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Una forma certera de cambiar el chip del trabajador sería ingresarle la totalidad de la nómina y que fuera él quien ingresara su parte en el Tesoro Público.
Siempre pensé que los ministros eran los responsables de elaborar legislación y generar confianza en la ciudadanía, pero he podido comprobar que no es así. El ministro, José Luis Escrivá Belmonte, que lo es de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno de España ha demostrado una torpeza inusual. No por mucho presentar un currículum vistoso se es mejor profesional ni más especialista en lo que dicen los papeles, como no por ser economista se entiende de economía, ciencia inexacta donde las haya, o por ser Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) está garantizada esa independencia, equilibrio, equidad y dignidad.
Muy torpe demuestra ser el tal Escrivá desde el momento en que su propósito es castigar a las empresas como reacción a su postura que entendemos ética y conforme a derecho. «Escrivá castiga a las empresas tras su plantón en las pensiones». Ese parece ser el sino del socialismo visceral degenerado, vengativo y cruel. Mamaron del pollo desplumado de su primo carnal y comunista, Stalin, y lo practican hasta las últimas consecuencias.
Como ministro de Seguridad Social, inicialmente no tuvo empacho en cargar el 80% de la subida de las cotizaciones sociales sobre los hombros de los empresarios. Y todo porque han hecho uso de su derecho y se han levantado del esperpento de mesa a la que erróneamente se llama «del diálogo social». Tan sólo los sindicatos se han mantenido fieles a «su señor», José Luis Escrivá. Y todo porque a ellos no les cuesta dinero, pero sí se lo llevan crudo de todas partes y, cuando la Justicia los condena, no dudan en pagar del patrimonio sindical, en vez de hacerlo con el suyo propio, como si eso fuera la casa de «tócame Roque». Ya saben, si hay que quitar dinero a los parados para gastarlo en putas, se quita y se gasta. Nunca perderán la fama que se han ganado a pulso.
El torpe Escrivá –como muestra de su colmillo retorcido y de su demostrada mala fe– en la última propuesta ha cargado el 0.5 en los empresarios y el 0,1 en los trabajadores. Y todo porque la patronal se ha levantado de la mesa. Su torpeza y atrevimiento le convierten en miserable. Parece lógico que la mayor carga recaiga sobre los trabajadores para garantizar las jubilaciones futuras. ¿Por qué cargarlo en la empresa y que los sindicatos se vayan, una vez más, de rositas? ¿No es más ético cargar un 0,4 en los trabajadores y un 0,2 en la empresa? ¿Y si cargamos un 0,2 a los sindicatos, un 0,2 a los trabajadores y un 0,2 en la empresa? ¿Creen que sería injusto? No duden que sería la mejor forma de fomentar el empleo sin elevar excesivamente los costes de producción. No estaría de más que los sindicatos echaran una mano, en vez de poner la soga al cuello de los trabajadores.
Una forma certera de cambiar el chip del trabajador sería ingresarle la totalidad de la nómina y que fuera él quien ingresara la parte determinada por ley en el Tesoro Público, de forma que no vieran un enemigo en el empresario. El temor es que muchos no lo harían y posiblemente tuviésemos un nuevo problema a medio plazo. Nunca es tarde para cambiar las formas de pensamiento y ahora, con la cotización finalista sobre los salarios, es el mejor momento. ¿Se atreverá a ello la ministra comunista más desprestigiada de Europa y en el mundo laboral? ¿Y el ministro que mayor indigencia intelectual ha demostrado? Pues, eso mismo.
No es de recibo lo de aumentar los impuestos al trabajo porque no es el momento más adecuado y la coyuntura no es propicia para asumir tanto coste. Si la Seguridad Social ya es calamitosa, no lo es menos la situación empresarial. Esperen unas semanas y hablamos.
Si los ERTE se han ampliado, y se ha vuelto a prohibir el despido por ley, se debe a que hay miedo a nuevos cierres, despidos masivos y constancia de mala calidad del empleo. Y todo gracias a mediocres políticos cuya indignidad y torpeza son las banderas que ondean en Europa, además se les ve la oreja socialista y su garrapatoso comunismo.
Por de pronto, las ayudas de los 10.000M están paralizadas, no hay visos de que se reciban en 2021 y la autoridad europea mueve la cabeza como diciendo «¡No es eso, no es eso!»
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