14/06/2025 03:17

Bien pudiera considerarse que el “desastre del 98” fue el punto de partida de la grave crisis moral y del tangible descrédito de la propia idea de España. A su calor ganaron impulso movimientos políticos adormecidos: separatismos catalán y vasco, anarquismo y su terrorismo asociado; y, por supuesto, el Partido Socialista siempre expectante para erosionar España.

La desazón, la agudeza del dolor que provocó la derrota trajo el regeneracionismo que reclamaba medidas urgentes para superar el atraso respecto a los países europeos.

Reconocidos intelectuales aceptaban sin remilgos, pero, de forma exagerada y subjetiva la leyenda negra: “En un grande y doloroso incendio, habríamos de quemar la España que ha sido” (Ortega y Gasset); para Azaña la historia de España se reducía a un “imperio de mendigos y de frailes, aliñado con miseria y superstición”; Costa, repudiaba las viejas gestas, apostando por “echar doble llave al sepulcro del Cid, para que no vuelva a cabalgar”.

A su vez, el marxista PSOE reducía la historia a un proceso de opresión y explotación, ya fuera feudal o capitalista.

La fobia al pasado se hacía extensiva al presente, a la liberal Restauración, tildándola de “necrocracia”.

Estas manifestaciones tan arbitrarias como extravagantes, animaron, entre otros, a los irredentos e incorregibles socialistas, a cuyo partido por un tiempo se afilió Unamuno.

Ante tales desatinos y excrecencias purulentas del cuerpo de la historia, Menéndez Pelayo puso el contrapunto declarando: “el lento suicidio de un pueblo que, engañado por gárrulos sofistas hace espantosa liquidación de su pasado…Un pueblo viejo no puede renunciar a su cultura e historia sin caer en una segunda infancia muy próxima a la imbecilidad senil”

Todos los elementos disgregadores que dio a luz el “desastre del 98”, y en especial el PSOE, comenzaron a explotar el éxito y a poner en marcha los mecanismos revolucionarios que habían de conducirnos a la II República y al Frente Popular, origen y causa de la Guerra Civil.

Mayo de 1932, debate acalorado sobre el Estatuto de Cataluña, triunfal discurso de Azaña defendiendo su aprobación; Prieto se oponía, los socialistas vacilaban, pues la idea de la “confederación republicana de nacionalidades” aprobada en el XI Congreso de 1918 estaba vigente, tanto que en la actualidad siguen persistiendo en la misma idea.

El malestar por el estatuto catalán, la incertidumbre sobre la reforma agraria, el deterioro del orden público y la agitación antimilitar obligaron a Lerroux a decir “que el poder se reclama cuando se cree que el que lo ocupa no puede continuar sin grave daño para el país”.

Un mes después se produjo el golpe del general Sanjurjo. No prosperó, el gobierno estaba advertido. El fracaso de la República empezaba a intuirse desde posiciones políticas leales a España.

¿Qué no tendría que suceder en Junio de 2025 para que los ejércitos, se mostraran fieles cumplidores de sus obligaciones constitucionales, exhibieran de algún modo, aunque sólo fuera un leve guiño, un ademán, un gesto de vida propia?

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Azaña, refiriéndose a los diputados decía: No saben qué decir, no saben argumentar. No se ha visto más notable encarnación de la necedad”

Son bulos, bulos y nada más que bulos. Es el fango, la oposición es una máquina del fango, fango, todo es fango.

Lector, le ruego que vuelva a leer el párrafo anterior. Creo que convendrá conmigo en que estos son los argumentos marxistas, y por tanto, “científicos” de esta canalla disgregadora, lúdico-hedonista y corrupta.

¿Tendremos que resignarnos a que España sea presa de esta política tabernaria, de golfos y ladronazos, de incompetentes e incapacitados, de amigachos, de inmorales codiciosos de botín y prebendas, de chusma infecta con marchamo socialista?

