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La izquierda española está, sin ningún rubor, ligada a la mentira y a la demagogia. La frase “No mires la paja en el ojo ajeno y olvides la mentira en el tuyo”, le da repelús y la inmensa mayoría desconoce quien fue su autor. ¿Cómo es posible que la corrupción sea solo del PP cuando son tantísimos los casos que han afectado a toda la izquierda y en particular al PSOE? La izquierda, en lugar de decir vamos a actuar con transparencia, escolta las cuarenta maletas venezolanas que dice no saber a dónde fueron llevadas ni qué contenían.
Las propuestas que hizo Sánchez en su campaña electoral fueron radicalmente incumplidas al negociar su investidura con todos aquellos independentistas, golpistas y filoetarras con los cuales había prometido, con rotundidad, que no se aliaría nunca. Ello hace que, aunque sea el presidente investido por el Congreso, carezca de legitimidad moral puesto que los ciudadanos le dieron sus votos a cuenta de sus promesas. En tanto en cuanto no vuelva presentarse a unas elecciones generales, y las gane, no podrá decir que los ciudadanos comparten sus mentiras. Sánchez ha hecho un doctorado de mentira y está haciendo otro en la mentira. Parecía que la izquierda había llegado en ello a su cumbre con Zapatero, pero Sánchez lo ha superado con creces.
La izquierda se rasga las vestiduras con el presunto chiringuito unipersonal de la Oficina del Español, cuando a la postre Toni Cantó no hace más que ocupar un puesto de asesor político en la promoción del español que. seguramente, atendiendo a su trayectoria y a su valentía, desempeñará con firmeza al igual que lo hizo, como diputado y portavoz del Grupo Ciudadanos en las Cortes Valencianas, ante el independentismo. En su demagogia la izquierda no pregunta ni quiere saber la lista de chiringuitos, con abultadas estructuras y sueldos, que mantienen el gobierno central y también los gobiernos autonómicos. ¡Dios nos libre de preguntar! Ante ello la derecha suele callar para no crispar y no sabe levantar las alfombras y abrir las ventanas. Por ejemplo, ¿para cuándo la derecha que gobierna en Andalucía espera a publicar un detallado informe sobre todo lo que se haya encontrado allí al llegar al poder tras 40 años de omnímodo poder en la Junta e instituciones? La derecha suele querer pasar página lo cual es correcto cuando se busca realmente la concordia. Ese buenismo inspiró a Suarez en la Transición. Pero es un error político garrafal y destructivo cuando empezó la izquierda en los distintos niveles de gobierno a argumentar que el lado “malo” había ganado la guerra civil. Así se fueron reconociendo a los exmiembros de las Brigadas Internacionales, al margen de cuales fueron sus conductas individuales, mientras que se marginaba a los miembros del Cuerpo de Tropas Voluntarias italianas y a los de la Legión Cóndor alemana. ¿Qué sentido tenía eso cuarenta años después de la Guerra Civil cuando todos ellos habían dejado o arriesgado sus vidas en España por uno u otro lado? ¿Acaso no se sabía ya en 1975 lo que hacía el comunismo en los países donde se implantaba? ¿No era acaso visible el Muro de Berlín que se mantuvo erguido, como signo de la victoria de la izquierda, hasta quince años después de la muerte de Franco?
Frente a la izquierda revolucionaria marxista, la derecha siempre ha sido muy tonta. ¿Cómo fue posible que Estados Unidos y Gran Bretaña, los grandes vencedores en la Segunda Guerra Mundial, se dejaran engañar por Stalin en 1945 en las conferencias de Yalta y Potsdam? La consecuencia fue 40 años de dictadura comunista en los países de Europa del Este, en los que hoy (Polonia, Hungría, Rumania, Croacia, Letonia, Lituania, Eslovaquia) gobierna la derecha ante una izquierda a la que ni por asomo se le ocurriría decir que apoyaría al lado rojo español de la guerra. Mientras tanto, en España, a la derecha andaluza gobernante le da miedo derogar la Ley de Memoria Histórica y Democrática andaluza. La verdad nos hace libres. Una hermosa frase que en España no se podrá hacer realidad mientras que la derecha no gobierne con convicción y con principios. La izquierda marxista debe ser arrojada al basurero de la historia. Hay que diferenciar esa izquierda, que domina en España, de la izquierda bersteiniana, tan criticada por Marx. Lamentablemente no hay en España formaciones políticas que se digan de izquierdas y que a la vez repudien el marxismo, pero mientras que se constituyen o no, es a la derecha a la que le compete retomar el espíritu de la Transición y reconducir los graves pasos errados que se han dado en la política española.
Autor
- Administrador Civil del Estado.
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