21/11/2024 11:51
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Iniciamos hoy la publicación de la Segunda Parte de la obra de Julio MERINO sobre «Los caballos de la Historia» que hemos venido publicando los últimos meses, dedicada por entero a «Pegaso, el caballo volador»,  las Mitologías clásicas y los Dioses del Olimpo griego.

Para «El Correo de España» es una satisfacción poder ofrecer a sus lectores y amigos una obra tan interesante y curiosa como formativa.

Así que pasen y lean la «Introducción a las Mitologías».

 

Lo que más deseaba Belerofonte era dominar a Pegaso, un caballo nacido de la gorgona Medusa cuando fue asesinada por Perseo. Era:

 

UN CORCEL ALADO, DE GALOPE INCANSABLE, QUE COMO RÁFAGA DE VIENTO PASA POR LOS AIRES.

 PÍNDARO

 

 

Los indios hicieron del caballo el símbolo de Viradsh, la fuerza vital que rige todo el mundo animado. Para ellos cada parte del caballo simboliza a uno de los componentes del universo conocido:

 

 

•   La cabeza corresponde a la mañana.

•   Los ojos representan el sol.

•   La boca abierta designa el calor natural.

•   El cuerpo entero representa todo el año.

•   Los miembros son las estaciones.

•   Las articulaciones indican los meses.

•   La carne sugiere las nubes.

•   La crin indica los árboles.

•   El lomo es el paraíso.

•   Los huesos son las estrellas fijas.

•   Los vasos sanguíneos significan los océanos.

•   El hígado y el bazo representan las montañas.

•   El bostezo es el rayo.

•   Los espumarajos representan el trueno.

•   El sudor de su piel indica la lluvia.

•   Y su relincho, la palabra.

  

INTRODUCCION A LAS MITOLOGIAS DE LA ANTIGÜEDAD 

»Por mi Poderío, por mi Poderío,

A la santa Inanna, mi hija,

quiero regalarle las leyes divinas.»

Sumerian Mithology

  

¿De dónde viene el hombre?

¿Cuál fue el origen del hombre? ¿Qué hay antes de la vida y al otro lado de la muerte? ¿Quiénes son el sol, la luna y las estrellas? ¿Qué es la tierra? ¿Qué son el viento, el volcán que ruge, el río que se mueve y el mar? ¿Quién lanza el rayo, produce la lluvia y hace tronar al cielo? ¿Qué hay en el fondo de los océanos y quién produce la tempestad? ¿Y el fuego? ¿Por qué arden las cosas y qué hace que durante el día haga calor y durante la noche frío? ¿Y por qué unas mujeres pueden parir y otras no, y unos hombres son buenos y otros malos? ¿Qué es la mentira y la verdad? ¿Dónde está la verdad? ¿Qué es el amor y qué son los celos, la envidia, el dolor, la pesadumbre y la amistad? ¿Por qué tiene que morir el hombre? ¿Qué es la inmortalidad?…

He aquí las grandes interrogantes que aparecen junto al hombre en cuanto se remonta el cauce de la Historia y se quiere llegar hasta el manantial de la vida humana sobre la tierra.

Las grandes interrogantes y el misterio. Porque la verdad es que el hombre no supo, no ha sabido y no sabe aún cuál es la respuesta exacta a cada una de estas interrogantes. Y cuando el hombre no encuentra respuestas lógicas, convincentes y demostrables surgen las falsas interpretaciones, la duda, el miedo a lo desconocido y la leyenda. ¿Y qué es la leyenda sino una fábula, una invención, un mito?….

Luego quiere decir que la Historia de la Humanidad no es sólo la historia de los hechos concretos y las realidades, porque desde el comienzo de los tiempos junto y dentro del hombre existió el misterio y con él la necesidad de creer en algo o alguien que estuviese por encima o más allá de lo conocido. A ese algo o «alguien» el hombre le llamó, en cualquier idioma, Dios… Y «Dios» -o los «Dioses»- será el acompañante del hombre a lo largo de la Historia, desde la casi desconocida Prehistoria hasta la Era espacial.