Besteiro, contrapeso de las atrocidades socialistas en la República, en Agosto de 1933 desechaba la pretendida amenaza fascista, despreciando la dictadura del proletariado, a la que calificaba de “vana ilusión infantil, que se paga demasiado cara, pues al final es el pueblo el que cosecha los engaños y el sufrimiento”

¿De qué modo se podrá convencer a los electores y simpatizantes socialistas para que entren en un proceso personal de reflexión, y eviten acudir a las urnas para emitir su voto a favor del enfermo de la Moncloa y a su banda delincuencial?

La historia, siempre y cuando no se escriba desde el socialismo, es una fuente de conocimiento, de debate y de formación ciudadana, Largo Caballero, recordado con una estatua en los Nuevos Ministerios de Madrid, difundía la semilla revolucionaria: “La lucha ha quedado planteada entre marxistas y antimarxistas, y eso nos llevará inexorablemente a una situación violenta”, “estamos en guerra civil, que por ahora no ha tomado caracteres cruentos que, por desgracia, tendrá que tomar”.

He aquí, un Nostradamus criminal que no se equivocó.

De nuevo Besteiro en un intento de contrarrestar a la horda revolucionaria, manifestaba: La prensa del partido envenena a los trabajadores par llevarlos a los molinos del comunismo, por ese camino de locuras a la clase trabajadora se la lleva al desastre, a la ruina y en último extremo al deshonor”

El cinismo y la mentira tan consustanciales al socialismo criminal, quedaba de manifiesto en Junio de 1933, cuando, el mismo Largo explicaba ante los delegados hispanoamericanos de la OIT, lo inviable de un fascismo en España. En el mismo sentido se expresaba Araquistáin, ideólogo socialista, en una revista americana, en Abril de 1934.

Siempre han buscado la polarización de las masas, intoxicándolas con un imaginario peligro par arrastrarlas a cualquiera que sean los bastardos objetivos fratricidas del PSOE.

Desgraciadamente, así como en el año 36 quedó arrasada la República por el Frente Popular con dos golpes mortales-el primero al estilo comunista, insurreccional, el segundo, al modo nazi, es decir, utilizando formas pseudolegales para destruir el régimen,-volvemos en la actualidad a libar el néctar envenenado de los socialistas españoles, que transformaran el Estado de Derecho, la democracia liberal, la integridad territorial de España y la Constitución del 78 en papel mojado, en algo que nunca debió de existir.

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Todo lo que viene sucediendo en España desde el maldito y “execrable” Zapatero, hasta el traidor y enfermo Sánchez, es una grotesca y trágica patraña envueltas en papel de celofán, confeccionado con la tradicional verborrea hueca y grandilocuente, y aliñada con fingimientos y afectaciones de indignidad moral y falsa superioridad política.

La farsa y la mentira son las señas de identidad constantes, permanentes e incansables del llamado socialismo del siglo XXI, adaptable, camaleónico, socialismo “mil leches”, cuyo único objetivo en permanecer en el poder a toda costa.

Sánchez nos obliga a recordar las palabras de Gil-Robles: “Una masa considerable de la opinión, que es por lo menos la mitad de la Nación, no se resigna implacablemente a morir. Si no puede defenderse por un camino, se defenderá por otro”

El regeneracionismo, heterogénea corriente ideológica que, reflexiona sobre la Nación española e intenta poner remedio a la decadencia de España, fue la excusa, el trampolín del PSOE para comenzar a hacerse notar en la política nacional; bien podría decirse, a la vista de su biografía, que constituyó el momento en que inició su batalla contra España, instante en que determinó que “nada nos fuera común a los españoles”

La Transición española trajo la práctica desaparición de los odios sociales y políticos; pero, ¡cómo no! Los príncipes socialistas de las últimas décadas vinieron a “desfacer los entuertos” de la paz social y de la convivencia entre españoles.

¡Cien años de honradez!, clamaban los socialistas cuando emprendieron su andadura, una vez que el general había desaparecido, pues, mientras vivía, estuvieron de vacaciones.

Como tantas otras cosas, el resultado está a la vista, corrupción generalizada, es inútil retirar las manzanas podridas de la cesta socialista, toda la cesta está podrida.

¡Y eso que vinieron a servir!

¿Quién va a ser capaz de ponerle la camisa de fuerza al sanchismo?

Todo esto es una locura degradante y humillante.

