03/12/2024 18:19
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Cualquiera que se cruce con el periodista Gustavo Villarrubia, en una Misa o rezando el Rosario ya sea en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, o en su parroquia de Santa Gema en Zaragoza; no imaginaría que detrás de este hombre de aspecto piadoso, afable y caballeroso, se esconde un corresponsal de guerra, que estuvo muchas veces a punto de cruzar la línea que nos lleva a la eternidad. Bajado de un coche por un grupo talibán en el 2001, que acababa de asesinar a sangre fría a varios periodistas entre ellos al periodista español, corresponsal del mundo Julio Fuentes. O amenazado de muerte por un grupo rebelde en Haití, cuando con su cámara era testigo de golpes robo y maltrato a ciudadanos haitianos en 2004. Y otras tantas veces que sería muy largo de contarlas aquí, ya que resumir 25 años de periodismo de trinchera, periodismo de a pie, como suele decir él, nos llevaría para varios capítulos de un libro.

Hoy radicado con su familia en Zaragoza, se dedica a algo que esta muy lejos de las denuncias de corrupción de su vida de reportero, y mas lejos aun de los conflictos bélicos que le tocó cubrir, Afganistán, Irak, Revolución en Haití, y el inicio de la Guerra de Ucrania.

Hoy toda su experiencia de haber vivido en unos 10 países, recorrer el mundo, hablar más de 5 idiomas, la entrega en algo que a muchos les costará entender: “Asesor de comunicaciones a parroquias”, llevándoles las redes sociales, para que cada parroquia pueda llevar su mensaje de fe entre sus feligreses.

¿Qué le impulsó a trabajar como reportero de guerra?

La corresponsalía de guerra no fue algo que yo buscara, me llegó en un momento de la vida con una edad en la que todo lo que huele a aventura, a peligro, llama la atención, y por lo tanto no dudas en tomarlo.

Yo acababa de Instalarme a vivir en Nueva Delhi, India. Me había registrado en el club de corresponsales extranjeros de la capital india. Y ahí conocí a un gran periodista y amigo mexicano, Rodolfo Bermejo, quién en ese entonces llevaba la corresponsalía para CNN español en Asia. En 1999, la zona norte de India, La Cachemira, estaba con conflictos severos entre India y Pakistán.

Así que un día Rodolfo me invitó a tomar un café y me expuso que él lleva la corresponsalía de CNN Español en Asia, y que estaba necesitando un corresponsal más, ya que por su condición de estudiante de un doctorado había muchos temas que se le hacían difícil cubrir. Y me ofreció empezar con el conflicto de Cachemira, que en ese momento estaba bien efervescente, y al público de CNN le interesaba mucho.

Así que empecé hacerme cargo de esos reportes, fue el inicio en el mundo de los corresponsales de guerra.

¿Qué supuso para usted cubrir las guerras de Afganistán, Irak y Ucrania?

Cubrir cualquier conflicto humano, por más pequeño que este sea, nunca es agradable, ya que siempre al menos hay una parte que sufre, que lo pasa muy mal, y que incluso muere. Y tu debes estar ahí con la mayor imparcialidad para investigar y poder relatar, dar la correcta información de lo que esta pasando, las causas y los efectos que están moviendo éste o aquel conflicto.

Por lo tanto, se trata de contar, injusticias, abusos, atropellos, sufrimientos contra los derechos más básicos de humanidad y dignidad humana.

Y para poder transmitir tal información, estas exponiendo todo el tiempo tu propia vida. Yo no sé si hubo realmente algún momento histórico en donde a los periodistas se les respetara o protegiera en las guerras, yo en mis 25 años de trabajo nunca lo conocí.

En mi primera visita a Cachemira, terminé siendo detenido por un comando militar, amenazado a punta de fusiles de guerra y con el material que estaba grabando, confiscado. Y si solo fue eso, fue gracias a la providencia y a un embajador extranjero que justamente pasaba por el lugar y se me acercó a prestarme ayuda. Él se hizo responsable ante la autoridad militar, y consiguió que me dejaran marchar con él en su coche diplomático. Tengo un vago recuerdo de haber visto con el canto de la vista, que esto costó algo mas que la inmunidad diplomática que tenía mi protector. Pero en el momento no le pregunté, el tampoco me lo dijo y eso quedará para la historia.

¿En qué momentos sintió más miedo o temió por su vida?

En muchísimos… (ríe nerviosamente). La verdad, que en muchísimos. Pero para seguir con los conflictos en Asia, te puedo contar lo que me pasó en Afganistán en noviembre del 2001. El martes 11 de septiembre del 2001, yo me encontraba viviendo en Calcuta-India. Trabajaba como free lance para varios medios, entre ellos CNN español. Pocos días más tarde, me llamó Angels Font, la encargada de corresponsales de CNN en Atlanta.