La Mitología (del griego mythos, fábula, y logos, discurso) es por tanto aquella parte de la Historia que abarca y estudia los «mitos», es decir, las fábulas, las leyendas y las invenciones del hombre en sus relaciones con los seres vivos y los fenómenos naturales que no comprende o respecto a las ideas morales que admira. Otra interpretación fue la del filósofo griego Evémero, quien ya en el siglo IV a. de C. sostuvo que los mitos no eran sino el recuerdo idealizado de algunos mortales (héroes, guerreros invictos, etc.) divinizados después de la muerte.

Lo que quiere decir que la Mitología sigue el mismo cauce de la Historia y que junto a las civilizaciones históricas están los mitos… aunque fuese la mitología grecorromana la que predominase en el devenir histórico.

 

 

LA MITOLOGÍA SUMERIA

El profesor Samuel N. Kramer demostró -además de que «la Historia empieza en Sumer»- que el pueblo sumerio ya tenía su «Mitología» XXX siglos antes de Jesucristo. Una mitología con sus dioses, sus fábulas, sus leyendas, sus héroes y sus mitos…

 

«Cuando el Cielo se hubo alejado de la Tierra,

Cuando la Tierra se hubo separado del Cielo,

Cuando se hubo fijado el nombre del Hombre,

Cuando An se hubo llevado el Cielo

Cuando Enlil se hubo llevado la Tierra…»

 

En la que hay respuestas para las grandes interrogantes y misterios por doquier. Dios es «Dingir» y los «dingires» son cincuenta en total y siete son los que deciden los destinos. An es el «dios del cielo» y en un principio supremo soberano del panteón divino. Enlil es el dios del aire y de la atmósfera, Rey del cielo y la tierra y Señor de todos los países, Padre de los dioses… y dispensador de la abundancia. Enki es el dios del abismo y del océano, señor de los mares y de todo el agua, y ejecutor de los deseos de Enlil. Y Ninhursag («Nintu») es la diosa de la vida, «la dama que pare» y da el ser a todo bicho viviente sobre la tierra y bajo las aguas. Es decir, los cuatro «Grandes Dioses» de la Mitología sumeria. Pero, junto a Enki se sienta Inanna, la reina del cielo, y es ésta la que tiene las leyes divinas:

 «Por mi Poderío, por mi Poderío,

A la santa Inanna, mi hija,

quiero regalarle las leyes

divinas…»

 

De acuerdo con su concepto del mundo -escribe el profesor Kramer­ los pensadores sumerios tenían una visión relativamente pesimista del hombre y de su destino y estaban firmemente persuadidos de que el ser humano, formado y amasado con arcilla, no había sido creado más que para servir a los dioses, suministrándoles comida, bebida y morada, para que se pudieran entregar en paz y sosiego a sus actividades divinas.

 

 

LA MITOLOGÍA EGIPCIA

Después nos encontramos con la Mitología egipcia… los mitos y leyendas del «Gran Egipto», el país del Nilo. Un pueblo que poseyó una profunda religiosidad y que creyó en «una vida futura del hombre más allá de la muerte». Los egipcios fueron politeístas y su religión una mezcla de representaciones humanas y animales. Cada dios tiene un animal como símbolo y esos animales son sagrados en la vida diaria. Horus es el sol naciente y Ra, el sol en todo su esplendor… pero Amon-Ra es el más alto de los dioses y el dios nacional. Osiris es el agua o el Nilo, padre de Egipto. Isis es la tierra vegetal y Set, el desierto, la terrible sequía.

