21/11/2024 11:30
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La sumisión anglófila de la clase política y mediática españolas apesta. Hay un imperio, el inglés, al que España rinde pleitesía y quién no quiera verlo es imbécil.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que no tuvo recato en defender la liquidación de vidas inocentes no natas en el seno materno de chicas de 16 años, que no tiene recato en invertir 3.5 millones de euros para clínicas abortistas, ha promulgado tres días de luto oficial regional por la defunción de la monarca inglesa, Isabel II.

Los nasciturus abatidos no merecen luto, ni siquiera respeto, pero la reina de un país extranjero, enemigo secular de España, merece luto oficial…

Manda güevos a lo que ha quedado relegada la lideresa de la “derechita” conservadora española…Si hace unos meses comparaba el autoritarismo de Pedro Sánchez con el de Francisco Franco confundiendo Autoridad –la que brotaba del Caudillo- con tiranía –la que impone Pedro Sánchez, ahora se ha atrevido a avalar el aborto en niñas adolescentes y a dar un rejonazo a la dignidad de España zaherida por 40 años de sumisión globalista a intereses anglosionistas.

Más le valdría a Isabel Díaz Ayuso PRONUNCIARSE sobre la propuesta de declaración de BIEN DE INTERES CULTURAL para el Valle de los Caídos que sobre su escritorio está hace meses y que serviría para blindar el monumento ante el zarpazo de la Ley de memoria democrática y sus intenciones de destrucción. Para Isabel Díaz Ayuso, como para toda la escoria mediática española con la honrosa excepción de El Correo de España o Decisión Radio, urge en cambio defender la memoria, el honor y la dignidad de la monarquía inglesa que usurpa ilegalmente, mediante invasión, territorio español soberano llamado Gibraltar.

Isabel II puso sus pies en el Peñón en 1954, para regocijo de los que ya entonces planeaban convertir el suelo gibraltareño en lo que es hoy: feudo de dinero delictivo blanqueado, de contrabando y de evasión fiscal. El régimen franquista no se resignó y obtuvo dos victorias internacionales en la ONU, que reconocería en dos Resoluciones de los años 60 que Gibraltar era una colonia ilegal y sujeta por tanto a las disposiciones internacionales sobre descolonización.

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La afrenta británica contra España incumpliendo la legalidad y retando al gobierno franquista llevó a que Franco cerrara la verja en 1969, convirtiendo el Peñón en un solar pobre y cochambroso que vaciaba las arcas británicas por su coste de mantenimiento.

Una clase política ruin y mendaz desde 1982, con Felipe González, y como paso indispensable para nuestra convergencia absoluta en la OTAN y en la Unión Europea, abrió la verja de Gibraltar y entregó definitivamente la dignidad de España…

Históricamente la reina de Inglaterra es cabeza y representante de la Iglesia anglicana, esa que hace siglos mató a más católicos que ningún tribunal religioso ni persecución de la época y habría que esperar a la Revolución Francesa para ver matanza semejante. Históricamente, la monarquía británica expidió “patente de corso” y convirtió en héroes nacionales a piratas que torturaron, asesinaron y atacaron a españoles y a intereses españoles como fueron las agresiones a las provincias españolas de los Virreinatos.
Fueron ofrecidos a los ojos de la historia episodios de heroísmo militar y personal español como la derrota británica en Cartagena de Indias a manos del Almirante Blas de Lezo o la admirable intervención de María Pita en La Coruña.

No podemos pasar por alto que la monarquía británica subvencionó y armó a las élites criollas traidoras y genocidas que, como Simón Bolívar, descompusieron nuestro Imperio de Ultramar a lo largo del siglo XIX.

Tampoco debemos olvidar que el concepto cultural de Inglaterra encarnado en sus Reyes y en su política internacional es el vasallaje del resto: la imposición cultural, la imposición del idioma inglés, el fomento de la leyenda negra antiespañola e incluso, como sucedió a finales de los años 70, la protesta y denuncia por el Tratado comercial preferencial entre España y la Comunidad europea que en 1970 entró en vigor y que daba a la industria, la agricultura y los astilleros españoles las mayores ventajas comerciales en detrimento del poderío de Reino Unido.

La masonería inglesa, con premios y distinciones como la “Orden de la Jarretera” ha galardonado a reyes y gobernantes como nuestro monarca Felipe VI, y lo ha hecho “por los servicios al imperio”…Al imperio cultural, político y territorial británico… ¡Que sigue existiendo! ¡Que nos está ocupando Gibraltar!¡Que nuestra cultura española y nuestro idioma, nuestro idioma español, el pentacontinental, está siendo desplazado en los colegios públicos españoles a favor del inglés, y sobre todo en los de Madrid! ¡Que nos estamos comportando como vasallos y como lacayos de una potencia hostil y antiespañola!

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En fin, amigos de El Correo de España: tenemos que ver cómo en España se organizan los mejores banquetes del mundo para los amos de la OTAN y se les regalan nuestras calles madrileñas, calles vetadas al diesel, para que ellos aparquen sus lujosos coches. Y tenemos, también, que ver cómo se organizan los mejores entierros a reyes extranjeros enemigos ancestrales de España mientras expulsamos con denuedo a nuestros propios Reyes –me refiero al Emérito, por el que no profeso simpatía alguna -.

Podemos decir que nuestro pueblo no conoce quién fue Blas de Lezo pero sí la talla de zapatitos de la Reina de Inglaterra.

El príncipe Carlos, a partir de ahora rey Carlos III de Inglaterra, visitó en 1981 y durante su luna de miel con Diana, Gibraltar. Otra afrenta a España que no olviden, a no mucho tardar volverá a efectuar coronado como rey. Porque por lo menos, por lo menos, pese a ser la náusea para los intereses de España, eso es lo que tienen los monarcas ingleses: visitan su Imperio, lo pisan y luchan por él. Aunque sean, repito, unos canallas y unos piratas.

Nuestros reyes, Juan Carlos o Felipe VI no pisan territorio histórico y legal español como Ceuta y Melilla…

Autor

Jose Miguel Pérez