SE DEBATE EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
En cuanto al tipo de Presidencia que voy a defender sólo os puedo adelantar una cosa: que no quiero ser un Presidente como el de Estados Unidos, pero tampoco un Presidente como el de Alemania. Creo que el modelo de la Constitución de 1931 se ajusta más a España. La Presidencia de Alcalá Zamora (y no menciono la de Azaña porque los tres años que lo fue estuvieron marcados por la Guerra Civil) en mi criterio nos podría servir para la Tercera República. Pero, creo que este tema lo tendremos que estudiar más a fondo antes de que se inicie la campaña electoral.
Y lo mismo digo del Programa. No es hora ni momento de puntualizar los detalles. Sin embargo, os adelanto los puntos fundamentales que ya están estudiando nuestros hombres pensantes del Partido y los de FAES. Son estos:
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Estado de las Autonomías
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(Y pongo este tema en primer lugar porque considero que es uno de los problemas más graves que tiene España. Sobre todo teniendo en cuenta las cifras de la deuda acumulada de las 17 Autonomías o Mini-Estados, como yo les llamo. Estas cifras son de infarto:
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Cataluña debe 40.607 millones de euros.
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Valencia, 16.365.
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Madrid, 12.583.
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Andalucía, 11.384.
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Galicia, 5.809.
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C-La Mancha, 5.327.
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País Vasco, 4.105.
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Baleares, 4.024.
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C y León, 3.660.
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Canarias, 3.392.
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Aragón, 2.625.
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Murcia, 2.016.
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Navarra, 1.554.
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Extremadura, 1.457.
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Asturias, 1.407.
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Cantabria, 881.
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La Rioja, 739.
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TOTAL 111.867 millones de euros).
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Estado del Bienestar
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Estado de la Economía
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Estado de los Sindicatos
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Estado de los Empresarios
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Estado de la Educación y la Sanidad
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Estado de las Pensiones
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Estado de las Fuerzas Armadas
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Y Estado de las Relaciones Internacionales
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Comprenderéis que queda mucho por estudiar. Sobre todo si queremos presentarle al pueblo español un proyecto que satisfaga a todos y podamos vencer en las urnas, como venimos haciendo desde hace años. (Grandes aplausos).
Y aquí termino por hoy. Os doy las gracias a todos y me pongo a las órdenes de nuestro Presidente Mariano Rajoy.
Al abandonar el atril de oradores hubo abrazos generalizados y más aplausos.
El último candidato que surgió a la palestra fue el cordobés Julio Anguita, el que fuera Alcalde de Córdoba y Coordinador General de Izquierda Unida. Y la Coalición lo proclamó por unanimidad del Comité Federal reunido exprofeso para su elección, dado el enorme prestigio de Anguita y su rotunda defensa de la República.
Eso sucedía el día 13 de enero y el sábado día 16 ya estaba sentado en la tribuna de oradores que se había instalado en el escenario del Gran Teatro de Córdoba. El Partido había elegido un local cerrado a petición del propio Anguita, que a sus 75 años, aunque gozaba de muy buena salud y mantenía una figura esbelta y como de 30 años más joven, no era partidario de los mítines al aire libre. El Gran Teatro tiene una capacidad para 2.100 personas sentadas, que no sólo fueron todas ocupadas sino que hasta había gente en los pasillos y en las escaleras, e incluso otros simpatizantes en las puertas del teatro, que casi llenaba el paseo del Gran Capitán.
Julio Anguita, tras la emocionante presentación que le había hecho el actual Coordinador General de Izquierda Unida, Cayo Lara, sacó sus papeles y con una voz potente pero adiestrada, leyó estas palabras:
Aproximación a la III República
Es obvio que esta aproximación que se plantea debe partir de una serie de afirmaciones o de precisiones que ayuden a situar en el día de hoy la presentación del discurso y su incardinación en la realidad. Desde mi punto de vista estas afirmaciones previas son las siguientes:
1a.- La República no es simplemente una forma de Estado que se caracteriza esencialmente en hacer electiva la Presidencia de la jefatura del Estado en vez de que ésta sea hereditaria. Es mucho más que eso; aunque esa condición de elegibilidad sea imprescindible. La República es una concepción de Estado caracterizada por unos determinados principios, valores, contenidos, funcionamiento institucional y vinculación a la realidad social de la cual emana como representación libremente consentida.