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El mito egipcio por excelencia es el de Osiris. Según la leyenda, Osiris era el dios de la luz, dios bienhechor, que sale por la mañana del Océano del cielo y brilla durante el día repartiendo sus beneficios sobre la tierra; al llegar la noche es muerto a traición y despedazado por su hermano Set, el dios de las tinieblas, y a causa de ello, su mujer Isis, diosa de la tierra, recorre ésta derramando lágrimas (las estrellas) en busca de su esposo; al terminar la noche, el joven Horus, hijo de Isis y Osiris sale del horizonte y venga a su padre, que recobra la vida mediante ciertos ritos mágicos. Esta resurrección de Osiris era una prueba de su inmortalidad…

Y porque creen en la inmortalidad, aunque sólo sea de Ka: el doble, una especie de sombra que acompaña al cuerpo en vida y le sobrevive después de muerto, piensan que hay que conservar el cuerpo -o por lo menos de alguna imagen de él donde el «Ka» pudiese residir-y prestar culto a los muertos. De ahí a las momias, a los sepulcros monumentales y a las pirámides gigantescas sólo hay un paso. Después de la muerte el alma tenía que presentarse ante el Tribunal de Osiris, quien rodeado de 42 dioses asesores había de juz­gar si el muerto había cometido alguno de los 42 pecados… poniendo en una balanza (la balanza de la Justicia) las acciones buenas y las acciones malas: si el alma era condenada automáticamente caía en un sitio horrendo, era azotada, combatida por la tempestad, atormentada por escorpiones y serpientes y, por fin, aniquilada. Si era absuelta pasaba a hacer compañía a los dioses y gozaba de la felicidad.

 

LA MITOLOGÍA HINDÚ

Luego está la Mitología hindú de los pueblos de origen ario que habitaron las tierras del Indo que muy pronto se llamaron India. Una mitología donde se cruzan y entrecruzan la filosofía, la religión, la leyenda y el mito… y en la que confluyen el vedismo, el brahamanismo y el budismo. Cuatro son los libros vedas: el Rig-Veda, que consta de himnos y alabanzas; el Sama-Veda, que contiene fórmulas sagradas; el Yajur­Veda, que comprende la liturgia, y el Atharva-Veda o libro de los conjuros y los encantamientos. El dios principal del Vedismo era Indra, un dios eminentemente guerrero y amparador de la fuerza y la valentía del héroe. Frente a Indra surgió de manos de los sacerdotes el Dios Brahma, espíritu supremo de quien procedían, por emanación, todas las cosas y al cual habían de volver. Y con Brahma la creencia de la metempsicosis o transmigración, según la cual cuando una persona muere vuelve a revivir en otro ser, de mejor o peor categoría, según las costumbres y la vida del finado… Al lado de Brahma los indios adoraban a Vishnú, dios conservador y renovador, y a Siva, dios destructor. Ellos tres -Brahma, Vishnú y Siva- formaban la Trimurti o Trinidad. Como «dioses menores» estaban: Manú, padre del género humano; Kalí, mujer de Siva; Yama, rey de los infiernos, y un número indeterminado de «espíritus» que pueblan el mundo visible y el invisible.

En el siglo V a. de C. -y como reacción contra el brahmanismo o gobierno sacerdotal- apareció Budha, el sabio o iluminado… y con él la leyenda, el mito budhista, la religión. Según la leyenda Budha no conocía de la vida más que el placer y la felicidad, dada su condición de noble y por su calidad de heredero al trono… pero, en tres salidas que hizo de palacio conoció la vejez, la enfermedad y la muerte y entonces comprendió que este era el destino de los hombres y que todo en la vida era dolor, y que no merecía la pena vivir en un palacio si al fin se había de tropezar con la enfermedad, la vejez o la muerte. Entonces -sigue la leyenda- Budha lo abandonó todo y se retiró a buscar el origen y el remedio del dolor. En su retiro fue tentado tres veces por Mara, el diablo, quien le envió a sus hijas para seducirle y las tres veces venció la tentación… a partir de ese momento Budha se dedicó por entero y hasta su muerte a la predicación de su doctrina. O sea, a la creencia de que el dolor es inseparable de la existencia y que por tanto hay que huir de la transmigración que renueva indefinidamente ese dolor de vivir; para ello hay que borrar de sí todo deseo hasta extinguir el espíritu individual, ya que de este modo se logra que no se forme después de esta vida otro cuerpo en que renazca, y se obtiene el nirvana, es decir, el no ser, que para unos budhistas es el aniquilamiento completo de la personalidad (la nada) y para otros la reabsorción en la divinidad. Junto a esta filosofía pesimista de la vida Budha predicó la igualdad de todas las castas. Según él todos los hombres nacen igualmente, y así como no hay diferencia entre los cuerpos de un príncipe y de un mendigo tampoco puede haberla entre las almas. Las dos grandes epopeyas de la Mitología hindú son el Mahabharata y el Ramayana: el primero relata las luchas sostenidas por los indoarios para conquistar la cuenca del Ganges y el segundo cuenta la expedición de Rama a Ceylán contra el gigante Ravana que le había robado a Sita, su esposa. Son la «Ilíada» y la «Odisea» de la Mitología hindú.

