03/06/2025 16:34

En el pasillo de una universidad pública, observé un cartel que rezaba “espacio libre de violencia machista”. Cuando logré que mis ojos volvieran a su posición natural (volaron a mi hueso frontal dos largos segundos), me pregunté cómo la persona que ordenó la colocación de dicha señal, conoce la naturaleza machista, misándrica, o mediopensionista, de cada uno de los comportamientos y comentarios que se producen en el edificio, cada segundo de cada día. La seguridad de las mujeres debe preocuparnos tanto como la de los hombres. Aunque los varones, hoy día en Occidente, se hayan convertido en ciudadanos de segundo orden.

Emmeline Pankhurst y otras auténticas feministas, jamás abogaron por criminalizar a los hombres, despreciar su naturaleza, o generar una perpetua sospecha paranoica en torno a ellos. Sólo deseaban, más allá de recibir el mismo trato legal y social, dejar de ser infravaloradas e ignoradas, ser concedidas la posibilidad de demostrar su altura intelectual, moral, y laboral. En la actualidad, aquellos que desvergonzadamente se consideran herederos de Betty Friedan, se han convertido en aquel que identifican como el agresor propio: generan discriminación positiva hacia los de su sexo, y prejuzgan, degradan y amenazan al sexo contrario. En lugar de enseñar, mediante el ejemplo, lo digna y justamente que puede tratarse al sexo opuesto.

Olvidamos igualmente, que existen hombres que son física y psicológicamente maltratados por mujeres, dentro y fuera de casa. Gritar cada día a un hombre, para más inri anciano enfermo, a un volumen que es oído en el edificio de al lado, con tono de asco y odio, como si haber dejado el aspirador en el lugar incorrecto estuviese tipificado, constituye una forma de maltrato. Aunque el número de hombres que reciben violencia por parte de mujeres, sea mucho menor que el caso opuesto, nuestra denuncia social de la agresión que sufren, debería ser igual de robusta y frecuente. El dolor padecido por esos hombres, la erosión de su salud y autoestima (frecuentemente, con consecuencias a largo plazo), no es materia de interés de los solidarios y activistas de la igualdad del siglo XXI.

Volviendo al comienzo del artículo, el mecanismo para velar por el bienestar de la mujer, su poder y dignidad, no consiste en colocar ridículos y adoctrinadores letreros, sino permitir a los Cuerpos de Seguridad hacer su trabajo: aplicar una ley severa contra maleantes y violadores (en los últimos años, en grave aumento). Desatar las manos de policías y guardias civiles, para que disuadan a los delincuentes de continuar siéndolo. La hipocresía y contradicción gubernamentales, el abandono y traición a la mujer, yace en que existe mayor preocupación que su bienestar: inmovilizar a los Cuerpos de Seguridad, y ofrecer preponderancia al grupo cultural que protagoniza el incremento de violaciones.

Existen más procedimientos para fortalecer, realmente, por las mujeres. De nuevo, las Fuerzas de Seguridad son la respuesta. Existen sabios y necios, grandes comunicadores y terribles transmisores, de alta moral y baja calaña, en cada profesión. Dentro del Ejército, he conocido a más de un hombre sensacional. Sus palabras y su ejemplo, su manera de tratarme, me han enseñado tanto. Han rebajado el peso de la carga notable que percibía. Conozco el abandono, y ellos nunca lo han protagonizado en mi vida. Sí han ofrecido perspectiva y consejo certero. La mujer que suscribe, no ha necesitado ninguna legislación que convierte al hombre en el Lobo Feroz, para fortalecerse y considerarse respaldada, comprendida, bien tratada y apreciada. Sólo ha requerido mantenerse cerca de ciertos hombres de armas.

