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Casos de estos se registran a cientos. Las víctimas de esta guerra suman ya ocho mil. España, ¿Qué piensas de tus hijos?, como exclama Maragall desde los renglones de su Oda a España en el año 1897, cuando la guerra de Cuba. Entonces el pueblo protestaba, y consideró un delito mandar a sus hijos a matarlos, como decían: hoy el pueblo se devora entre sí… devora a sus hermanos y los sepulta junto con el patrimonio de todos en un charco de barro y sangre. Sí, patrimonio de todos, porque el pueblo forzosamente está adherido a las clases altas, que dan vida al país. Muerte para todos… es decir, muerte para los asesinos, porque muerte es destruirse interiormente y no exteriormente. Los cadáveres de los mártires que yacen inertes en su apariencia, ante nuestros ojos aterrados, son almas que, desprendidas de su coraza putrefacta, hundida en el lodo, se remontan, puras y viriles, resplandecientes, como astros nuevos que iluminarán el nuevo camino de paz que hemos de seguir los que quedemos en esta tierra de miseria y pecado. Cadáveres, sí, son esos hombres sanguinarios, con un solo movimiento de autómata: matar, matar, matar. Mientras esas otras almas empiezan a entonar su nuevo himno, grito de vida: luz, luz, luz, era de purificación que empieza. Vida nueva de cristiano. Ellos, ellos los asesinos han incendiado -irrisión para ellos- el mundo; de las cenizas de esos conventos quemados ha surgido la llama y de la sangre de los mártires se ha desprendido un olor de incienso. La sangre de los mártires no es sangre humana; es sangre divinizada por Jesucristo en la Cruz. No hay que rezar por ellos: hay que pedirles su bendición y su ayuda. Son mártires de la guerra, ¡¡revividos en la Sangre de Cristo!! ¡Dichosos los que han muerto en este espíritu!

 

No sé hasta qué punto serán ciertas las noticias de los Cardenal (Julio) -era hijo del doctor Salvador Cardenal-. Si realmente su situación es la que dijeron las chicas Ferrater es tristísima. A cada rato pienso en ellos y los encomiendo a Dios para pedirle que los ayude a tener fuerza. El marido de Casildina -mujer de Felipe Cardenal- detenido en Cartagena mismo desde el principio de la revolución, se supone habrá sido fusilado, porque son muchas las ejecuciones realizadas allí. Ella acaba de dar a luz un niño, muerto, y está muriéndose también, y sus hermanos esperan el triste desenlace para irse al frente. Creo que los padres, Julio especialmente, está aterrado.

 

Viernes, 4 septiembre 1936. Génova. Día de impresiones. Llevo recibidas muchas, y una sola bastaría para comentarla y sufrirla largos días. Terror y terror que nos rodea; parece mi vida el sueño de la Valkiria, dormida inconscientemente, rodeada de llamas de fuego. A veces me pregunto si duermo y sueño en esta habitación de esta pensión en Génova; si no es cierto lo que sucede lejos; pero las noticias llegan a mí por diferentes conductos; llamas que, sin quemarme directamente, me dicen que arde España y se consume en llanto y dolor.

 

Mezcladas con las noticias malas, permite Dios que pueda apuntar alguna buena para consuelo mío. Empiezo por esta: Ha llegado a Génova esta mañana María Teresa -Felip Vidal, prima hermana de la autora- con la niña. Su marido, que es súbdito argentino, la ha mandado llamar. Como todo el mundo, llegan casi sin dinero; pero pretenden obtener el pasaje hacia Buenos Aires gratis, como otros argentinos lo han obtenido. Joaquín se ocupará de su caso.

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Nos dice que la señorita está afligidísima por no poder estar con nosotros y que ha salvado algunas cosas de casa; pero que últimamente no quería entrar más en el piso porque sentía tanta pena. También Enriqueta Goletti -profesora de piano y canto- se ha interesado por el piano y música de las niñas, y creo ha ido al comité que se ha incautado de la casa a pedirles que se lo dejaran llevar, fingiendo ser todo suyo.

 

Esas pruebas de cariño se agradecen con el alma. En estos momentos son verdaderas pruebas de amistad y consuelan mucho. En cambio, por todos lados nos llegan noticias sospechosas del servicio. Los revolucionarios parece estuvieron bebiendo y repartiéndose el botín de casa con nuestra gente. Quiero esperar habrá atenuantes a esta noticia. También sabemos que los porteros los van a despedir pues la casa ahora les pertenece: no quieren vigilantes.

 

Esta tarde nos ha venido a ver la madre Segarra, superiora de Jesús María y la madre Imelda. Han llegado esta mañana, y hoy a las ocho de la noche se iban a roma, encantadas con la ayuda que les ha prestado Joaquín, que se ha ocupado de ellas todo el día. Esta visita nos ha producido a todos una gran satisfacción; especialmente María Ángeles ha tenido una gran alegría. Quiere que conste en este diario.

