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La doble muerte de Unamuno, L. García Jambrina y M. Menchón. (I) Memorización historiada: el (doble) crimen de la calle de bordadores. Por Luis Arturo Hernández

   —“Si este hombre fue asesinado, ¿cómo lo hicieron? —preguntó el primero.

   —Veneno —dijo Holmes lacónicamente, mientras echaba a andar—.”

               Arthur Conan Doyle [2012: 43.]

 

   “Yo no pido a los signos exteriores que me enseñen la verdad; ¡simplemente les pido que no vayan contra la verdad que me ha señalado el lado bueno de mi razón!…”

               Gaston Leroux [1981: 244.]

 

    “Seguimos sin saber qué sucedió exactamente la tarde del 31 de diciembre de 1936 en casa de don Miguel. No lo sabemos y lo más seguro es que nunca lo sepamos con absoluta certeza. Los pocos que podían haberlo revelado no lo hicieron. Uno porque ya no pudo contarlo y el otro porque se llevó su secreto a la tumba, tras pasarse la vida sosteniendo un relato, en nuestra opinión, engañoso, contradictorio y tergiversador.”

            Luis García Jambrina y Manuel Menchón [2021:139.]

                            

   “[…] igual que este jueves por la tarde.”

              Rafael Reig, Manual de literatura para caníbales [Barcelona, Debate, 2006, pp. 66.]

 

  En una época en que “maldito bulo” es sinónimo ¿o pseudónimo? de newtralidad, viene que ni pintiparada la reedición del bulo guerracivilista —«la alarmante noticia de que la “radio roja” estaba difundiendo la noticia de que Unamuno había sido envenenado» [2021: 42][1]— de la muerte del “hombre que era jueves”—siempre en medio como el… ¡qué coinsidensia!—, aquel jueves (¿qué no era nada de otro jueves?) 31 de diciembre del 36—“Treinta y uno de diciembre…, fun, funesto, funeral—, de su última Nochevieja —“La Nochevieja se viene, la Nochevieja se va, y nosotros nos ireemos y no escribiremos más”—, nocheviaje definitivo del viejUnamuno al que se lleva la Trampa—Miguel Quijano, rodeado de Bartotomé (Cecial), escudero de guardia del bachiller Aragón Carrasco, y su figura de apego, el ama Aurelia— la víspera del Año Nuevo… Reedición… y rendición en/cubierta, pues fueron capaces los implicados de morir antes que dejarle a GarCía pruebas del fallecimiento por… ¿una reacción adversa sobre patologías previas provocada por la vacuna(muna) antigripal española? (covídere criptoacta de defunción).

En suma, se newtraliza un bulo con un maldito bulo mayor, para acabar desinformando al lector pues, para El Caso, “no hay caso”, sino fallo judicioso fallido. O sea, ni caso.

 

                     EXCULPATIO NON PETITA, ACUSATIO MANIFESTA

                                                             O

              LO QUE DOCUMENTA NON DA, SALAMANCA NON PRESTA

 

—“Ah, señor presidente, la razón tiene dos lados: el bueno y el malo. No hay más que uno sobre el que poder apoyarse con solidez: ¡el bueno! Se lo reconoce en que, hagas lo que hagas,/ digas lo que digas, nada puede hacer que ese lado se resquebraje.”

            Gaston Leroux [1981: 240-241.]

 

    “Hay que salvar la civilización occidental, la civilización cristiana, tan seriamente amenazada.”   

            Miguel de Unamuno [25 de julio de 1936.]

 

    « “A él [Unamuno] le hubiera satisfecho. A José Antonio Primo de Rivera también. Y basta” […] Con esas palabras tan tajantes termina el exrector [Ramos Loscertales] su escrito, como afirmando “lo digo yo, y basta”, que es como suelen imponer su opinión y zanjar las discusiones las personas autoritarias y los sargentos cuarteleros […] Solo eso debería ser suficiente para no otorgarle a su prólogo ninguna clase de credibilidad; todo en él parece tener una clara intención propagandística.»

            Luis García y Manuel Menchón [2021: 132-133.]

 

  [«No sólo olvida Paracuellos del Jarama, sino que el Gulag hacía casi veinte años que funcionaba a pleno rendimiento. Pero Espinosa Maestre llega incluso más lejos, cuando sostiene que las izquierdas españolas carecían, a la altura de los años treinta, de “proyecto represivo”. Bastaría con este “descubrimiento” para invalidar, desde el punto vista tanto historiográfico como ético-político, toda una obra.»

           Pedro Carlos González Cuevas, Antifascismo. Mitos y falsedades [p. 13.]]   