Sobre M., aquel combatiente con quien poco contacto personal viví, a quien sobre todo he escuchado en conferencias y programas en los que colabora, ha inaugurado un capítulo en mi vida, mediante su ejemplo de dignidad (en palabras y gestos). Mi vida era más pobre cuando desconocía la existencia de él, una persona con tanta nobleza, gravedad, y riqueza interior. Él, educado y adiestrado militarmente a la vieja usanza, sólo siendo lo que es, me ha enseñado Dignidad. Jamás he sido dignificada, sólo avergonzada y perturbada, por la riada de leyes, lemas y ocurrencias impulsados por el aquelarre pseudofeminista.

Algunos militares, policías y guardias civiles, organizan conferencias, jornadas de formación, etc., para público genérico o mujeres en particular. La difusión de su conocimiento es más valiosa y apremiante que la espeluznante asignatura de Primaria y Secundaria “Valores éticos y cívicos”, un intento Frentepopulista contradictorio, de ofrecer brújula moral (si bien, ello es responsabilidad de los padres, dado que se trata de Educación, no Enseñanza) sin mencionar Filosofía, Religión, y valores castrenses (¿valores universales?) de patriotismo, esfuerzo, superación, servicio a los demás, compañerismo, y valor. Con la eterna mentalidad marcial, una Nación se fortalece. La progresía 2030, aniquila.

Aquellos uniformados que comparten su saber y capacidades intelectuales y físicas en cursos para civiles, en ocasiones infravaloran aquellos, dado que siempre los han poseído, y con frecuencia han estado rodeados de personas similares. Tienden a normalizar ese tipo de inteligencia, habilidades y nociones. Resulta entristecedor e injusto que algunos de esos soldados y agentes, ignoren la enseñanza tan provechosa y esencial para la formación humana y ciudadana, que imparten. Cambia la vida de uno, asomarse a su manera de mirar el mundo y moverse; comenzar a vivir la vida propia, con un pedazo de su instrucción. Uno de ellos es un hombre que conoce la disciplina y no los paños calientes, y que rezuma testosterona (por tanto, enemigo del ministerio de esquizofrénicas). Él ha fortificado y entregado poder a varias mujeres.

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Para lograr la protección de la mujer (que debiera preocupar tanto como la de los hombres), ninguna sociedad precisa adoctrinamiento de género, que enemista a los sexos, y siembra la ambigüedad y relativismo sexuales, destruyendo nuestra naturaleza, menoscabando la pirámide poblacional, y negando la Biología (sentimientos por encima de hechos). Tampoco se requieren leyes que generan sospecha sobre los hombres por el hecho de tener pene, que les arrestan porque la palabra de una mujer vale más que la presunción de inocencia (regresamos al Antiguo Régimen). Leyes que regalan puestos de trabajo a mujeres, como premio por haber nacido con vagina. Lo que sí necesitamos, con premura, es al Ejército, la Policía, y la Guardia Civil.

Autor

Amaya Guerra
Amaya Guerra: "Aprendiz de todo, maestra de nada".
Aprendiz de todo y maestra de nada. Ferviente creyente en las Humanidades, en las posibilidades del ser humano de superar la crueldad, la estupidez y la ineficiencia, de lograr el avance de la civilización, mediante el cultivo del intelecto y la sensibilidad, mediante el reconocimiento de la experiencia, y la transmisión de valores morales (esfuerzo, seriedad, exigencia y disciplina).

En la actualidad sufrimos la misma falta de libertad de expresión y respeto a la diversidad en el mundo que en 1950: se ataca a la disidencia por el hecho de ser (aunque su comportamiento sea pacífico y legal). En época de guerra y algunas dictaduras, se fusilaba en el paredón, hoy se aniquila en internet, maquillándolo con la expresión "cultura de la cancelación". Silenciar todo lo que contravenga e irrite a uno, al tiempo que se desgastan los términos "tolerencia" y "diversidad".
Existen pocas verdades universales, la visión propia suele depender de la perspectiva desde la que se mira; ésta es la mía. No necesito seguidores ni palmadas en el hombro, sólo argumentos y contraargumentos.

