01/06/2025 03:30

No, no son de los nuestros, ni nosotros de ellos.

Jesús profetizó la destrucción del Templo a manos de los romanos, o sea de extranjeros, y lloró por ello. Y lloró no tanto por ser Su casa de oración, que también, sino porque significaba la perdición de Su pueblo y su dispersión para siempre, justo castigo a su traición para con Él.

Hoy de nuevo el templo, en la figura de la basílica del Valle de los Caídos, va a ser destruido, lloremos pues por ello. Porque no sólo constituye una profanación -“resignificación” es un burdo eufemismo para engañar incautos y crear confusión-, sacrílega y blasfema, de una emblemática casa de oración, que también, sino la destrucción de la España católica, que si no lo es dejará de ser España, y la consiguiente perdición de los españoles, justo castigo a nuestra traición; así de grave es la cuestión, pues pone en evidencia que llegados al fondo del pozo, por cierto ya hace mucho, comenzamos a escarbar; y si no lo creen, tiempo al tiempo. Pero en este caso, a diferencia de aquel Templo de Jerusalén, es aún peor porque su destrucción no va a ser por mano de extranjeros, sino de los propios obispos y sacerdotes, de los elegidos, de los pastores que, además, con tan execrable acto dispersan y pierden a las ovejas en fragrante traición a su misión, a Dios.

Lo pactado, y con entusiasmo, por los obispos, todos, que conste, y por los sacerdotes que callan, todos, salvo pocas y honrosas excepciones, trae a la memoria lo ocurrido en Inglaterra con Enrique VIII cuando, menos el obispo Fisher y un puñado de sacerdotes, todo el clero se sometió y sumó al monarca, arrastrando a los fieles, que también se sometieron a tan malos pastores, a la herejía y el cisma, o sea a la perdición en la que siguen.

Lo pactado, la próxima profanación de la basílica del Valle de los Caídos, supone también un hecho gravísimo porque con él se escupe sobre las tumbas y la sangre de tantos mártires, reconocidos, conocidos o desconocidos, de nuestra Cruzada de 1936-39, declarada con tan inmenso galardón por la propia Iglesia, que con su martirio fueron la causa y el pilar por el que Dios concedió aquella increíble e impresionante victoria que supuso tanto la salvación de la Iglesia, como la vuelta a la Fe de España, sangre martirial sin la cual, junto con la de tantos héroes, la una como la otra hubieran desaparecido de la faz de nuestra Patria por durante décadas, con un coste en almas perdidas incontable. Aquellos mártires no dudaron llegado el momento en dar la cara y la vida por Cristo en terribles circunstancias que no podemos hoy ni imaginar, habiéndoles bastado unas simples palabras para salvar la vida. Hoy, obispos y sacerdotes no han sido capaces de dar la cara, porque la vida no se la han exigido, por Él en más que livianas circunstancias. La diferencia es abismal.

Los obispos y sacerdotes españoles, sin olvidar al Vaticano, con Bergoglio a la cabeza, son reos de traición a Jesús, Judas Iscariotes, profanadores de Su templo, blasfemos, sacrílegos y culpables de la perdición de los fieles que les sigan. Y es que la próxima profanación de la basílica del Valle de los Caídos es eso, por mucho que una sociedad y civilización como la nuestra actual, en plena y galopante decadencia por degeneración, por haber vuelto la espalda a Dios, no lo quiera ni ver, ni por supuesto reconocer.

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A nadie se le puede otorgar ni el beneficio de la duda, porque la gravedad del hecho no se oculta a quien conserve un ápice de conciencia, a pesar de lo cual se mira para otro lado, agravando la responsabilidad del caso, llamando también la atención que los obispos, todos, en el colmo de la degeneración, sigan intentando ocultar su culpa propagando toda clase de falsedades, lo que les convierte en hijos del Príncipe de la Mentira, o sea de Satanás, pues ha insistido en afirmar que el cese de fray Cantera lo fue por obligación administrativa, lo que por fin el propio fraile ha desmentido declarando que fue expulsado, obligándosele incluso a romper uno de sus votos, o cuando ahora dicen, entre ellos el ínclito Munilla, ese que va de “distinto”, pero que nunca lo ha sido, que la basílica es “del Gobierno”. Ni para mentir valen.