   

    Y para este viaje no hacían falta alforjas. Haciendo de la necesidad (o necedad) virtud, aquí había dato encerrao. Y como escolio, tras meter cizaña—infama, injuria, inventa, que algo que(d)a—, aquiescente, equidistante —vale decir izquierdistante—, el dúo “sacapuntas” se despacha exculpando a la hoz (y al martillo, de la justicia popular):  

   “Por desgracia, el espíritu inquisitorial no es exclusivo de la Iglesia o del franquismo. También anida, a veces, en el lado opuesto. En nuestra opinión se ha sido muy injusto con el último Unamuno, al que algunos estudiosos e historiadores todavía siguen acusando de haber colaborado con los sublevados; lo que hasta cierto punto es cierto; eso nadie puede negarlo. Sin embargo, no se le reconoce que muy pronto se dio cuenta del terrible error cometido, del que él mismo logró redimirse con un acto heroico; de ahí que acabara como terminó” [2021: 147]—. Antes de volver a afilar la guadaña y la cizalla, entre reticencias y sobreentendidos, en un desmentís “en nuestra opinión, engañoso, contradictorio y tergiversador” que aguija en el yugo y remacha las flechas en el yunque en la segunda de “la doble muerte” que titula la exhumación del “pas(e)ado”: “Un final antiheroico, carente de grandeza y heroísmo, que, en lugar de redimirlo y rehabilitarlo ante los demás, lo confirmaba en su condición de traidor a la República y lo convertía para siempre en algo que nunca fue y que siempre combatió, un filofascista” [:53-54]. 

    Y a falta de la documentación concluyente, y bajo la socorrida advocación de “literatura del conocimiento” —más cerca del kitsch-prop (o, incluso, del padrecito Propp, en un ejercicio estructuralisto y funcional de variaciones del cuento popular “soviético”), que de Broch—, este meritorio esfuerzo de desinformación de un estrambótico mnemotécnico del Frente Cultural “ante el túmulo de don Miguel de Unamuno en Salamanca” —“Es verdad que su cuerpo no yace en una cuneta ni en una fosa anónima, sino en un nicho del cementerio de Salamanca perfectamente numerado e identificado” [:147]—,  que no exhuma sus restos mortales, sino sus arrestos morales en desagravio por la presunta patrimonionacionalización que de él pretendió hacer la intelectualidad falangista —y que se compadece bien con el estrambote de aquel soneto de Miguel de Cervantes:

     “Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.”

 ¿Pero quién dijo estrambote? Alibote, alibote, facha el que no me vote Vale. “Y basta”.

 

           DONDE SE PRUEBA QUE NO SIEMPRE SE PIENSA EN TODO[2]:

                                               MAKEABELICISMO                

                                                               O

                              EL FIN JUSTIFICA LOS MASS MIEDOS

 

      “Los que no creemos en las casualidades hemos de pensar que fue algo intencionado.”

                    Luis García y Manuel Menchón [2021: 87.]

 

      “No hay crimen que descubrir; a lo sumo alguna torpe fechoría con un móvil tan transparente que hasta un funcionario de Scotland Yard puede reparar en él.”

LEER MÁS:  … De esos tenemos tantos como el que más – Villafranca del Castillo y Villanueva del Pardillo también resisten – Parte séptima. Por Carlos Andrés

                    Arthur Conan Doyle [2012: 27.]

 

   Malintencionado, malicioso y maquiavélico—valdrá decir maquinabélico—ensayo (o tentativa) de discurso “oficioso” de  truculenta, malsina y rocambolesca reconstrucción “narrativa” de los hechos del relato en el escenario del teatro de operaciones del día de autos rematado con su invertebrada, lumbrícida tesis blandiblup, vale decir blandibluff.   

 

             RESUMEN DE LOS ANTERIORES EPISODIOS (NAZIONALES)

(PARA QUIENES HAN LLEGADO TARDE Y MAL AL TREN DE LA HISTORIA)

                                                                O

                        ALGO HUELE A PODRIDO EN SALAMARCA  

                       (PRECUELA DE OCHO APELLIDOS VASCOS

 

   “A costa de los demás españoles, [“dos pueblos industriales y disidentes, y por tanto imperialistas: los catalanes y los vascos”, “explotadores del nombre y el hombre y del hombre españoles”] han estado viviendo hasta ahora en medio de este mundo necesitado y miserable de una postguerra, en un paraíso de fiscalidad y de altos salarios.”

           Francisco Maldonado de Guevara [Paraninfo de la U. de Salamanca, 12/10/1936.]

