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Una vez finalizada la guerra civil el escritor Joan Puig i Ferrater fue mal visto por el exilio catalán, porque descubrieron que había desviado dinero, a una caja fuerte en París, que luego se repartieron los miembros del gobierno catalán. No querían pasar carencias económicas en el exilio, por eso necesitaban dinero. A él lo acusaron de chapucero. Nadie dio la cara por él. Por eso editó un libro titulado Ressonàncies (Resonancias). El libro lo Publio la Editorial Proa, de la cual era director literario desde su fundación. En él explicaba la verdad sobre el dinero expoliado por la Generalidad a París y que como intermediario le había correspondido una parte durante el reparto realizado.

Además se permite el lujo de hablar sobre los personajes que conoció. En un momento del libro considera a “Macià, como Companys, políticos mediocres, el primero honesto, pero de capacidades limitadas, el segundo vulgar y tarado”.

Sobre Lluís Companys continúa diciendo… 

Companys era pequeño, voluble, caprichoso, inseguro y fluctuante, sin ningún pensamiento político, intrigante y sobornador, con pequeños egoísmos de vanidoso y sin escrúpulos para ascender, pero en medio de esto tenía escapadas de estrabulante heroísmo y movimientos de generoso. Su ignorancia enciclopédica y la poca profundidad del hombre no daba para más. 

¿Y qué diremos cuando quieren hacer un símbolo de Companys, que solo por su muerte de fusilado por el Dictador nos deja una piadosa memoria de él, peor que por todo su lamentable política merece ser duramente criticado? Companys en frío era un intrigante, un equilibrista. En caliente, un energúmeno”.

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A Josep Tarradellas lo nombra como “el Gran Comendador”, y dice de él… 

Tarradellas es una cosa mucho más grave. Frío, duro, cruel, sin entrañas delante el sufrimiento moral, es un ser deshumanizado por su monstruosa ambición de pujanza y de dinero. A parte de celoso, envidioso, desconfiado. Menosprecia a todos y no quiere realmente a nadie. No muevo un dedo que no sea por su interés personal. Tiene vises de dictador. La política para él es un negocio, negocio de dinero y sed de consideración y de prestigio personal. Es un affairista -empresario- genial de una insaciable rapacidad. 

Frase de Tarradellas: hablábamos de los fusilamientos llevados a cabo por Franco. Y él me dice: “El servicio que nos hace. Este nos ahorra fusilarlos cuando volvamos ahí abajo”. Se refería naturalmente a ciertos anarquistas y comunistas de tipo activo. Hombre de autoridad, pues, Tarradellas. Hombre político. Y político en el fondo tal y como es, con vises de dictador. Pero se ha de poner la careta de democrático. Él como tantos otros dirigentes no cree en la democracia”.

Puig i Ferrater, en Ressonàncies, habla muy bien de Ventura Gassol, Jaume Aiguader, Carles Pi i Sunyer, Melcior Font, Mercè Rodoreda o Armand Obiols.

 

 

 

 

Autor

César Alcalá