De todo esto, y lo que queda por venir, creo que lo fundamental es tener la convicción absoluta de que España superará la corrupción de la banda de Sánchez, pero, no llegará a rehacerse jamás cuando el enfermo de la Moncloa cumpla su objetivo final, que no es otro, que la liquidación de España tal y como la conocemos.

Antonio Cebollero del Mazo

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Antonio Cebollero del Mazo
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En España, la prosperidad ha sido siempre fruto de la fidelidad a Jesucristo y su Iglesia Católica, fruto de la fidelidad a la Santísima Voluntad de Dios plasmada en el NT, mientras que la miseria material y, sobre todo moral, o corrupción, siempre han ido asociadas al ególatra y narcisista rechazo a Dios de los soberbios que solo buscan la gloria de sí mismos y no la de Dios, al que se debe «todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos».
Por todo ello, la fuerte decadencia de España no comenzó en la «paz» de 1648, ni mucho menos, sino a partir de 1807, con la traidora invasión del anticristo Napoleón consentida por el político Godoy y el borbón impresentable de entonces, que trajo como principal consecuencia, el paulatino y gradual rechazo al Señor en una parte cada vez mayor de españoles (los gobiernos liberales del siglo XIX, exaltados o conservadores, fueron una banda criminal de ladrones en todos los casos sin excepción, especialmente cruel con la Iglesia Católica, la del Señor. No merecen otro calificativo. Y se prolongaron hasta 1923). Y el camino inverso al del Señor es el camino seguro a la perdición, a la autodestrucción de individuos y generaciones, al infierno, en todos los ámbitos, material y, sobre todo, moral (de nada le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma. USA es testigo actual de ello hoy más que nunca. Y lo que te rondaré morena, menuda locura desatada).
Así hoy, 2025, se llega a una cota máxima de profundidad en la corrupción moral de buena parte de la población de España, pues Pedro Sánchez tiene 12 millones de réplicas tras él en su partido y en los partidos cómplices del poder, todos bien comprados como putas. Sus votantes no son mejores que sus líderes, para nada, y ya hace tiempo que no tienen excusa de la maldad de su respaldo en las urnas. Por eso, querer expulsar a Sánchez sería como fue expulsar a FG y a ZP. Otro vendrá que será aún mucho peor. ¿Que se vaya Sánchez para que lo sustituya Bolaños, Patxi López o M. J. Montero («fuera presunción de inocencia, excepto para los míos»)? ¿Es eso lo que se quiere para «solucionar» los problemas de España?¿O quizá unas nuevas elecciones que volviesen a dar el gobierno a la misma coalición de rojos y antiespañoles de varias regiones?
Porque la oposición, PP especialmente, no le va a la zaga en lo que a decadencia moral y corrupción se refiere, por mucho que el aberchale gallego salga suplicando «confianza en la política, es decir, en satanás el padre de la mentira». Más bien parece que unas nuevas elecciones solo lograrían, como mucho, el «quítate tú, que ahora robo y corrompo yo». No solo hay corrupción política, sino también sindical (con putas, mariscadas y cocaína, que no desaparecen ni por asomo) y empresarial. Tanto que se desgañitan en afirmar que los empresarios son «creadores de riqueza y empleo», que son el «motor de prosperidad», que su «iniciativa y emprendimiento es muy enriquecedora para la nación», y resulta que cientos de miles de empresarios (mercaderes) viven de la interminable corrupción de las mordidas, los sobornos, los chancullos, los chiringuitos, la competencia desleal, la corrupta prohibición de competidores, los contratos a dedo para obras cuyo coste se multiplica sobre el inicial pactado (nadie vigila el dinero robado en impuestos), de las multimillonarias subvenciones arbitrarias de los políticos corruptos europeos y de la deuda comprada ilegalmente por el Banco Central Europeo (otra cueva de ladrones y delincuentes todavía impune), la sopa boba por océanos de la ayuda pública europea distribuida corruptamente a cambio de a saber qué prebendas y hundiendo en la miseria de la hiper inflación (hoy encubierta) a millones de pobres de lo que Dios es plenamente testigo hasta que su Furiosa Cólera se desencadene haciendo correr la sangre hasta el infierno eterno.

