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La peña que comienza a pisparse algo, sigue afirmando la existencia del SARS-CoV-2. Y, correlativamente, de la covid. Su recentísima y axial denuncia, bienvenida sea, timovacunas. Y el liberticidio consumado. Bienvenidos sean. Pero algunos, tan poquitos, desde hace más de dos tacos llevamos afirmando que todo – todo – es descomunal farsa. Falsa bandera de manual. Operación psicológica militar de planearia tortura psicológica. Psy-op a lo bestia.
Los “virus” carecen de capacidad infectiva
Nadie ha podido demostrar la fehaciente existencia del SARS-CoV-2. Repito, NADIE. Nadie ha podido – ni podrá – demostrar tal existir. Y sainete sobre astracanada. La virología, una de sus vigas maestras, en sí misma deviene farsa inútil. Y letal. Sustentada en otra farsa: la teoría microbiana de la enfermedad. La realidad es muy distinta, pero como comprenderán en ninguna facultad de biología del orbe occidental rozarán siquiera el asunto: el fascinante enigma del origen de la vida. Dos caras de la misma moneda: el pleomorfismo y la teoría del terreno.
Un atroz error científico, dos siglos de data, capitaneado por los farsantes Pasteur y Koch que, con más de dos siglos de vigencia, ha impedido un salto gigante y genuinamente veraz en la comprensión del misterio de la vida. Y con multitud de autores cruelmente silenciados y brutalmente proscritos de los actuales libros de texto y programas docentes académicos: Antoine Béchamp, Claude Bernard, Enderlein, Von Brehmer, Naessens, Reich, Rife, Merkl, Lanka, Bigelsen o Louis Claude Vincent.
La realidad, tan fácil de conseguir, es una invención
La realidad es fruto de una invención. Se inventa el virus, se inventa la pandemia, se inventa el fraude (otro más). Todo lo que puedes imaginar es real. Sin más. La actual y atroz fantasía, truño “global” y singularmente acojonante, macroterrorismo de los mass-mierda, entre otros, mediante. La realidad se fabrica, sin más. El imperio de la hiperrealidad, pues. La satrapía de la imaginación. «Imaginación, imaginación, imaginación. Se convierte en real. ¡Sostiene, altera, redime!» (Saúl Bellow)
¿Propaganda? Por supuesto. Pero muchísimo más que eso: la ingeniería de la percepción. Si se puede hacer que las personas (sin distinción de sexo, raza, etnia, religión…: (casi) todos igual de apollardados) vean cómo quieren que vean, nada más importa. Una vez que se instala su programa de percepción, la gente no tiene idea de que existe algo más. Mientras el programa de percepción esté instalado, una persona no podrá ver lo contrario. Ni siquiera lo aproximado.
Está capturado, aprisionado, encadenado mentalmente. Hogaño, el culocagado cree que hay miles de enfermedades distintas, cada una causada por un solo virus. Podemos agradecer al Imperio Rockefeller, entre otros, por este colosal y absurdo embuste.
Entonces, ¿de que murió/muere la gente?
La pregunta del millón, tantas veces respondida. Otra vez. El SARS-CoV-2, NADA es. Pura fantasía, ente fantasmal, embrujo colectivo, constructo informático incapaz de infectar, construcción puramente especulativa y no real, recreación digital y micrográfica pergeñada a través de sofisticados programas informáticOs. Por supuesto, jamás una secuencia génica veraz (algunos seguimos aguardándola) de ARN. Entelequia todo, pues.
¿Y las muertes de marzo-abril de 2020? Intencionado gerontocidio, entre otras causas, por acción (sedación, respiradores, letales y/o inocuos tratamientos…) y omisión (completo abandono). Covid-19 no una es una enfermedad, es una mentira. Covid no es un diagnóstico. Covid, multicausal. No hay una sola enfermedad. No hay «eso». No hay bichito.
Lo novedoso del covid es el denominado relato. Eso es lo que se vende: una historia falsa de toda falsedad. Covid no es un fenómeno. No hay «entidad. Y no hay una causa única. Los diabólicos propagandistas (inventores de la realidad) saben que la gente está dispuesta a comprar una explicación para un fenómeno. La que sea. Por muy falsa que ésta sea.
Covid-19, las afecciones pulmonares de toda la puta vida, también en marzo-abril de 2020: neumonía, gripe, enfermedad similar a la gripe, tuberculosis y otros problemas pulmonares/respiratorios sin identificar (alrededor de mil millones de casos de enfermedades similares a la gripe cada año en nuestro planeta).
Todo esto es lo que está siendo diagnosticado como «covid». Es un burdo plan de reetiquetado. Volver a etiquetar solo un exiguo porcentaje de los citados mil millones englobaría sobradamente todas las cifras oficiales de muertes atribuidas a la NADA covidicia. La gente está muriendo por esas razones tradicionales, tras realizarles fraudulentos test, y sus muertes se llaman covid. Sin más.
Por lo tanto, lo viejo se presenta artificialmente como nuevo. Pero sigue siendo viejo. Secuestro de todas las enfermedades respiratorias de siempre y, magia de magos negros mediante, etiqueta nueva. Y, por supuesto, en este amplísimo grupo de personas que padecen enfermedades pulmonares tradicionales, la población más numerosa son, con muchísima diferencia, los ancianos y los más debilitados.
Deliberado asesinato de ancianos y población frágil, ayer y hoy
Murieron en residencias, en hospitales, en sus casas y apartamentos. Además de sus problemas pulmonares, han estado sufriendo una gran cantidad de otras afecciones (cardiacas, por ejemplo) durante mucho tiempo y han sido tratados con medicamentos tóxicos durante años (específicamente en marzo-abril de 2020). Y, hogaño, algunos de estos pacientes ancianos y frágiles ahora están muriendo por reacciones a la timovacuna covidiota y, por supuesto, sus muertes se enumeran como covid.
¿Por qué más muere la gente? Asesinados. En muchos casos, mera cuestión de contabilidad. Mueren en hospitales por una variedad de razones y el corruptísimo y repulsivo personal sanitario, rastrera alfombrilla de FARMAFIA, escribe «Muerte por covid” en sus archivos. En todo el orbe occidental, recuerden, se proporciona y se golfea innúmera pasta por diagnóstico/muerte covid.
Ninguna de las “muertes por covid” en parte alguna del mundo requiere la existencia de un nuevo virus. Por ejemplo, en Wuhan, donde comenzó todo el siniestra calandraca pangolínica, los primeros casos de neumonía covidicia ocurrieron en una ciudad cuyo aire está extremadamente contaminado (además de convertirse en la líder del despliegue de la deletérea 5-G). En China, cada año, aproximadamente 300.000 personas mueren de neumonía.
Eso significa millones de casos. Ninguna – repito, ninguna – de esas muertes necesita explicarse clamando, demandando, invocando un nuevo virus. Proponer la «explicación del virus» es un ridículo sesgo, una reacción instintiva, una respuesta condicionada por la propaganda. Lo siento, fuiste engañado. Eso sí, te dejaste engañar…
Ir colocar piezas del satánico rompecabezas
…Y por supuesto, en esta PLANDEMIA, además de falsa pandemia, opta por la apofenia. Armas cuaternarias. Hydra Vulgaris, el óxido de grafeno, los chemtrails, el polvo inteligente, el cadmio, los nanobots, la vacuna gripal 2019, la 5G y el pinchazo covidiota, ir conectando. En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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