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Jaime Urcelay. Casado y padre de cinco hijos, profesionalmente se ha dedicado, tras su paso por el Cuerpo Jurídico de la Armada, a los recursos humanos en la empresa y a la docencia universitaria. Interpelado también por la cultura, cultiva, entre otras áreas de interés, la historia y la etnografía, con tres libros en su haber dedicados a Poza de la Sal (Burgos), el pueblo de sus ancestros. Es también autor, entre otros, de “La cuestión nacional. Un punto de vista católico”. Participa, asimismo, en diferentes iniciativas sociales y apostólicas.
Editor de “Esperanza de España”, recién publicado por Ediciones Encuentro, se reconoce en deuda con Manuel García Morente, autor del libro. Siendo muy joven cayó en sus manos otra obra de este insigne pensador, “Idea de la Hispanidad”, en la que presenta España como un estilo de vida, cuyo símbolo es el caballero cristiano. Dice Urcelay que en esa lectura descubrió, ya para siempre, un ideal a perseguir.
¿Por qué decidió publicar este libro de García Morente?
La idea surgió a raíz del descubrimiento, hace ahora un año y de manera casual, de un texto desconocido de nuestro gran filósofo. Se trataba de una conferencia, pronunciada en Tetuán en 1934, con el título “Esperanza de España”.
La aparición de un texto inédito de un pensador de esta categoría es siempre interesante, pero al estudiarlo en el contexto de su biografía y del conjunto de su obra, me di cuenta de que tenía más trascendencia de la que al principio supuse. Obligaba, por lo pronto, a revisar la génesis de su importante filosofía de la historia de España, que hasta ahora se suponía elaborada a partir de 1938, como consecuencia de la recuperación de la fe católica el año anterior y del contexto de la Guerra Civil. Este texto inédito pone de manifiesto que en realidad no fue así.
Para verificarlo, basta su comparación con la conocida conferencia de 1942 “Ideas para una filosofía de la historia de España”, pronunciada cuando ya había sido ordenado sacerdote, solo dos meses antes de su inesperada muerte. Su biógrafo el P. Iriarte escribió que esta disertación es su testamento literario y el cierre de su conversión. Es un texto de mucha belleza y profundidad, en el que Morente termina de presentar, de manera ya muy madura, su idea de la Hispanidad, convergente con la de Menéndez Pelayo y la de Maeztu, pero de perfiles filosóficos más completos y precisos.
Por esta razón, propuse a Ediciones Encuentro que el libro incluyese los dos textos, de forma que se pudiesen contrastar, apreciando sus similitudes y, a la vez, las diferencias, nacidas de la fuerza transformadora que la conversión a la fe supuso en la vida y el pensamiento de Morente. Esto es lo que trato de explicar, con algún detalle, en el estudio preliminar que abre el libro.
¿Qué importancia tiene este pensador en la historia contemporánea de España?
Se ha dicho, con toda razón, que Morente es uno de los principales pensadores españoles de la primera mitad del siglo XX. Además, como catedrático y decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central de Madrid, su magisterio y sus empresas universitarias dejaron honda huella en los alumnos, que le apreciaban muchísimo. Gozó en vida de un bien merecido prestigio como persona y como intelectual.
Buscador sincero e incansable de la verdad a través de la filosofía, terminó por descubrirla al salirle al encuentro el Dios providente de su infancia, en medio de las circunstancias trágicas de la Guerra Civil. El testimonio de su conversión, recogido en el escrito “El Hecho Extraordinario”, es, como destacó su discípulo Rafael Gambra, una de las obras universales de más profundo valor autobiográfico y espiritual.
En la perspectiva de su aportación a la filosofía de la historia de España, su acercamiento al alma de nuestra nación, sintetizada en la idea de la Hispanidad y el estilo del caballero cristiano, es intelectualmente brillante y, a la vez, enardece el corazón. Tiene un altísimo potencial transformador para nuestra vida personal y comunitaria.
¿Cuál es la esperanza de España a la que alude todo el libro?
Los dos textos recogidos en el volumen, es decir, tanto el de 1934 como el de 1942, proponen una visión esperanzada de España, si bien con diferentes matices, coherentes con el diferente momento vital e intelectual en que fueron concebidos.
Por referirme tan solo al que ahora se publica prácticamente por primera vez, el de 1934 y, por tanto, anterior a la conversión, Morente cifra la esperanza de España en el reconocimiento, a través de la historia, de que nuestra identidad más profunda es la afirmación de la dignidad moral de todo ser humano y de todo pueblo, fuera de cualquier concepción economicista. Este es para él, cuando aún no ha recuperado la fe, el sentido de la historia de España.
Nuestra cultura histórica, sostiene, es la de la hidalguía. Por eso cree que, en un tiempo en el que el mundo inevitablemente tiene que darse cuenta, para su propia supervivencia, de la necesidad de superar el materialismo y volver a la vida del espíritu, España, si es fiel a su verdadera alma, estará situada nuevamente en primer plano, aportando al mundo la concepción hispánica de la vida. Esa es la esperanza de España.
¿Por qué se necesita una filosofía de la historia de España?
García Morente parte de la constatación de que nuestra vida y nuestras relaciones con los demás hombres no se desarrollan de manera abstracta, como ahora vemos que pretende el globalismo, sino que se encarnan en una comunidad histórica, en una cultura concreta, a la que llamamos nación. En nuestro caso, España. Por eso, la patria nos da nuestro ser y nosotros damos vida histórica a la patria.