 

   “Habría que inventar, primero, un personaje central que sería, naturalmente, yo mismo. Y a este personaje se empezaría por darle un nombre. Le llamaría U. Jugo de la Raza; U. es la inicial de mi apellido; Jugo el primero de mi abuelo materno y el del viejo caserío de Galdácano, en Vizcaya, de donde procedía; Larraza es el nombre, vasco también […], de mi abuela paterna. Lo escribo la Raza para hacer un juego de palabras —¡gusto conceptista!—, aunque Larraza signifique pasto. Y Jugo no sé bien qué, pero no lo que en español jugo.”

           Miguel de Unamuno, Cómo se hace una novela [1986: 45.]

 

   “Y aquí está el señor obispo Plá y Deniel, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer. Y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española que no sabéis.”

           Miguel de Unamuno [Paraninfo de la U. de Salamanca, 12/10/1936.]

 

     “Y si de vez en cuando perpetro un vizcainismo,

que a nadie se le ocurra venir a darme vaya,

y menos a vosotros, pecheros del idioma,

que soy hidalgo viejo, del Fuero de Vizcaya.”

          Jon Juaristi, “En torno al casticismo”, Arte de marear [Madrid, Hiperión, 1988, p. 32.]

 

     «Recordé que en Nueva York habían encontrado a un alemán con la palabra “Rache” escrita junto a él, y que los periódicos de entonces habían atribuido el crimen a las sociedades secretas.»

        Arthur Conan Doyle [2012: 147.]

 

      Tras un rifirrafe, en el acto del Día de la Raza del paraninfo de la Universidad salmantina[3], entre el hidalgo vizcaíno de Unamuno (que representa al Gral. Franco, a la sazón jefe del estado, “mientras dure la guerra”, según la apostilla del Gral. Kindelán) y el Gral. Millán Astray, resentido el  rifirrifeño fundador de la Legión, muy en particular por el elogio de Unamuno (U. “Jugo de la Raza”, como bautizara a su alter ego en Cómo se hace una novela) al hispanismo de José Rizal[4] —antiguo compañero de estudios de la carrera, “héroe filipino” [Gª y Menchón, 2021:58] y enemigo íntimo de José Millán Astray, quien recibiera su bautismo de fuego combatiendo en la antigua provincia oriental a aquel punto filipino, por rizar el rizo de (san) José Rizal hasta volverlo liso, donde se hicieron “Baler” los últimos de Filipinas—, eso por no hablar de la desautorización de la idea de “Antiespaña” (¿y qué otra cosa era si no el “internacionalismo proletario?) o de la insultante refutación del  agravio de los nacionalismos vasco y catalán; y, aunque la rivalidad entre el guerrero y el clérigo, atrabiliarios personajes ambos[5], ya venía de mucho tiempo atrás, Millán Astray se encargará de poner bajo custodia domiciliaria[6] a Unamuno —“ se ahogaba en el encierro voluntario de su casa, que rompía de vez en cuando, impulsado por su curiosidad y su avidez de vida” [G. Egido, 1986: 240.] —, que confía exclusivamente en Franco y es cortejado por Falange Española[7], a fin de  evitar que se pase a la zona republicana, y trama según parece un plan para silenciarlo.

   Y reaparece en escena, a finales de año —en una intriga Jambletina (¿tras tomar conciencia social el deshumanizado Hamlet García (de Paulino Masip)?) en la “que huele a podrido en Salamarca”—, tras blanquear su paso por el frente de Andalucía —sin más noticias suyas que una quema de libros en La Rábida, ya jefe de Propaganda de Huelva (labrándose un currículum, en su hoja de servicios, como  discípulo de Pepe Goebbels) en el aniversario de la fundación de FE)—, un joven profesor falangista con quien el ex-rector apenas había tenido algún encuentro (o, más bien, encontronazo), antes del viaje de este último a Italia a un cursillo de “corporativismo” fascista, y captado por el Legionario —si bien no descartan los cazanazis  que trabajara para el Reich ¿¿Rache?), cuya Inteligencia ya había conseguido en 1935 que el Nobel de Literatura para un Unamuno  nobelizable, junto a Chesterton y Valéry, se declarara desierto—, se hace el encontradizo, logra colarse en casa del escritor el día de Nochevieja con una pretexto bibliófilo y, durante dicha visita, Unamuno muere de “hemorragia intercraneal del bulbo raquídeo”. Blanco y en botella, dicen los sabuesos García y Menchón. A partir de ahí, mientras el escritor es inhumado, el presunto autor del unamunicidio se esfuma, dejando la versión oficial de su  inocencia, y sus camaradas se hacen cargo del homenaje a un Unamuno filofalangista, Millán Astray, a la sazón, jefe de Prensa y Propaganda, encarga a Giménez Caballero la campaña laudatoria y la definitiva adscripción del escritor al régimen.