Las instrucciones fueron muy claras, debería viajar lo antes posible para Afganistán. El espacio aéreo, había sido cerrado por lo que solo se podía llegar por aire hasta el país vecino, Pakistán.

El jueves 20 de septiembre a las 16:00 pm aterrizaba en Islamabad, la capital de Pakistán.

Permanecí varios días en la capital, ya que no era seguro viajar solo. La idea era esperar que llegaran más colegas de la prensa internacional. Días más tarde, cuando ya éramos un buen número partimos a Peshawar, ciudad fronteriza con Afganistán. El ambiente en esta ciudad fronteriza era muy tenso, con manifestantes quemando banderas americanas y paredes pintadas llamando a los ciudadanos a la Yihad, la guerra santa del Islam contra Occidente.

El 17 de noviembre organizamos un convoy de 25 vehículos de prensa para llegar a Kabul.

Entre los periodistas ahí presentes estaba Julio Fuentes del periódico El Mundo de España, reconocido corresponsal de guerra. Y otros que venían a su primer conflicto armado, como era mi caso, y el de la acompañante de Julio, María Gracia corresponsal Italiana, del Corriere della Sera.

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La distancia en kilómetros a Kabul no era mucha, pero el camino era muy malo, lo que hacía que este viaje fuera de no menos de 6 horas.

Cuando llevábamos 2 horas de camino, vehículos que iban a la delantera, empezaron a darse la vuelta despavoridos. La primera información decía que un grupo armado había detenido al convoy para asaltarlos.

Al acercarnos escuchamos disparos.

El fixer y traductor que me acompañaba, no se notaba alterado, por el contrario, aceleró en dirección a los disparos. Al cruzarnos con un vehículo, el chófer detuvo un poco la marcha y le dice al mío: “avancen con cuidado, acaban de matar a un grupo de periodistas extranjeros”.

Íbamos por un pequeño acantilado, al doblar en una curva con grandes paredes a los lados, nos encontramos con cuatro cuerpos asesinados. Nos bajamos del vehículo. Se me heló la sangre. Ahí estaban inertes Julio Fuentes, María Gracia y dos otros colegas que no pude identificar.

Nos subimos al vehículo y partimos. Al poco de avanzar, nos encontramos de frente con el grupo de talibanes responsable de los disparos. A gritos y a punta de fusiles, nos hacen bajar del auto. Solo mi fixer hablaba, yo permanecía en silencio. Fueron minutos que se me hicieron eternos. Hasta que mi guía me hizo un gesto para que suba al vehículo y salimos.

Permanecimos mucho rato en silencio.

Más adelante se rompe el hielo, y comienza a contarme lo que le habían dicho los talibanes que nos detuvieron. Al encontrarse con el auto de Julio y María Gracia, bajaron a la mujer por no venir vestida con velo.

Y comenzaron a tirarle piedrazos, Julio intentó parar la lapidación, esto desencadenó la ira del grupo, que terminó por asesinarlo a él y otros dos periodistas australianos que también estaban presenciando la escena.

Al llegar a Kabul, tuve que dar la exclusiva que ningún periodista jamás quisiera dar.

¿Cómo se preparaba espiritualmente por si el Señor le llamaba?

En aquel entonces, cuando tienes veintitantos años, ni piensas en lo frágil que de por si ya es la vida. Y más aún en situaciones que te estas arriesgando al máximo, es muy curioso, ya que cuando has tocado la muerte, haz sentido su olor, te ha rozado, esa vitalidad veinteañera no me dejaba sentarme a meditar y prepararme correctamente en caso de que me tocara. Recuerdo que las oraciones siempre estaban ahí, y salía de una situación y rezaba, aparecía otra y hasta inconscientemente lo primero que se te viene es la oración. Pero la triste realidad, o mejor mi triste realidad fue que vivía con la idea de que la muerte les tocaba a otros.

¿Qué enseñanza pudo sacar de la experiencia?

Ante tu anterior pregunta y mirando hacia atrás, me siento un privilegiado, me siento profundamente amado y me reconozco no haber estado y no estar a la altura de tanto amor. Creo que tengo una buena deuda con mi Ángel de la Guarda, y a quién debo agradecer todos los días por tantos cuidados. La experiencia es algo que se adquiere con el tiempo, pero uno debería estar muy atento, ya que no siempre ese tiempo nos es dado. Claramente mirando al pasado, hoy tomaría muchos otros cuidados, para el cuerpo y sobre todo para el alma.

