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Me da la sensación, aunque puedo estar equivocado, que los que antes decían ser de derechas con la sonrisa bien amplia, ahora, se autoetiquetan con el nombre de liberales, pareciendo el concepto algo más neutral, más top. Pero, ¿Qué se entiende por liberalismo? ¿Existe el liberalismo en España? Para el caso de existir, ¿Se ha descompuesto el liberalismo en España?, ¿Es lo mismo el liberalismo que la democracia? Veámoslo:

Antes de comprobar si el liberalismo se ha descompuesto (o no), parece lógico tener que analizar, en primer lugar, cuáles son los principios que justifican su existencia y, en segundo lugar, si en el caso de haber sido aplicada como doctrina política, si se ha demolido la misma o si ha permanecido en el tiempo y en el espacio. Para ello, distingamos qué se entiende por liberalismo.

El liberalismo es una filosofía política individualista —que no colectivista, a diferencia del comunismo o el fascismo—, de unos cuatro siglos de existencia que, como corriente de pensamiento, reflexiona sobre el orden político establecido (o por establecerse) tomando como base, como punto de partida, el individuo, o sea el hombre como protagonista de su historia (y de la historia), autónomo de su voluntad, verdaderamente libre, que defiende la libertad del individuo; muy seguro de una economía política orientada a la defensa a ultranza de la propiedad privada y que además, de una lado, pudiera estar a favor de una intervención mínima del estado (minarquistas)  en la vida social y económica de las naciones o, de otro lado, pudiera no contemplar la intervención del mismo bajo ninguna circunstancia (anarquistas). El liberalismo auténtico y de verdad pretende dotar a los individuos de las herramientas jurídicas para que él mismo pueda juzgar que es lo bueno o lo malo para su propia felicidad, o sea el estado no le dice a la gente cómo tiene que vivir.

No debemos confundir democracia con liberalismo, a fin de no caer en la tentación de considerar una forma organización del Estado como una corriente de pensamiento, de ahí nuestra advertencia, puesto que en palabras de Hayek: «El liberalismo es incompatible con la democracia ilimitada, del mismo modo en que también es incompatible con cualquier forma de gobierno ilimitado. El liberalismo presupone la limitación del poder, incluyendo el de los representantes de la mayoría, a quienes se les exige un compromiso con principios explícitamente recogidos en la constitución o aceptados por la opinión pública».

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A mi entender, para saber si las constituciones de corte liberal, si los estados liberales se están o no descomponiendo, necesitamos saber antes de llegar a una conclusión medianamente fidedigna, argumentar cuáles son los principios que motivan la existencia del liberalismo. Para ello, he tomando como referencia las explicaciones que ofrece el profesor Juan Ramón Rallo, en su obra «Los 10 principios básicos del orden político liberal», ya que la crisis del liberalismo tiene su origen en ese debilitamiento (e incluso fractura) de esos principios rectores, al haberse alejado de los postulados que le dieron sentido. Huelga decir que cuando los cimientos de un edificio no son sólidos, es fácil que un viento huracanado lo derrumbe y, sobre todo, si se dan situaciones excepciones, como las derivadas de esta pandemia que debilitan todavía más sus principios, si es que el edificio algún día existió, claro. En España, por ejemplo, se habla de la Constitución liberal de 1978 y en cambio, ni lo es, ni nunca lo fue en sentido estricto.

He aquí los diez pilares del liberalismo del meritado profesor Rallo, postulados los cuales serán explicados en las cuatro próximas entregas de este artículo y se analizará, al mismo tiempo, si en la España actual se siguen (o no) esos principios: El individualismo político. La igualdad jurídica. Libertad personal. Propiedad privada. Libertad contractual. Reparación del daño. Libertad de asociación. El libre mercado. El gobierno limitado. Globalización. 

Autor

Antonio Casado Mena
Antonio Casado Mena