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Según una encuesta de Martín Varsavski, agente de la colonización cultural, el 51% de los españoles tiene una opinión positiva de Franco, contra un 34 negativa y un 15 neutra. No sé si refleja la realidad, porque los 40 años de calumnias permanentes de la Triple M y del coro de charlatanes universitarios es probable que hayan cuajado más. Los pocos políticos decentes que hay no se atreven a exponer con claridad la realidad histórica precisamente porque temen chocar con una opinión pública mayoritaria creada por esas campañas. Pero Franco sobrevive a los intentos de ma
tarlo, como le pasa a Montesquieu. Siempre creí que esas campañas tenían más volumen que efecto, que una masa considerable de población no acababa de creérselas, y que una exposición clara de los hechos podría volver al revés dicha opinión. Se trata de una cuestión política crucial, pues en la falsificación antifranquista de la historia se han apoyado las derivas separatistas, terroristas y liberticidas de los corruptos. Recuperar la historia es, por tanto imprescindible para recuperar una democracia fallida. Al respecto debe quedar claro que:
*Quienes odian a Franco son los separatistas, etarras, socialistas, comunistas y señoritos del PP. Ese odio les une a todos, lo mismo que la corrupción. Nadie que se dé cuenta de esta evidencia puede dar crédito a sus “historias” ni a sus pretensiones democráticas.
*La falsedad de la historia que difunden queda de manifiesto en su incapacidad para sostenerla en un debate historiográfico libre. Por eso recurren a leyes de tipo soviético, rebautizadas como democráticas para más injuria, que pretenden dictar a los españoles lo que deben pensar de su pasado e impedirles conocer la verdad.
*El referéndum de diciembre de 1976 afirmó por abrumadora mayoría popular el paso del franquismo a la democracia “de la ley a la ley”, es decir, reconociendo la legitimidad histórica del franquismo como base para una democracia no convulsa como fue la II República. Desde entonces la democracia ha ido degenerado precisamente por la negación de esa legitimidad y de la voluntad popular expresada en dicho referéndum.
*Una democracia no se sostiene en una sociedad pobre, cargada de odios políticos y con grandes desigualdades sociales, como fue la república. Y el franquismo fue quien creó, entre otras cosas, una nueva sociedad próspera y muy mayoritariamente reconciliada en una nación unida y soberana. La democracia proviene y solo puede provenir de esa sociedad, construida con algunas inevitables restricciones de las libertades políticas frente a mil enemigos internos y externos.
*La democracia nunca pudo venir de la oposición al franquismo, que fue comunista y /o terrorista-separatista (ETA). Partidos semejantes hicieron de la república un régimen caótico y violento, y organizaron deliberadamente la guerra civil. Y desde el paso a la democracia después de Franco no han hecho otra cosa que socavar las libertades y la unidad nacional y su independencia. Deben aprender la lección de la historia antes de repetir lo peor de ella, todavía es tiempo.
Autor
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Nació en 1948, en Vigo. Participó en la oposición antifranquista dentro del PCE y el PCE(r)-Grapo. En 1977 fue expulsado de este último partido e inició un proceso de reflexión y crítica del marxismo. Ha escrito De un tiempo y de un país, sobre su experiencia como "revolucionario profesional" comunista.
En 1999 publicó Los orígenes de la guerra civil, que junto con Los personajes de la República vistos por ellos mismos y El derrumbe de la República y la guerra civil conforman una trilogía que ha cambiado radicalmente las perspectivas sobre el primer tercio del siglo XX español. Continuó su labor con Los mitos de la guerra civil, Una historia chocante (sobre los nacionalismos periféricos), Años de hierro (sobre la época de 1939 a 1945), Viaje por la Vía de la Plata, Franco para antifranquistas, La quiebra de la historia progresista y otros títulos. En la actualidad colabora en ÑTV, Libertad Digital, El Economista y Época.