Además de reportero de guerra ha hecho periodismo de investigación para desenmascarar criminales jugándose la vida. ¿Por qué quiso seguir jugándose el pellejo haciendo periodismo de infiltración?

Pasar de corresponsal de guerra a periodismo de investigación, para llevarlo al mundo de las señales de tráfico, es un camino de una misma dirección, un solo sentido. Al final los conflictos sociales, las guerras, están movidas por el mismo motor que mueve la corrupción, “el motor de las ambiciones humanas”. Y esas ambiciones se satisfacen, buscando poder, mando, dinero mal habido, a costa de lo que sea.

En el año 2002 viajo a Sudamérica, en concreto a Chile, uno de los países más pujantes del continente, superando en ese entonces a Brasil, casi doblando la renta per cápita. Un país de una belleza natural envidiable, y conocido en Sudamérica por tener la policía menos corrupta, y una política muy estable.

Pero como no todo lo que brilla es oro, tenía también su lado oscuro, y detrás de esa corrección en un país muy dividido. Unos decían que, si el país era así, era gracias a la dictadura que mantuvo por 20 años el General Augusto Pinochet, otros refutaban que gracias al fin de esa dictadura, el país había conseguido prosperar. Lo que ambos bandos escondían es que la corrupción existía y que, en esa materia, ambos tenían las manos manchadas hasta los codos.

Al poco de llegar a Chile, fui invitado a participar en un programa de investigación periodística, del canal13 de la Universidad Católica de Chile. El programa se llamaba CONTACTO, y trataba diferentes temáticas sociales, entre ellas temas de corrupción y denuncias.

Así que empecé a formar parte de un grupo de unos 25 periodistas, toda gente muy bien formada, meticulosa en las investigaciones, y con un equipo editor de primera línea. Una línea editorial que permitió hacer grandes reportajes, apostando en cada investigación por contar las historias sin condicionar quién fuera el investigado. Así es que denunciábamos, políticos, empresarios, malos elementos en la Iglesia, etc.

Después de varios años investigando, nos dimos cuenta de que la delincuencia también se prepara, también estudia para crecer en el crimen. Así fue que con un equipo decidimos crear un programa llamado “MISIÓN ENCUBIERTA”. Y meternos al periodismo de infiltración, una manera de hacer periodismo como el que hizo en su día Günter Wallraff, el famoso periodista alemán.

Vimos que la única manera de poder contar la realidad de lo que pasa en el mundo delictual, era transformarnos en uno de ellos, y así empezamos a estudiar los comportamientos, los lugares donde se reunían, y disfrazarnos para cada ocasión. Fue así que pudimos contar desde dentro, historias de trafico de drogas, el mundo de las peleas de perros clandestinas, mataderos ilegales, donde se procesaba alimentos sin ningún tipo de fiscalización sanitaria, o el mundo de las drogas de sumisión, donde drogan personas para asaltarlas, violarlas, etc.

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Nos transformamos en el programa más visto de los domingos a la noche durante 7 temporadas, con más de 70 historias y personajes de los más variados.

Si el periodismo de guerra tiene su riesgo, el de infiltración, en ocasiones te diría que el riesgo es muchísimo mayor, ya que en las investigaciones estás solo entre delincuentes, y cualquier fallo que hiciera que te descubran, no habría ningún tipo de compasión. Por lo que debes actuar siempre muy atento, sin perder los nervios, e intentar siempre tener una vía de escape. Pero un periodismo muy apasionante.

¿Qué supuso para usted ser nominado a los Emmy de Nueva York por el documental Se busca, en el que reveló el escondite del prófugo más buscado en Sudamérica, el pedófilo alemán Paul Schaeffer?

Esa nominación a los prestigiosos premios Emmy fue un regalo más de la providencia, fue justamente trabajando en ese programa de investigación en el canal 13 de Chile. Hacía varios años se le había perdido la pista a un ciudadano alemán que había creado una secta en una localidad a 400 kilómetros al sur de Santiago, la capital.

Este alemán, había convencido a varias familias alemanas a acompañarlo a vivir en comunidad alejados del mundo, y para esto había escogido Chile. Y fue esa lejanía, más un cierto carisma psicopático, que permitió que este señor, se transformara en el dueño del alma y cuerpo de mas de 2000 personas.

Abusando sexualmente de cientos de niños, después de varias décadas en el poder, fue denunciado por algunos miembros de su comunidad, y cuando la justicia decide hacer su trabajo desaparece como por arte de magia. Así pasó por más de 10 años prófugo, hasta que un día alguien llega a nuestro programa y nos entrega una pista de donde podría encontrarse.

La pista era bastante ambigua, y apuntaba a una extensa región al sur de Argentina. Partimos hacia esa dirección con un equipo de periodistas y camarógrafos, y después de un trabajo de 14 meses de seguimiento y búsqueda, dimos con su paradero.

Esa búsqueda durante 14 meses, fue el reportaje que nos dio la nominación a los Emmy en 2005, por el documental “SE BUSCA”. Que se puede encontrar en YouTube, hasta hoy.

La captura de Paul Schäfer – Reportaje original de Contacto 2005 (youtube.com)

¿Qué consejos daría a un estudiante de periodismo que quiera seguir sus pasos?

Mi consejo es, que la profesión exige una gran seriedad, y si no estás dispuesto a llevarla con el cuidado, el cariño y la responsabilidad que merece, es mejor que te dediques a otra cosa, o correrás el riesgo de ser cómplice del cumulo de mentiras e inexactitudes que tenemos hoy por todos lados.

¿Por qué decidió venir a España a dedicarse más a la familia?

Ese tipo de periodismo te exige al cien por ciento, y debes dedicarle mucho tiempo, tiempo que al final terminas quitándole a la familia. Así que hace un par de años, con mi esposa empezamos a planificar una vida más tranquila y poder dedicarnos a viajar en familia y aprovechar para criar y dedicar más tiempo a los hijos.

Así que en agosto del 2022, renuncié a mi trabajo, debo decirte que me costó bastante, ya que no siempre es posible dedicarse al trabajo que te gusta y apasiona.

Una vez había renunciado al trabajo, y después de haber vivido 21 años en Chile, decidimos venir a Zaragoza, la ciudad donde yo me crie, y donde sabía que podríamos encontrar todas las condiciones para seguir los nuevos planes de vida. Y te puedo comentar que ya cumplimos el año y las cosas se nos están dando mucho mejor de lo que esperábamos. Y aquí hemos optado por reinventarnos, entrando en el mundo de las comunicaciones parroquiales.

¿Qué tipo de labor periodística está haciendo en la actualidad?

Hoy estoy dedicándome a asesorar en comunicaciones a parroquias, me entregan sus redes sociales, o yo mismo les creo las redes sociales. Y desde las redes sociales, interactuamos con los feligreses, y sobre todo nos metemos en el mundo de los jóvenes, tan necesitados de consejos, afectos, y ayuda espiritual.

Es una manera de hacer periodismo, no menos valiosa que comunicar en una guerra o denunciar tal o cual delito. Acercar a los feligreses la Iglesia, escucharlos en sus ideas, invitarlos a participar en comunidad, son cosas que me llenan tanto o más que estar detrás de una cámara de TV.

Gustavo Villarrubia Gvillarrubia@gmail.com

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Los que no creen, ni esperan, ni adoran, ni aman a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, no rezan nunca, o lo hacen por conveniencia política, para engañar a los católicos verdaderos y llevarlos a las urnas con engaño.

Los que rezan con el corazón, los verdaderos fieles que creen, esperan, aman y adoran a Dios, suelen pronunciar la Palabra que Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero, pronunció enseñándonos a orar, el Padrenuestro, y dicen:

«Hágase Tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo»

Éstos fieles son consecuentes e íntegros con lo que rezan, no honran a Dios solo con sus labios recitando la oración como si fuese una especie de dicho o refrán hueco y sinsentido en el que no creen en absoluto. Los verdaderos fieles son consecuentes con sus oraciones, no como los falsos creyentes, en los que su corazón está muy lejos, cada vez más, de Dios mismo. Los verdaderos fieles sojuzgan su voluntad renunciando a ella (pues para alcanzar la Salvación, hay que negarse a sí mismo. Así lo afirma la totalidad de santos y santas), como el Señor en el Huerto de los Olivos, que renunció a sí mismo por la Voluntad Santísima de Dios: «…Padre, si puede ser, pase de mí este Cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la Tuya».

Los ateos y falsos católicos creen en la democracia, en la voluntad de la mayoría. Suelen pensar ingenuamente o con malicia, que, por medio del engaño, la mentira, la manipulación y a hipocresía, es decir, la política, se puede lograr «cambiar el mundo» para bien. Para los ingenuos es como convencerles para que se jueguen su patrimonio en un casino, porque hay posibilidades ciertas de ganar una fortuna. Pero si uno realmente medita y ama la Palabra de Dios dada en los santos Evangelios comprobará por sí mismo lo que el mismo Señor nos enseña respecto a la voluntad de la mayoría. Él mismo es víctima de la voluntad de crucificarle frente a la voluntad de liberar a Barrabás. Además, afirmó que ancha era la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y que muchos lo siguen, mientras que estrecha es la puerta y tortuoso el camino que lleva a la salvación, y pocos lo siguen.

Hakenkreuz

Consecuentemente con los santos Evangelios, ¿puede ser un fiel verdadero a Jesucristo, un católico verdadero, demócrata, es decir, partidario de una forma de gobierno mayoritaria llamado democracia o «estado de derecho»? Rotundamente, y con la Palabra de Dios, con el NT y las revelaciones de santos y santas en la mano, NO. No se puede ser demócrata y católico a la vez. La Santísima Voluntad de Dios NO es la voluntad de los hombres. Dios y los hombres no piensan igual. Lo que es aceptable para los hombres (por ejemplo, el divorcio y las relaciones sexuales fuera del matrimonio) en su inmensa mayoría, son abominación para Dios mismo. Así lo deja reflejado el Espíritu Santo por medio de San Pablo en sus cartas y así lo comprobamos todos los que tenemos ojos y queremos ver, mente y queremos meditar. No se puede servir a dos señores. Y todos sabemos que la política rinde culto al dinero. La mayoría, como el mundo mismo, odia a Dios. El mismo Señor nos enseña que si el mundo nos odia, antes le ha odiado a Él. Que el mundo odia a Dios, su salvador, sin sentido. Es tal cual. No se puede ni se debe ocultar la Verdad. Es así. Negarlo es empezar a entrar en el infierno por servir al demonio, padre de la mentira. El mundo y Dios no son compatibles, no hay posibilidad de servir a ambos. No se puede ser demócrata ni aceptar, con el propio voto, el régimen democrático sin caer en apostasía, en un pecado contra el Espíritu Santo Paráclito, que es el Espíritu de la Verdad que el Señor dejó a sus Apóstoles porque todavía no podían con todo. Por eso los santos, que hablan y actúan (milagros que se les atribuye por su intercesión), nos transmiten lo que falta para alcanzar la Verdad completa que el Señor nos prometió en Hechos de los Apóstoles. Intentar compatibilizar fe y política, cielo e infierno, con un arreglo en forma de aggiornamento o puesta al día, o por medio de falsas tradiciones que son preceptos de hombres, no dejará de hacer cada vez más daño a la Iglesia, a todos los fieles. Por los santos, por ejemplo, sabemos que hay un purgatorio para las almas que, no habiendo alcanzado la pureza para ser admitidos en el Cielo, se purifican para entrar en él en un doloroso alejamiento temporal de Dios y de su visión beatífica. Por los santos también se proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María y tantos otros dogmas de nuestra fe que no vienen de hombres, sino solo de Dios, por su Santísima Revelación.

Para un católico verdadero no debe haber voluntad de la mayoría, incluso aunque la mayoría tenga razón en no pocas cosas (que eso no deja de ser cierto conforme al NT, no todo, absolutamente todo, es malo y contra Cristo, incluso en los que no le aman ni creen en Él), pues aceptado un criterio, aceptado sus resultados siempre, sean buenos o malos. Si se acepta la democracia por la creencia que sea, se debe aceptar su resultado, aunque sea malo, como si se acepta apostar en un casino, se tiene que aceptar las consecuencias de la apuesta, sean buenas o malas (y suelen ser malas si se juega mucho). Para un católico verdadero solo puede prevalecer, incluso sobre su propia voluntad (débil, inconstante, necia, limitada siempre y sometida a la tentación y a las insidias del soberbio padre de la mentira), la Santísima Voluntad de Dios, a la que un católico siempre está obligado a discernir para lo que atañe a su vida particular. Por eso lo de «hágase Tu Voluntad, en la tierra, como en el Cielo», exige obrar en consecuencia, hacer prevalecer la Voluntad de Dios, incluso contra lo que nos pueda parecer ilógico o irracional, es decir, incluso siendo humildes. La totalidad de santos incluso nos animan a que nos neguemos a nosotros mismos, a que renunciemos incluso a nuestra propia voluntad (mejor a que ni siquiera la tengamos) y a que abracemos la cruz, el sufrimiento, como medio para parecernos a Cristo mismo, para honrarle y para alcanzar la Salvación eterna por Él mismo lograda en la Cruz. Esto, por desgracia, es tan incomprensible en términos mundanos (no digamos políticos) como necesario para que el alma logre beneficiarse de la Gracia salvífica de Dios y se libre de ser apartada por toda la eternidad de la presencia de Dios, que el infierno existe, aunque lo niegue la totalidad de políticos y la mayoría de sus insensatos votantes. Al menos, incluso los ateos y enemigos de Dios y su Iglesia, reconocerán sin pudor que, para madurar en la vida, hay que aceptar las contrariedades y la frustración, que si se ama verdaderamente, se sufre. Ahí está la clave, que no hay amor sin sufrimiento. Acaso por eso tantos eluden amar a otro u otra que no sea a sí mismo. Es decir, los santos nos conminan a ser maduros espiritualmente y aceptar la Cruz en la vida, a aceptar que el Señor nos perfeccione de ese modo. ¿Es esto conforme al mundo, a la democracia, al «estado de derecho» y a la voluntad de la mayoría? En absoluto. NO se mienta con lo contrario. No hay compatibilidad posible. O se es del mundo (y de la política) o se es de Dios, y para ser de Dios hay que negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirle (esto es justo lo contrario a la política). No hay medias tintas ni tibiezas vanas. La incoherencia entre democracia y Santísima Voluntad de Dios es abrumadora, como también lo fue en el pasado entre la inmensa mayoría de reyes y emperadores no santos ni cristianos, o devenidos en disolutos por placeres y prebendas del poder, y el Reino de Dios. Decir otra cosa es censurar, mentir a conveniencia o engañar y engañarse o no tener la valentía de afrontar las consecuencias de amar a Dios en público, ante los demás, que la cobardía y los complejos hacen mucho por la condena de las almas, por desgracia. ¿Cuántos hay dispuestos incluso a hacer el ridículo por el Señor?.

Tratar de convencer que por medio de una mayoría se puede alcanzar el Reino de Dios entre nosotros, en la tierra, es como convencer con tentación a cualquiera que puede ganar sumas fabulosas en los casinos apostando, incluso todo su patrimonio, su sueldo y sus ahorros. No hay nada imposible para Dios, verdad, perro, ¿conviene tentar a Dios con un juego mañado, al fin y al cabo, en el que el jugador no sabe plenamente lo que hace al apostar?. ¿Realmente pondríamos en juego nuestra alma por toda la eternidad si verdaderamente fuéramos conscientes de la gravedad inmensa y eterna del pecado sin arrepentimiento, es decir, de una conducta contumaz en el pecado y en la mentira y el engaño? Ni los locos sin cura de los manicomios, abandonados de sus parientes, lo harían de modo consciente. Medítenlo bien, si verdaderamente aman al que dio testimonio de la Verdad incluso ante su inminente condena.

Si el mismo Señor Jesucristo, que tantos milagros de curación, de exorcismo, de misericordia y de revivir a muertos hizo en su tiempo que ni todos los libros tendrían papel para dejar por escrito, si tanto amor y veneración despertó en tantísima gente, entre tanta muchedumbre, humilde y sencilla, fue rechazado ante un ladrón y asesino como Barrabás por los mismos testigos de sus milagros («a otros salvastes, sálvate tu y baja de la cruz, para que creamos») y, quien sabe si beneficiarios de sus milagros (decepcionados porque Jesús no satisfizo sus expectativas políticas, ciegos a todo razonamiento sano), ¿puede haber alguien en este mundo que pueda llevar el bien, el bien verdadero según Cristo, con el consentimiento del pueblo en unas elecciones? Sencillamente IMPOSIBLE. Es más, si gana las elecciones, es porque se ha convertido en otro Barrabás de uno u otro modo, engañando a los que han confiado en él o ella como Eva confió en la serpiente del paraíso y desconfió de Dios trayendo lo que trajo (la manzana de la discordia es el deseo de poder de Eva y Adán, el deseo de ser Todopoderoso como Dios mismo. La política está presente en toda tentación desde la caída de Lucifer. Ojo a la política, pues la segunda muerte será el infierno. Avisados estamos). El mundo, por desgracia, ODIA a Cristo. Con una insensatez enferma, sí, pero le ODIA. No se cuestione esto, es así, hay que asimilarlo y no tratar de vivir en una mentira continua de que «hay mucha gente buena» y mentiras «piadosas» por el estilo que parecen no estar en vela del peligro que supone aceptar y ayudar a la mentira, al engaño y a la hipocresía. Si muchas veces en misa hemos dicho «sí, renuncio» a la pregunta del sacerdote sobre si renunciamos al maligno y a sus obras, ¿qué sentido tiene servirle con la política y los votos?¿No estamos siendo unos hipócritas infieles a lo que rezamos y profesamos?. El Señor nos lo advirtió mucho, «velad, porque no sabéis el día y la hora, velad». Además nos previno muy severamente contra los falsos profetas y doctores, los que enseñan a transgredir sus mandamientos, auténticos anticristos en terminología del apóstol amado, san Juan.

Entonces, se preguntarán muchos, ¿cuál es el gobierno adecuado, una dictadura? El gobierno que el Señor propone entre los suyos es el que responde a «el que quiera ser primero entre vosotros, sea vuestro esclavo». Y lo dijo después de que la madre de los de Zebedeo le pidiese poco menos que san Juan y Santiago fueran sus lugartenientes en su Reino. Y el Señor eligió a los suyos, a los doce, incluido el traidor que le vendió. Afirmó que no habían sido sus apóstoles los que le habían elegido a Él (por mucho que los demócratas se rasguen las vestiduras), sino que había sido el Señor, el Verbo encarnado, el que había elegido a sus apóstoles. Pues bien, los santos, sus elegidos, son los que deberían gobernar su Iglesia, la Santa Iglesia Católica Apostólica, como primicia al gobierno mundial de los santos en el orden material. Si la Iglesia, luz del mundo y sal de la tierra, es gobernada por políticos (anticristos) y no por santos, ¿qué luz y qué sal de la tierra es esa? Lo natural es que las defecciones se disparen. Por eso, no puede haber un obispo, un arzobispo, un cardenal y un papa, que no sea santo, elegido de Dios, santo varón por medio del cual Dios habla y actúa. La renovación de la Santa Iglesia Católica Apostólica pasa por apartar del puesto de sucesores de los apóstoles a los políticos (la cizaña) y situar en su lugar a los santos (como aquel niño de Milán que, lleno del Espíritu Santo, gritó en medio de la muchedumbre: «Ambrosio es nuestro obispo». Pues así tiene que ser, porque han de ser los elegidos de Dios los que gobiernen su Iglesia, no los elegidos por simonía de emperadores, reyes, nobles o políticos de cada tiempo).

Hakenkreuz

Por otra parte, ¿qué es eso del «estado de derecho»?¿qué es el «derecho» al que todo el mundo alude como si fuera el «mandato» de Dios Todopoderoso que no se puede transgredir y que es idolatrado e invocado, a conveniencia de cada cual, por todos, prelados eclesiásticos incluidos? ¿Qué valor real tienen las constituciones y las leyes humanas?
¿No es acaso el «derecho», los «derechos humanos» en general, preceptos de hombres, engaños interesados (mentiras para lograr privilegios) o ingenuidad de los que pretendían algo bueno con un mal instrumento del demonio?
¿Cuál es la verdadera Ley, la de los hombres o la de Dios, la que nos fue mostrada por el Señor: «No he venido a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento»?
¿Puede decirse lo mismo, en cuanto al cumplimiento de la ley, de los juristas (jueces, fiscales, abogados, políticos, etc.) respecto a la ley humana, el derecho ese, votado en parlamentos y de obligado cumplimiento en tribunales?¿O todo es pura hipocresía y que puede poner en peligro la Salvación eterna de los que a esos tribunales y juzgados acuden, si Dios les aplica la misma vara de medir con la que ellos miden?¿Se ha meditado esto en el mundo del derecho, que se será juzgado con la misma vara de medir con la que se juzga?¿O se aspira simplemente a que a uno no le pillen nunca y se salve de ser juzgado, como si Dios pasase por alto los abusos del «derecho» humano, como si Dios no existiese y los santos fueran estafadores?¿Sabe un juez, un fiscal, un procurador, un abogado, lo que está haciendo realmente en su profesión a los ojos de Dios Todopoderoso?

El «derecho» son preceptos de hombre. El «derecho» apenas se cita como tal en las Sagradas Escrituras y apenas se cita en la revelación de santos y santas. Lo que Dios nos prescribe son Mandamientos, necesarios para la Sanvación eterna, no para ganar un simple juicio por daños y prejuicios en un tribunal que bien describe el Espíritu Santo por medio de san Pablo en 1 Co 6, 1-8. El mismo Señor Jesucristo exige guardar su Palabra para poder salvase.

Juez Justo es Dios y solamente Dios. Y ninguno de nosotros lo somos, ninguno. Juzgar corresponde a Jesucristo Nuestro Señor, tanto en el juicio universal o a las naciones, como en el particular. Solo Dios es Justo. No hay justicia fuera de la de Dios. Solo Dios puede establecer quién es justo y quien no lo es. Y los injustos no heredarán el Reino de Dios, pues así lo deja escrito san Pablo. La ley humana que transgreda la Justicia de Dios tendrá que responder ante el Juicio de Dios del que nadie podrá escapar. Y Dios ve en lo secreto. A Dios no se le puede ocultar prueba alguna, y ante Él no valen justificaciones, ni excusas, ni argumento ninguno. Sería de una ingenuidad infantil y enferma tratar de ocultarse a los ojos de Dios. Dios hace visible lo que a los hombres resulta totalmente invisible. Dios hará luz en medio de las más absolutas tinieblas. No hay nada encubierto que no haya de ser descubierto. Que pierda toda esperanza el que pretenda ocultarle algo a Dios. Nada escapará al ojo de Dios. Nada. Y nadie escapará a su Juicio. Así que o uno se acoge a su Infinita Misericordia y Bondad, mostrada en la Cruz, derramando su Santísima y Preciosísima Sangre, dando su Vida por la salvación de la humanidad, o se acoge al rigor terrible de su Juicio, que hace temblar al Cielo entero. Esa es la elección de todo hombre y mujer. No hay otra. O Misericordia o Justicia. Cada cual verá. Y ante Dios queda en nada la altanería, la soberbia, la risa, la adulación, las burlas, la fama, el poder, las riquezas y la grandeza terrenal. Ante Dios no hay grandes y poderosos que valgan.

Pues bien, de acuerdo a la Sagradas Escrituras, el hombre sí ha tenido y sigue teniendo «derechos» justísimos por su proceder pecador, aunque los soberbios lo nieguen:

1º A morir por sus pecados, a tener una vida limitada en el tiempo. La muerte física es la justa retribución y sigue siéndolo, a su condición de pecador. El pecado supone enemistad y daño a Dios mismo. El pecado hiere a Dios.
2º A ganar el pan con el sudor de su rostro con fatiga hasta su muerte.
3º A obtener espinas y abrojos como fruto de sus esfuerzos en no pocas ocasiones (hoy, las espinas y abrojos, son la ruina de empresas y negocios, el despido, el esfuerzo infructuoso, etc.).
4º A que las mujeres paran a sus hijos con dolor (ni la anestesia evita el dolor post parto), a que sean sometidas, pues el hombre las domina.
5º A errar, expulsado del paraíso, por la tierra en medio de miseria física y moral (pecado propio y de otros, robos, asesinatos, adulterio, falsos testimonios, mentiras, continua tentación del demonio y sus vástagos, etc.), corrupción corporal (vejez y enfermedad) y a no gozar de la presencia de Dios como sí gozan los bienaventurados. Etc.

Y todos estos sí son «derechos», sí que nos los hemos ganado por pecados propios y colectivos.
Ahora bien, lo que NO nos hemos ganado de modo alguno, ni hemos merecido ni en sueños, son los siguientes «derechos» otorgados por la Infinita Bondad y Misericordia de Dios, que tanto ha amado a sus criaturas que envió a su Santísimo Hijo al mundo para liberarlas de la esclavitud del pecado, de los «derechos» que sí nos hemos ganado citados anteriormente, que nunca de modo merecido:

1º A ser redimidos y salvados por Nuestro Señor Jesucristo con su Gloriosa Pasión, Muerte y Resurrección de entre los muertos.
2º A una Vida Eterna en la gloria, con un gozo que si lo conociésemos moriríamos enseguida, en compañía eterna de Dios y de todos sus bienaventurados y sus ángeles, al término de nuestro peregrinar por esta vida terrenal.
3º A evitar la muerte eterna en el infierno, con los condenados por su perseverancia en la soberbia y el pecado, y con la compañía continua del demonio y sus ángeles torturándonos eternamente, sobre todo en los sentidos con los que más se ha pecado, como nos revelan los santos que han tenido la visión del infierno.
4º A la Resurrección de nuestros cuerpos mortales con la Segunda Venida de Nuestro Señor, para un gozo eterno con Dios en su Reino, o para una condena eterna en el lago de fuego y azufre que nunca se apaga en compañía del demonio y sus ángeles.
5º A obtener la Gracia de Dios, sin la cual nada podemos hacer, otorgada por medio de los Sacramentos que el mismo Señor Jesucristo instituyó en persona o por medio de sus santos: Bautismo, Penitencia o confesión, Eucaristía, Confirmación, Unción de enfermos, Orden sacerdotal y Santo Matrimonio.
6º A obtener gracias particulares por medio de la oración, las obras de caridad, la meditación sentida de la Pasión del Señor, peregrinaciones, mortificaciones y la vida de fe, es decir, milagros de curación, de conversión, en favor del almas del purgatorio, etc.
7º A tener la ayuda y el consuelo de Dios en momentos decisivos de nuestras vidas.
8º A tener el favor de la Corte Celestial en momentos decisivos de nuestras vidas.
9º A tener el favor de la Santísima Virgen María.
10º A gozar de los siete dones del Espíritu Santo y de sus doce frutos, imposibles de lograr por cualquier medio mundano y que solo Dios otorga a los que le sirven fielmente. Ni todo el oro del mundo puede atraer sobre uno estos dones tan valiosísimos. Etc.

Tratar de equiparar el «derecho», engaño de hombres, a los Mandatos de Dios y a su Misericordia, es diabólico. El «derecho» humano no tiene vida mientras prevalezca la Verdad.

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