 

                               EPÍLOGO: APAGA Y VÁMONOS

  

   “Cien sospechas no constituyen una prueba.”

M. Dostoyevski, Crimen y castigo.

 

     “Probablemente ya no se conocerán  nunca los detalles del caso, aunque sabemos de buena fe que el crimen ha sido consecuencia de una antigua y romántica enemistad.”

      Arthur Conan Doyle [2012: 156.]

 

   “amigo mío, había replicado Hálifax y Farfán, rápidamente, yo entre los libros distingo dos clases: los INÚTILES, que son casi todos, y particularmente los amigos de la fantasía y la superstición, tales como comedias y novelas, y los ÚTILES, que son escasos, y la mayor parte de los cuales están aún por escribir”

      Andrés Ibáñez, La música del mundo [2003: 67.]

 

   Derrota pírrica —y de derrota en derrota, hasta la victoria final—, pues, en la batalla  cultural —la otra, la guerra bélica, la de veras, la ganó, como no cesa de repetir Trapiello, la derecha, para perder la de los manuales de Historia de la Literatura—, de la Prensa de “cámara  amarillista”, de esta camarilla de intelectuales (dizque) izquierdistas que, sin aclarar “el misterio del estudio amarillo”, tiñe de sombras el cuartel gualdaescarlata.

   Y así, La doble muerte de Unamuno se nos queda en “el (doble) crimen de la (y no se me diga que) calle de Burladores” (de sendos (trans)bordadores de documentación de lo más burdo), el doble crimen de calumnia y su consiguiente ‘pena aflictiva o infamante’: 1) en lo relativo a la muerte mortal de Don Miguel, ya que, como en el “Cuarto Amarillo”, “cuando despertó el dinosaurio”, el asesino ya no “estaba allí”, pues fue su propio organismo (que no organización homicida y, menos aún, suicidio del egotista “Yo para mí”) el que, en la lucha agónica entre razón y corazón, cedió ante las Parcas (o bordadoras), en su muerte mortal y 2), en cuanto a la muerte memorial, la del “Yo que soy para los demás”, en su “Estudio Escarlata”, por eximir al eximio ex-Maestro de su crimen de lesa traición a la República —incriminando a título póstumo, para los restos de su muerte civil, al “falso discípulo”, homínido ¿u homúnculo? Bartolomé, con la insidiosa autoría del homicidio, desnudando así a un santo varón de la FE para vestir a un Heresiarca.

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   Quizá porque, más allá de piras bibliófobas, trituradoras editoriales o cancelaciones de la Cesura, no haya libro inútil o reciclable, sino demasiados autores vanos y  ociosos.

 

       «[…] El individuo fue detenido, al parecer, en las habitaciones de un tal señor Sherlock Holmes, que ha demostrado, como aficionado, cierto talento detectivesco, y que, junto a estos maestros, podría adquirir con el tiempo hasta cierto punto su misma destreza. Es de esperar que se ofrezca algún/ tipo de homenaje a estos dos detectives de Scotland Yard, como justo reconocimiento a sus servicios.

      —¿No se lo dije desde el principio? —exclamó Sherlock Holmes, echándose a reír—. Este es el resultado de nuestro “estudio en escarlata”: ¡que les hagan un homenaje!»     

             Arthur Conan Doyle [2012:156-157.]

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   BIBLIOCRACIA

CONAN DOYLE, ARTHUR [2012]: Estudio en escarlata, Barcelona, Debolsillo.

GARCÍA JAMBRINA, LUIS y MENCHÓN, MANUEL [2021]: La doble muerte de

                 Unamuno, Madrid, Capitán Swing.

GARCÍA JAMBRINA, LUIS [2005]: “El último café”, en Muertos S.A. Almería, El

                 Gaviero.

GONZÁLEZ EGIDO, LUCIANO [1986]: Agonizar en Salamanca. Unamuno (julio-

                 diciembre 1936), Madrid, Alianza.

JUARISTI, JON [2012]: Miguel de Unamuno, Madrid, Taurus.

LEROUX, GASTON [1981]: El misterio del cuarto amarillo, Madrid, Anaya.

MENCHÓN, MANUEL (dir.) [2020]: Palabras para un fin del mundo, RTVE.

RABATÉ, COLETTE y JEAN-CLAUDE [2019]: Miguel de Unamuno: biografía,

                 Barcelona, Galaxia Gutenberg.

