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Ya saben ustedes que en la mitología griega, Sísifo, rey de Corinto, fue condenado a subir a hombros una roca a la cima de una montaña, y cuando llegaba a la cumbre la dejaba rodar hacia abajo para subirla otra vez, así hasta la eternidad.

            Pues como Sísifo, recurrentemente, y yo diría que de forma cansina y aburrida, algún preboste del PNV sale con sus patochadas al circo mediático para decir alguna boutade como esta… “El euskera es el que nos hace ser vascos”. Si no fuera porque por causa del euskera tanta gente ha sido y es discriminada, eliminada en sus derechos ciudadanos aunque contribuya como el que más con su esfuerzo y tributos, y se está generando tanto daño a nuestros escolares, esto daría para  chistes y poco más. Pero la frase tiene una carga de fusilería anticonstitucional que es preciso comentar, aunque, la verdad sea dicha, este humilde servidor está hasta las partes más pudendas de estos carcamales carpetovetónicos que emulan a Krutwig, el inspirador de ETA, y le da mucha pereza hacerlo.

Para quien no conozca a este ideólogo independentista vasco, verdadero icono del nacionalismo radical, preconizaba la sustitución de la idea de la raza por la de la lengua como argamasa del ser y sentir vasco.

 Se había salido por aquel tiempo de los movimientos racistas europeos, en especial el hitleriano, y eso de la raza quedaba feo en el imaginario colectivo. Había que buscar una sustancia que diera cuerpo a lo que se llamaba por aquel entonces el “pueblo vasco” cuya definición precisa nadie ha podido confirmar más allá del Rh negativo del finado Arzallus, simplemente porque es imposible desde un punto de vista antropológico, cultural e historiográfico.  Y al “bueno” del D. Federico Krutwig se le ocurrió la feliz idea de inventar la piedra filosofal para resolver el nudo gordiano de qué era ser vasco y la definición de Vasconia. Su libro del mismo título es revelador de la idea filonazi del personaje.

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            De esos lodos vienen estos barros y el encargado de marcar el territorio conceptual nacionalista es el fiel krutwiano,   Eguibar, que suele estar muy callado últimamente. Y éste sabiniano empedernido suelta la piedra filosofal sobre la cabeza de los atribulados ciudadanos de la Euskadi sabiniana.

Es decir, según el susodicho, los que hemos nacido en Vascongadas y tenemos raigambre en esto que no se sabe ya lo que es, por tener el español ahora llamado castellano como lengua materna en toda la línea filogenética, ya no somos vascos y aunque paguemos religiosamente nuestros impuestos a las arcas vascas perdemos la condición de ciudadanos para convertirnos en metecos.

 

            ¡Váyase usted a tomar por donde escuece!

 

            Podemos suponer por qué saca a relucir este pensamiento tan profundo el ínclito nacionalista tan próximo a la  Herri Batasuna en la época del fuego y de la pólvora, y que ha dado unas señas de identidad lamentables a un territorio tan querido como el de la Guipúzcoa de toda la vida.  El motivo puede ser que estemos en puertas de una nueva ley de educación que se carga todos los fundamentos del derecho constitucional y del respeto a los derechos fundamentales de padres y alumnos. Y eso sucede en este País que evidentemente es España que corre precipitadamente hacia el abismo no sea que alguien llegue tarde al despeñamiento. Esa ley nos someterá a una nueva prueba de estrés liquidando de facto la Ley de Normalización del Uso del Euskera que en su artículo 16.2  preserva el respeto a la realidad sociolingüística de cada zona vasca, que como todo el mundo sabe es plural y diversa, y también, la voluntad de los padres a los que se subordina a los dictámenes de estos dictadorzuelos de pacotilla que deja como meros aprendices a los caciques de tiempos del turnismo político de Cánovas.

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            Es muy posible que estén preocupados por el surgimiento de un nuevo concepto comunitario en tierras vascas que es el que se preconiza en una Asociación que se llama Hablamos Español. Y que este colectivo, aún no demasiado nutrido está creciendo espectacularmente como bien saben los espías del aparato de control de los que supervisan nuestro pensamiento y nuestros actos más íntimos. Es posible que como no tienen otros argumentos más allá de los sofismas hechos eslóganes sin ningún fundamento de lógica racional, no sepan como abordar en una nueva ley en proyecto, el abuso y atropello que es el pretendido ostracismo a la lengua materna de la mayoría de los vascos, para ir contracorriente del contexto envolvente y fomentar un fracaso escolar faraónico, jamás conocido desde tiempos de Grecia.

Y eso que quieren hacer se llama inmersión total en euskera. La lengua que no usa más del 25 % de los vascos.