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Leo un magnífico artículo, como todos, de mi admirado Alfonso Ussía , titulado “No la hizo…y se nota” donde, a propósito de una desafortunada opinión de Pablo Casado comparando el Servicio Militar con la Ley de Seguridad Nacional que pretende aprobar el Gobierno, resalta las bondades y virtudes de aquel periodo de formación militar por el que pasaban todos los españoles varones antes de ser suspendido por razones electorales por el Sr Aznar de forma catastrófica y apresurada.
Viví prácticamente toda mi vida militar con la conscripción obligatoria y es por esta razón que el citado artículo ha despertado mi curiosidad e inquietud por lo que en él se expone. Escribo, por lo tanto, sabiendo de lo que hablo. Vaya por delante que es complejo generalizar cuando se habla de lo que significó ese impuesto de carácter personal que todos los varones tenían que realizar al alcanzar la edad militar. Sí, es cierto que en ese periodo de formación castrense se impartían valores y principios que tanto de menos se echan hoy en la juventud: disciplina, compañerismo, espíritu patriótico, de aventura…etc, así como también es cierto que no son pocos los españoles que allí aprendieron a leer y a escribir o que adquirieron un oficio que les benefició para el resto de sus días ( conductores, sanitarios, electricistas …etc) . También el paso por filas propiciaba un contacto intersocial y de clases, escuela de vida, así como el conocimiento para muchos de la geografía nacional y desde luego la convivencia entre las personas de distinta procedencia geográfica, algo que también se echa en falta hoy. Por supuesto que la integración en filas de miles y miles de soldados proporcionaba a las Fuerzas Armadas, además, una entidad numérica no alcanzable hoy y también la disponibilidad de mucho personal cualificado ( conductores, sanitarios, fontaneros, electrónicos, universitarios, marineros de oficio ….etc) que también son escasos hoy en los ejércitos en las cantidades deseables. En definitiva, un conjunto de factores que de por sí parecerían suficientes para resaltar la bondad de aquel sistema de reclutamiento. Más dicho todo esto he de decir que no es oro todo lo que reluce y que cuanto expresa Alfonso Ussía, y oigo en estos días aciagos de nuestra Patria echar de menos a muchas voces, tiene una verdad que no es absoluta y que esta no es uniforme. No todos los que pasaron por el servicio militar obligatorio piensan lo mismo. Mi opinión es que estando yo de acuerdo conceptualmente con cuanto en el citado artículo se expone no deja de ser un aspecto parcial de la realidad de lo que aquello fue. Cierto es que el servicio militar obligatorio vino a romper con la histórica injusticia de la recluta “obligatoria” en España al suprimir todos aquellos privilegios que como la redención en metálico estaban implantados hasta entonces en la sociedad. Para el que no lo sepa bueno es recordar que para librarse de ir a Cuba o Filipinas bastaba con pagar 2000 pesetas y a Marruecos 1500 ( allá por finales y principios del siglo XIX o XX) . Es decir a Cuba, Filipinas o Marruecos sólo iban a morir aquellos que procedían de las clases humildes de la sociedad española. Las clases privilegiadas se libraban de la guerra. Triste pero cierto. El servicio militar obligatorio vino a acabar con toda esa penosa injusticia más no es menos cierto que en este país paraíso de la picaresca aspectos no exactos, pero en muchos aspectos similares a los de la redención en metálico, pervivieron. Y digo esto porque siendo cierto que del periodo inicial de la formación militar hasta la jura de bandera no se libraba nadie no puedo decir lo mismo de lo que sucedía después en muchos casos. Ojo! , no era la norma desde luego pero para no pocos privilegiados los destinos a unidades fantasma, permisos indefinidos,… etc, estaban a la orden del día. Lo siento pero es verdad. No me lo han contado. Lo viví. Y tiempos después ya finalizando el periodo de vigencia del servicio obligatorio vino a enredarlo todo la denominada objeción de conciencia mediante la cual cualquiera que manifestara su temor a las armas o cualquier memez similar al respecto era librado automáticamente de la incorporación a filas. Lo desconozco pero doy por cierto que muchos de nuestros políticos actuales que rondan los 40/45 años y que no hicieron el servicio militar obligatorio fue porque se declararon objetores de conciencia. Sería interesante el conocerlo y nos llevaríamos muchas sorpresas para vergüenza de más de uno. Añádase a todo esto que ya desde mediados de los 90 a la hora de constituir organizaciones para desplegar en operaciones reales aquellos que procedían de la recluta obligatoria eran rechazados y sólo los ya profesionales eran los escogidos. La razón alegada era que la opinión pública no soportaría bajas de los no voluntarios o profesionales. Un sinsentido absoluto.
Soy partidario de la implantación de un servicio nacional obligatorio – incluso remunerado – para hombres y mujeres por un tiempo limitado donde se pudieran impartir los valores positivos que se derivaban del paso por las filas del ejército pero no lo soy en absoluto de la reedición del antiguo servicio militar obligatorio como muchos proclaman sin entrar en profundidad de lo que aquello fue. No es tan rara esta aspiración. De hecho en Francia se está experimentando algo similar a lo que digo.
Los tiempos son los que son y la sociedad ha evolucionado mucho y a gran velocidad. No es posible la vuelta atrás a tiempos pasados.
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