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Corinna zu Sayn-Wittgenstein aseguró a la justicia de Suiza que los 65 millones de euros que el rey Juan Carlos le transfirió en el 2012 no fueron para que ella se deshiciera del dinero, sino «por gratitud y por amor. (Tomado de la prensa escrita). 

Señora Corinna:

Perdone que obvie sus apellidos; son de tanto recorrido y tan difíciles de decir (mira tú qué no llamarse Sánchez…), que me resultan… ¡No se como decir!… Muy jodidos de soltar así, de sopetón, como si nada. En fin, mi admirada señora; esta misiva tiene el fin de hacer llega a su oreja, a ambas, el sentimiento que se metió en mis adentros, al tener el conocimiento, por la tele y por la radio, del gestazo; el detallazo de introducirle, el rey Juan Calos, a su señoría, la longaniza, ¡qué digo longaniza! eso es una vela de lomo -de Vélez Rubio- de millones de euros que, hay que joderse -perdone el taco-. Si yo lo he discutido una infinidad de veces… Si se ve de lejos lo generoso que es.  Sepa usted, señora Corinna que, cuando vi y escuché la cifra y el motivo -Amore ¡mamma mía!- los ojos se me llenaron de lagrimones gordos como melones de Villaconejos, lo que me hizo sentir muy emocionado, tanto, como la primera vez que vi por la tele a «Martes y Trece» hacer el número de «la empanadilla, Móstoles y Encarna Sánchez «. Y es lo que le dije a mi compañera mientras echábamos un kiki -¿qué le voy a decir a usted que no sepa?- que es cuando me suele llegar la inspiración: no pude caber duda ni resquemores de que es usted  una  pu…dorosa dama con muy apreciados valores ocultos. Si serán apreciados, los ocultos valores, que hasta han levantado el agradecimiento de SRA (Su Real Ancianidad). Levantamiento totalmente inesperado.

Sigo. Desde estos puntuales momentos sepa que tiene en mi, para toda la vida, un profundo admirador de su persona, a distancia -yo no tengo sesenta y cinco millonnes-, física.  ¡Ay que penita y que doló! (tracatrá, tracatrá, tracatrá) me nasieron con pene (tracatrá !amosss!…) En ve e haselo  cómo a usté (tracatrá, tracatrá, tracatrá) que paese lo hisieran (trcatrá, tracatá, tracatá) con una ventanica de la Caixa entre las piennas (tracatrá, tracatá, tracatá). Por tanguillos de Cádiz.

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Y ahora también se lleva por el múltiple rojerío nacional, el intento de hacernos creer que van a descubrir el insospechado arcano de que don Juan Carlos de Borbón, ha sido, presuntamente, un rey mujeriego, golfo, sinvergüenza, cobrador de comisiones, receptor de dádivas y propinas de los jeques árabes y defraudador de Hacienda.

Golfo y mujeriego. Secreto a la luz del sol y a la vista de todos desde el día que el entonces Príncipe, se estrenó como «polvero»; de lo que tomó una grande afición. Presentarse en fiestas de la Alta Sociedad y Lúcido Pelinaje como Príncipe de España, facilita la bajada de bragas (no en el Corte Inglés). A nadie extrañaba que la criatura saliera todo un picha brava: «es como su bisabuelo y su tatarabuelo», comprensivo comentario del pueblo.

Se podría decir (por quien así quiera decirlo), que don Juan Carlos, presuntamente, era un joven mujeriego y golfo, virtudes de las que le tenían oculto ante el Generalísimo Franco. Y si así les parece a alguien, admitirlo. Pero, lo de sinvergüenza y los siguientes etcéteras -todo en presunción-, no. Ese presunto título, por lo que dicen los medios comunicadores (sobre todo ahora que están recientemente «engrasados»), fue perfectamente desarrollado, ya como rey, alcanzando, por lo que cuentan, una buena altura, gracias al empeño puesto en la labor por don Juan Carlos. El mérito, dicen que fue de los «próceres» que hicieron la tan loada «transición», que le ofrecieron (no voy a decir que le compraron) impunidad e inviolabilidad absoluta para que hiciera con su vida y con su pene lo que le viniera en ganas, o le saliera de sus reales testículos, a cambio de renunciar a los privilegios que como Rey y Jefe del Estado le proporcionaban el apoyo de los cuarenta y un senadores por su designación que tenía concedido. 

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¿Podrían decir en conciencia los distintos presidentes del Gobierno habidos hasta el día de hoy que ellos nunca lo supieron? Gobiernos que a través del «famoso ordenador de Hacienda» estaba enterado hasta de las veces que cada español respiraba al día (que fino me ha salido) y que con el tiempo han ido puliendo, hasta conseguir tenernos a todos los españoles cogidos por los huevos, para llevarnos y traernos a sus encabronados caprichos. Como ha pasado con la reciente pandemia.

Larga es la lista de mujeres, españolas y extranjeras, que vieron crecidas sus cuentas corrientes tras la secreta (todos tenemos nombres en la memoria) visita del rey don Juan Carlos, a sus «picolines» y que además, como experiencia, pudieron experimentar el peso de la corona de España, hecha carne y hueso. Tantas, como tantas fueron las féminas que él se «benefició». 

Ahora les toca a los políticos hacer memoria de las «chapuzas económicas» que durante tantos años, presuntamente, ha venido cometiendo al amparo de la Política.

Don Juan Carlos:

Que bajo ha caído. De los generosos brazos de Franco, a muñeco del pim, pam, pum de esta «corrida» desecho de lidia, que trota por nuestra política dando «cornás», para intentar mantenerse agarrados a la brocha, cuando se les está cayendo la escalera.

 Ya están tirados por los suelos muchos de ellos en las provincias Vascongadas y en Galicia.

Autor

Eloy R. Mirayo
Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en  las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.