ambas forman parte de la naturaleza humana, que busca capacidad para decidir qué es lo que se desea conseguir y poner los medios para crear, conquistar y obtener nuevos logros, asumiendo los riesgos que ello implica, mientras que por otra parte el instinto de conservación busca seguridad.

La frase «no tendrás nada y serás feliz» trata de aunar de forma fraudulenta y falsaria la seguridad con la libertad para alcanzar la felicidad.

¿Qué papel tendrá en esta lucha por el poder el dominio de la tecnología y la inteligencia artificial?

Tendrá un papel de absoluta importancia, porque el futuro inmediato se basa en el desarrollo tecnológico y la inteligencia artificial será el instrumento en el que se basará ese desarrollo.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Pues toda la historia de la humanidad ha sido así. No hay novedad alguna, no engañen ni se engañen. Han sido siempre los poderosos los revolucionarios y anticristos, que es lo mismo. Tanto en la Francia de Felipe IV el rey revolucionario esclavizador de los papas de Aviñón, sus funcionarios y rehenes, y sangrienta persecución de las órdenes militares católicas cruzadas, en la Europa de los obispos iscariotes de Lutero, Calvino y Enrique VIII revolucionados contra Cristo con su traición que aún dura insensatamente por su soberbia empedernida, en la Inglaterra del tirano regicida y usurpador del trono inglés Oliver Cromwell y sus nobles seguidores, con la masonería revolucionaria anticlerical y anticristiana de los poderosos de Francia e Inglaterra, que querían y quieren destruir la Santa Iglesia Católica Apostólica (a tanto aspiran en su codicia y soberbia enferma sin solución, eso sí, sin dar la cara, en la oscuridad siempre), con la ilustración revolucionaria de anticristos engreídos contentos de haberse encontrado a sí mismos mirándose siempre el ombligo de sus logros «científicos» (superstición e idolatría racionalista), con las satánicas revoluciones francesa de nobles y aristócratas ilustrados racionalistas adoradores de la «diosa razón» (de la razón enferma y engreída soberbia) y rusa de la intelligentsia de Lenin demás señoritos bolcheviques (a los que posteriormente premió Stalin adecuadamente, como se premió a Robespierre el nueve de termidor) que manipularon y asesinaron a placer a decenas de millones de harapientos mujik codiciosos de tierras tras su revolución de terror y sangre desbordada.

Karl Marx, F. Engels, Lenin, Trotski, Zinoviev, Kamenev, Rosa Luxemburg, Gramsci, Mao Zedong, Pol Pot, Ho Chi Min y la inmensa mayoría de revolucionarios marxistas eran señoritos finos como ellos solos, de familias que no sudaban ni se fatigaban en absoluto para vivir como ricos y poderosos, que no aradores, labradores, pastores y peones de construcción, ni obreros de fábrica alguna (a lo sumo altos funcionarios), por mucho que su propaganda los disfrace de otro modo.
Y entre los conservadores (antiguamente llamados liberales) exactamente igual o incluso mucho más (en el caso de los de «sangre azul», buena parte de ellos pervertidos adúlteros de palacio y guarros a más no poder): O. Cromwell, J. Locke, D. Hume, G. Washington, T. Jefferson, Voltaire, Rousseau, Robespierre, etc.
Y, aquí en España, los conservadores o liberales del siglo XIX, esos cochinos afrancesados, masones y traidores que intentaron demoler la herencia católica de siglos con ayuda de sus amos ingleses y franceses. Los tal Mendizábal, Madoz, Céa Bermúdez, conde de Toreno, O´Donnell, Narváez, Prim, etc., enemigos todos de Dios y de su Santa Iglesia Católica Apostólica, a la que esquilmaron y a la que aplicaron su sangriento anticlericalismo, despojando incluso de casa a los que vivían de usufructo de las tierras legítimas de la Iglesia, los muy cochinos afrancesados y masones señoritos terratenientes, nobles, aristócratas, ricos y poderosos malnacidos y bastardos, que echaron a perder siglos de Cristiandad en España, atrayendo innumerables desgracias sobre ella que incluso hoy pagamos. Consecuencia todo ello de que en España no gobiernen los santos, los elegidos de Dios, y no del «pueblo».

La revolución siempre ha sido cosa de ricos, aristócratas, nobles, monarcas, emperadores (hasta Nerón fue un revolucionario de su tiempo. Veía el arte hasta en Roma ardiendo prendida por su voluntad de anticristo), iluminados y poderosos, con el denominador común de ateos, anticristos y materialistas todos ellos, endiosados «racionalistas» o portadores de «sangre azul», bastardos en la mayoría de casos, auténticas desgracias para la humanidad, la viva figura del antisanto.
La gente pobre y humilde siempre a amado a Dios, su amigo verdadero compañero de dolor, sufrimiento, fatigas, cansancio y pobreza, esperanza y consuelo de los limpios de corazón, y nunca ha sido revolucionaria, salvo cuando la han arrastrado los poderosos (emperadores, reyes, nobles, príncipes y, después, a partir de la satánica revolución francesa, obra de poderosos intelectuales, como la rusa de Lenin y los siempre presentes políticos, siervos todos de satanás, castigo a la humanidad) con engaño y terror coactivo, manipulándoles con mentiras y violencia sangrienta. El revolucionario siempre ha sido el rico y el poderoso, el que no es de Dios, ni nunca lo ha sido.

Alvar

Toda revolución ha estado bien regada de dinero sacado de la usura por la sinagoga de Satanás. También esta última revolución (Schwab, Soros, Rockefeller, Arari… ). Sinagoga que la cristiandad incubó en su seno como si fuera el huevo del cuco, cosa de la que se era consciente hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Estamos a punto del jaque mate.

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