LAS MITOLOGÍAS DE ORIENTE

También el Extremo Oriente tuvo su mitología; es decir, sus dioses, sus leyendas, sus héroes y sus mitos. Se sabe que la primitiva religión de los chinos hacía al Cielo sublime soberano autor de la vida y de la muerte y árbitro de todas las cosas; artífice del alma inmortal y de la bondad y de la maldad sobre la tierra. Lao-Tse defendió que el universo procede de dos principios: la materia eterna y la fuerza que hizo todas las cosas; que los seres aparecen un momento en el mundo y pasan al reposo; que la sabiduría consiste en dejar obrar a la Naturaleza, pues toda actividad o inactividad personal es inútil y que al pueblo hay que dejarle en la inacción y la ignorancia y esperar lo que vendrá. Por su parte, Confucio propuso como regla de las acciones humanas la perfección, consistiendo ésta en la moderación, la rectitud y el justo medio… Establece un dios, un alma inmortal, un culto a los antepasados y da una gran importancia a la familia. Hay cinco delitos en la tierra -dice Confucio­ que todavía son peores que el hurto y el robo: el primero es la insubordinación del sentimiento, unida a la astucia; el segundo es la maldad en el obrar, unida a la obstinación; el tercero es la mendacidad en el hablar, unida a la facilidad de palabra; el cuarto es la memoria del escándalo, unida a las relaciones muy extensas, y el quinto es la aprobación de la injusticia, unida a su excusa… Cuando una de estas cosas se encuentran en un hombre éste no puede escapar de ser castigado.

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LA MITOLOGÍA JAPONESA

La mitología japonesa va unida al sintoísmo, que hace a los emperadores y familias nobles descendientes del cielo, mezclando el culto de los antepasados con el del Sublime Soberano. Obedecer al Mikado, representante de la divinidad sobre la tierra, era su artículo fundamental… No tomaba de la religión más que aquello que llamase a su heroísmo o valor, pues consideraban que la creencia religiosa era lo que mejor despertaba la energía humana haciéndola vencer aún a la misma vida. El sentimiento del honor, muy cultivado entre el pueblo japonés, se desarrolló especialmente en una casta feudal y guerrera, la de los Samurai, para los que la valentía, el amor a la gloria y el desprecio del peligro eran una especie de nobleza y caballería. El gesto máximo de esta «nobleza» japonesa era el harakiri, suicidio ritual muy extendido entre las clases altas y más tarde incluso entre el pueblo cuando del honor patrio se trataba.

