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Mussolini fue un militar, periodista, y militante del partido socialista italiano durante 14 años. Su actividad como director del periódico “La lotta di clase” y su participación en manifestaciones lo llevaron a la cárcel, pero al poco tiempo fue liberado.   Luego, el partido socialista lo puso a cargo del periódico milanés Avanti: La izquierda siempre premia a sus hijos.

Durante la Primera Guerra Mundial, Mussolini apoyó la postura opuesta a la participación de Italia en la guerra, y luego cuando cambió de postura hacia el intervencionismo. Esto le valió la expulsión del partido socialista.

Mussolini participó en la guerra, y tras la misma, culpa a sus antiguos compañeros del mal papel de Italia en el tratado de Versalles y en ese momento funda la Fasci Italiani di combattimento, que se convertiría en el Partido Fascista italiano.

Con esa base poco racional basada en sentimientos nacionalistas, Mussolini llegó al poder de la mano de la violencia luchando contra los socialistas tradicionales, escudándose en los escuadrones de los camisas negras.

Giovanni Gentile fue un filósofo neohegeliano, autor intelectual de la doctrina del fascismo, junto a Mussolini, siendo sus fuentes ideológicas Hegel, Nietzsche y Karl Marx.

Gentile proclamaba que: “El fascismo es una forma de socialismo, de hecho, es su forma más viable”.  El fascismo sería un socialismo basado en la identidad nacional.   En lo económico, defendía el corporativismo estatal obligatorio, queriendo imponer un Estado autárquico, lo mismo que Hitler hizo años después.  El fascismo decía que la democracia liberal era nociva, pues estaba enfocada hacia el individuo, lo que conducía al egoísmo y defendía “la verdadera democracia” en la que el individuo debía subordinarse al Estado, promoviendo las economías planificadas similares a las de Rusia, China Cuba, Venezuela… En resumen, Mussolini provenía ideológicamente del socialismo, y debido al fuerte sentimiento nacionalista de la Italia de entonces, modifica estratégicamente sus bases ideológicas para crear el nuevo “socialismo nacionalista”, al cual llamó fascismo, que  igual que el comunismo, nacionalizó las industrias fundamentales, aunque a diferencia del socialismo, no consideraba que el Estado debía ser el dueño de todos los medios de producción, pero sí dominarlos.

Los dueños de industrias no estratégicas, podían “mantener” sus negocios, siempre y cuando siguieran las directrices del Estado, siendo fiscalizados y supervisados, pagando elevados impuestos, de manera que la propiedad privada se convertía en un instrumento del gobierno; estableciendo también el impuesto al capital, la confiscación de bienes de las congregaciones religiosas y la abolición de rentas episcopales, igual que hicieron todos los países comunistas.

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 El estatismo es la clave tanto en el socialismo como en el fascismo, con escasas diferencias, entendiendo que todos los esfuerzos ciudadanos deben ser a favor del Estado.

El fascismo se oponía al capitalismo liberal, pero también al socialismo internacional, de forma que surgió la idea de que el fascismo era una “tercera vía”, al igual que posteriormente hiciera el castrismo, el peronismo y el chavismo, en este caso hijos legítimos del socialismo.

Tal como el propio Gentile decía “el fascismo es otra forma de socialismo” pero a diferencia del comunismo no tenía un carácter internacionalista, sino nacionalista.

El propio Mussolini nos puede sacar de dudas sobre la esencia del fascismo, si le escuchamos en el discurso que el 22 de abril de 1.945 dio en Milán cuando decía:

“Nuestros programas son definitivamente iguales a nuestras ideas revolucionarias y ellas pertenecen a lo que en régimen democrático se llama ‘izquierda’. Nosotros somos la clase trabajadora en lucha por la vida y la muerte, contra el capitalismo. Somos los revolucionarios en busca de un nuevo orden. El verdadero peligro, la amenaza contra la que se lucha sin parar, viene de la derecha”.                                                                                                                  

 Por tanto, Mussolini y el fascismo eran hijos del socialismo, como se puede leer en el Manifiesto de Verona, fundacional del fascismo, contrario al capitalismo y al liberalismo, así lo acuñó intelectualmente Gentile, y   Mussolini lo declaró en este discurso.  ¡Qué confusión: el fascismo es de izquierdas y Mussolini de extrema izquierda!

  Y por eso no cabe duda que el fascismo es un hijo bastardo del socialismo, pero que juega el papel de todos los bastardos como bastión contra el enemigo, en este caso los liberales, a los que como insulto llama bastardos o fascistas, no lo sé muy bien. ¡Qué cinismo!

Autor

Salvador Ruso Pacheco
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