21/11/2024 15:13
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Decía el gran escritor D. Miguel de Unamuno, que existen grandes diferencias entre el “existir, estar y ser”.

Pues bien; hay determinados sujetos y sujetas, hijos de mil padres, que si bien “existen, no son, ni están”.

Esta semana algún malnacido/a, ha tenido la macabra  ocurrencia de lanzar un bulo sobre el fallecimiento del Teniente Coronel D. Antonio Tejero Molina; que dicho sea de paso enviudo muy recientemente.

Con una tendencia marcadamente necrófila, que data de hace muchos años,  a la cual nos tienen acostumbrados esta legión de indeseables, se lanzó ese repugnante bulo, sobre el referenciado asunto.

El Teniente Coronel Tejero, además de ser un Hombre de Honor, es ejemplo de amor a España, ejemplo que empeño hasta las últimas consecuencias. Por todos es conocido un episodio en la historia de nuestra Patria, del cual a quedado el nombre de 23F conocido por algunos, desconocido por otros, la mayoría de las veces por falsa, manipulada o escasa información.

Antonio Tejero Molina ingresó en la Guardia Civil a los diecinueve años de edad, estudiando en la Academia General Militar de Zaragoza. En diciembre de 1955 fue promovido al empleo de teniente, siendo su primer destino Manresa, permaneciendo allí durante tres años. Solicitó su incorporación a la Policía Territorial del África Occidental Española, pero le fue denegada porque en Cataluña no se podía prescindir de efectivos. Con motivo de su ascenso al empleo de capitán en 1958 fue destinado a La Cañiza (Pontevedra) para el mando de una de las compañías del Miño. Después fue destinado a Andalucía (concretamente a Vélez-Málaga) y Canarias. En 1963 ascendió a comandante y fue destinado a Las Palmas de Gran Canaria. La etapa siguiente fue Badajoz, donde pasó los momentos más apacibles de su carrera.

En 1974 fue ascendido a teniente coronel y destinado a Guipúzcoa, participando en el funeral del cabo Posadas. Mandó las Comandancias de la Guardia Civil de San Sebastián y Vitoria.

Su estancia en dicho territorio le formó como guardia civil, siendo testigo de la quema de banderas españolas donde él y sus hombres salieron a rescatarlas de la quema, pese a que habían recibido órdenes de no salir por ningún motivo.

Un oficial con una hoja de servicios impecable.

El 23 de febrero de 1981, un grupo de Guardias Civiles encabezados por el Teniente Coronel D. Antonio Tejero, tomaron el Congreso de los Diputados, donde se celebraba la investidura de Calvo Sotelo. Paralelamente Valencia era ocupada en virtud del estado de excepción proclamado por Teniente General Milans Del Bosch, (q.e.p.d).

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De todo esto, el común de los españoles solo ve un grupo de militares armados que acceden al Parlamento y hacen disparos al aire.

 Sin el menor derramamiento de sangre.

Todo en esta vida tienen una génesis y una evolución, nada es porque sí.

En este caso fueron varios los detonantes que hicieron que un grupo de hombres tomaran esta determinación: Los problemas derivados de la crisis económica, las dificultades para articular una nueva organización territorial del Estado, las acciones terroristas protagonizadas por ETA y la resistencia de ciertos sectores del ejército a aceptar un sistema democrático. Un sistema que de democrático no tenía ni la sombra, de ahí el descontento y desconfianza del Ejército.

Un año antes de la toma del Congreso:

1980 – El año más sangriento de ETA, casi 100 muertos, a pesar del regreso de la democracia a España.

Cuatro años después de la toma del Congreso:

1985 – Explota el primer coche bomba en Madrid. Muere un turista estadounidense y hay 16 guardias civiles heridos.

Seis años después de la toma del Congreso:

1987: Junio – Tiene lugar el atentado más sangriento de ETA en el Hipercor de Barcelona, con 21 muertos. ETA se disculpa por lo que califica como un “error”.

Con estas mimbres transcurría, el día a día de los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad en España. El Estado “no hacia nada”, y ese fue el acicate de que un grupo de militares articularan la operación que como toda cadena de mando “va hacia arriba y no hacia abajo”,  por lo que se deduce que no fue un acto individual de una persona ofuscada o fanatizada, sino que fie una operación perfectamente calculada con la connivencia de “los más altos personajes del Estado”.

Pero este negocio es asi, unos hacen el trabajo y otros se ponen las medallas o en este caso “unos se quedan la pana y otros cardan la lana”.

Al Teniente Coronel, le toco cardar la lana mientras el resto escondía la cabeza en una amalgama de jerebeques jurídicos perfectamente estudiados para ese fatal desenlace.

En 1983 fue procesado y condenado a treinta años de reclusión por un delito de rebelión militar consumado, con agravante de reincidencia, con pena accesoria de pérdida de empleo (es decir, la expulsión de la Guardia Civil y la pérdida del grado) e inhabilitación durante el tiempo de la condena; cumplió condena inicialmente en la prisión militar del castillo de la Palma en Mugardos, y posteriormente en el castillo de San Fernando en Figueras, en Alcalá de Henares y en la prisión naval de Cartagena. En septiembre de 1993 recibió el tercer grado y salió en libertad condicional el 3 de diciembre de 1996; fue el último de los procesados del 23 de febrero en ser liberado. En prisión escribió sus memorias, estudió idiomas y cursó la carrera de Geografía e Historia.

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Es decir, que de 1981 a 1996 van 15 años de cárcel. 15 años de cárcel “a pulso”.

Mientras  a los golpistas catalanes se les ha impuesto penas que rondan los 13, 12, 10  años, que aplicando el mismo cálculo de rebajas con el tercer grado, hubieran quedado penas testimoniales. Y ahora el indulto.

En fin, estos indeseables que nos desean la muerte física o civil, por los medios modos y formas que tengan a su alcance, se han obsesionado con “plantarnos un pino en la tripa” a todos los que tenemos nuestra forma de pensar, nuestro conocimiento de la historia, nuestro criterio, nuestros valores eternos, nuestro amor a Dios y a España, porque somos, estamos y existimos.

Ellos existen…..son vientres con patas… carne con ojos….escoria que tienen la fortuna de que para respirar no es necesario pensar…pero odian, eso sí, odian se alimentan del rencor, la inquina, el odio el mal.

Y es en eso en lo que nos diferenciamos con ellos, nosotros además de ser y estar, no odiamos, buscamos la concordia, la reconciliación, la verdad, la libertad, desconocemos el rencor, somos hombres y mujeres de honor.

Digamos a esos seres del demonio que estamos muy vivos.

Aplacaros, hijos de satanás estas  palabras de William Shakespeare:

 “Mi sustento es la ira; cenare de mí y asi moriré de hambre a fuerza de alimentarme”.

 

Autor

César Alcalá