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La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad. Los obedientes deben ser esclavos (H. D. Thoreau)
Literal. «Real Decreto-ley 14/2022, de 1 de agosto, de medidas de sostenibilidad económica en el ámbito del transporte, en materia de becas y ayudas al estudio, así como de medidas de ahorro, eficiencia energética y de reducción de la dependencia energética del gas natural». Todo arbitrario, absurdo, kafkiano, contradictorio (¿no quedamos en ventilar los locales por el bichito-19?). Liberticida (contra la libertad de empresa, ni te cuento). Ruinoso para las economías de la gente más modesta, pymes preferentemente. Flagrantemente ilegal por inconstitucional (invade, en todo momento, competencias autonómicas). Y por supuesto, que no existen problemas de suministro de gas (ni lo habrá), ergo desproporcionado fin que dice buscar. Y más allá de que, de forma oportunista, el Partido Podridísimo aparente oponerse, es usted, eres tú, el que tienes que decir NO.
NO, NO, NO
Cuando el Gran Leviatán apoyándose en leyes injustas, la mejor, tal vez única alternativa, desobedecer sin miedo ni vacilación. Bajo un gobierno que encarcela injustamente el lugar apropiado para un hombre justo es también la mazmorra. Y, expresado de otra manera, no es sano estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma. Por injusta, esencialmente.
No hay razones legítimas ni de ningún tipo para obedecer a un gobierno injusto (títere para más inri, como el de Sanchinflas), pues la conciencia nos ordena primero ser hombres, individuos, conciencias libres y responsables, digan lo que digan las ilegítimas y terroristas autoridades sobre calentones güebales, bichitos pangolineros o lo que les salga de su demente y genocida caletre: no obedecer sus putas y falsísimas majaderías. No quedarse en casa, ni poner la temperatura que te sugieran: siempre a tu gloriosa bola: “nos invaden los aliens”, ni puñetero caso, obvio.
La desobediencia no es un acto de rebeldía gratuito e infantiloide, sino un gesto esencialmente ético y cívico que puede cambiar el acontecer de la historia. Nada está escrito, aunque lo parezca: liberticidas historicismos, no gracias.
Los hombres libres que no se dejan intimidar por los tiranos
La cosificación del hombre es la quintaesencia de la tiranía: con la PLANDEMIA, acelerón. Sólo unos pocos – “héroes, mártires” – se atreven en todo momento y lugar a desobedecer al monstruoso Estado Capitalista (lo seguiremos haciendo, padeciendo lo que toque: ergástula, ruina, hambre, o lo que se tercie.). A ojos de las despóticas e inmorales leyes, ciertos seres humanos se convierten de inmediato en enemigos a los que silenciar, reducir, recluir o incluso exterminar.
Las mierdocracias occidentales, diríase, se han arrogado una suerte de masónica y biempensante triada. Rebuznan sobre libertad cuando gran parte de su población vive sometida a una indigna servidumbre. Graznan sobre igualdad, cuando las desigualdades sociales devienen cada día más sangrantes. Ventosean acerca de la fraternidad en un mundo hondamente desunido y atomizado, a fuer de deshumanizado.
Resistencia al poder
Indefinida e infinita resistencia al poder, firmeza básicamente individual, aunque sin descartar noble devenir y simbólico ejemplo para tus semejantes. Resistencia, fundamentalmente no-violenta. Centrada en ámbitos donde el poder no espera ser desafiado. Hacienda, joya de la corona. Objeción fiscal, siempre. En fin.
https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2022-12925
https://elcorreodeespana.com/opinion/246019247/El-noble-valor-de-decir-NO-Por-Luys-Coleto.html
https://elcorreodeespana.com/politica/106812361/Tu-miedo-es-su-tirania-Por-Luys-Coleto.html
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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