Aquellos que no nos doblegamos ante el totalitarismo del siglo XXI (fin de las libertades individuales, verdad oficial, vigilancia y control absolutos del individuo a través de la tecnología), aquellos que no cedemos ante la deshumanización, encarnamos la Resistencia. Por lo tanto, unámonos... y ejerzamos.
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Miguel Sánchez Asenjo

Querida compañera articulista Doña Amaya Guerra:

No te conozco de nada, tan solo por este artículo. No sé si tienes 20, 25, 40 o 50 años. Me da igual. Yo tengo 76 años y he vivido más que 20 personas juntas de mi edad.

Respecto a tu artículo denotas una justicia de equilibrio entre los géneros, porque tú eres una señora o señorita femenina y gran Dama de conducta y pensamiento intachables

Al decirte mi edad y desconocer la tuya, solo era para aclarar una expresión en tu “Curriculum Vitae”:

En la actualidad sufrimos la misma falta de libertad de expresión y respeto a la diversidad en el mundo que en 1950: …”

Esos años los viví yo, aunque era muy pequeño, pero con intensidad si viví los años 60 y 70. Por ellos te puedo asegurar, que el tal “machismo”, no existía y menos un desprecio a la mujer. Te recuerdo, que en aquellos años felices de “Guateques” y no discotecas, la juventud de una felicidad que yo ahora no veo, era muy educada con las chicas. Yo tenía dos pandillas por dos pueblos importantes de la Sierra madrileña. En una éramos 60 y en la otra solo unos 15. Dichos grupos estaban conformados por chicos y chicas y te puedo asegurar que allí no observé nunca desprecio alguno a ninguna chica. Es más, las chicas llevaban la voz cantante, como siempre ha ocurrido y ocurrirá, pero no solo eso, ellas eran las que elegían novio y con quién querían acostarse, porque las había, independientemente de ese “Régimen atroz”, que unos, otros y todos han tildado de “Dictadura terrible”. Era tal la “Dictadura”, que nosotros con 12, 14, 15 años, íbamos en bicicleta a las Fiestas Patronales de todos los pueblos a 30 kilómetros alrededor. No teníamos a navajeros, delincuentes o drogatas, que nos molestaran, porque para eso estaba la G.C., aparte que esa gentuza estaba a buen recaudo.  Llegábamos a nuestras casas a las 2 o 4 de la madrugada y te aseguro que ni estaba la Guardia Civil detrás de nosotros, ni Franco estaba esperando delante de nuestras puertas, para ver la hora a la que llegábamos. Eso mí querida amiga, era y se llamaba: LIBERTAD

Respecto a la sustancia de tu artículo, te diré que;  “El Feminismo Excluyente”, es parte del programa de la progresía y la extrema izquierda, cuyo objetivo no es otro que destruir a la familia y por tanto, al hombre, al padre, ponerlo entre rejas, simplemente con una acusación, no fundamentada en hechos reales, solo aludiendo a una simple hipotética llamada de teléfono, como habitualmente se hace.

Es cierto que 40 o 50 mujeres son asesinadas en España, por cierto; Nuestro País es afortunadamente y con gran diferencia, en el que mueren muchas menos mujeres. Pero las preguntas son:

¿Cuántos hombres son asesinados por mujeres? Esas estadísticas se saben, pero no se dicen.

¿Cuántos hombres, se suicidan al año, hartos de que les han quitado todos sus bienes; Piso, muebles, …, y encima tiene que salir de ese piso suyo y alquilarse otro o irse con sus padres? Esas estadísticas se saben, pero no se dicen.

¿A cuántos padres les han quitado hasta sus hijos, a los que esas mujeres, no dejan verlos. Muchas veces, con la escusa que tienen gripe o están enfermos? Esas estadísticas se saben, pero no se dicen.

Resumiendo. Estas Leyes que masacra a hombres y niños, junto a la “Memoria Comunista”, impuestas por un criminal como “Risitas-Lucifer” y refrendada por el P.P., masón, cínico, cobarde, sumiso y traidor, solo tienen un objetivo y es: Destruir a la Familia, a la Religión Católica y a la Nación.

Te deseo lo mejor, gran señora y dama española

Un cordial saludo.

Un Caballero Legionario
Miguel Sánchez

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