Siglos más tarde aparecieron o se tuvo conocimiento de la mitología de los países nórdicos y la mitología precolombina de América

LA MITOLOGÍA NÓRDICA

Respecto a la mitología nórdica, lo primero que hay que decir es que se mueve en un mundo muy extraño. Un mundo donde Asgard es el lugar donde habitan los dioses y Valhalla, el habitáculo de los héroes. Un mundo en el que los dioses y los gigantes luchan a muerte por la inmortalidad. Odin era -como Zeus- el padre de los dioses y el protector de los héroes. En sus hombros se balancean permanentemente dos cuervos que vuelan cada día a través del mundo y le dicen lo que hacen los hombres : uno se llama Hugin (el Pensamiento) y el otro, Munin (la Memoria). Como sirvientes de Odin están las Walkirias, bellísimas jóvenes cuyo trabajo principal consistía en llegar a los campos de batalla y decidir por orden del señor de los dioses quién sería el vencedor y quién el vencido . El lugar donde llevaban a los héroes era, como ya hemos dicho, el Valhalla, la mansión de los Muertos. Según la leyenda, durante el combate el héroe destinado a morir veía:

 

Jóvenes muchachas de extrema

belleza montadas sobre corceles,

con armadura resplandeciente.

Solemnes y embebidas en sus

pensamientos haciendo gestos de

llamada con sus manos.

 

Además de Odin estaban Walder, Thor, Freyr, Heimdall, Tyr… y Friga, la mujer de Odin, Loki (el hijo de un Gigante que pasaba por hermano de Odin) y Freya, la diosa del amor y la belleza nórdica. El reino de la muerte era dominio absoluto de Hela y ni siquiera Odin podía nada contra ella.

Según la leyenda:

 

En principio, no había nada,

ni arena ni mar, ni olas frías

Ni tierra, ni cielo.

Sólo existía el abismo insondable.

El sol no conocía su morada

y la luna ignoraba su reino.

Las estrellas no habían

encontrado su emplazamiento.

 

Pero el abismo tenía sus límites. Al norte se encontraba Niflhein, el imperio helado de los muertos; al sur estaba situado Muspelhein, el país del fuego. Desde Niflheim doce ríos vertían sus aguas en el abismo, donde se helaban y poco a poco lo llenaban de hielo. De Muspelheim procedían nubes ardientes que transformaban el hielo en neblinas, de estas nieblas caían gotas de agua y de estas gotas nacieron las hijas del Hielo e Ymir, el primer Gigante. Su hijo fue el padre de Odin, cuya madre y mujer eran hijas del Hielo. Odin y sus dos hermanos mataron a Ymir y de él formaron el Cielo y la Tierra: el mar de su sangre, la tierra de su cuerpo y los cielos de su cráneo. Los mitos y leyendas nórdicas tienen también nombres propios: Signy y Segurd, prototipo de Sigfrido. La leyenda de Signy es muy parecida a la de Clitemnesta o más trágica de haber encontrado un Esquilo nórdico para relatar su historia. La leyenda de Segurd habla de una Walkiria (Brynhyld) que había desobedecido a Odin y su castigo sería un sueño que no cesaría hasta que un hombre la despertara. La bella muchacha suplicó al dios que le concediera un único favor: que el hombre que se acercara a ella poseyera un corazón intrépido. Odin rodeó su cama con un fuego que sólo un héroe osaría atravesar. Este fue Segurd, quien obligó a su caballo a pasar por entre las llamas y despertar a Brynhyld, que se entregó a él con alegría por su valor demostrado.

El concepto de la vida y la muerte en la mitología nórdica, sin embargo, es el principio fundamental de que en la lucha del bien contra el mal al final perderán los dioses y que el heroísmo es el único sostén posible, de tal manera que la única posibilidad del héroe es la resistencia y la lucha. Una muerte heroica, la de un mártir, por ejemplo, no es una derrota, sino un triunfo. El héroe nórdico que ríe a carcajadas mientras sus enemigos le arrancan el corazón siempre será superior a sus vencedores: aquellos le matan, pero él muere invicto.

LA MITOLOGÍA INCA

Como mitología hay que tratar también la religión de los Incas peruanos donde Inti (el Sol) y Quilla (la Luna) ocupan el centro de la vida y donde las vírgenes eran consideradas como esposas del sol y no podían romper su celibato sino era para casarse con un inca. Otras leyendas incas hablan de dioses y héroes que protegen al hombre en cada una de sus actividades diarias y antes y después de la muerte.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.