La democracia del «Sistema» y sus demócratas. Por Jesús Aguilar Marina

Sólo los rojos y sus cómplices -o los cortos de entendederas- se atreven decir que España es hoy una democracia, y que la casta partidocrática parida por la Farsa del 78 ha estado y está conformada por demócratas, porque sólo ellos tienen interés en blanquear sus delitos y sus tiranías. En España hace ya décadas que la separación de poderes no existe, ni hay poder judicial independiente, porque los rojos y sus codelincuentes se han encargado de aglutinar todo ello en una sola mano, la que mueven los amos.

Los sicarios del Nuevo Orden, al servicio de las agendas del Sistema, han asfixiado las libertades fundamentales siguiendo una eficaz estrategia y dando rienda suelta a su propia naturaleza maligna. Capitalismo y socialcomunismo se han aliado para llevar a efecto la destrucción de la sociedad occidental, una revolución que es más bien un experimento de ingeniería social, política y económica, en el cual el ser humano es un objeto deleznable, exento absolutamente de arbitrio, esto es, de dignidad, de alma.

A este ser humano se le ha desprovisto de cualquier posibilidad defensiva y se le intenta destruir de raíz y desde la raíz, ética y espiritualmente, sobre todo. No tiene ayuda religiosa, ni judicial, ni intelectual, ni mediática, ni militar. A los medios, a los grupos y a las personas críticas se les encierra, multa, expulsa o asesina, en tanto se van apretando las legislaciones para humillar cada vez más concienzuda y cruelmente al individuo y a lo que representa. La involución causada por el acopio de leyes desnaturalizadoras de la humanidad, como el ataque a la familia, la ideologización de la enseñanza y de la Historia o la monstruosa decisión de apoderarse de la infancia para usarla mediante actos contranaturales, hablan bien de una situación anómala, creada e instrumentada por satanistas y psicópatas.

En resumen, el Nuevo Orden, esa amalgama de oligarcas financieros y elites y esbirros rojos, ha envidado por un mundo inhabitable para todo aquel que no pertenezca a la superioridad. Para ello se emplea la abducción que lleva implícita la propaganda más o menos subliminal que, bien estudiada por la intelligentsia de los plutócratas, va madurando las mentes más dóciles, mientras a las voluntades más firmes y a los entendimientos más lúcidos se les encarcela, expulsa o mata.

Esto es, decididos a apropiarse de los Estados y de las personas, resueltos a convertir la vida en un establo de bultos deshumanizados, vigilados por matones, mercenarios y sayones, y creyéndose ya con la suficiente fuerza para lograrlo, la existencia a corto plazo continuará siendo una sucesión de violaciones sistemáticas de los derechos individuales, así como de todo código de principios y valores. En realidad, la única ideología de los Sánchez y compañía y la de sus amos, son ellos mismos. Para esta tropa de psicópatas y narcisistas, la política y dentro de ella la desmesurada multinacional o el partido-secta, sólo son instrumentos para colmar su megalomanía, para conseguir sus desmanes y satisfacer la deformidad de sus egos.

Existen, por ejemplo, sobrados motivos de sospecha de que los socialcomunistas manipularon descaradamente las distintas elecciones últimamente habidas en España. Pero a nadie pareció importarle. Envalentonados por la indiferencia general y por el apoyo supra institucional y técnico de sus amos y mentores dirigidos por los Soros y similares, destrozado el Estado de derecho y secuestradas convenientemente las instituciones domésticas, Sánchez y sus cuates de coalición han comprendido que el objeto de perpetuarse en el poder y de alcanzar los fines globalistas se ha logrado.

En la actualidad y al contrario de lo que los rojos pensaban hace décadas sobre la democracia, a la que denostaban en su concepción tradicional o formal, es a esta idea democrática a la que se aferran, despreciando aquella democracia real o popular de la que tanto presumían y que oponían a la de los países occidentales, a la de las sociedades burguesas. Ahora, pues, controlados debidamente los recuentos electorales mediante tecnologías puestas a su servicio por la oligarquía financiera, los políticos autócratas han optado por blanquear sus crímenes acogiéndose al purificador efecto de las urnas.

Es así de sencillo: se anuncian los comicios; a continuación, se acomodan las encuestas previamente al acto electoral y, tras efectuarse éste, finalmente se adulteran los resultados a conveniencia. Contando, por supuesto, con los medios informativos venales para hacer más digerible el trágala. Y a la supuesta oposición se le permite algún cacareo o algún cuestionamiento más o menos airado para adornar de realidad el espectáculo. A esta pantomima ha llegado la democracia del Sistema y hasta este pozo de abyección han caído sus demócratas. De ahí que no dejemos de recordar lo que demandaba aquel buen hombre: «Vuelve, Franco, aunque sea de sargento».

Dijo Albert Einstein que todo conocimiento sobre la realidad nace y acaba con la experiencia, pero por desgracia tal aserto no va con la inmensa mayoría de los electores y demás habitantes españoles -y occidentales-, para los cuales la experiencia no existe, borrada por el sectarismo más abyecto, la credulidad más incauta o la ignorancia más vergonzosa.

Autor

Jesús Aguilar Marina

Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.

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