03/12/2024 18:40

Si el Rey Felipe VI es un ciudadano más para estos malhechores tras siglas políticas, Pedro Sánchez es un ciudadano más con responsabilidades penales como el resto de decenas de millones de ciudadanos. Guarecerse tras los muros de La Moncloa no le hace menos criminal, al contrario. El aforamiento no debiera contemplarse en excepcionales casos para que un criminal no esté por encima de la Ley, por muy intervenida que se pretenda. Hay mecanismos-excepcionales, sí- para solventar el problema. Da asco ver al Fiscal General del Estado en un acto del PSOE, el mismo que persigue por conveniencia a Isabel Díaz Ayuso para tapar las barreduras de Begoña Gómez y de su marido.

Al día de hoy poco sabemos del verdadero calibre de corrupción originado desde La Moncloa. Aún aflorará más inmundicia y no se entenderá-salvo por la constatación de la cobardía- que siga al timón de una España lanzada contra los arrecifes. Si en España hubiese Justicia digna, hace tiempo que Sánchez habría sido desalojado de La Moncloa. Una de las mayores malignidades, entre tantas e innúmeras, fue el confinamiento ilegal por dos ocasiones mientras la pandilla barriobajera hacía negocios con las mascarillas, mataba a nuestros padres por sedación letal y maquillaba las cifras de decenas de miles de muertos. Como malignidad fue que el Tribunal Constitucional decidiera sobre esa ilegalidad de los encarcelamientos domiciliarios y el sátrapa quedase impune y cementado a la poltrona monclovita. Antes la excusa de la política encubrió los desmanes. Ahora no hay pretexto para responsabilizarse de los deberes que impone la moral y la conciencia frente al Mal, si es que se mantiene la decencia y la dignidad, acaso la ausencia de cobardía. Todo lo que ha hecho este desgobierno criminal de Sánchez está marcado por la indecencia y la inmoralidad con marcadas trazas delictivas. El mismo gobierno que acaba de pactar con los enemigos de España una Ley de Amnistía por 7 votos, la apertura de la caja de Pandora para la balcanización de nuestro histórico país. En cualquier nación digna ante las barrabasadas al límite que se infligen contra España, tendrían habilitada una respuesta veraz frente a la delincuencia organizada de un desgobierno criminal como es el sanchista; criminal, delictivo, corrupto en el más amplio sentido del acto de la corrupción, ya sin tapujos ni subterfugios. La consecuencias actuales de este desorden innatural de las instituciones, de este inacabable escándalo de diario, son sólo la punta del iceberg de una mayor podredumbre que no pueden ocultar el núcleo gubernamental ni los socios de este nefasto socialismo que funciona como una organización terrorista contra los ciudadanos.

Las implicación, la trayectoria criminal de Pedro Sánchez al frente del Gobierno de España está demostrada; es un embudo hacia una lógica formal que preconiza hasta su futurible detención, previa investigación e imputación  generalizada de  los correligionarios que en cualquier país democrático serían ya objetivo de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Lo cierto es que no hay un solo delito del Código Penal que no haya sido cometido desde que Pedro Sánchez de modo torticero accediese a La Moncloa. La corrupción y el intervencionismo contra las altas instituciones del Estado y la complacencia con obediencia ciega de las Fuerzas de Seguridad del Estado ante órdenes de carácter ilícito o delictivo son los dos pilares en que se sostiene todavía la imposible gobernación de España en las garras del nefasto PSOE que, al echar el resto de sus andanzas consuetudinariamente delictivas, ha quedado en evidencia como una organización mafiosa que para salir airosa de sus muchas tramas intentó el asalto contra la Jefatura del Estado, la desintegración territorial, la disolución de la identidad nacional mediante estrategias de coacción y el debilitamiento del Estado de Derecho violando las leyes y dinamitando las bases de la democracia con especial atención al atentado directo contra la separación de poderes. Con ese intervencionismo de la Justicia se ha procurado una impunidad de carácter sectario, de tal modo que las muchas tramas de corrupción se convirtiesen en un modus operandi legal a través de la modificación permanente de la Ley, convirtiendo el delito en virtud y persiguiendo la honradez de quienes sí cumplen esta Ley hoy en día travestida incluso hasta para cometer alta traición.

