Cómplices necesarios y… conscientes y voluntarios. Por Francisco Bendala Ayuso

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No se ha consumado un “golpe de Estado” o mejor decir un autogolpe institucional. Lo que se ha consumado ha sido el proceso revolucionario socialista, jamás aparcado, para la toma del poder mediante la subversión del orden establecido, en este caso del constitucional del 78, al objeto de imponer otro distinto, dictatorial, cuyo ideario y visión de España y del ser humano sea sólo, única, total y exclusivamente el socialista; y en lo que le convenga al PSOE también el comunista y el de los separatistas de cualquier ralea. Proceso revolucionario que truncó el madrugón del 18 de Julio, la aplastante victoria en la guerra y aún más la tan exitosa etapa de gobierno del Caudillo, tres incuestionables y absolutas derrotas socialistas que nunca perdonaron ni perdonarán, de ahí la desmemoria antihistórica y antidemocrática que no es de ahora, sino que viene del 1º de Abril de1939: “La guerra civil sigue. Hemos esperado durante 39 años y esperaremos algún año más, pero nuestra venganza durará cuarenta veces 39 años”. (La Pasionaria en 1974 a la revista Il Borghese). Si alguien cree aún que en el PSOE, organización históricamente criminal, hecho documentado y del que nunca ha renegado, sino todo lo contrario –“100 años de honradez” (Felipe González dixit)–, pueda existir algún mínimo de decencia, dignidad, honradez, patriotismo o convicciones democráticas, es que es un idiota redomado.

No obstante lo dicho, a tan repugnantes individuos como son los sociatas, comunistas y separatistas todos antiespañoles de siempre, hay que reconocerles sus méritos: nunca han adjurado, ni abandonado, ni su ideario ni sus métodos ni sus objetivos; poseen una admirable tenacidad, audacia y voluntad de vencer para, por las buenas o por las malas, en la ley o contra la ley, imponer su voluntad; y además aprenden de la historia y de sus errores porque si sus planes fallaron cuando la II República porque quisieron alcanzar sus objetivos por las bravas y en muy corto plazo, lo que provocó la reacción de aquella media España que existía y que no estaba dispuesta a dejarse sojuzgar, destruir y aniquilar, en esta ocasión se han tomado su tiempo (más de medio siglo ya) de forma que han debilitado, corrompido y destruido desde dentro a esa media España hasta dejarla inerme y dispuesta a tragar hasta con la más opresora esclavitud, que es la que ellos nos están ya imponiendo, bien que perfectamente camuflada de “democracia” e incluso de supuesta mayor libertad que nunca antes.

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Pero en realidad, su triunfo, que es total y más que lo va a ser, no se debe tanto a dichos méritos como a los deméritos de los otros, a la complicidad consciente y voluntaria de los que debieron combatirlos con igual tenacidad, audacia, claridad de ideas y voluntad de vencer porque además la razón estaba de su parte, es decir, que su victoria de debe a los deméritos de esa otra media España que en ese mismo medio siglo ha optado por cavar su propia fosa e incluso pagar por las cadenas con las que va a ser esclavizada.

Aquí, señores, la culpa de la victoria de la anti-España, porque no otra cosa son los sociatas, comunistas y separatistas, la tienen:

La Corona, ambos dos, que no ha cumplido ni mínimamente con su deber, sino todo lo contrario, buscado sólo apuntalar su ruinoso chiringuito pasándose de… ¿lista?… no, de estúpida, mereciendo lo que le espera: a uno, morir en el exilio, y al otro ser el último.
La derecha, egoísta, cicatera, cobarde, mediocre, patética y traidora hasta las trancas pastoreada cual rebaño de borregos por UCD-AP-PP desde hace cinco décadas, que nunca aprendió nada.
Las Fuerzas Armadas que, además de humillarse renegando de sus más y mejores héroes, y de perjurar, ha traicionado a la Patria al convertir la neutralidad en inhibición y la disciplina en sumisión, siendo el único anhelo de sus integrantes el “hacer la carrera”.
Las fuerzas del orden que han sucumbido al desorden y la anarquía adoptando una pasividad incalificable.
La Iglesia, que al perder la Fe se ha mundanizado en vez de cristianizar, llegando hasta la apostasía subliminal e incluso descarada.
El español, en general, que se ha dejado corromper, al contemplar la corrupción de los anteriores.

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Todos ellos, dejándose además infiltrar durante esos mismos cincuenta años por socitas, comunistas y separatistas, han terminado en sus manos pasando de enemigos a cómplices necesarios, y de ello a colaboracionistas activos.

De lo que no se dan cuenta todos ellos, es de que la dictadura que los sepulta cada día un poco más los va a enterrar sin remedio durante décadas –o a sus hijos o a sus nietos–, y tal vez para siempre, porque a estos sociatas, comunistas y separatistas no se les echa ya ni con agua caliente, como se pudo la otra vez.