2a.- En consecuencia con lo anterior se impone que toda propuesta republicana aparezca como alternativa democrática a la realidad existente. Una alternativa que debe ser conformada, desarrollada y apoyada por el mayor respaldo ciudadano. Una tarea que debemos comenzar ya.
3a.- Nuestra defensa y participación en todos los procesos, actos, movilizaciones y desarrollos de la Memoria Histórica no pueden confundirse con nuestra propuesta republicana como si ésta fuese una simple continuidad de la II República. Nuestro proyecto republicano es deudor de la I y II Repúblicas en la medida en que éstas son antecedentes históricos que han aportado elementos, referencias y valores que debemos hacer nuestros, pero sin olvidar que nuestra idea de República es para el siglo XXI con todas las características que en él se dan.
La memoria de la II República sirve para informar, educar, concienciar estimular; es una fase diferenciada de la de elaboración, movilización y capacidad prepositiva. No mezclemos ambas tareas. Una se apoya en la otra; pero desde la diferenciación histórico-temporal y prepositiva.
4a.- Las dos Repúblicas que ha habido en España han significado el intento de conseguir una sociedad basada en los principios de racionalidad, justicia, democracia, educación y modernidad que pueden seguirse como un hilo conductor a través de la Historia de España y que concretados en personas, movimientos, tendencias, reflexiones y acciones de gobierno han intentado cambiar, no sólo las ideas ancladas en presupuestos que ya no tenían en Europa el mismo predicamento sino también el orden económico basado en la gran propiedad agraria, la democracia conculcada o demediada, la alianza entre el Trono y el Altar y el desprecio por la Ciencia tanto en su aspectos teóricos como en sus aplicaciones prácticas y tecnológicas. Solamente en Cataluña y bajo el proteccionismo más intervencionista o en el País Vasco bajo presupuestos ultramontanos parecería que se ha escapado a esa realidad. Sin embargo y cuando se observa de cerca tampoco las diferencias (que las hay) han sido muy determinantes.
5a.- En conclusión, hacer una aproximación a la propuesta de III República que nosotros queremos establecer un discurso que se presente ante la sociedad actual como una consecuencia de nuestro pasado remoto y más inmediato junto con la aceptación del reto que la actual situación presenta.
La propuesta republicana
El proyecto que quiero someter a debate ciudadano es consecuencia de la respuesta a tres preguntas claves:
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¿Por qué? Es decir, qué justifica, explica o demanda la necesidad de construir una alternativa republicana.
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¿Qué? Qué tipo de República se quiere, cuales son sus contenidos, qué líneas maestras vertebran su Constitución (Constitución Formal), qué alianzas suscita el proyecto (Constitución Material).
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¿Cómo? Las características del proceso, la estrategia de largo aliento y las previsiones tácticas posibles. El proceso constituyente
Abordar la primera pregunta es desarrollar tres contenidos que a modo de razones de peso conducen a responder con la alternativa republicana a la actual coyuntura económica, social, política y de valores que se explícita en un estado de anemia de la sociedad española. Estas razones son tres:
1a.-. La herencia republicana.
2a.- El agotamiento de la Transición.
3a.- La crisis de civilización y su manifestación en la formación social española.
La herencia republicana.-.
Conviene distinguir entre la historia del republicanismo español y las concreciones históricas que han significado la I República (1873) y la II República (1931- 1939). Los avatares del republicanismo histórico comienzan oficialmente con la creación del Partido Demócrata en 1849 y se desarrolla en una serie de acontecimientos que yendo desde 1869 con la creación del Partido Republicano se manifiestan en escisiones, enfrentamientos entre dirigentes, oscilaciones pendulares entre una expresión del ideario conectada con los sentimientos populares y otra más proclive a la intervención exclusiva desde las instituciones y una permanente decantación entre dos opciones que se manifestarán claramente a principios del siglo XX: la concepción burguesa de República Liberal y la concepción republicana más ligada a los intereses, objetivos y métodos del Movimiento Obrero. Las siglas partidos y de tendencias republicanas son numerosas pero destacan entre todas las siguientes: Federales y Unionistas durante la I República. Unión Republicana creada en 1903 y encabezada por Salmerón en la que pronto surgen tendencias: «gubernamentales» de Melquíades Álvarez y el Bloque de Izquierdas de Lerroux. Partido Radical -Socialista de Lerroux. En 1908. En 1910 el Bloque de Izquierdas pasa a ser Conjunción Republicano- Socialista. En ese año se crea en Cataluña la Unión Federal Nacionalista Republicana (UFNR). En 1917 y con fines electorales la Alianza de Izquierdas formada por republicanos y socialistas. Y así se llega a los albores de la II República.
Si tuviéramos que señalar en un apretado resumen las características del republicanismo desde su nacimiento diríamos que éste no fue sólo ni preferentemente una idea inspirada en la predilección por la forma electiva de la Jefatura del Estado (sin obviarlo nunca) sino una concepción del orden político basada en los siguientes principios:
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Democratización de la vida pública.
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Sufragio universal
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Eliminación de los privilegios sociales.
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Atenuación de las diferencias sociales.
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Racionalización y laicización de la vida intelectual y moral, Separación entre la Iglesia y el Estado.
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Apuesta por la cultura y la enseñanza pública
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Supresión de la esclavitud (que en las colonias españolas se mantuvo hasta 1898)
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Supresión del servicio militar a través de quintas y levas.
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Supresión de determinados impuestos y arbitrios municipales como el de consumos.
Aumento del peso específico de los ayuntamientos en la estructura del Estado.
Y ya en la II República:
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Sufragio universal para las mujeres.
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Reforma Agraria (aunque lenta e insuficiente).
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Ley de términos municipales para favorecer a los jornaleros de las localidades.
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Impulso extraordinario a la Enseñanza y a la Cultura.
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Apuesta por la Paz (Artículo 6 de la Constitución)
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Respeto escrupuloso a la legalidad internacional.
Para una mayor percepción de los avances en el terreno de las medidas modernizadoras deben consultarse los textos constitucionales: El de la I República (redactado pero no debatido ni aprobado) y el de la II.
Al tratar de reflexionar sobre las dos experiencias republicanas habidas tenemos una serie de comparaciones entra ambas que pueden servirnos de experiencia a la hora de abordar la III República.
Encontramos los siguientes rasgos comunes:
1. Ambas repúblicas están precedidas e iniciadas en sendas crisis económicas.
Especialmente la del crack de 1929.
2. E igualmente ambas se inscriben en crisis sociales y políticas. La I es consecuencia de la Revolución de 1868 y la II de la Dictadura de Primo de Rivera consentida y apoyada por el Rey Alfonso XIII.
3. El advenimiento de ambas no se produce como consecuencia de una fuerte organización social respaldando las ideas republicanas sino muy al contrario a causa de situaciones sobrevenidas casi por sorpresa. La I República es votada por unas Cortes en su mayoría monárquicas como única salida posible. La II es hija de unas elecciones municipales en las que las candidaturas monárquicas fueron mayoría aunque perdieron en las grandes ciudades y centros industriales. Y aunque en la II hubo más apoyo e ilusión debemos constatar que el sentido republicano como algo más que el antimonarquismo no estaba fuertemente asentado.
4. No olvidemos tampoco que tanto en la génesis de la Revolución del 68 (que abre las puertas a la I República) como en la II hay un precedente de intervención militar auspiciada por los republicanos (Pactos de Ostende en 1866 y Pacto de San Sebastián en 1930 respectivamente)
5. En ambas Repúblicas se presentan con especial fuerza los problemas derivados de una estructura del Estado que fue contestada, por la derecha en primer lugar y por sectores de la izquierda posteriormente.
6. Tanto en la I como en la II influyen las manifestaciones y expresiones del naciente Movimiento Obrero (los llamados utópicos, las actividades de Fanelli en España, la revolución de 1848 en Francia, la Comuna de París en 1871 durante la I). En la redacción de la Constitución de la II se notan las influencias de la Constitución mejicana de 1917, la de Weimar de 1918, la Revolución rusa de 1917 y las corrientes del keynesianismo.
7. En ambas Repúblicas y tras la euforia inicial (especialmente en la II) se produce un desfase entre las reivindicaciones populares no resueltas en siglos y los ritmos políticos de las clases dirigentes políticas.
8. Ambas Repúblicas recogen en sus textos constitucionales elementos de las inquietudes, anhelos, y propuestas legislativas provenientes de los acontecimientos revolucionarios coetáneos. Así en la I República están presentes los sucesos de la revolución de 1848 o de la Comuna de París de 1871; así como las doctrinas de Saint Simón, Fourier, Cabet, Considerant o Proudhon.
En la Constitución de la II República hay ecos de las constituciones hijas de revoluciones como la mejicana (1917), soviética (1924) la constitución de Weimar (1919) y también las incipientes teorías de Keynes. Aunque todo está bastante matizado si es un avance con referencia a textos anteriores.
Considero que en la coyuntura actual se repiten mutatis mutandis muchas de las características anteriormente reseñadas.
El agotamiento de la Transición
Sin entrar en un análisis muy profundo sobre la Transición podemos afirmar que a estas alturas aquella operación significó para los interese del franquismo el paso a la otra orilla sin tener que pagar un peaje importante. Pero además debemos tener presente que desde 1945 el departamento de Estado USA ya había diseñado una salida al régimen fascista de Franco a través de una operación denominada entonces como Transición pacífica con dos partidos políticos: uno denominado demócrata y otro socialista. La Guerra Fría con sus consecuencias y los temores a que en España pudiera ocurrir otra Revolución de los Claveles marcaron y acotaron el terreno de juego.
La Transición se desenvolvió a través de unos parámetros que sucintamente podemos Relacionar:
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Tanto en el fondo como casi en la forma la Transición ha sido una segunda Restauración borbónica en torno a los mismos interese que informaron la primera de 1876.
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Tanto en 1876 como en 1977 y 1978 se impuso por encima de la Constitución un entramado de relaciones políticas que constituían en últimas instancia la fuente de decisiones. Fue el Consenso que se visualiza junto con sus miserias, en la Zarzuela el día 24 de Febrero de 1981.
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Se pactó una Constitución concebida como un apaño para ir tirando y saliendo del paso en la que ya entonces se destacaban las siguientes notas:
1.- Artículos copiados de la Ley Orgánica de Estado de Franco (art. 8) o de la Constitución de 1876 (art. 57)
2.- Artículos contradictorios entre sí. El 14 es incompatible con el 56 y el 57.
3.- Ambigüedad calculada a la hora del tratamiento dado a regiones y nacionalidades (art.2), Disposición Adicional Primera y Disposición Transitoria Cuarta. Esto está siendo fuente de conflictos.
4.- Incumplimiento de numerosos artículos del Título I referidos a Derechos Sociales, Política Fiscal, Derechos Cívicos y especialmente a la Legislación internacional y los compromisos contraídos por el Reino de España (art 10).
5.- Gran facilidad para la aprobación de tratados internacionales que implican cesión de Soberanía. (Capítulo III del Título III).
6.- Leyes electorales, funcionamiento de las Cámaras y relación de ellas con el Ejecutivo con claro predominio de la concepción bipartidista y de la preeminencia del mismo sobre los otros dos poderes.
Ante el agravamiento de las cuestiones que hacen referencia a la constitución del Estado, el funcionamiento de las instituciones y la degradación de la ya demediada democracia vuelve a surgir la idea del cambio constitucional. Lo que ocurre es que lo que se necesita es un cambio profundo en el sujeto constituyente, el proceso del cambio y una nueva Constitución Material.
En consecuencia la III República se inserta en una necesidad de cambio ya evidente.
Continuará
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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