España está podrida con su democracia, está envenenada de corrupción, de hecho vive de ella, vive las puertas del infierno, que no prevalecerán sobre la Iglesia, sus fieles verdaderos, sufran lo que sufran todavía. La corrupción ha caído como un diluvio de norte a sur, de este a oeste y ha arrasado durante las últimas cinco décadas en especial. Antes, la corrupción, por miedo a las consecuencias, fue contenida durante otras cuatro décadas por un general católico, hoy tan amplia como insensatamente condenado, que no juzgado, con cetro de hierro, fe inquebrantable en Dios cuya Voluntad trató siempre de respetar y amor verdadero por España, por la que se jugó la vida.
Hoy en España son corruptos los políticos, anticristos y embusteros sin alma por profesión, sea cual sea su signo y la administración en la que roben a manos llenas, los militares (no sé si cabría llamarles así, en lugar de funcionarios), policías, guardias civiles (la UCO descubre solo lo que conviene y silencia u oculta lo que le mandan silenciar u ocultar, pues el escándalo sería descomunal de hacerse la luz, Dios lo quiera, aunque no lo quieran millones de españoles, que no haya nada encubierto que no se sepa) son corruptos por traición y alta traición, al servicio de los amos de Gibraltar y de la OTAN unos, y al servicio de los poderosos otros durante cinco décadas, cubriéndoles las espaldas y callando cuando deberían haber denunciado. Los medios de comunicación son corruptos por prostitución y por manipulación con torrentes de mentiras, cada vez más dignos de llamarse heraldos del demonio. Los jueces, fiscales, abogados y juristas, que llevan callados como meretrices casi cinco décadas y ahora, tardísimo, se manifiestan cuando les quieren hacer ser fiscales de purgas políticas, como los de los procesos de Moscú, son corruptos por sistemática prevaricación (el sistema judicial ya es prevaricador en sí, luego su profesión ya es la que es, aunque no tengan agallas de reconocerlo). Los funcionarios y burócratas son corruptos por vivir del sudor de la frente de otros robado con impuestos, cada vez más requisatorios y expoliadores (y con más cobardes que no se atreven a dejar de pagar con insumisión fiscal), como roba un ladrón. Los sindicalistas son corruptos por coacción y terror. Los empresarios son corruptos por su codiciosa condición y porque cada vez son más mercaderes burócratas, sin poder vivir sin robar dinero público (mordidas), poniendo incluso a sus plantillas como escudos humanos para seguir mercadeando con corrupción generalizada. Los empleados son corruptos por callada e interesada prostitución (por un plato de lentejas). Los autónomos, para que más repetición. ¿Cómo se sobrevive en España? Pues a base de corrupción, no hay otra.

El problema tiene la misma fuente que ha tenido siempre, a lo largo de toda la historia y en toda civilización o reino. Si se está contra Cristo, si se abandona a Cristo, si se odia a la Santa Iglesia Católica Apostólica, si se rechaza a sus santos y santas de todos los tiempos, si la mentira es el aire que se respira, si se da por sentado que hay que vivir mintiendo, si ya se ha perdido la fe, si ya no hay esperanza, si ya no se confía en Dios, si la palabra Caridad avergüenza incluso a los prelados, inmersos en política social de la doctrina social que no es de Cristo, si ya no se busca al crucificado, si lo que rige hoy a cada alma es la soberbia, como diría Unamuno, si no hay trascendencia, si no hay vida eterna, ¿por qué no hacer de la vida terrena un infierno?. Eso es lo que le pasa a España. Y lo peor, no tiene visos de cambiar ni por asomo, salvo a peor (España está mucho mejor de lo que debiera por merecimiento propio. Dios sigue siendo misericordioso con ella por nuestros antepasados). Me temo que la medicina que venga del Cielo, en la que Santiago Abascal no cree, como firme ateo que es y como todo político, como todos los de su política que dicen que «solo podemos salvarnos a nosotros mismos», que «el pueblo salva al pueblo» (no Dios, Dios no salva, salva «el pueblo») será muy dura, durísima, para echarse a temblar. No se si sobrevivirán a ella un tercio siquiera con este panorama.

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