 

Juan Antonio mañana se marcha a San Remo con unos amigos suyos. El 10 marchará al frente. Dios le proteja y le ayude. Sentiría tanto que le pasara algo desagradable.

 

Es casi con temblor en la mano que escribo estas líneas para explicar un caso horrendo que ha sucedido en Barcelona. Un pobre señor que está aquí, en Génova, dejó a su mujer allí con dos criaturas de ocho y cinco años y una niña. Los salvajes, no puedo darles otro nombre, al saberle huido, se han vengado en su familia, y delante de la madre, cortaron los brazos de las criaturas, que luego murieron. La madre se ha vuelto loca. Hoy ha llegado alguien a Génova, encargado de dar esta terrible noticia a este pobre señor.

 

En Irún bombardean estos días los nacionales. Han dado aviso de sacar mujeres y niños. Los rojos amenazan, si entran las tropas, con poner en primera fila a los prisioneros. Entre ellos está el Obispo de Valladolid y Honorio Maura.

 

Nos dicen que ha muerto, seguramente ahogado por los rebeldes con los demás prisioneros, el marido de Rosita Tusquets -prima de Joaquín de Nadal-. Si esta noticia es cierta, pienso en la tragedia de esta pobre niña, tan joven y tan enamorada de su marido, con dos hijitos pequeños. Una niña de un año y meses y un nene recién nacido cuando yo me vine. ¡Cuántos hogares deshechos y tronchados!

 

María Teresa me ha contado la muerte de su hermano -Victoriano Felip Vidal-. Tenía cinco balas en el corazón. El aviso de su muerte lo tuvo su hijo estando sólo en Barcelona. Notificándole que el cadáver de un individuo que llevaba un carnet con las señas de su casa estaba en la montaña de Vallvidrera. En efecto, allí fueron a recogerlo. Juan Bou, su cuñado, no pudo llegar al sitio; se sintió impotente. Enrique Gómez, el otro cuñado, marido de Carmen -Carmen Felip Vidal, según María ángeles de Nadal fue asesinada por los rojos. No se han encontrado datos sobre la fecha y lugar de la ejecución-, fue quien se ocupó de todo. ¡Pobres! ¡Cuánto han sufrido todos!

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También he tenido noticias de la detención y muerte de los pobres padre e hijo Pérez Luis Pérez Samanillo, natural de Manila. Asesinado el 27 de julio de 1936. Manuel Pérez de Olaguer, asesinado el 27 de julio 1936-. Este señor estaba en La Garriga con su familia y recibió un telegrama, creo de Filipinas, donde tienen negocios. Ese telegrama era con clave según costumbre de la casa. La FAI lo consideró sospechoso. En realidad, se cogen a cualquier excusa para hacer lo que tienen pensado de antemano. Ese pobre señor, según cuenta María Teresa, que estaba con ellos en La Garriga, lloraba, la víspera de su detención, lleno de terror, sospechando que iban a matarlo. Era viejo y enfermo. Los del hotel quisieron tranquilizarlo. En efecto, se lo llevaron diciéndole: Despídase de la familia, porque ya no la verá más. Su hijo se fue con él. Los han matado a los dos.

 

María Teresa, llamada por su marido, huyó aterrada de La Garriga, donde habían cometido varios asesinatos. A un pobre hombre del pueblo, bellísima persona, lo fusilaron por católico. Él preguntó: ¿Por qué me matáis? ¿Por católico? Sí, le contestaron.

 

Joaquín, rendido del trabajo del día, y mal comido, y mal comido, duerme y descansa a mí lado. Son las once. Probaré de dormir yo también. ¡Me siento tan desvelada! Pienso tanto en todo esto y en los que quedan en Barcelona. ¡Dios mío! ¡Santísima Madre nuestra, extended vuestra bendición sobre ellos!

 

Me olvidaba una noticia. Paquita, pobre, está sufriendo continuos ataques debido a los sustos e impresiones recibidas. Y pienso que quizá tardaré tantos años en volver a España. ¡A cuantos ya no volveré a ver!

 

María teresa está en las reparadoras. Puede estar sólo hasta el 10; pero ese día sale un barco para la Argentina. Le hemos recomendado a la Madre Superiora que es muy amable, y una señora muy educada. Nos recibe siempre muy bien. Me ha prestado unos libros de devoción, que hoy son un tesoro para mí espíritu, porque es el momento de arrancar la mala hierba y sembrar la cosecha venidera: desprendimiento absoluto de todo lo terreno, para mirar fijamente el objeto del vivir. ¡Cuánto ayudan los buenos libros! Son medicina que cura y alienta.

Autor

César Alcalá