28/09/2024 00:05

Confieso que comienzo estas líneas con una cierta sensación de impotencia y frustración. Estos días se está celebrando el décimo aniversario de la llegada a la Corona española de Felipe VI. Madrid se engalana para tal evento y se preparan actos oficiales, desfiles militares y no sé si algo más. Me pregunto: ¿Qué estamos celebrando?

Tras estos diez años, España está al borde del precipicio. Se acaba de aprobar, con la firma del Rey, la Ley de amnistía que dinamita la Constitución, acaba con la igualdad de los españoles —aunque, en realidad, ya no éramos tan iguales—, desautoriza al Poder judicial y, con toda seguridad, abre la puerta de un nuevo y, probablemente más grave, proceso de independencia de Cataluña y a continuación del País Vasco. Dos comunidades muy importantes y muy queridas por los españoles que, de consumarse el despropósito, devendrán en dictaduras.

Frente a este más que probable futuro, España se queda sin soporte jurídico con el que hacerle frente. Por eso me pregunto ¿ qué estamos celebrando?

Cuando hemos llegado a esta situación, después de que la totalidad del Poder Judicial considerara la Ley inconstitucional, la oposición, con el Partido Popular mayoritario en el Senado, en contra, así como Vox. Con la mayoría de los españoles —a los que, por cierto, no se nos ha dejado opinar en un asunto tan trascendente— contrarios a su aprobación y muchas personalidades de distintos estamentos también en contra. Me pregunto ¿ qué estamos celebrando?

Sabemos que, por la desmesurada ansia de poder del presidente del Gobierno, su falta de escrúpulos, mintiendo una y otra vez, invadiendo la práctica totalidad de las instituciones del Estado —al más puro estilo chavista—, por un puñado de votos y sin ningún rubor, ha mercadeado con el patrimonio de todos los españoles y nos ha conducido hasta donde ahora nos encontramos

Sabemos también que todo ello ha sido posible por la inactividad suicida del Partido Popular, que en lugar de plantear una oposición a la altura del grave problema que tenemos planteado, se ha dedicado a mantener un “perfil bajo”, no vaya a ser que el déspota que tenemos como presidente se enfade. Eso sí, en lugar de defender a España en España, se cobija en la Unión Europea, pidiendo un mediador para negociar el CGPJ —después de haber acordado el Tribunal Constitucional que ahora tenemos— y lloriqueando para que sea Bruselas la que salve a España. No es este tipo de políticos mediocres los que necesitamos para salir de este pozo.

Ahora todo se confía a la actuación de los jueces —probablemente, los funcionarios del Estado más leales y coherentes —, que hasta se están jugando el tipo, o el de sus familias. Ellos son los que se merecen toda nuestra admiración y respeto, a los que, de verdad, tenemos que apoyar.

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¿Y el Rey?

Probablemente no haya tenido otro remedio que firmar, no lo sé. También he escuchado voces que decían que podría no haberlo hecho. Repito, no lo sé; pero sé que a muchos españoles de “a pie” nos cuesta trabajo entenderlo y la pregunta que ha quedado en el ambiente es: entonces, ¿el Rey para qué sirve, si en los momentos críticos no aparece? Los puntos que ganó en el año 2017, precisamente cuando se dio el golpe de Estado en Cataluña, con su magnífico discurso, ahora se han esfumado, firmando una ley que desdice completamente lo que manifestó entonces. En todo caso, creo que podría haber dado alguna explicación, como hizo en aquella ocasión.

No sé si podría no haber firmado; pero sí sé que no tiene nada que celebrar, porque no hay nada que celebrar. Un gesto por su parte no permitiendo esta celebración y, en su lugar, dando el discurso que esperan los españoles, explicando que no hay nada que celebrar, estaría bien.

Javier Espinosa Martínez

Colaborador de Enraizados

Nota del Editor: Dando preponderancia la libertad de expresión desde el respeto y el cumplimiento de la legalidad, este artículo no está en la línea editorial porque en ÑTV ESPAÑA procuramos no favorecer la estrategia de la manipulación de los verdaderos enemigos de la convivencia. Sin embargo, en esta ocasión se suscribe cuanto dice el texto después de la firma de la amnistía: el coladero por el que la Corona ha dejado escapar la justificación de los atropellos que antes de sancionarse eran susceptibles de considerar delictivos. Convenimos en que el Rey no debe entrar en el debate y el chantaje político orquestado desde La Moncloa,  pero dadas las circunstancias, millones de leales ciudadanos merecen comprender el porqué de una decisión que puede abrir la caja de Pandora de los males que busca Pedro Sánchez con el juego sucio político y personal.

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observador

Ah pero ¿estamos celebrando algo? ¡Y yo con estos pelos! Desde 1975 en españa no hay nada que celebrar, sólo el llorar por tanto crimen, tanto robo, tanta quiebra, tanta felonía, tanta traición, tanta defección de los que legalmente deberían defendernos y defender nuestro patrimonio (territorial, cultural, económico, social, espiritual…). Y más que vamos a llorar.

Lorenzo Pintos

ESTE SEÑOR SUS ANTEPASADOS USURPARON EL TRONO DE ESPAÑA, CUANDO LA CASA DE AUSTRIA NO TUVO DESCENDENCIA. POR ESO SABEMOS LO QUE REPRESENTAN. ESTO DEBERIAMOS PLANTEARNOS UN REFERENDUM, PORQUE LA MONARQUIA NO VALE ABSOLUTAMENTE PARA NADA.

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