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Crepuscular y bilbaíno otoño de 1996, herida adolescencia, ebrio, muy ebrio celuloide se coló bravíamente en mi vida, apenas bisbiseo. Beautiful Girls, del llorado Ted Demme. Mozas, ora lozanas, ora más talluditas, realmente perfectas, hermosas, agraciadas, imponderables. Uma Thurman, Mira Sorvino, Rosie O´Donnell, Martha Plimpton, Annabeth Gish y, sobre todas ellas, Natalie Portman. Ains, ese repiqueteo en la nieve. Y el prodigioso Sweet Caroline de Neil Diamond convirtiéndose en protagonista del momento comunitario por excelencia, cuando el grupo de colegas algo borrachín la entona en el garito del pueblo, momentazo, la canción del grupo (¿qué grupo de amigos no tiene su canción?), tratando de impresionar a Andera. Y al resto de las chicas.
Añoraremos el mundo pre-plandemia
Con la plandemia, música casi profética. Un mundo concluyentemente ido. Dulce Carolina, los buenos tiempos nunca parecieron ser tan buenos. Un pasado, anterior a marzo de 2020, que jamás volverá. Siendo una mierda, nos parecerán tiempos realmente entrañables.
How can I hurt when holding you? Estremecido con tal instante de la tonada de Diamond, por supuesto. ¿Cómo podría sufrir cuando te estoy abrazando? Los buenos tiempos nunca parecieron ser tan buenos. Me inclinaba a pensar que nunca lo serían, dulce Carolina. Lo dicho, algo definitivamente perdido desde hace año y medio.
Wembley berrea, Italia aguarda
La afición inglesa retoma Sweet Caroline, una suerte de nuevo himno, infinitamente superior a borrosas divinidades que salvan a satánicas monarquías de su nulamente graciosa majestad, dónde va a parar. Sweet Caroline, sin duda, resuena mejor en Wembley que en cualquier otro lugar (un tema que en Inglaterra empezó a ponerse de moda en Stamford Bridge y en el Villa Park cada vez que ganaban el Chelsea y el Aston Villa). Fascinador y emotivo y bárbaro gañido.
Una canción que ha seducido a la peña de la Pérfida Albión, que repite una y otra vez el estribillo. Inglaterra está de fiesta. Primera final de Eurocopa. Tras el agónico e inmerecido triunfo frente a Dinamarca, le resta postrero jalón antes de subirse al pináculo del sitial futbolero europeo. Aguarda Italia en la final en un encuentro suficientemente interesante en el que la favorita no puede ser otra que el huésped. Con el público a favor, el equipo de Gareth Southgate espera este domingo, nueve de la noche, para poder volver a entonar la canción de Neil Diamond…
Quiero que gane Inglaterra…para escuchar de nuevo a Diamond
…Y aunque desde hace tres centurias ocupen y malversen y despojen territorio patrio, deseo escuchar de nuevo a Diamond de semejante guisa. Y ver de nuevo Beatiful Girls. Y a Natalie Portman zapatear la nieve, hipnótico gorro verde y hechizante peto vaquero mediante. En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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