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No sólo el PSOE como organización criminal en su conjunto, sino un numeroso elenco de sospechosos que ha cometido múltiples delitos están ahora en evidencia porque a pesar de las muchas artimañas desplegadas para ocultar indicios criminales de toda índole, no puede ocultarse más la descomunal farsa de delincuencia común que ha actuado tras la apariencia de un gobierno que desde las sombras ha porfiado sibilina y arteramente para destruir España y a sus ciudadanos.

María Jesús Montero se postula como imputada después del juego sucio de usar como arma arrojadiza información confidencial. Basta que uno de estos intocables acabe en el banquillo para que caigan como fichas de dominó las investigaciones que merece este desgobierno que debería estar a estas alturas contra las cuerdas. Pudo librarse del caso Isofotón, pero todo parece indicar que la verdulera del Congreso, la torpe, indecente, patética y frenética acelerada, no podrá escapar  de sí misma: el malicioso y rastrero caso contra Ayuso se ha convertido en el caso Montero, con inequívoco horizonte penal… Veremos si ineludible.

La lógica formal impone un coto a todo lo que está sucediendo y la extirpación del mal que es Pedro Sánchez, existiendo instrumentos legitimados por el freno de los perjuicios que ha causado el mayor estafador político; el que todavía pretende sostenerse con el frágil equilibrio de sus maniobras que han perdido el beneficio de la simulación. La realidad, se quiera o no se quiera ver y afrontar  o no las responsabilidades derivadas de la certeza, es que España está todavía gobernada por un criminal que comanda un consejo de ministros donde ni uno se libra de la larga sombra de la sospecha; tan larga, prolongada, inacabable como la del propio Sánchez.  Aquí nadie va por libre. El conjunto delictivo reside y se afirma en La Moncloa ocupada.

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Editor ÑTV ESPAÑA
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Daniel Antonio Jaimen Navarrete

Chánchez (lo de «Sánchez» es para disimular) es el fruto purulento de una sociedad degenerada. No es un acontecimiento contingente o un marrón aleatorio. La peor bazofia genética de Expaña se regodea y refocila en la cochiquera de la chusmocracia del 78. La peor bazofia genética ejpañola es el instrumento de nuestros enemigos históricos y fue para ello habilitada mediante un chistema político extraño, absurdo y ajeno y contrario a la verdad eterna, encarnada en una filosofía política y una sociedad que tenga la justicia como ideal y como faro.

Observador

Y ahí un Felipe que firmara..pero claro porque lo dice la Prosti resulta que no será responsable. Y claro porque lo dice la Prosti resulta que nadie del gobierno será responsable. Y claro porque no dice la Prosti resulta que ninguno de los diputados será responsable. Y así podríamos seguir. Y resulta que los que deben defender la patria contra sus enemigos internos y externos no mueven un dedo y tampoco serán responsables de su destrucción. Pues a lo mejor es para bien que nadie mueva un dedo y que todo se destruya, porque a lo mejor a alguien se le calienten los cojones y todo esto se acabó. Adiós el régimen del 78. No habrá bien que por mal no venga.

Aliena

Como si el PSOE hubiera sido diferente alguna vez desde su fundación. No hay tal «Sanchismo» ni hay facciones en el PSOE

Aliena

Bueno, si es una cuestión genética, estamos de enhorabuena porque pronto no habrá españoles, nos habremos extinguido y este suelo estará ocupado por otros, no sé si genéticamente más afortunados.

Daniel Antonio Jaimen Navarrete

El problema es que la morralla genética se fusione con la de fuera para crear cepas aún más contumaces. Lo malo es que la gente buena no se reproduzca más en una «sociedad» del marasmo y la descomposición.

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