21/11/2024 11:40
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La inhabilitación a perpetuidad y los numerosos años de cárcel que le han caído le servirán para la reflexión, que no para el arrepentimiento.

Permítanme seguir dudando de la ventolera que hace unos meses recorrió Argentina. Como dijo en su momento el periodista, Marcelo Duclos: «Dudo de todo y no es mi culpa, es del kirchnerismo». No menos dudas recogieron al respecto las redes sociales; ello se debió a que la izquierda nos tiene acostumbrados a estas cosas cada vez que ve próxima la soga del ahorcado. Precisamente, ni Cristina ni el Kirchnerismo siguen sin atravesar su mejor momento. Lo que no me sorprende es comprobar cómo la siniestra de casi todo el mundo no dudó en subirse al autobús de lo que llaman «atentado a la democracia argentina». Sinceramente, deja mucho que desear eso de conjugar al unísono democracia y Kirchnerismo.

Vimos cómo apareció repentinamente en la pantalla una pistola y se escuchó el «click». Miren por dónde el «juguete» se encasquilló. Me alegro del encasquillamiento porque cada ser humano tiene derecho a vivir su vida y no existe el derecho a que un semejante se la arrebate. Y menos aún por ideas políticas, pero parece que en España eso no importa: ahí tienen a los herederos de la banda asesina ETA sentados en el Parlamento y nutriendo con su apoyo a un Gobierno socialista con sujeción comunista, golpista, independentista y fascista-nacionalista.

Tendremos Cristina para rato, tranquilos –no sé si libre o en prisión– pero me genera muchas dudas por la malsana herencia que arrastra el Kirchnerismo. ¿Saben que al cutre y folclorista exmarqués de Galapagar le faltó tiempo para hablar de las balas que recibió en un sobre? Aquella falsedad que ellos mismos se inventaron y enviaron carecía de recorrido y Díaz Ayuso desmontó el circo comunista.

Precisamente, cuando peor estaba la extrema izquierda en España recibió balas y navaja como amenaza. Tanto comunistas como socialistas se la tuvieron que envainar y el juez también porque quedó todo en agua de borrajas. Siempre me he preguntado si ese juez sabía indagar e investigar. Carpetazo, silencio y a otra cosa, mariposa, hasta que la extrema izquierda vuelva a encargar un urgente sobreseimiento. «Manda huevos», que diría el siempre ínclito Federico Trillo. «¡Joder, qué tropa!» El caso es que esa siniestra extrema tenía excesiva información sobre ello, y Marlasca también. Fue el tal el berrinche que la izquierda extrema demostró que es «un canario de alcoba», sin más. Una repugnante llorona.

Algo nos hizo dudar y hasta muchos analistas llegamos a la conclusión de quién las había autoenviado, con el fin de cambiar el curso de las elecciones madrileñas donde el «exmarqués» salió humillado y ridiculizado por la «reina madrileña». El hecho me hizo dudar de la inventada autoría inicial, al igual que dudo de lo sucedido a Cristina Kirchner en el falso atentado que tanto estaba interesada en aventar por todo el mundo. Tengo derecho a dudar, como tantos otros. Dudo y no doy marcha atrás, pero me alegro de que siga viva la «culebra de plata» por el hecho de ser persona.

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La puesta en escena fue perfecta, incluso la detención. El encasquillamiento es posible cuando el arma y la munición son una birria. Permítanme seguir dudando. «Dudo todo. No me llamaría la atención que eso haya sucedido, ya que es lo que vieron mis ojos, pero, se trata del kirchnerismo, en su momento máximo de desesperación», contaba un experto periodista en Panam Post. ¿Acaso alguien piensa que no son capaces de cualquier cosa? La desesperación es la madre del odio y la puesta en escena de lo peor que alberga cada uno. Hoy, Cristina, sale con las orejas gachas por hipócrita, corrupta, corrompedora, fraudulenta, e indecente gobernante. La inhabilitación a perpetuidad y los numerosos años de cárcel que le han caído le servirán para la reflexión, que no para el arrepentimiento.

Si alguien piensa que estoy hablando de autoatentado, entonces es que no ha entendido nada. Pensamiento, sospecha y realidad no siempre coinciden. Yo dudo, doy fe, del mismo modo que las redes sociales hablan de «humo», además de hacerlo también la oposición argentina. Hay muchos argentinos confundidos, dudosos y preocupados, como lo hemos estado los españoles en el transcurso de muchos episodios de nuestra historia reciente: tiro en la nuca de la banda asesina ETA; confusas circunstancias y retirada de pruebas tras el 11-M; balas ensobradas durante la campaña madrileña; degenerados «fakes» de Marlasca para dañar la convivencia durante la pandemia; reiterada falsedad y engaños del «mentiroso» Sánchez; ministras enrarecidas que no miran por la ciudadanía y consienten que un tren intente traspasar un fuego infernal que era su muerte segura; ministra encantada de que los violadores salgan a la calle (debe andar a deseo); ayudas europeas amontonadas; dinero público donado a la empresa Playbol de los padres del indecente presidente…

Todo está en fase de investigación, pero al presidente le ha faltado tiempo para salir a hablar de violencia y de odio. No sabemos si el revolver estaba descargado, ni qué pretendía el ciudadano de 35 años que accionó el gatillo. Pero a la izquierda le faltó tiempo para hacer daño, sabedor de que para la población es «humo». Déjenme que siga dudando. Insisto de nuevo en cómo se puso la extrema izquierda con las balas ensobradas, que debieron salir de sus filas, y cuya investigación quedó en agua de borrajas. Había que taparlo como fuera y con urgencia, ¿no es así señorito Grande Marlasca?

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Da la impresión de que el Kirchnerismo ha inaugurado la feria y, desde hoy, ya apuntan con el dedo. Hay que buscar culpable. Y si no lo hay, se pinta. A Alberto Fernández le ha faltado tiempo para aventar que “es el hecho más grave desde la recuperación de la democracia”. Duclos tiene claro que «el kirchnerismo aprovecha la situación para hablar de un enfrentamiento político, mientras que nadie en su sano juicio quiere ver a la vicepresidente muerta. Lo que merece es un juicio justo y una condena si es oportuno y necesario». Muchos zumbados de la ultraizquierda española también echan la culpa a la Judicatura. Desde el exterior vemos a Argentina como un manicomio a cielo abierto con enfrentamiento permanente. Cristina y Alberto recogen lo sembrado por hablar al buen tuntún.

Dudo. Con las declaraciones de la extrema izquierda española ya nos hemos reído bastante. La sensación de la oposición argentina coincide con las palabras de la diputada, Amalia Granata; es decir, el ataque a Cristina Fernández de Kirchner es «una pantomima armada». Cristina quería quedar como mártir, pero le ha salido rana y «el tiro por la culata». Se ha querido lavar a lo gato y ya solo le falta el rabo por desollar a la indecente exdirigente argentina.

«Ni Steven Spielberg se ha atrevido a tanto», insiste Granata en sus redes sociales. El kirchnerismo pretende victimizar a Cristina, pero no sabe cómo hacerlo. La espada de Damocles pende sobre su cabeza y no faltan jueces argentinos dispuestos a dar su vida por la Justicia. De esto último no dudo.

Las bravuconadas de Echenique sobre la Justicia argentina no son más que el envalentonamiento de un corrupto y de un ignorante de izquierdas que sigue libre, a pesar de las dos condenas recibidas. Eso también nos genera dudas. ¿Acaso no le abandonaría usted en la gasolinera?

Autor

Jesús Salamanca Alonso
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