Entonces necesitamos conocer lo que España. De otro modo corremos el riesgo de no saber quiénes somos nosotros mismos. Y para comprender lo que España es, hemos de conocer su historia y lo que esa historia significa, pues es ahí donde se fragua esa “personalidad” o cultura colectiva de la que formamos parte. Así justifica la necesidad de proponer una filosofía de la historia de España.
¿Por qué se le da tanta importancia a la filosofía de la historia de Hegel y qué representa?
Hasta dónde conocemos, Morente empieza a mostrar su interés por la filosofía de la historia y la teoría general de la cultura cuando traduce al español “La decadencia de Occidente” de Spengler, una obra de gran importancia que él estudia a fondo, con mucho sentido crítico, en un ensayo publicado en 1923 en la Revista de Occidente.
Volverá después sobre esta misma temática, con más amplitud y profundidad, en 1934, con ocasión del curso impartido en la Universidad de Buenos Aires. En “Ideas para una filosofía de la historia de España”, ya en 1942, después de su conversión, como antes hemos comentado, retoma sus conclusiones y destaca cómo Hegel, del que Spengler fue epígono, representa un hito fundamental en la interpretación de la historia: la conversión de ésta en razón pura, desplegada dialécticamente.
Pero esta racionalización o reducción de la historia a sistema, prescinde, a juicio de Morente, de lo más esencial de la historia: la vida, el tiempo, de los que el ser humano es protagonista a partir de la imprevisibilidad de su libertad. Para nuestro pensador no existen, en definitiva, las pretendidas leyes históricas de los hegelianos. El objeto de la historia es la persona y esas “cuasipersonas”, como él las llama, que son los pueblos, con su voluntad libre desplegada en el tiempo.
¿Por qué se habla del problema de España?
En la conferencia de 1934 García Morente conecta con esta preocupación, muy presente en su tiempo. El “problema de España” era como se conocía entonces el debate intelectual acerca de nuestra identidad nacional, surgido con el regeneracionismo de finales del XIX y continuado por las generaciones de 1898 y 1914.
Morente cita en este texto inédito a Ganivet, Unamuno y Ortega, exponentes precisamente de los tres grandes momentos del debate a los que me he referido. Un debate que tendrá continuidad con otras grandes figuras, como Ramiro de Maeztu, José Antonio Primo de Rivera, Salvador de Madariaga, Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz o Julián Marías, discípulo, por cierto, de Morente. Por citar solo algunas de las personalidades que han reflexionado sobre el “problema de España”.
En las últimas décadas esta reflexión ha brillado por su ausencia o ha seguido caminos estériles, salvo algunas significativas excepciones. Creo que este ha sido uno de los factores que ha propiciado nuestra actual y muy preocupante crisis de identidad nacional, aprovechada tan agresivamente por los separatismos.
Ahora, afortunadamente, parece que asistimos a un resurgimiento del interés por recuperar la verdad de nuestra historia, principal vía para volver al sentido de España. Pero esta tendencia, tan positiva, convive, paradójicamente, con la imposición desde arriba y a machamartillo de esa aberración que se ha dado en llamar “memoria democrática” y, en los últimos tiempos, con el impulso de la leyenda negra antiespañola por el propio Ministerio de Cultura.
¿Qué simboliza la Hispanidad y hasta qué punto podemos hablar de una filosofía de la Hispanidad como la que mejor representa nuestra historia?
En su exposición más acabada, que es la que podemos encontrar en “Ideas para una filosofía de la historia de España”, de 1942, Morente considera que lo que mejor define y simboliza el significado de la trayectoria histórica de España, lo que le da continuidad y coherencia, es la Hispanidad. Una palabra que toma, como también hizo Maeztu, de Zacarías de Vizcarra.
Para él, la Hispanidad es aquello por lo cual lo español es español y por eso le sirve también para identificar el vínculo espiritual, fraterno, que une a todos los pueblos o naciones que han brotado de la raíz española, de uno y otro lado del océano.
La Hispanidad es, al cabo, una manera de ser, un estilo, que Morente simboliza en la figura del “caballero cristiano”, una de sus aportaciones más sugerentes. Para el filósofo, la religiosidad ha ocupado históricamente un lugar principalísimo en el hombre hispánico, como lo ocupó en nuestra biografía colectiva el servicio a la evangelización. La fe católica, llega a afirmar, es el nervio de la vida hispánica. Una religiosidad expresada al modo de las virtudes ascéticas y guerreras del caballero, con todas las características que nuestro autor empezó a describir desde las conferencias de 1938 en Buenos Aires, publicadas en su célebre libro “Idea de la Hispanidad”.
¿Cómo puede ayudar este libro al español e hispano del siglo XXI?
Me parece providencial que este inédito de García Morente haya visto la luz precisamente en este momento de tanta confusión. Para confirmarlo es suficiente comprobar la increíble vigencia y actualidad de las enseñanzas que aparecen en las últimas páginas de la conferencia de 1942, a la que me he venido refiriendo.
Viene a decir allí que cada generación de españoles tiene la responsabilidad de sacar del pasado y el presente de España su idea de lo que debe ser el futuro, transformándola en una tarea colectiva, en una ilusión patriótica.
Estoy convencido de que este libro proporcionará al español e hispano del siglo XXI, como usted dice, y muy especialmente a los más jóvenes, un buen conocimiento de lo que nuestra patria ha sido y ha hecho en el pasado, como condición indispensable para amarla mejor, discernir su vocación temporal en medio de la compleja realidad de nuestro tiempo e impulsarla, desde una fidelidad creativa, a sus expresiones futuras.
Autor
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Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.
Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.
Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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