Hoy, el Vaticano con Bergoglio a la cabeza, y todos los obispos españoles, que conste, y sacerdotes, salvo escasas y honrosas excepciones, junto con los fieles que se les sumen, van a destruir el Templo, la casa de oración, previa su sacrílega profanación, van a traicionar a Jesús y se van a dispersar y a perder, y con ellos España, justo castigo a tan gran pecado. Sólo esperemos que la misericordia de Dios quiera que no lo sea para siempre, aunque desde luego lo será por décadas.

Porque no son ya de los nuestros, ni nosotros de ellos, es hora de que se lo hagamos saber con hechos, es de nuevo hora de mártires y de héroes, de estar con Él o contra Él, allá cada cual.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
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Manuel Ruidobro

El 95% de los Obispos y Cardenales, han perdido la Fe, arrastran a muchos al abismo, pero ellos también caerán, hay profecías que lo confirman, la IGLESIA, va a ser purificada,y se quedará muy reducida.

Ego

Completamente de acuerdo. Los obispos han perdido en España toda su legitimidad por su falta de fe y su cobardía. No dan ejemplo

Lúpulo

Eduardo García Serrano: La Iglesia traiciona a los Defensores de la Fe
«Voy a hacerme ortodoxo»
Eduardo García Serrano sobre la traición de la iglesia al Valle de los Caídos «Son un sanedrín de fariseos que por dinero traicionan a los que les salvaron». «No se puede ser más hijos de p*ta que los obispos españoles, además lo hacen por dinero: para que no les quiten el IBI». Dice más expresiones soeces que omito. La entrevistadora le dice: «yo no puedo renunciar a mi fe». ¿Qué entiende esa mujer por ‘fides’? Aparte de obedientes, suelen ser bastante cortit@s.
«La víctima, que fue la iglesia en la segunda república, se alía con sus verdugos para ir en contra de sus salvadores. ¿Se puede ser más hijo de la gran puta?»
«Claro que es socialismo: eso ha sido siempre el PSOE/socialismo». Que se lo diga a la dictadura canovista que creó el invento para quitarle base social y militancia al movimiento libertario, que asustaba bastante.
https://www.youtube.com/watch?v=WXC6hH0M_bU&list=PLg2G3C8ASAn7y3aQWwhexKqqXfFGa73Wz&index=1

Lúpulo

¿Y los sacerdotes, sí? ¿Se van a rebelar? No creo. Es una jerarquía piramidal y rige la obediencia.

καθολικός: «universal». ¿El primer proyecto globalista de la Historia?
«Sabía el importante jesuita que debía ocultar sus miradas ambiciosas cuidadosamente, pues el hombre que desde Roma los dirigía a todos era un Argos de cien ojos, que mediante su misterioso poder, desde las cercanías del Vaticano, adivinaba los pensamientos del último jesuita establecido en el Japón o en las más apartadas islas de Oceanía. Una indiscreción podía perderle, pues así como el generalato de la Orden era vitalicio y nadie podía destituir al general, una vez elegido, las asistencias o direcciones de las naciones a las cuales el lenguaje jesuítico, con su tendencia de unificación universal, llamaba provincias, eran puramente de gracia, y el poder supremo de la Orden podía destituirlo a él del vicariato de España apenas notara el más leve indicio de ambición o de intriga».

Silencio: el imposible rescate del Padre Ferreira; los monjes zen, no los samurais, evitan que Japón caiga en manos de la S.J
https://ok.ru/video/9564826765902

Simpatía por el dévil
» —¿Es que la Compañía, no contenta con disponer del individuo para mayor gloria de Dios, ha de intervenir también en asuntos puramente de su familia?
—La Compañía interviene en todo, siempre que sea en bien de la religión, y puede, con perfecto derecho, como usted ya sabrá por haber leído nuestra Mónita secreta y los comentarios de nuestros más célebres escritores, aconsejar al hijo que niegue la obediencia a su padre y hasta que lo mate, siempre que éste le incite a desconocer y abandonar la fe católica, y dado que su hija Enriqueta quiere ser monja, la Compañía, siempre benéfica con el débil y con la virtud, debe colocarse al lado de la hija y frente al padre que quiere violentar una santa devoción».
https://es.wikipedia.org/wiki/La_ara%C3%B1a_negra

N.B:¿es un libelo falsario y calumniador la Mónita secreta?

Hakenkreuz

Ni muchos obispos claramente politizados (de derechas o izquierdas según la máxima mentira demoníaca de que «la política es caridad o servicio al bien común») han sido fieles a Cristo al permitir e instigar insensatamente que los fieles sigan cualquier política condenándose por ello al infierno, incluso entregando a millones de fieles al demonio por el «no serviam» a la petición de Fátima entre otras muchas traiciones, ni las sectas protestantes, todas políticas a conveniencia del pecador y sus subjetiva interpretación, son fieles a Cristo ni lo han sido jamás desde el siglo XVI, por muy «hermanos separados» con que ahora quiera endulzarse ecuménicamente su condición de enemigos de Jesucristo Nuestro Señor Gloriosamente Resucitado.

Ni la «doctrina social de la «Iglesia»» (que ni es de Cristo y, por tanto, ni de la Iglesia), ni la teología de la «liberación» (marxista leninista stalinista maoista xi lin pingista como Sánchelovich), ni la teología feminista (de rebelión contra Dios mismo), ni la teología lgtbi+ (de Sodoma y Gomorra renacidas) son fieles a Cristo, ni ninguna tendencia o ideología política, pues ni Sagradas Escrituras, ni Tradición, ni Magisterio, contienen política alguna. La Palabra de Dios NO es política, aunque se quiera politizar por todos a conveniencia subjetiva de cada pecador y sus intereses mundanos o económicos o políticos, aunque se quiera desde siempre instrumentalizar la Palabra de Dios en beneficio de intereses mundanos, como hicieron los judíos con su judaísmo, fariseo o saduceo. Jesucristo jamás fue un político y los políticos, todos, fueron y son, enemigos mortales de Jesucristo Nuestro Señor. Quien apoye a un político, que es un falso doctor o falso profeta, que no espere salvación lograda por Cristo en la Cruz, pues el aficionado a la mentira no tiene otro destino que el infierno eterno. Avisados estamos.

Entre 1931 y 1939 fueron asesinados más de 7000 sacerdotes y religiosos católicos apostólicos, destruidas y reducidas a cenizas miles de iglesias, conventos, monasterios, catedrales, abadías, escuelas e institutos de pobres, bibliotecas y un patrimonio católico en España de valor incalculable. Entonces, a ni un solo católico se le ocurrió culpar de ello a los obispos y sacerdotes, víctimas primeras de la gran persecución en España desencadenada por los mismos siervos de satanás, por la misma raza del demonio que solo sabe odiar, que hoy quieren dinamitar el Valle de los Caídos con su Cruz o convertirlos en una logia masónica socialista de ultraje a Jesucristo, a su Santa Iglesia Católica Apostólica y a los católicos de todos los tiempos.
En los años treinta del siglo pasado NADIE culpó a obispo alguno salvo al catalán de ERC aquel de Vidal i Barraquer. A nadie más se culpó de algo que los obispos no podían en modo alguno evitar, como san Pedro y san Pablo no pudieron evitar la sangrienta persecución y martirio de centenares de miles de cristianos y tener que celebrar misa no en templos, todos destruidos desde Nerón, sino en las catatumbas. Y a nadie se le ocurrió culpar entonces a los obispos, corruptos (salvo a los líbelos o apóstatas) o santos (fieles, muchos mártires), ni a los sacerdotes, como tampoco se le echó en cara a san Pedro haber negado a Cristo tres veces o a san Pablo haber sido el sanguinario perseguidor Saulo, converso camino de Damasco.
Todos los católicos sabemos que hay que separar pecado de pecador. De lo contrario, ¿quién podrá resistir la Justicia de Dios?
Ni siquiera a Santa Brígida de Suecia, Patrona de Europa, junto a otros santos y santas (santa Rita de Cascia, p. ej.), se les ocurrió culpar a los obispos corruptos del caos y degeneración reinante en Roma durante el siglo XIV, cuando la satánica monarquía francesa llevó cautiva a toda la curia a Aviñón, y eso que la santa sueca escribió una carta dictada por Cristo a uno de sus papas en los términos más duros que quepa imaginar, pero jamás incitó a abandonar la Santa Iglesia Católica Apostólica y a no seguir a sus prelados a nadie, por muy corruptos que fueran.
A nadie se le ocurrió culpar a los obispos corruptos o santos católicos (sí a los apóstatas sedientos de poder y tierras que siguieron a Lutero, Calvino, etc.) de las inmensas desgracias que acaecieron en Europa durante el siglo XVI con la Rebeldía de Lutero y la consecuente lucha por el poder político, que a eso se reduce el protestantismo y todos los demás cismas precedentes y posteriores, que no a verdadera fe, como ellos tanto aclaman.
A nadie se le ocurrió culpar a los obispos corruptos (constitucionales) y sus sacerdotes, no digamos ya a los fieles y mártires, de la satánica «Revolución francesa» que trajo a Europa la masona y satánica democracia, el gobierno de los de Barrabás, la mayoría.
A nadie se le ocurrió culpar a los obispos y sacerdotes de la «Revolución rusa» con la llegada al poder con golpe de estado de los bolcheviques encabezados por Lenin, ni del exterminio implacable y silenciado de millones de cristianos en Rusia y en Armenia.
A nadie se le ocurre culpar a los obispos españoles, politizados o no, como a los de otros lugares del mundo, del aborto, engendro político (progresista y conservador aunque lo nieguen como serpientes sus defensores), que extermina implacable e impíamente a millones de niños y niñas por nacer, los más inocentes entre los inocentes, que clama al cielo santísima venganza.

Eso sí, se culpa a los obispos españoles, seducidos como Eva por satanás, ese padre de toda pretensión de poder, es decir, de toda política, de entregar el Valle de los Caídos y su Santa Cruz (símbolo del Cristianismo, de Jesucristo Nuestro Señor, Salvador y Redentor Nuestro), como si fuera patrimonio de la Santa Iglesia Católica Apostólica que no solo no han defendido, sino que han entregado a un gobierno de satanás para que lo destrocen a placer. Algunos dicen, seguro que no sin buena parte de razón sino toda, que los prelados actuales huyen de cualquier vínculo con Franco como san Pedro huyó transitoriamente de cualquier vínculo con su Maestro al ser señalado como discípulo suyo aquella noche de Jueves Santo.

Eso sí, NO se culpa al Ejército español de Tierra, Mar y Aire (hoy ejército OTAN, al servicio de USA y UK dueño de Gibraltar, además de al servicio de los políticos democráticos, a sueldo de funcionario de ellos), a la Legión Española fundada por Francisco Franco y Millán Astray, que desfila marcialmente en olor de multitudes entre aclamaciones populares en muchas localidades españolas en Semana Santa, con Jesucristo Crucificado a cuestas, ni a la Guardia Civil, a las puertas del Valle de los Caídos, no de cualquier catedral, iglesia o monasterio (como hacían otros según afirman los que lo vivieron sucedía en la URSS, disuadiendo a cualquiera de entrar en cualquier templo ortodoxo si no quería acabar en un gulag, una cheka, la Lubianka o en una fosa con plomo añadido). No se culpa a estos cuerpos armados, a diferencia de los obispos y católicos de hoy, que no tenemos armas ni ejércitos como lo tuvimos con Franco. NO se les culpa a militares y guardias civiles por su indiferencia, por su «todo por la nómina de funcionario de trabajo fijo», que no por la patria. No se les culpa por pasividad antiespañola y anticatólica (eso sí, esta Semana Santa, militares por todos lados para figurar cual fariseos hipócritas con el fusil para hacer malabares), por complicidad con un gobierno satánico y antiespañol que tiene en el poder a etarras, sabinos aranas y golpistas catalanes antiespañoles, asesinos de muchos de sus miembros y familias. NO se culpa a estas fuerzas armadas y cuerpos de «seguridad» de los políticos de la profanación del sepulcro del gran soldado español Francisco Franco y otros, ni de su pasividad a sueldo ante tanto ultraje a españoles y católicos en particular. A esos no se les culpa, esos no son «traidores» como Judas Iscariote, esos no son cobardes, ellos «solo obedecen órdenes», pues no se les paga para pensar o tener dignidad cristiana, esos están impunes de toda obligación de defender el Patrimonio Nacional de España, que es de todos los españoles, no solo de Sánchez-Otegui-Puigdemont y sus cuarenta generaciones de odio prometidas a los vencedores católicos de la Cruzada. A esos NO se les culpa, ni se les llama Judas Iscariotes traidores, ni se les llama vasallos del mal o cosas por el estilo. Ole vuestros cojones. Ole, ole, ole vuestros cojones. Vaya cojones tienen todos los cuerpos armados de España, y vaya lealtad a Dios y a España, a nuestros antepasados que dieron sus vidas en frentes y en chekas.

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