TRAPIELLO, ANDRÉS [2019]: Las armas y las letras, Barcelona, Destino.

UNAMUNO, MIGUEL DE [1986]: Cómo se hace una novela, Bilbao, Asociación de Amigos de Unamuno.  

 

   NOTAS

 

[1] Se refieren García y Menchón a “los rumores insistentes sobre el envenenamiento de Unamuno que circulaban por la ciudad, difundidos por una emisora republicana” [Rabaté, 2019: 555], que, sin embargo, más adelante, y contradictoriamente, rebaten a los Rabaté  negando que esa noche transcendiera la noticia al bando leal, cuya información sobre el “caso Unamuno” por lo demás, reconocen, incurría en errores de bulto.

 

[2]Título del 28º y penúltimo capítulo de El misterio del cuarto amarillo, de Gaston Leroux [1981].

 

[3] “En 2018, el matrimonio Rabaté, máximos especialistas en Unamuno, llegó a la conclusión de que la versión del incidente del paraninfo que circuló durante 70 años había sido ficcionalización más o menos épica del periodista republicano en el exilio Luis Portillo, a partir de estas crónicas y testimonios [de los intervinientes y algunos testigos más]” [Trapiello, 2019: 57]. 

 

[4] “Cierto, nunca conoceremos cuáles fueron las palabras exactas que se pronunciaron el 12 de octubre en aquel paraninfo, únicamente las cuarenta, sueltas, inconexas, inconexas que escribió Unamuno en aquel sobre” [Trapiello, 2019: 58]. 

 

[5] “Jefe de la Sección de Prensa y Propaganda de la comisión de Cultura y Enseñanza de la junta técnica del Estado”, que regía con autoridad castrense, el fundador de la Legión era “Persona culta e inteligente”, pero “Unamuno, […], representaba todo lo que él más despreciaba, y, por lo general, no se molestaba en ocultarlo. Y algo parecido cabe decir de don Miguel” [Gª y Menchón, 2021: 70 y 71].  Orador y defensor, tal para cual. 

 

[6] Y así lo cuenta, de su puño y letra, en carta a su amigo Quintín de Torre (1/XII/36): “[…] le escribo desde una cárcel disfrazada, que tal es hoy esta mi casa. No es que esté oficialmente confinado en ella, pero sí con un policía —¡pobre esclavo!— a la puerta que me sigue a donde vaya a cierta distancia. La cosa es que no me vaya de Salamanca, donde me retienen como rehén no sé de qué ni para qué. […] Resolución; que se me destituyó del rectorado y se me tiene de rehén”. “Y aquí me tiene usted en esta Salamanca, […] donde se fragua la falsificación de lo que pasa y donde se le encarcela a uno en su casa por decir la verdad a aquellos a quienes se adhirió y en una solemnidad en que llevaba la representación del caudillo del movimiento” [G. Egido, 1986: 210 y 212].

 

[7]Sobre la actitud de Falange hacia Unamuno el 12 de octubre opina Juaristi: “La huida del paraninfo no debió de ser tan precipitada como se ha descrito. […] Ahora bien, lo más sorprendente son los ademanes de los falangistas que lo rodean levantando el brazo. Es evidente que están gritando (¿o cantando?), pero sus rostros no miran, salvo alguna rara excepción, al viejo rector. Sus rostros no están crispados; en todo caso, algunos reflejan preocupación. ¿Y si lo estuvieran protegiendo, evitando que se pusiera al alcance de los legionarios o de la furia vengativa de los franquistas salmantinos? Tal vez esta hipótesis explique lo que fue la conducta posterior de los falangistas hacia Miguel.”  Y, a la recíproca, en la de este hacia aquellos, en su versión de mediados de diciembre: «Los falangistas han desaparecido del escenario; ahora son Mola y los carlistas los responsables de la locura asesina en la retaguardia. De hecho, ya había comenzado a atenuar las responsabilidades de Falange en la primera carta a Quintín de Torre: “Parece que los desgraciados falangistas empiezan a reaccionar y a avergonzarse, si es que no a arrepentirse, del papel de verdugos que han estado haciendo, pero la hidrófoba jauría ahulla (sic) más que nunca”. Era indudable para él que, cualquiera que fuese el resultado de la guerra, seguiría a ésta una dictadura brutal» [2012: 442- 457]. 

   El unamunólogo vizcaíno descarta, pues, en dicha fotografía en blanco y negro el conflicto entre la FE (no la FET, sino la fetén) y la RAZÓN. (aumentativo de “raza”, como “corazón”  lo sería de ¿“coraza”?).

 

 

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