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La verdad es el futuro, el camino del progreso y siempre termina por abrirse paso. “Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca y si al alma su miel toca, esconderla es necedad” escribía Francisco de Quevedo y cantaba Paco Ibáñez. Pretender ignorarla, esconderla, pone en evidencia a quien lo intenta, por mucho que pretenda ocultarlo. Las grandes manifestaciones coreográficas del nazismo manifestaron su falsedad, su vacío, cuando se abrió la verdad de los campos de concentración. Igual ocurrió con los crímenes de la izquierda, que empezó denunciando un comunista, el propio Kruschov, en 1956 en su Informe Secreto ante el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS. Así, Stalin, el padrecito, quedó expuesto, apenas tres años después de su muerte, al denunciar Kruschov la inmensidad de los asesinatos, torturas y abusos a que había sometido tanto a sus ciudadanos de a pie como a muchos de sus exquisitos compañeros de la dictadura del proletariado.

Hoy, a pesar de que el Parlamento Europeo aprobó en septiembre de 2019 una Resolución condenando los crímenes del Nazismo y del Comunismo, aún queda mucha mentira que oculta el carácter malvado de la ideología marxista que, en todos los sitios donde se ha puesto en marcha, ha dado luz a diabólicos regímenes comunista, de trágico recuerdo. Hoy, deberíamos tener mayor claridad y visión tras ver adonde condujo a Rusia la izquierda revolucionaria marxista que tomó el poder en 1917 y en donde terminaron los países de Europa del Este por la ingenuidad de Estados Unidos y Gran Bretaña, que los abandonaron, en 1945, en manos del comunismo. Sin embargo, la mentira a la que la URSS dedicó una ingente cantidad de fondos para promoverla y el sentido de inferioridad moral de la derecha, han permitido que en nuestro país se aprobara en 2007, y aun siga vigente, la Ley de Memoria Histórica.

No obstante, por si no hubiéramos aprendido del pasado, aquí tenemos la situación de nuestros hermanos cubanos, que hablan español como nosotros, y que en circunstancias terribles están pidiendo libertad y democracia. Cuba vuelve a poner sobre el tapete una verdad evidente: ninguno de los treinta regímenes comunistas que han existido ha llevado a la libertad. Tampoco a la justicia ni a la fraternidad. Su resultado ha sido siempre el mismo: asesinatos, opresión y miseria. Frente a ello la izquierda española, de la que forman parte Podemos, Más País y el PSOE, no ven en Cuba un régimen dictatorial, lo que justifica que no deroguen de inmediato la Memoria Histórica, sino que por el contrario quieran intensificarla. La lamentable dictadura implantada en Cuba por el gallego Fidel y el terrorista Che Guevara, nos hace hoy una nueva llamada de atención para que en España rectifiquemos el camino andado, reconozcamos que no solo el comunismo sino también el marxismo debe ser arrojados al basurero de la historia, y reemprendamos una nueva etapa retomando el espíritu de la Transición de 1978. Ojalá que el gobierno de Andalucía, pilotado por el PP, Cs y con el apoyo de VOX, den el primer ejemplo, derogando la ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía que se aprobó en marzo de 2017, apenas un año antes de que el PSOE fuera desalojado tras 40 años de gobierno en esa parte de España. Ayudar a que nuestra hermana Cuba abandone el marxismo y haga una transición hacia la democracia es también un gesto necesario para dejar claro si la libertad nos importa o si somos meros demagogos oportunistas.

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Autor

Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado.