Getting your Trinity Audio player ready...
|
Por mucho que lo intentan, y mira que lo hacen, la verdad es que para cualquiera con dos dedos de frente y un poco de información libre de las toneladas de manipulación que cada día más groseramente vuelcan sobre nosotros, tanto el origen como el objetivo de la crisis/guerra ruso-ucraniana aparecen más y más diáfanas, máxime tras el ¿sabotaje?, no, atentado terrorista de Estado al gasoducto Nord Stream 2 que es la prueba del algodón, por si faltaba alguna.
Desde el golpe de Maidan de 2014 auspiciado por los EE.UU. –“Que se joda la UE” (Nuland dixit)–, pasando por el empeño en extender la sumisa y sojuzgada OTAN al Este sin justificación alguna aún a sabiendas, ¿o por eso mismo?, de lo que opinaba Rusia, hasta llegar a alentar las ansias del esquizofrénico y criminal mamporrero Zelensky, Estados Unidos no ha parado de tocar los bemoles a Putin para ponerle entre la espada o la humillante pared, al cual no le ha quedado más remedio que elegir la espada –-y bien que prudentemente lo ha retrasado durante casi una década—, aún a sabiendas de que ello iba a facilitar que pareciera el malo de la película.
Actualmente, con los EEUU, la OTAN y la UE implicándose absolutamente en alimentar la guerra apoyando a Zelensky en todo, sin que de nuevo la prudencia de Putin le impida considerar tal hecho como lo que es: casus belli, podemos afirmar que por tercera vez Occidente pretende destruir a Rusia; las anteriores fueron las de Napoleón y Hitler.
Ante el renacer de Rusia, gracias a Putin, de sus cenizas soviéticas y de la etapa de sumisión de Yeltsin a los intereses mundialistas estadounidenses, éstos no podían consentirlo máxime cuando Europa, con la poderosa Alemania al frente, se inclinaba a depender energéticamente de Moscú lo que podía llevar a los europeos a ir más lejos zafándose por fin de la opresiva garra imperialista norteamericana. Para evitarlo, nada mejor que un conflicto bélico que, gane o aún peor si lo pierde, dejará a Rusia averiada por décadas, al tiempo que por sus características asegurará también por décadas la dependencia política, económica y energética de los europeos de los EEUU y de sus socios árabes.
Pero lo ocurrido no puede extrañarnos, porque no es sino un eslabón más en la ya larga cadena de conflictos y consiguientes enfrentamientos bélicos provocados por los EEUU –nación que vive de la industria militar, de sus derivados y de la guerra, ésta siempre en casa ajena porque en la propia nunca ha sufrido, salvo la de Secesión, ninguna–, cuya obsesión imperialista no entiende de formas pacíficas y civilizadas de convivir con los demás.
Veamos algunos ejemplos: su propia ampliación robándole a Méjico medio país; a nosotros Cuba, Puerto Rico y Filipinas por el falso Maine; a los europeos nuestra independencia por la 1ª y 2ª Guerras Mundiales en cuyos orígenes, sobre todo de la Segunda, tuvo no poco que ver la provocación diplomática y agresividad financiera norteamericana contra Alemania y Japón; a los árabes, Palestina, creando el Estado de Israel, pero no el palestino; Corea; Vietnam tras la salida de los franceses; utilizando a Saddam Hussein contra Irán; Serbia con el añadido de hacerlo en contra de las resoluciones de la ONU, bombardeo despiadado de Belgrado incluido; derrocando a Saddam con la mentira más gorda de los últimos tiempos que fue el invento de las armas de destrucción masiva; Afganistán con la excusa de las Torres Gemelas; la “Primavera árabe” que ha dejado a todos los enemigos de Israel convertidos en parias, con la excepción en lo posible de Siria, otra prueba del algodón de que cuando un pueblo no está dispuesto a someterse no lo hace ni al poderoso EEUU; y todo lo anterior sin nombrar ese baile de quita y pon, de aupar y derrocar a éste o aquél, según su capricho, en lo que considera su finca particular, Hispanoamérica. Que en algunos casos, como fue el combate contra el imperialismo soviético, estuviera justificado, no disminuye un ápice lo dicho.
Ahora toca traer a la memoria la crisis de los misiles en Cuba, mediante la cual EEUU, por sentirse amenazada, estuvo a punto de llevar al mundo a una guerra nuclear, impidiendo a una nación soberana, Cuba, acoger tal arma en su territorio, lo que todo el mundo entendió, mientras que por el contrario, e hipócritamente, ahora los propios EEUU y buena parte de ese mismo mundo no quieren entender que Rusia se sientiera amenazada por la expansión de una OTAN injustificada en tal proceder como en ella misma hasta sus fronteras, no dudando los norteamericanos en forzar una escalada en la crisis ruso-ucraniana que puede también llevarnos al holocausto nuclear el cual, muy posiblemente, se restringiría a suelo europeo y no estadounidense, pues hasta ahí podíamos llegar.
EEUU no quiere, no lo ha querido nunca, una solución diplomática, política, pacífica, negociada al asunto de las regiones pro-rusas ucranianas porque lo que venía buscando era provocar lo que vemos; y ahora menos aún, pues al no ir la cosa como pensaba, sólo busca la derrota y humillación rusas, sin importarle sostener y apuntalar a un tirano y criminal tan repugnante como Zelensky, ni que la cosa pudiera desmadrarse y terminar a bombazos atómicos.
Por todo lo dicho, y porque el atentado terrorista al Nord Stream 2 lleva el sello norteamericano, EEUU es, sin lugar a dudas, una amenaza para la paz mundial y todos los que por una u otra causa, o mejor decir interés, cobardía o estupidez, le siguen el juego, también.
PD.- Y no se lo pierdan, pero como vemos, parece que no le basta con lo de ahora y ya anda tocando las narices a China. ¿Para ver si de aquí a una o dos décadas organiza otra guerra con la excusa de Taiwan?… ¿O mucho antes?
Autor
Últimas entradas
- Actualidad17/11/2024El Gral. Javier Marcos (UME) y la deserción del mando militar. Por Francisco Bendala Ayuso
- Actualidad10/11/2024Dana: la prueba de la Confederación de Repúblicas Socialistas Ibéricas. Por Francisco Bendala Ayuso
- Actualidad03/11/2024Dana: fiel retrato de la España de nuestro tiempo. Por Francisco Bendala Ayuso
- Actualidad27/10/2024Errejón y otros «cálculos» políticos: El caos… controlado. Por Francisco Bendala Ayuso